Don Winslow (Nueva York, 1953) es autor de diecinueve novelas. Con la reciente publicación de La frontera (Harper Collins), un veloz y vertiginoso libro de 957 páginas, el autor de la celebrada Corrupción policial cierra su trilogía sobre la mal llamada “guerra contra las drogas” en México, y adelanta que FX ya está preparando una serie basada en las tres novelas (la primera fue El poder del dinero y la segunda, El cártel) que se convirtieron en best sellers y lo consagraron como maestro indiscutible del género negro contemporáneo.
Winslow ha sido reconocido por autores como Stephen King, Lee Child o James Ellroy. Como Dashiell Hammett, el padre fundador de género, él mismo fue detective privado. De ese oficio aprendió bastante para escribir sus historias, pero en un sentido no tan obvio, como le contó a Infobae Cultura en esta entrevista vía mail, donde critica la política exterior de su país en un negocio que mueve millones y mata inocentes.
–¿Por qué eligió México? ¿Es su Yoknapatawpha, ese país imaginario de Faulkner? Aunque México es un país real, en sus ficciones adquiere una nueva dimensión.
-Bueno primero que todo, gracias por la comparación. Los últimos veintidós años viví cerca de la frontera entre Estados Unidos y México, en un área que es verdaderamente bicultural. La gente va y viene todo el tiempo. Yo visité México con frecuencia y ayudé a construir una escuela en Tijuana. De modo que México es una constante en mi vida. Pero no fue hasta 1997, cuando diecinueve hombres, mujeres y niños inocentes fueron masacrados por un cártel de drogas, en un pueblo cercano al mío, que comencé a interesarme en México como una locación para mi trabajo. No podía entender que algo así hubiera ocurrido. Ahora, para dimensionarlo, diez años después de ese hecho, sería una cifra baja, pero entonces no teníamos modo de saberlo (El 8 de agosto, la cifra volvió a repetirse: 19 personas aparecieron colgadas y mutiladas en Michoacán. N de la R). Empecé a hacer una investigación que me llevó a escribir El poder del perro. Pensaba que iba a ser un libro, no tenía intención de volver a México ni las drogas. Lo que le muestra lo poco que sabía entonces.
–Precisamente con El poder del perro, pensábamos que habíamos aprendido todo acerca sobre el mundo narco, pero volvió a sorprender con El cártel. Y ahora, con La frontera, con la heroína otra vez en las calles, ¿cree que ya agotó el tema?
-Así lo creía entonces. Y me equivoqué. Pero no creo que un libro, ni siquiera una trilogía, puedan cubrir ese mundo por completo. Es un tema muy vasto. Lo que intenté fue tomar una diapositiva de ese mundo (el negocio de la droga entre Estados Unidos y México) y mostrarlo en detalle desde diversas perspectivas. Espero que cualquiera que lea la trilogía adquiera un conocimiento más allá de los titulares, que el lector llegue a entender las consecuencias humanas de lo que se llama la "guerra de las drogas", lo que nos ha hecho como sociedades y como individuos, la inutilidad de tratar el problema de la droga como una cuestión criminal, y peor, como una cuestión militar. En La frontera, quise traer la "guerra de las drogas" a casa, enfocarla en la sociedad americana tanto como en la mexicana. Quería mirar el estado actual de la política americana en torno a las drogas. Mostrar, por ejemplo, que la epidemia de opioides no es una enfermedad sino un síntoma, que necesitamos preguntarnos por qué los Estados Unidos somos el mayor consumidor de drogas en el mundo.
–Su obra ha sido es comparada con El padrino. En La frontera, los hijos y sobrinos de Barrera, el capo mafia, controlan el negocio. ¿El libro de Mario Puzo, o las películas de Coppola, fueron una influencia a la hora de escribir?
-Totalmente. Mire, no creo que nadie pueda escribir una novela sobre el crimen organizado sin tener en cuenta El Padrino. De paso, las películas tuvieron una gran influencia en los cárteles mexicanos, que sacaron de ahí la palabra "Padrino" para sus jefes. De hecho, yo volví a leer la novela de Puzo cuando preparaba El cártel. Pero en relación con el traspaso de poder generacional, fue determinado por los hechos reales. Porque eso fue lo que pasó en México: los cárteles entraron en un caos después de la captura de Joaquín "el Chapo" Guzmán, y La frontera sigue el caso casi con exactitud. Quería contar esa historia. En términos literarios, la obra que más consulté para escribir esas escenas fue Enrique VI de Shakespeare, acerca de un conflicto sucesorio similar en Inglaterra.
–¿El protagonista de su trilogía, Art Keller, es una mezcla de Don Quijote y Phillip Marlowe?
-Nunca lo pensé de ese modo, pero entiendo por dónde va. Tanto Cervantes como Chandler fueron influencias muy importantes para mí. Siempre tengo en mente la definición de Chandler del héroe de novela negra: "por esas calles bajas debe caminar un hombre incapaz de bajezas", y trato de aplicar ese standard a Keller. Marlowe, como todos los cínicos, es un romántico decepcionado, como Keller. Marlowe está desilusionado, pero para eso, alguna vez debió tener ilusiones, como Keller. Estoy seguro de que Chandler fue influenciado por Don Quijote (¿quién no?). Yo suelo decir que El Quijote es la primera gran novela negra, junto con el Lazarillo de Tormes, Y creo que todas las ficciones policiales siguen esa línea, conscientemente o no. Keller ciertamente tiene una inclinación hacia los molinos de viento y se ve a sí mismo en una búsqueda noble que, de hecho, no es tal.
“Yo suelo decir que Don Quijote es la primera novela negra, junto con el Lazarillo de Tormes”
–¿Podría existir alguien como Keller en la vida real?
-Seguro. Ahora, quiero dejar bien en claro que Keller no está basado en un individuo real. Aunque ciertamente, existen agentes de la DEA que hicieron varias de las cosas que hizo Keller. Yo traté de hacerlo realista. Es curioso, más que con mi mujer y mi hijo, pasé más tiempo con Art Keller que con cualquier ser humano real en mi vida diaria, durante 22 años, y sin embargo no estoy seguro de conocerlo. No estoy seguro si es Marlowe, o Ahab (el capitán de Moby Dick, la novela de Herman Melville. N de la R).
–¿Cómo crea los personajes femeninos en sus libros? La prostituta Nora en El poder del perro, la adicta que no tiembla antes de disparar en La frontera, o una mujer poderosa como la viuda de Barrera… todas diferentes y todas, siempre, en peligro.
-La prostituta Nora es una creación ficticia, aunque muchas mujeres se acercaron para decirme que estaba basada en ellas. No es así, pero me gusta pensar que eso habla de su realismo. Las otras mujeres sí se inspiraron en personas reales. Pienso que la gran historia no contada (y que yo traté de contar, particularmente en El cártel) es la del heroísmo de las mujeres mexicanas. No tengo manera de dar cuenta de su increíble coraje, que demasiado a menudo las llevó a la muerte. Es en ese sentido que no "creé" muchos de esos personajes, sino que intenté entrar en sus mentes y en sus corazones, como para que el lector pudiera ver el mundo a través de sus ojos. Eso podría resultar inapropiado viniendo de un hombre blanco americano, pero siempre pensé que sus historias eran demasiado importantes como para dejarlas afuera.
-Hay historias de amor en la trilogía, algo que no siempre está en las novelas negras. Por ejemplo, en La frontera, la historia entre Keller y Marisol, ¿rompe las reglas del género?
-No estoy tan seguro de conocer las reglas tan bien como para romperlas intencionalmente. En todo caso, no me importan. Ni las definiciones o categorías: ¿qué es un thriller, una novela negra, dura, de procedimiento? ¿A quién le importa? ¿Y quién creó las reglas? ¿Fue algún Moisés literario que bajó del Monte Sinaí con tablas delineando reglas para esas categorías? Si es así, me temo que me las perdí. Solo trato de contar buenas historias con buenos personajes. En relación con Keller y Marisol, traté de escribir sobre la experiencia humana, que incluye el romance y el amor. Otra vez: quise contar la historia heroica de las mujeres mexicanas, y Marisol, inspirada en hechos reales, es una de ellas. En un nivel técnico, todo protagonista necesita alguien con quien hablar. De otro modo, uno queda atrapado en un interminable monólogo interno que puede volverse tedioso. Además, Keller necesitaba un oponente, alguien que desafiara sus creencias rígidas. Yo necesitaba un personaje que aportara un punto de vista mexicano, y Marisol lo era. Y, honestamente, terminé enamorándome de la historia de Keller y Marisol: era un lugar tierno en una saga muy dura.
–Sus novelas fueron comparadas con clásicos, aunque su escritura es moderna. ¿Cómo logra ese balance? ¿Trabaja en el estilo o es algo que le sale fácil?
-Soy una criatura de mi tiempo, impactada por el cine moderno, la televisión y la literatura. Pero cuando era niño leía sobre todo Shakespeare y Dickens (como adulto, trabajé dirigiendo obras de Shakespeare) de modo que esas son al menos influencias subliminales. Me atraen los temas y las estructuras clásicas. Por ejemplo, las tres novelas de la trilogía de la droga están estructuradas en cinco actos, como las tragedias clásicas. No trabajo en el estilo en los primeros borradores. Escribo muy rápido, como si quisiera abarcarlo todo de una vez. Es recién en los borradores posteriores que empiezo a pensar en el "estilo" y considerar si el lenguaje combina con el asunto. Como en la famosa "la forma sigue a la función" en arquitectura, yo creo que "el estilo sigue a la historia". Las palabras, los ritmos, la "música" del libro tienen que ser las que vayan justo para esa historia particular. Leo mucho en voz alta y no siempre oigo las notas correctas, pero habitualmente oigo las que están mal.
–¿Cuánto lo ayudó su experiencia como detective privado a escribir thrillers?
-Me ayudó para hacer la investigación y entrevistas. Mientras que el final de juego es diferente, las técnicas son notablemente similares. Ambas implican la lectura de miles de páginas de documentos, chequear unos con otros y compararlos, y tratar de ver patrones. Ambos dependen de la cronología y la causalidad: "sin A no puede haber B ni C", de modo que en ambos casos se espera por el momento "A", ese momento que lleva la serie de eventos a la acción. Eso fue crítico en la trilogía de la droga, tratar de entender las guerras de la droga en México, y después organizar esa información para el lector. Una cosa que aprendí como investigador fue nunca formar opiniones apresuradas, sino tratar de pasar por algo que llamo "la fase de aspiradora", que consiste en juntar toda la información que pueda, y luego después de eso tirarla en la mesa para ver si puedo discernir patrones. Con las entrevistas, aprendí la técnica de la pirámide invertida, empezando con preguntas generales, abiertas, que no infecten al testigo con mis propios prejuicios. Siempre empezar una entrevista con la pregunta más general, del tipo de "hábleme de eso", para luego ir a lo específico. Y siempre terminar con: ¿Hay alguna pregunta que no le hice y que debería haber hecho? Escuché cosas sorprendentes que jamás se me hubieran ocurrido a partir de esa pregunta.
“Creo que la gran historia no contada es la del heroísmo de las mujeres mexicanas”
–¿Cuánto de la investigación que hizo para esta trilogía cambió su manera de pensar la relación entre México y EE.UU.?
-Todo. Cuando empezó esta odisea, no sabía nada de la relación entre los dos países. Ahora tengo opiniones fuertes, que puedo enumerar: El llamado "problema mexicano de la droga" no es el problema mexicano de la droga. Es el problema estadounidense de la droga. Y, también, el problema europeo de la droga. Somos los consumidores, y sin consumidores, no hay productores. Tendemos a culpar a México y a los otros países "productores" por las drogas y el crimen dentro de los EE.UU., mientras mandamos cerca de 60 billones de dólares por año a las organizaciones criminales para desestabilizar esos países y matar a su gente. No hay 'invasión' desde México o América Central a los Estados Unidos, la invasión siempre va en la dirección contraria. Los inmigrantes desde esos países están huyendo de la violencia causada y fundada por los consumidores de droga estadounidenses y europeos. La llamada "Guerra contra las drogas" debería haber terminado ayer. A veces me he preguntado qué consejo podría darle a México. Mi respuesta es que los mexicanos han tenido suficiente consejo de los americanos. Yo no debería ofrecer ningún consejo, solo disculpas.
–¿Hay alguna opción de que veamos una serie o película sobre La frontera en el futuro?
-Una muy buena: FX va a hacer una serie sobre la trilogía y estoy muy entusiasmado. Quieren hacer una serie de calidad, no solo un thriller más sobre drogas.
–Después de convivir, como dijo, con Art Keller, durante 22 años, ¿qué viene ahora?
-Todavía no puedo contarlo. Vuelvo al género policial, pero no es una historia sobre drogas.
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