Con un estilo análogo y transmitiendo el mismo áurea, una de las réplicas más fieles de la insigne obra de Leonardo da Vinci, la Mona Lisa, datada del siglo XVII se expone desde este miércoles y durante tres días en Bruselas.
“Es una de las copias más fieles. Siempre vemos muchas porque (La Gioconda) ha sido siempre un ícono, ya en la época de Da Vinci. Pero algunas de estas son algo naif, no están muy bien pintadas y esta nos asombró realmente cuando la vimos por primera vez”, comenta a la agencia de noticias EFE Vinciane de Traux, directora de Artcurial en Bélgica donde se expone la réplica.
De autor desconocido, la pintura, que tiene un valor añadido al estar pintada sobre un panel de roble en vez de sobre lienzo, esconde particularidades que la diferencian de la afamada pintura de Da Vinci, aunque a simple vista, como reconoce de Traux, son prácticamente inapreciables.
“Hay algunas pequeñas diferencias que no son realmente importantes. Pero es muy parecido y por eso es tan impresionante porque se mantiene muy cerca del original”, reconoce la directora, que detalla que, aunque no se conozca al pintor, es sabido que fue pintada en la ciudad francesa de Fontainebleau, donde falleció Da Vinci, y fue adquirida por el rey François I.
El paisaje podría ser el indicador más llamativo que alerte al visitante de que no está frente a la obra que cuelga de las paredes del museo parisino Louvre. Unas cordilleras más definidas y azuladas fueron recreadas en la copia que se gestó unos 100 años más tarde que el original.
Características del ropaje y en el estilo artístico son otras de las pequeñas apreciaciones de una pintura que, en esencia, guarda, transmite y evoca las sensaciones de una de las obras más reconocidas en la cultura popular.
Es tanto que, aparte de la fidedigna sonrisa que aparece en la copia como señala de Traux, la mirada de la Mona Lisa que se expone en esta sala de Bruselas persigue al espectador por los cuatro rincones al igual que la pintada por el pintor y creador italiano.
“El pintor ha tenido especial cuidado de representar los tonos de piel de las manos y el rostro con gran delicadeza, sin perder el sentido de su propio estilo. Los trazos son aparentes con sutiles toques de impasto que acentúan la forma del rostro, alrededor de los ojos, resaltando el mentón, el escote y las articulaciones de los dedos”, revelan desde la organización del centro.
Asimismo, el hecho de que una reproducción fuera pintada tan tempranamente -mucho antes de que esta obra se convirtiera en la más célebre de Da Vinci- ejemplifica la admiración que despertaba el artista y su producción en el mundo de las artes de la época, defiende de Traux.
La pieza, que se ha expuesto ya en Viena, viajará, una vez termine su breve parada en Bruselas, a París, donde será expuesta antes de que sea subastada el próximo 9 de noviembre.
Se calcula que la obra podría valer entre unos 150.000 y 200.000 euros (173.000 y 230.000 dólares), aunque los pronósticos apuntan a que esta cantidad será inflada por los postores.
Porque la réplica es “mucho más que un cuadro, es una destilación del arte occidental. Hermosa y suave, la Mona Lisa es también la encarnación de la felicidad”, reivindica Matthieu Fournier, encargado de su subasta.
(Con información de EFE)
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