Desde el 30 de octubre, las librerías de Francia han debido cerrar sus puertas. Sólo pueden vender por encargo -telefónico o en línea- a clientes que pasen a buscar sus libros por la puerta, o se los hagan enviar por correo, gracias a una tarifa subvencionada por el gobierno. Sin embargo, los libreros dicen que es una medida muy insuficiente y, que como otros pequeños comercios considerados “no esenciales”, van a quebrar.
Por eso algunas librerías, con el apoyo de escritores y autoridades locales, han decidido abrir de todas formas y exponerse a sanciones. Es el caso de “Autour du livre”, una librería de la ciudad de Cannes (sudeste), que el viernes pasado vio llegar a la policía. “Resistimos, señor”, respondió la propietaria del local, Florence Kammermann, al agente que le notificó la infracción.
'Desobedecer es un acto militante por el libro, la libertad de expresión, nuestra cultura, pero también una necesidad. No podíamos permitirnos un segundo confinamiento, habría sido la liquidación antes de fin de año", explicó la librera
La multa por abrir la librería será pagada por el escritor Didier van Cauwelaert, ganador del gran premio literario Goncourt en 1994, anunció el best-seller francés Alexandre Jardin.
“Los escritores franceses han decidido pagar las multas que recibirán los libreros”, dijo en el domingo en el canal de noticias BFMTV. “Creer que los libros no son una necesidad básica, a diferencia del resto de Europa, es una vergüenza para nuestro país”, sostuvo en declaraciones a Paris Match. “No puede ser que la policía entre en las librerías”, denunció.
Jardin indicó que los escritores se irían turnando para pagar las multas. Para el sector, los meses previos a las fiestas de fin de año son cruciales para su supervivencia, ya que es cuando registran el 25% de sus ventas.
Los libreros, al frente de pequeños locales o grandes redes de distribución, siguen negociando con y la Ministra de Cultura Roselyne Bachelot para conseguir la apertura de las tiendas.
Llamado a desobedecer
La prohibición de la venta de libros en las librerías independientes, debido a su carácter de “comercio no esencial”, ha suscitado un vivo debate en Francia, ya que las librerías han sufrido especialmente la competencia de las plataformas en línea, que ofrecen tarifas de envío extremadamente bajas, durante el primer confinamiento en marzo.
Algunos alcaldes han emitido órdenes para permitir la apertura de librerías; se han lanzado peticiones y las organizaciones profesionales y los escritores han dado la cara, como Philippe Claudel, miembro de la Académie Goncourt, que pidió a los libreros que desobedecieran.
La “Société des gens de lettres”, asociación que defiende los derechos e intereses de los autores, pidió la reapertura de “todos los lugares de venta de libros en todo el territorio”, recordando que “el 70% de las compras de libros se realizan en librerías y puntos de venta físicos”.
La competencia de las plataformas en línea
Algunos clientes asoman una cabeza y preguntan si es posible venir a recoger un libro. Otros han pedido distintos libros por teléfono o internet: “Recogí una novela para mi madre”, dice un cliente. Otro cuenta cómo vino a recoger el nuevo “Perro Apestoso”, un libro para niños. Una clienta explica que no es igual encargar el libro que merodear frente a los estantes. “Me gusta ver a la gente. Y admito que ir a través de una plataforma de Internet no me complace en absoluto”, asegura.
Para aquellos que no pueden o no desean ir hasta la librería en medio de este segundo confinamiento, el gobierno francés anunció que cubrirá el costo del envío de los libros pedidos a librerías independientes, para ayudar a los libreros a “continuar operando a través de las ventas en línea”. Para ello, contará con una tarifa simbólica: “Esta medida permitirá a los libreros cobrar a sus clientes únicamente los gastos de envío al tipo mínimo legal, es decir, 0,01 euros”, según una declaración conjunta de los ministros de Economía Bruno Le Maire y de Cultura Roselyne Bachelot.
Publicado originalmente por RFI
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