Hacia finales del siglo XIX, Débora intenta vivir su vida a contracorriente de lo que se espera de una dama de su posición social. Los 30 años los recibe con tristeza y amargura: la idea del matrimonio —casi el único proyecto de vida al que puede aspirar— al parecer no está entre sus prioridades. Sin embargo, al quedar su familia en la quiebra, la vida de lujos y fiestas a la que estaba acostumbrada se acaba, por lo que se casa con un primo adinerado y de buen nombre. Se van a vivir a Brasil y allá, en Salvador de Bahía, a punto de ser infiel a su marido es descubierta por él, quien somete a los amantes a un terrible castigo.
En 1884 el político, periodista y escritor venezolano Tomás Michelena publicó Débora, una novela del género del melodrama que es también un documento que retrata a la sociedad burguesa de finales del siglo XIX. La obra, olvidada por la literatura de su país, fue recientemente reeditada por la editorial colombiana Himpar.
Débora es quizá la primera novela latinoamericana que trata el tema del divorcio. Por este motivo, y por sus escenas de desnudo y de sutil erotismo, fue considerada una obra escandalosa. El autor pone de manifiesto las grietas en el matrimonio; las desdichas y el malestar en la pareja. Y nos muestra cómo el adulterio tiene consecuencias y un peso distinto sobre la mujer. A diferencia de los hombres, quienes tienen la legitimidad para castigar a su esposa e incluso, amparados por la ley, asesinarlas para salvar su honor.
La obra nos muestra a mujeres astutas y dueñas de sí mismas que transgreden las normas sociales y dinamitan el rol que la sociedad le asigna en el proyecto de familia, que es también un proyecto de nación. Al final, como en muchos melodramas, hay redención y venganza, y Débora renace como una justiciera que lucha por las infelices que quieren liberarse del yugo del matrimonio.
Infobae conversó vía Zoom con Nathalie Bouzaglo, doctora en literatura por la Universidad de Nueva York y profesora en la Universidad de Northwestern, quien participó en la reedición del libro. La académica venezolana es autora del libro Ficción adulterada.
-Esta es una obra que sobrevivió dentro de un pequeño nicho académico, que se pasaba de mano en mano, y de la que no había ninguna reedición. ¿Cómo llegó Débora a ti?
-Débora es una novela de 1884 que nunca se reeditó hasta ahora gracias a Himpar. La novela circulaba entre académicos y curiosos del siglo XIX a través de copias muy precarias, con secciones borrosas y hasta tachaduras. Pero es una novela tan provocadora que circulaba también entre lectores que no tenían ningún interés en el siglo XIX pero que se fascinaban por la trama. Lorena Iglesias y Christian Vásquez (de Himpar) fueron los responsables de que este proyecto se haya realizado. Y llegó a mis manos gracias a la profesora Paulette Silva Beauregard, que trabajaba en ese momento en la Universidad Simón Bolívar, en Caracas. Yo estaba escribiendo mi tesis sobre el adulterio en el siglo XIX y me dijo: “Yo tengo varios libros que te pueden interesar, los tengo fotocopiados”. Y fue gracias a esa generosidad de esos profesores que te abren la biblioteca. También Paulette Silva habla de Débora en su libro De médicos, idilios y otras historias: relatos sentimentales y diagnósticos de fin de siglo.
-¿Por qué crees que es importante que se haya reeditado esta novela?
-Es una novela que trata por un lado todos los problemas del fin del siglo. Estaban todas las ansiedades. Las ansiedades ante una mujer que tenga sexualidad, que desee, que cometa adulterio, por supuesto. Débora además narra una de las escenas de adulterio más escandalosas e inimaginables de todo el siglo XIX latinoamericano, que tiene que ver con el castigo que le otorga el marido al descubrir la infidelidad. La narración del adulterio permite la creación de un castigo que si bien propone, en principio, la redención de la pareja transgresora, también satisface las fantasías escopofílicas que provoca el objeto de la narración. El relato expone la manera ambivalente en la que se suele narrar el adulterio de la época: como evento condenable pero que a la vez intriga y, sobre todo, se desea y se exhibe. Además, la adúltera fomenta el desborde de las pasiones en múltiples direcciones: entre los amantes, entre los rivales, entre los lectores y lectoras. De este modo, la contemplación de la transgresión sexual y la tensión que ésta produce convierte la escena de adulterio en el punto de atención hasta que, por momentos, el resto de la trama se suspende o se interrumpe. Es una novela que no escatima en placer, goce o deseo.
La contemplación de la transgresión sexual y la tensión que ésta produce convierte la escena de adulterio en el punto de atención hasta que, por momentos, el resto de la trama se suspende o se interrumpe
-Hablas de las ansiedades ante una mujer que tenga sexualidad…
-Bueno, la ansiedad de una mujer que quiera, que juegue con su cuerpo, con su sexualidad, que se desnude, que juegue con el deseo masculino, ¿no? Una mujer que no quiera ser controlada, que quiera salirse del control. Eso que pueda salirse de control, eso es una gran ansiedad de fin de siglo XIX. Otro gran problema de la mujer en el fin del siglo es la enfermedad pero creo que en esta novela, no como en las otras sobre el adulterio, no se trata tanto de la enfermedad.
-Claro, como de la histeria…
-Porque la histeria, al fin y cabo, también es salirse de control.
Son hombres que están pensando juntos, armando patria si se quiere, aunque no directamente, pues están planeando cosas, pero también están jugando por debajo de la mesa
-¿Y qué podrías decir sobre las relaciones que se dan entre los hombres en esta novela?
-Esas relaciones son maravillosas, ¿no? Lo que pasa por debajo de la mesa en esa novela es muy interesante. Los hombres tienen relaciones que se afianzan por debajo de la mesa. Hay una escena donde los hombres se pelean por arriba de la mesa, pero por debajo, se están entrecruzando sus piernas y conversando de una manera mucho más cariñosa que por arriba. Pensar que en el siglo XIX, que es cuando se están afianzando las naciones, es muy importante la solidaridad masculina. Y siempre se buscaba un balance, no tener relaciones demasiado fuertes con otros hombres para no caer en lo que en ese momento podía ser el escándalo de la homosexualidad. Entonces juegan mucho con ese límite. Son hombres que están pensando juntos, armando patria si se quiere, aunque no directamente, pues están planeando cosas, pero también están jugando por debajo de la mesa.
-Y con la reedición de Débora también se rescata la figura de una heroína olvidada de la literatura latinoamericana. ¿Lo ves así?
-Completamente de acuerdo. Ella es una especie de justiciera porque aboga por el divorcio, porque además es muy adelantada para su época, logra salirse de ese encierro literal y metafórico al que estuvo expuesta. Y para una mujer que había cometido adulterio es algo que no era lo común.
(La novela está disponible en Colombia en todas las librerías independientes y en formato e-book en las principales páginas de descarga de libro electrónico)
SEGUIR LEYENDO: