“Deje su mensaje después de la señal”, solicita la voz automática. El contestador, ese dispositivo ya casi obsoleto, ha sido rescatado en esta época de redescubrimiento por un colectivo de directores de 13 países que convocan a dejar mensajes anónimos para ser incluidos en un documental que muestre qué es lo que siente el mundo bajo encierro por el coronavirus.
Más de la mitad de la humanidad está bajo medidas de confinamiento o restricciones de tránsito para intentar evitar el avance de la pandemia. Ante el cúmulo de emociones donde reina la incertidumbre, los miembros del proyecto “Tell Me” explican su deseo de crear “una especie de confesionario digital” con el objetivo de plasmar “un retrato de la experiencia humana durante la pandemia”.
“La idea se me ocurrió cuando se implementó el aislamiento social aquí en Estonia, en marzo”, dijo Marta Pulk, en diálogo con Infobae. Según explicó, la inspiración provino de un conmovedor caso en Japón. Allí, un hombre que sufría por la reciente muerte de un primo instaló una cabina telefónica en su jardín, conectada a la nada, donde se sentaba a “conversar” con el difunto. Luego del devastador tsunami del 2011, otras personas que tenían un dolor similar se asomaban para sentarse y expresar sus sentimientos hacia sus esposas, hijos, amigos que no sobrevivieron a la tragedia.
“Japón no es una cultura donde se compartan los sentimientos, habría mucha tristeza contenida. Ahora, viéndome sola y aislada sin opción, comencé a pensar cuánta gente debe haber sin nadie a quién compartir su situación. Y así es como nació la idea, crear una línea, un espacio después de la señal, solo un silencio, donde la gente pueda decir lo que sea que quieran decir en este tiempo de crisis”, añadió Pulk.
El 9 de abril abrió la casilla de voz y las primeras emociones que escuchó fueron variadas. “Algunos sienten que por fin pueden concentrarse en lo verdaderamente importante, como su familia. Otros están preocupados por cómo alimentar a sus hijos. Hay quienes están separados de sus seres queridos, otros cuentan que se contagiaron de coronavirus”, repasó. Como esperaba, varios mensajes son de angustia y tristeza, aunque quedó sorprendida por la cantidad de gente que llama para recitar poemas.
Pero no quería limitar el proyecto a su país. Por ello, recurrió al grupo que conoció en la selva del Amazonas, en Perú, donde el aclamado cineasta alemán Werner Herzog realizó en 2018 un taller con casi 50 directores seleccionados de varias partes del mundo. Así, nuevos buzones ya se abrieron desde otros puntos como Canadá, Brasil o Turquía, y posiblemente China sea uno de los últimos en completar la lista.
En el caso argentino, la casilla de voz abrió hace menos de dos semanas y ya recibió cerca de 50 llamados. Son seis integrantes del equipo que se alternan la tarea de descargar, escuchar, desgrabar, categorizar, jerarquizar, así como la misión de realizar el registro audiviosual de la cuarentena en el país.
Pablo Radice, docente de Proyecto Audiovisual en la UBA y miembro del grupo local, expresó: “Es un momento muy especial cuando llega la noche. Me preparo un mate, los escucho y es la voz de la conciencia de uno. Si el llamado es alegre, me despierta esa fibra de alegría, y si es de tristeza, también. Es una compañía, como escuchar la radio. Una sensación necesaria en esta época, y me gustaría pensar que la otra persona también se sintió acompañada”.
En un adelanto compartido con Infobae, dos voces muestran tristeza y optimismo, miedo al sufrimiento (mas no a la muerte) y alegría por compartir tiempo en familia, angustia por el futuro de sus gatos y un contundente “esto es lo mejor que me pasó en la vida”.
“Me hizo reflexionar, todavía no soy consciente del impacto de la cuarentena. Otros nos usan como psicólogo gratuito. Muchos extrañan el contacto físico, otros el sexo... el cuerpo habla”, comentó Radice.
Incluso, hay quienes ven en el buzón una ventana para explicar sus teorías conspirativas que involucran a la NASA, el FBI y saltos cuánticos, como una foto del alcance de las noticias falsas que se difunden con más velocidad que el virus. Otros convocan a la autoobservación y la lectura de uno mismo. “Hay algo del silencio que es insoportable que te conecta con vos mismo y con la idea de muerte”, sostuvo el director argentino.
Por su parte, el realizador peruano César Málaga explicó que “la primera etapa es la recolección de audios y desde el lado más cinematográfico, hablando de imágenes, es la de capturar desde el aislamiento”. Esta labor presenta diferentes desafíos: mientras algunos países europeos ya están saliendo de la cuarentena, en otras zonas las medidas son estrictas, y en algunas hay total libertad. Málaga, por ejemplo, graba desde su hogar, con algunas vistas al mar, y aprovecha las escasas salidas que tiene permitidas para comprar alimentos para captar el registro visual de la realidad limeña que acompañará a los testimonios.
“No hay personajes para grabar, sino más bien como nuestra mirada como directores, que desde nuestro lugar podemos retratar esa sensación o por lo menos acercarnos a los mensajes que nos dejan, los sentimientos expresados en la voz”, indicó.
Los integrantes del colectivo remarcan el anonimato de los mensajes, pese a lo preocupante que puede llegar a ser el contenido de los audios, un tema que fue debatido en las videollamadas grupales de los directores. “Vamos a respetar lo anónimo, es el corazón del proyecto: que la identidad sea la del mundo, un sujeto en cuarentena, sujetado a su confinamiento”, subrayó Radice.
Dado que no se sabe hasta cuándo pueden extenderse las medidas de restricción en algunos países, o si incluso puede haber una segunda ola que retome el confinamiento, no hay plazos específicos para la etapa de recepción de llamadas. Pero la ambición es lograr un resultado que trascienda y genere una memoria de conciencia para las próximas generaciones.
“Queremos hacer algo que importa, más allá de un documental. Muchas veces el cine no ha tenido empatía y solo busca un reconocimiento. Ojalá podamos decir que le dimos a la gente una oportunidad para no estar sola”, dijo Málaga. Radice complementó: “No deja de ser una experimentación en varios aspectos. Es otro modo de hacer cine, un nuevo modo de pensarlo”.
El grupo planea contar en los próximos días a su mentor Herzog sobre el proyecto. “Estoy segura de que Werner nos apoyará, como director siempre nos incentivó a sacar lo mejor de una situación terrible y esta crisis es el epítome de eso. Estamos aprendiendo cómo crear arte en medio de una crisis, uniendo las voces del mundo”, dijo Pulk. En tanto, Radice resaltó que al grupo lo une “una de las experiencias más trascendentales y surrealistas”, y recordó que cuando filmaban en la selva peruana para el taller del director de Fitzcarraldo, la consigna era “sueños febriles en la jungla”, y ahora “estamos en una situación inhóspita, apocalíptica, más propia de Netflix que de lo que entendemos por normalidad”.
Los buzones seguirán abiertos hasta que, tarde o temprano, cuando pase la cuarentena, los codirectores del documental pasen a la etapa de selección y edición en cooperación. “La confianza entre todos los autores y el diálogo creativo será lo más importante Hay mucha variedad en nuestros países y creemos que esta diferencia será escuchada y vista en el documental”, adelantó Pulk.
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