Una mujer sentada en una silla de madera con un largo vestido rojo. Una mesa en el medio y una silla vacía enfrente. Estamos en el MoMA de Nueva York, año 2010. Es una performance de la artista serbia conocida como madrina del género, Mariana Abramovic, titulada El artista está presente. Los espectadores se van sentando de a uno en la silla frente a ella y se miran en silencio durante un minuto, generando una intensidad propia del arte contemporáneo.
De repente, un nuevo espectador. Es un hombre de unos sesenta y pico. Ojos claros, saco, zapatillas de lona. Cuando Abramovic lo ve se conmueve de inmediato: las lágrimas ruedan por su rostro e inclina su cuerpo hacia la mesa para tomarle las manos al supuesto desconocido. Este hombre es Ulay, su pareja durante muchísimos años, aquel con el que fueron artistas amantes y compañeros de vida. Todo quedó registrado en un video. Ese día el amor se detuvo el mundo.
Esta semana una noticia trajo de regreso aquel mítico encuentro. Ulay, de origen alemán y cuyo verdadero nombre era Frank Uwe Laysiepen, murió en Lubliana, la capital eslovena. La propia Abramovic lo contó en sus redes sociales. Escribió: “Con gran tristeza me enteré de la muerte de mi amigo y ex compañero Ulay hoy. Fue un artista y ser humano excepcional, al que echaremos de menos. En este día, es reconfortante saber que su arte y legado vivirán para siempre”.
Tenía 76 años. Nació Solingen, Alemania, 30 de noviembre de 1943 y se dedicó a la fotografía durante toda su vida, aunque también a la performance. El contenido central de sus obras es la relación entre el cuerpo, el espacio y la sociedad. Durante años viajó a diferentes países (Australia, China, Estados Unidos y Países Bajos) para colaborar con artistas locales.
También fue profesor de actuación y de arte en la Staatliche Hochschule für Gestaltung de Karlsruhe entre 1999 y 2004, hasta que regresó a Ámsterdam. Sin embargo siguió viajando. En sus viajes siempre llevaba la cámara y registraba todo. Uno de sus medios favoritos era la polaroid. Una de sus performances recientes fue en Mediamatic’s, año 2007; se tituló Está sucediendo ahora. En los últimos años se enfocó en proyectos e iniciativas artísticas que crearan conciencia respeto del agua. Poco después del reencuentro de 2010, el artista demandaba a Abramovic, a raíz de una disputa sobre las obras que crearon conjuntamente antes de su ruptura. Un tribunal holandés condenaba entonces a la Abramovic a pagar 250.000 euros a Ulay por las ventas de esas obras.
Con Marina Abramovic empezó a trabajar en 1976. Hicieron muchísimas muestras y exposiciones juntos. Todo ese romance artístico concluyó en 1988. Decidieron hacer terminar su relación con un viaje espiritual. Cada uno se fue al extremo opuesto de la Gran Muralla China y se reunieron en el centro. Ulay partió del desierto de Gobi y Abramovic en el Mar Amarillo. Caminaron 2.500 kilómetros cada uno. Se encontraron en el centro y se dijeron adiós.
Pasaron 22 años sin verse. Cada uno haciendo su propio camino. Hasta que ocurrió el famoso reencuentro en 2010. Los que estuvieron allí, pero también todo los millones que vieron el video, sintieron lo mismo: el arte y el amor están íntimamente relacionados. A veces uno pesa más que el otro, pero cuando están alineados se forma un equilibrio cósmico que, como ocurrió aquel día en el MoMA con Marina Abramovic y Ulay, logra lo imposible: que el mundo se detenga.
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