¿Quién fue Moisés Rubinstein Badash? Nació con el siglo en la ciudad de Grodno, Polonia, hoy Bielorrusia y falleció en la Ciudad de México en 1972. Llegó a México en los 30 años de edad y se empleó en el periódico Der Weg. Fundó Di Shtime (La Voz israelita) en 1939. Entre su obra más destacada se encuentra reunido en el libro, Meksikaner Temes (Temas Mexicanos) y Colonia Hipódromo.
La primera traducción al español del libro Meksikaner Temes. Temas mexicanos (ediciones Del Lirio, 2019) del escritor y periodista de origen bielorruso Moisés Rubinstein la hizo Becky Rubinstein, sobrina del autor y una gran traductora del idish.
Moisés Rubinstein Badash relata cómo muchos emigrantes judíos, provenientes de Europa del Este no pudieron llegar a los Estados Unidos, durante la primera mitad del siglo XX, y se quedaron en México, en donde encontraron no sólo la forma de trabajar, sino un hogar.
Las crónicas de Moisés cuentan cómo era el barrio judío, en el Centro Histórico de la Ciudad, en las calles de Justo Sierra, Jesús María y otras aledañas a la Merced, en donde fundaron negocios, fábricas, tiendas, academias y demás empresas; vicisitudes éstas que no fueron nada sencillas, pues la desgracia del migrante, del recién llegado también empapa esta serie de crónicas en donde la pobreza, la muerte, el asesinato, la incomprensión acompañan las historias de vida de aquellos otros quienes pudieron forjar una vida digna, alegre, feliz y llevadera en estas tierras mexicanas. Becky Rubinstein accedió a responder algunas preguntas sobre la publicación:
-¿Cómo es este libro?
–Es un libro escrito en idish. Moisés era mi tío abuelo, se dedicó en Europa al periodismo, a la traducción, a la poesía y era alguien comprometido con el bundismo, la protección del obrero. Era socialista, trataba de defender a los obreros. (El bundismo estuvo contrapuesto al sionismo y a las tendencias centralistas de los bolcheviques rusos).
–Quería hacer un mundo un poco mejor…
–Sí, es cierto. Él fue siempre bundista, fundar tu casa y su cultura. Casi todos iban a los Estados Unidos, muchos decían voy a América y no era cruzar un charco, había muchos problemas de frontera; muchos se quedaron en México pensando que alguna vez iban a estar en los Estados Unidos. En el caso de mi tío abuelo, él llegó a México, ya estaba aquí mi abuelo, que era sionista. Hay una fotografía de Moisés en Jerusalén, cuando estaba el juicio de Adolf Eichmann.
–¿Usted hizo la traducción, verdad?
–Es un libro con el que me identifico muchísimo. He escrito mucho sobre México y encontré vasos comunicantes, en la temática, incluso en la traducción de poesía del hebreo, al que ambos nos dedicamos. Me hice traductora en el camino. Mi inclinación por la traducción (del idish, del francés, del inglés) es muy importante en mi vida. Este libro lo empecé a traducir hace muchos años y era muy difícil. Moisés hablaba un idish demasiado bien, incluso para mí.
–¿Qué cosas encontró en el libro?
–En el libro encontré mis raíces y también un amor y desamor de mi tío en sus palabras. Yo amo a Velarde, en el capítulo dedicado a México encontré a un judío recién llegado con unas palabras y unas expresiones que demuestran cómo había captado al país tal cual era. Me hizo acordar mucho a Velarde. Mi tío prologó el libro en 1939, que es un año fatídico, de destrucción, la migración estaba limitada y obstaculizada. Este canto a México fue prestado a la sinagoga Justo Sierra para sus visitas guiadas, le di un fragmento y me dio mucho gusto encontrar esas palabras cuando voy al templo. Cuando ve a México con los ojos de recién llegado se parece mucho a la tierra donde nació Moisés, que era Grodno, Bielorrusia. Habla de los migrantes que se asentaron, que se convierten en guías y procuradores de quienes llegan.
–Por otro lado, es un libro muy vigente…
–Eso fue lo que convenció al editor. Tardé mucho en hacer la traducción y cuando conocí a Rubén Mendieta, vi que le interesaba, me apuré mucho. Hablo del recorrido en trajinera hacia Xochimilco, de la saga de una familia en Coyoacán, soy la más feliz cuando investigo y encuentro cosas. Ha sido un trabajo increíble, fascinante y vuelvo a decirlo: difícil.
*Fuente original del artículo, “Maremoto Maristain”
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