“Su humor y espíritu libre eran inconmensurables. Sus lectores echarán de menos ambas cosas”, escribieron en un comunicado los directores de la editorial Dargaud, encargada de publicar la obra de Claire Bretécher. Murió ayer, a los 79 años de edad.
Nació en Nantes en 1940 y fue allí, ni bien terminó el colegio, que trabajó como profesora de bachillerato. Fue breve la temporada en que ejerció la docencia porque rápidamente se encargo de perfeccionar su verdadera pasión: la ilustración.
Realizó Le Facteur Rhésus con guiones de René Goscinny en 1962 para L’Os à Moelle, a lo que le seguiría la publicación cotidiana en tres revistas importantes, Tintín, Spirou y Pilote, donde creó a Cellulitis, la antiheroína de los pies grandes a la que no le interesaba el matrimonio y en la que satirizaba los excesos del feminismo. SI bien Bretécher era una feminista declarada, se permitía este hacer humor sobre sus propias creencias.
Esto decía de ella Michel Gaffre: “Suficientemente inteligente como para no tomarse en serio a sí misma, feminista auténtica sin ser militante rígida, con la independencia de las corrientes ideológicas que le permite expresarse con total libertad, revela con su aguda mirada el ridículo, el snobismo y las taras de sus contemporáneos. Y lo hace con un humor tan alegremente corrosivo”.
En 1972 fundó con Marcel Gotlib y Mandryka L'Écho des savanes, pero colabora también en Le Sauvage y el 15 de octubre de 1973 inicia su serie Los frustrados para el semanario Nouvel Observateur, en la que satiriza a la izquierda acomodada de la que forma parte. Con esta serie, se convierte, para el crítico Roland Barthes en “la socióloga del año”, a lo que la nantesa respondería, divertida, que “en realidad, siempre tuve la impresión de que dibujaba historietas”.
Desde 1976 publicó varios libros Le Cordon Infernal, La Vie Passionnée de Thérèse d’Avila, Les Mères’, Le Destin de Monique, Docteur Ventouse, Bobologue, Tourista y Agrippine.
Este último —donde narra la vida de una adolescente impulsiva y egoísta, que se convirtió en un éxito en Francia y en el extranjero— se transformó en una serie de televisión de animación que se emitió en 2001. Pierre Bourdieu elogió mucho esta obra, calificándola como una “evocación rigurosa, casi etnográfica”.
Hasta fines de los años setenta, el humor en América Larina era una profesión prácticamente exclusiva de los hombres. En Argentina, por ejemplo, todo cambió con la irrupción de artistas como Maitena, Patricia Breccia, María del Carmen Alcobre, María Alicia Guzmán (Petisuí) y Ana von Reuber, cuando comenzaron a publicar con regularidad sus tiras en las revistas de Ediciones de la Urraca, en especial, en Sexhumor.
Fue para ese entonces, incluso antes, cuando las tiras humorísticas de la francesa Claire Bretécher se publicaron en la revista HUM® entre 1979 y 1984. Muchas ilustradoras la consideran, más que una influencia, una maestra.
“Paso mi tiempo mirando a la gente. Sus caras, sus miradas”, solía decir Claire Bretécher, una artista que tenía el don particular para detectar las peculiaridades de las personas y plasmarlas con su lápiz.
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