“Si nos pasa algo a Yoko o a mi no será un accidente”, advirtió con seguridad John Lennon durante una entrevista con el periodista Paul Krassner. Era 1972 y las manifestaciones contra la Guerra de Vietnam del artista nacido el 9 de octubre de 1940 comenzaban a molestar a la administración del presidente republicano Richard Nixon. El músico denunció públicamente que habían pinchado su teléfono y que los Servicios de Inteligencia lo perseguían en Nueva York, ciudad en la fue asesinado el 8 de diciembre de 1980.
El reloj marcaba las 22:50 de aquel día cuando Mark David Chapman emitió cinco disparos contra el músico y cuatro balas huecas ingresaron en su cuerpo destrozándole en el trayecto sus órganos vitales. El asesino, un hawaiano de 25 años, había llegado a la ciudad con el único objetivo de matarlo. Lo había intentado en octubre de ese año y también en la fría tarde de aquel lunes 8 de diciembre cuando interceptó al ex beatle mientras dejaba el edificio Dakota junto a Yoko Ono: lo paró y le extendió una copia del disco Double Fantasy para que lo firmara. Lo firmó y le preguntó a su propio asesino: “¿Es todo o quieres algo más?”. La amabilidad del ex líder del cuarteto de Liverpool paralizó a Chapman y decidió dejar el arma en su saco: asumió que ese no era el momento de quitarle la vida al compositor de Imagine. Pese a aquella sensación de incertidumbre nada lo hizo desistir de su objetivo y esperó hasta entrada la noche.
El auto que trasladaba a Lennon y a Yoko regresó al Dakota. En la puerta, como siempre, un grupo de fanáticos lo esperaban, sobre todo desde que había salido el último disco tras cinco años en silencio. “John pidió bajar en la vereda para saludar a sus fans”, reveló tiempo después el chófer de la pareja que además admitió haber visto una sombra oculta debajo del arco, en la esquina del edificio.
“¡Mr. Lennon!”, llamó Chapman. Apenas el genio giró el cuerpo comenzó la despiadada balacera. Cuatro de los cinco disparos agujerearon el delgado cuerpo del hombre que marcó la vida de varias generaciones. Los gritos desencajados de Yoko Ono (se había adelantado unos pasos para ingresar a casa) despertaron a Nueva York; la ayuda desesperada del conserje por ayudar al hombre agonizante y por llamar al 911... Dos policías que vigilaban la zona fueron los primero en llegar mientras la acera se teñía de sangre: lo alzaron y llevaron a la guardia del Hospital Roosevelt. Llegó sin pulso, ensangrentado y dado por muerto, pero el médico Stephen Lynn y el equipo de emergencias intentó reanimarlo por 20 minutos, incluso le cortó el pecho y tomó el corazón de Lennon entre sus manos para masajearlo directamente a fin de hacerlo reaccionar. Fue en vano.
“Cuando abrí su pecho vi que había perdido el 80% de su sangre... Ese cuerpo pálido, chupado y gris no se parecía al del John Lennon que solía ver en el vecindario”, dijo. A las 23:15, el hombre que había provocado dolores de cabeza al gobierno de Nixon fue declarado muerto. Del otro lado de la puerta del quirófano, la madre del segundo hijo de Lennon recibió la peor noticia. Minutos después el mundo entero se conmocionó con la muerte del genio que tan solo pedía “una oportunidad para la paz” y que había sido asesinado con total violencia.
Mark Chapman: ¿un fanático asesino o un agente que cumplía órdenes?
Tras efectuar los disparos, el hombre de 25 años quedó inmóvil y sosteniendo el arma calibre .35 con una mano. José, el conserje del Dakota, le sacudió el brazo hasta que el revolver cayó y le preguntó si era consciente de lo que había hecho. “¡Sí! ¡Disparé contra el señor Lennon!”, respondió. Al preguntarle por qué lo hizo, dijo que "una voz en la cabeza me decía: ‘¡hazlo, hazlo!’” y que después de los disparos sintió “como si la cinta de la película se hubiera roto”.
Chapman, en aparente estado de shock, se sentó en el cordón de la vereda, sacó de su bolsillo el libro El guardián entre el centeno (novela de J.D. Salinger) e intentó leerlo. "Deseaba que la policía llegara de una vez. Estaba destrozado”, aseguró en una entrevista que brindó al periodista Larry King en 1992. Mientras era arrestado le dijo a la policía que lo hizo porque “quería ser alguien, ser famoso” y repitió lo que le había dicho al conserje: "Una voz en la cabeza me decía: ‘¡hazlo, hazlo!’”.
Algunos años antes de matar a Lennon, Chapman escribió una extraña carta a una amiga en la que le aseguraba que el músico le había robado el triunfo que a él le correspondía y que unas voces en su cabeza que le ordenaban matarlo. Y lo hizo tal como lo había planificado y desde esa noche está preso y vive en la Correccional Wende en el oeste de Nueva York, una cárcel de máxima seguridad que le negó, en 2018 y por décima vez, recuperar la libertad porque liberarlo “sería incompatible con el bienestar y la seguridad de la sociedad y menospreciaría tanto la naturaleza grave del crimen que socavaría el respeto por la ley”, fundamentó el tribunal ante el alegato del hombre condenado a 20 años de cárcel en 1981.
En una de las tantas entrevistas que dio a la prensa, Chapman —actualmente tiene 61 años— declaró que “ahora tengo una mayor comprensión de lo que es una vida humana, he cambiado mucho. Estoy avergonzado. Ese es mi primer pensamiento. Lamento lo que hice”. Además confesó que usó balas huecas “para asegurar” el crimen y para que “él (John Lennon) no sufriera”.
Chapman volverá a pedir por su libertad en 2020, cuando se cumplan 40 años del crimen de una de las personalidades más influyentes del último siglo.
Fue su actitud sumisa después de disparar contra Lennon (actitud extraña y poco convencional, según los investigadores) y declarar que escuchaba “voces” que le decían que matara al ídolo las que levantaron todo tipo de sospechas respecto de ese crimen, sustentadas en los años previos del músico cuando se convirtió en persona no grata para el gobierno, para los Servicios de Inteligencia y cuando casi fue deportado de los Estados Unidos.
Las hipótesis sindican a Chapman como un asesino por encargo de la CIA que se hizo pasar por un fanático enloquecido que se entregó a la policía sin poner resistencia solo para despejar cualquiera otra hipótesis sobre el crimen del ídolo. Otra teoría conspirativa asegura que esas “voces” que reiteraba haber escuchado en su cabeza no significaba otra cosa que el hawaiano había sido hipnotizado por los servicios de inteligencia para que matara a Lennon. Pero ¿por qué alguien lo habría mandado a matar? ¿Qué actitud molestó tanto al gobierno de los Estados Unidos?
Lennon contra la Guerra de Vietman, al frente de las marchas antibelicistas y por la libertad de presos políticos
“John metía siempre el dedo en la llaga (en cuanto a sus opiniones políticas) y cada vez que hablaba ponía en peligro su vida. Si solo se hubiera concentrado en seguir escribiendo bonitas canciones, hoy estaría todavía vivo”, aseguró Yoko Ono en varias oportunidades a medios internacionales y asumió que por haber sido una celebridad en el mundo “en realidad, John acabó siendo una amenaza". "En aquellos años, yo me limitaba a tener un papel de apoyo a lo que él hacía y decía, pero estoy segura de que puso en aprietos a más de un político en el mundo”, aseguró la japonesa.
La reflexión de la viuda de Lennon tiene fundamentos. Entre 1966 y el 1977, ex líder de los Beatles comenzó a expresar contra aquello que estaba en desacuerdo y creía injusto. Acabar con las injusticias del mundo fue su bandera y lo expresó más allá de sus canciones: se convirtió en un activista pacifista y se manifestó públicamente contra las guerras y a favor de activistas presos bajo la misma proclama. Usó los micrófonos que la prensa le abría para hablar de “revolución pacifista” anteponiendo el amor y reprochó a viva voz contra el gobierno de Nixon por mantener tropas en Vietnam: sus reclamos fueron desde una protesta en la cama en plena luna de miel con su segunda esposa, Yoko Ono (de la que salió el himno antibelicista Give peace a chance) hasta una manifestación en la calle alentando a las masas... Y escribió canciones a favor de la paz y hasta empapeló la ciudad con gigantografías que pedían: War is over (if you want it) —la guerra terminó, si lo quieres—.
El documental The U.S. vs. John Lennon, de 2006, cuenta con detalle los años difíciles que vivió Lennon cuando comenzó a involucrarse en la política y a expresar abiertamente lo que pensaba sobre el gobierno de Richard Nixon.
El primer golpe contra Lennon fue en agosto de 1966 luego de decir que el cristianismo estaba en decadencia y que “los Beatles eran más populares que Jesús”. Con esa frase (sacada de contexto), que muchos tomaron en gracia y otros como una ofensa, John dejó de ser el músico festivo de la banda para comenzar a alzar la voz contra las injusticia y expresar sus pensamientos políticos. Comenzó el boicot contra la banda más aclamada de la época: sus discos ardían en hogueras y desde algunas radios convocaban a romperlos para demostrar que no eran más que Jesucristo. Pero Lennon no se calló. Se expresó cada vez que tuvo un micrófono delante en contra la Guerra de Vietnam, repudió al gobierno de los Estados Unidos cuando, en julio de 1965, anunció que duplicó el número de tropas. Y criticó el apoyo inglés.
Yoko Ono: "Si solo se hubiera concentrado en seguir escribiendo bonitas canciones, hoy estaría todavía vivo (...) Estoy segura de que puso en aprietos a más de un político en el mundo”. Desde 1966, Lennon era considerado “problemático”.
El joven rebelde y gracioso de los Beatles se había convertido en un rebelde con conciencia social y política decidido a dejar los grises de lado. En ese lapso conoció a Yoko Ono y con ella se sintió cómodo porque “eramos muy parecidos”, resumió la artista. Se casaron el 20 de marzo de 1969 en Gibraltar y sabiendo que la prensa los seguía convocaron a una “encamada por la paz”... La tapa de Two Virgins (en la que la pareja salió desnuda) había colaborado para que la convocatoria a la Suite Presidencial del Hilton sea exitosa: “Sabíamos que cualquier cosa que hiciéramos saldría en los periódicos —aseguró Lennon— Así que decidimos emplear el espacio y hacer un anuncio por la paz”.
Antes, en 1967, All you need is love había sido una de las respuesta antibelicistas que dio Lennon mientras las ciudades del mundo se levantaban para protestar contra la guerra. En 1969, Lennon devolvió la Medalla de Miembro de la Orden del Imperio Británico que recibió de manos de la Reina de Inglaterra en octubre de 1965. La envió con una carta dirigida a la Reina en la que explicaba que la devolución se debía a “la implicación de Reino Unido en la guerra de secesión de Biafra, por el apoyo del Gobierno británico a la invasión estadounidense de Vietnam y por la censura impuesta a su canción ‘Cold Turkey’, debido a las referencias a las drogas que incluía”. El 1 de junio de ese año, grabó Give peace a chance en la habitación 1742 en el Hotel Queen Elizabeth en Montreal durante la protesta pacífica realizada en la luna de miel con Yoko y que se denominó Bed-Ins for Peace.
La pareja no era tomada en serio. Sus protestas —reclamar paz en medio de una guerra— era ridiculizadas. “Laurel y Hardy, así nos llaman a John y a Yoko. Y siendo eso, nuestra probabilidades son mejores porque a toda la gente que la toman en serio como Martin Luther King, Kennedy y Gandhi les pegan un tiro”, respondió sin saber quizás qué tan en serio era tomado.
En 1971, Lennon grabó Power to the people (Poder para la gente), Working Class Hero —mientras resonaba la “problemática” Revolution que grabó con The Beatles en 1968— en la que reivindicaba a la clase trabajadora de la que provenía. La preocupación de Lennon por la guerra era insostenible y lo reflejó en Imagine mientras dos millones de vietnamitas perdían la vida y la juventud del mundo comenzaba a repudiar la masacre marchando con pancartas y cantando sus canciones, a las que convirtieron en himnos de protesta como “Dale una oportunidad a la paz”. Ese año, la pareja John y Yoko se muda a Nueva York sin saber que ya tenían los ojos de la administración Nixon encima.
Richard Nixon: “Cuando alguien del espectáculo participa de un acto político está haciendo un gran sacrificio personal e incluso es un riesgo personal”,
En diciembre de ese año, Happy Xmas (War is over) que además de ser una canción fue una campaña publicitaria que significó el desprecio del ex beatle a la guerra que mantenía Estados Unidos en el sureste asiático. A ello se sumó que la pareja se acercó a Bobby Seale, activista fundador de los Panteras Negras, y además comenzaron a reunirse con los activistas Abbie Hoffman y Jerry Rubin, integrantes de la lista negra del FBI.
Lennon sabía que la música era un arma poderosa y decidió usarla participando del concierto del 10 de diciembre de 1971 en el que activistas de derechos humanos pidieron la libertad del activista John Sinclair, condenado a diez años de prisión por la posesión de dos cigarros de marihuana. El concierto cumplió su objetivo: Sinclair fue liberado tres días después, pero despertó definitivamente a la CIA y al FBI: supieron que aquel músico inglés era poderoso y decidieron vigilarlo, pinchar sus llamadas telefónicas y hacérselo saber para generarle temor al punto de que el mismo músico confesara que estaba “paranoico”.
“La historia de la neutralización del cantante pacifista aparece en unos documentos oficiales que acaban de hacerse públicos al amparo de la ley de Libertad de Información. El FBI y las autoridades de inmigración elaboraron un total de doce kilos de documentos relativos a Lennon (...) La vigilancia para su eventual deportación comenzó luego que se saliera a la venta su canción pacifista Imagine, que contribuyó a la lucha de los jóvenes norteamericanos contra la continuación de la guerra de Vietnam. La campaña gubernamental contra Lennon fue calificada de ‘rígida’, aunque no hay pruebas de que el cantante pretendiese organizar o participar en ninguna manifestación contra la guerra de Vietnam”. La cita corresponde al artículo El FBI controló a John Lennon para proteger a Nixon publicado por Los Angeles Times el 25 de marzo de 1983.
“Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia se practica a plena luz del día”.
Lennon comenzó a hacer más ruido y a molestar, por lo que la administración Dixon (1969-1974) buscó la manera de sacarlo del país y lo hizo con un ultimátum de inmigraciones que le ordenaba abandonar el país por tenencia de drogas, una causa por la que en su momento había pagado y de la que luego dijo; “En ese momento no tenía yerba”.
Cansado de lo que sentía ya como un asedio, lo dijo públicamente en una entrevista televisiva: “Sé la diferencia entre cuando el teléfono está normal al descolgar y cuando cada vez que lo levanto se oyen un montón de ruidos. Y cuando abro la puerta, hay tipos con traje de pie en la acera de enfrente. Me subo a un coche y ellos me siguen en coche. Sin esconderse. Ese es el motivo por el que me volví un poco paranoico. Querían que viese que me seguían. De repente, me di cuenta de que esto era serio, venían por mí de un modo u otro. Cuando me sorprendieron con yerba y amenazaron con deportarme de Estados Unidos no fue por ese motivo. La razón real es porque soy pacifista y porque siempre me opondré a cualquier tipo de guerra". Algunas versiones aseguran que el creador de Imagine donó 75 mil dólares a la Election Year Strategy Information Center (EYSIC) un grupo político que organizaba protestas contra los republicanos.
La causa de la deportación de Lennon se extendió cerca de 4 años y, años después su viuda supo del entramado que escondía. “En aquel concierto a favor del activista pacifista John Sinclair había agentes del FBI tomando notas de las letras de las canciones de John y nosotros no lo sabíamos”, contó. Recién en 1997, Jonathan Wiener, profesor de Historia de la Universidad de California, logró que su demanda de 1983 tenga resultado: amparado en la Libertad de Información pidió que se desclasificaran documentos gubernamentales contra el ex Beatle y la verdad salió a la luz.
Entre los documentos del FBI, uno decía que Lennon “fomentó la creencia de que tenía puntos de vista revolucionarios… por el contenido de algunas de sus canciones”, y que en una entrevista a al revista The Red Mole —un periódico de izquierda— recalcó su “origen proletario y su simpatía por los oprimidos y la gente sin privilegios en Inglaterra y el mundo”. La lectura de esos documentos probaron que Lennon no era un paranoico y que el FBI controló sus movimientos en Nueva York durante más de un año para intentar reunir pruebas que lograsen su deportación porque lo consideraban “una amenaza” contra el gobierno.
“No importa a quién ames, dónde ames, por qué ames, cuándo ames o cómo ames. Solo importa que ames”
Los documentos desclasificados del FBI sobre John Lennon revelaron que lo consideraban “una figura poderosa de la música que trataba de evitar la reelección de Richard Nixon y lograr con ello el fin de la guerra de Vietnam”.
Para 1974, las aguas habían (o parecían) haberse calmado. Estalló el escándalo de Watergate que significó la renuncia del presidente Nixon. El 9 de octubre de 1975 John cumplió 35 años, nació Sean —el único que tuvo con Yoko— y tras una larga batalla legal obtuvo el permiso de residencia permanente para vivir en Estados Unidos. Tenía todo lo que quería, por lo que había peleado y soñado en los últimos años lo tenía, por lo que decidió alejarse de los escenarios.
Con la llegada de Sean, John se convirtió en amo de casa, dejó de lado la música y se dedicó a su hijo por cinco años. En 1980, pronto a cumplir 40 años, con el cabello corto, Lennon regresó al estudio de grabación con su disco Double fantasy. “La experiencia de ser padre, con dedicación exclusiva me devolvió el espíritu”, reveló a la revista Rolling Stone en la que sería su ultima entrevista. “No me di cuenta de lo que sucedía hasta que me paré un momento y me dije: ¿qué ha sucedido? Aquí estamos... ¡Voy a cumplir 40 años y la vida comienza a los 40, o eso prometen”.
Lennon se sentía renovado “como de 21 años”, reconoció en esa entrevista, y tras un largo replanteo de su carrera decidió volver con un nuevo disco. Double Fantasy fue publicado el 17 de noviembre de 1980 en el recién creado sello discográfico Geffen Records. (Just Like) Starting Over, abre el disco que incluye temas como Beautiful Boy (Darling Boy), Watching the Wheels, Yes I’m Your Angel y Woman.
“No importa que te ocultes tras una sonrisa y uses ropa linda, si algo no puedes ocultar es lo podrido que estás por dentro”.
“¡No creo en matar, sea cual sea la razón!”
La mañana del 8 de diciembre de 1980, la fotógrafa Annie Leibovitz llegó a la casa de la familia Lennon para hacerlo protagonista de una sesión de fotos para la revista Rolling Stone. Por la insistencia del músico, su esposa también fue parte de la sesión y de la foto de portada con la que el medio pretendía ilustrar la edición de finales de ese mes para contar el regreso del ídolo. Tres días antes había dado una entrevista a un periodista de esa revista, la cual fue publicada completa recién en 2010, al cumplirse 30 años de su muerte. Entre otras cosas había dicho: “No quiero ser una mierda de héroe muerto”.
Tras esa sesión, la pareja fue a RKO Radio Network para dar una entrevista en vivo en el programa del DJ Dave Sholin. Alrededor de las 5 de la tarde, la pareja —que había regresado a su hogar después de la entrevista radial— volvía a salir rumbo a Record Plant Studio para terminar la mezcla de una canción de Yoko en la que John tocaba la guitarra líder. Se topó con un fanático que le pidió le firmara su disco de vinilo. Terminó el trabajo previsto para ese día.
Al regresar se topó con Chapman.
“Mark Chapman pudo haber sido sometido a un lavado de cerebro y programado por la CIA para llevar a cabo este asesinato; algo parecido a lo narrado en la novela de Richard Condon, El mensajero del miedo (1959)”. Ésta es la hipótesis del periodista Fenton Bresler en su libro Who killed John Lennon (¿Quién mató a John Lennon?)
Se haya tratado o no de una teoría conspirativa, haya sido realmente un fanático loco o no, lo cierto es que desde el 8 de diciembre e 1980 el mundo extraña al ídolo y sobre todo al hombre que tan solo pedía una oportunidad para la paz.
“Mi rol en la sociedad o el de cualquier artista o poeta es intentar y expresar lo que sentimos. No decir a la gente cómo sentir. No como un predicador, no como un líder, sino como un reflejo de todos nosotros”.
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