“Yo era la mayor fan que podía tener BoJack”, dice Alison Tafel y sonríe. Estamos en Puerto Madero, en el edificio de la UCA. A nuestro alrededor, la gente que va y viene con sus credenciales colgando del cuello, porque aquí se desarrolla Ventana Sur: más que un festival, es una convención donde se reúne el mercado audiovisual enfocado en América Latina. Una de las charlas, la que da Tafel, es sobre el mundo de los guionistas de la animación para adultos. Efectivamente, ella escribe para BoJack Horseman pero antes de formar parte activa y creativa de esta serie, se consideraba a sí misma “la mayor fan que podía tener BoJack”. Lo dice y sonríe. Es una mañana soleada de primavera. Por la ventana se ve la Costanera, el Río de la Plata, Puerto Madero y sus rascacielos.
El protagonista de la serie, BoJack Horseman, es un caballo antropomorfo que vive en Hollywoo —así, sin la D, pura parodia— en el mundo del espectáculo, rodeado de animales y humanos tan neuróticos como él. Producida por Netflix y creada por Raphael Bob-Waksberg, estrenó su primera temporada en agosto de 2014 y pronto concluirá su sexta. En esta ocasión, se prefirió hacerla en dos etapas: la primera parte de la sexta temporada estuvo disponible desde el 25 de octubre pasado, y la segunda lo estará desde el 31 de enero. Con capítulos de 25 minutos, sus personajes sobreviven en un mundo lleno de presiones e insatisfacciones mientras la trama pendula entre el drama y la comedia.
BoJack Horseman es también un producto pensado para los abúlicos que recaen en un servicio de streaming pago luego de que la televisión por cable les resulte un zapping eterno. Un producto que entiende la época, que la cuestiona, que se sumerge en el consumismo, en su sinsentido y mira al abismo sin taparse los ojos. Un producto que no falla, porque no se propone brillar, ni encantar, ni entusiasmar: BoJack Horseman —el personaje es un actor que triunfó en los años 90 con una comedia al mejor estilo Two and a Half Men y que, desde que terminó, no ha podido reconstruir su carrera— es simplemente un poco de jabón para tirarse por el túnel angosto camino a la nada. En su interior, casi como leitmotiv, batallan a muerte la depresión y la felicidad. La serie es eso. Te fascina y te destruye.
“Siempre es muy complicado BoJack, eso me gusta. Entre tantas cosas malas, siempre quiere mejorar. Yo siempre estoy explorando esa parte del personaje: su voluntad”, le dice a Infobae Cultura Tafel, que es la primera vez que pisa suelo argentino. Está vestida de verde, con sus ojos celestes, su cabello rubio y sus ojos claros, contando cómo empezó todo. Nació en Colorado, se graduó con un título en teatro de la Universidad Estatal de Arizona, se formó y actuó con The Second City Chicago, Upright Citizens Brigade Los Angeles, Improv Olympic Chicago y The Groundlings, vivió en Chicago, Pilsen, Los Ángeles. La comedia siempre estuvo en su radar. Hizo stand up y hoy se puede ver en YouTube un show de de 2014 donde dice: “Todo mi despertar sexual se debió a las películas de Disney”.
Pero el verdadero giro ocurrió en 2016. Luego de tantas idas y vueltas, se consiguió un agente y la primera entrevista laboral que le consiguió fue para entrar BoJack Horseman, a ella, a “la mayor fan”, pero ¿cómo traducir todo ese conocimiento en algo creativo? Desde luego, con ser fan no alcanzaba. Sin embargo, ella sabía que podía aportar algo diferente, pero ¿qué? “Cuando me hicieron la entrevista, una de las cosas que me preguntaron fue: sobre qué personaje quería saber más. Yo dije: ‘sobre la mamá de Bojack’. Hasta es momento sólo habíamos visto una escena de ella. Ahí nos dimos cuenta que cuánto más conocíamos sobre la madre, más entendíamos a su hijo”, cuenta.
“La mamá de BoJack es un ser horrible, lo sabemos, y uno no es un ser horrible de nacimiento, sino que se vuelve así con el tiempo. Eso es lo que dije en la entrevista. Y lo que pasó fue que en la temporada cuatro empezamos a explorar más este personaje. No creo que haya sido mi idea pero sí creo que respondí bien la pregunta. Y eso fue por lo que decidieron contratarme. Habrán dicho: 'está en la misma línea de pensamiento de que nosotros'”, recuerda. Ahí fue que se sumó al equipo de guionistas, a escribir la temporada cuatro, una de las más importantes porque —alerta spoiler— entra en escena Hollyhock, quien dice ser su hija.
¿Qué hay en BoJack Horseman además de dibujitos, animales antropomorfos, una parodia a Hollywood y un trago largo de humor y drama en las mismas proporciones? Por sobre todas las cosas, Bojack Horseman es una serie inteligente. Y buenos personajes: Will Arnett es la voz del caballo protagonista; Amy Sedaris, la de la Princesa Carolyn —una gata rosa, agente de actores, eterna soltera que no baja los brazos, feminista aguerrida sin siquiera arrogarse esa etiqueta—; Alison Brie, la de Diane Nguyen, —una ghost writer, una periodista del tipo BuzzFeed y una progresista—; Paul F. Tompkins, el de Mister Peanutbutter —un perro idiota y, por ende, feliz—; y Aaron Paul, la de Todd Chávez, un pibe asexuado de 24 años que es pura suerte.
La redacción de BoJack Horseman posee ocho escritores. “Raphael Bob-Waksberg, el creador del show, es el capitán", dice Alison y hace el saludo marcial, llevándose la mano derecha con los dedos juntos hacia la sien. “Todos trabajamos juntos pero cada uno tiene el episodio al que se dedica”, aclara. El primer capítulo al que se dedicó fue “Stupid piece of sh*t”, que podría ser traducido como “Estúpido pedazo de mierda”, donde la madre de BoJack se muda a su casa- Luego, para la quinta temporada se encargó de “INT. SUB”, y para la sexta (primera parte), “Feel-Good Story”. Se pueden ver las marcas narrativas de Alison en los tres episodios.
"Todo el equipo me ayudó —reconoce—, estaban ahí, en la sala, colaborando conmigo. Siempre. al final, requerimos la mirada de Raphael, porque este show es como su bebé. Él es el que decide finalmente. Una vez desarrolladas todas las viñetas de lo que va a ser ese episodio, te lo llevás a tu casa y lo escribís sobre esa base que se desarrolló en conjunto. Ahí el resto del equipo se queda en la redacción y empieza a desarrollar el siguiente episodio. Después, cuando traés el episodio escrito, todos te dan sus devoluciones y volvés, reescribís, hasta que salga lo que se busca. La base es trabajar en equipo, pero también tenés más responsabilidad sobre el episodio en cuestión".
—¿Se trabajaba con objetivos narrativos, estéticos o ideológicos?
—Sí. Lo que más me gusta de trabajar en BoJack, de trabajar con Raphael, es que él siempre pregunta: ¿de qué se trata este episodio? No qué es lo que sucede, sino los grandes temas que estamos utilizando para contar esta historia específica. Entonces siempre fue genial estar pensando de qué se trata cada episodio. Y después, como BoJack es un show con streaming en Netflix, todos los episodios tienen que funcionar en conjunto. Es una historia que continúa, algo que no es tan común en animación. Por ejemplo, Los Simpsons es más unitario; acá hay una continuidad más clara. Por eso tratamos de preguntarnos también: cuáles son los temas que cuenta esta temporada. Y de todo esto, Raphael es el gran sostén.
—El humor siempre está presente y logra matizar temas muy sensibles, como cuando BoJack ahorca a Gina en el set de grabación. ¿Cómo se trabaja ese tipo de cuestiones?
—Raphael siempre dijo… la voy a arruinar: “el humor y el drama son dos lados de la misma moneda”. Yo siempre pensé en que él es muy bueno en saber cuándo dar vuelta la moneda para mostrar la otra cara. Y esa técnica, cuando uno está con las defensas bajas, crea un impacto más fuerte que si fuera un drama oscuro. Entonces es realmente graciosa, hasta que deja de serlo. Y sí, fue una terrible discusión en la redacción cuando llega la escena que mencionás entre BoJack y Gina. Había que tener mucho cuidado. No queríamos que fuera algo a la ligera, tratado así nomás. Yo pensaba: nuestro héroe no tiene que ser un golpeador de mujeres. Hubo una gran discusión en ese momento. Lo que ocurrió fue que el cerebro de BoJack estaba afectado por todas las drogas que consumía. Por un lado su mentalidad parece ser muy graciosa, hasta que deja de serlo. El mensaje terminó siendo: esto es serio, este personaje necesita ayuda. Pero sí, fue una gran discusión.
—¿Cómo lidian con esta época de tanta susceptibilidad?
—Con cuidado. El humor siempre está cambiando, evolucionando. Cuando la gente se ofende es como si las cosas dejaran de ser graciosas y hay cosas que ya no podemos estar diciendo. Pero mi opinión es que dejaste de ser gracioso y tal vez no estás evolucionando con los tiempos al seguir haciendo ese tipo de humor. Hay muchas formas de ser graciosos, de ser creativos. Creo que BoJack es un excelente ejemplo, porque él no es un héroe, nunca ha sido un héroe, es un personaje con muchas tribulaciones, problematizado, que representa al hombre tóxico. Y muchas de las cosas que hoy se están hablando nos permiten hacer esto de forma responsable. Pensé mucho todo ésto, lo tuve siempre en cuenta, pero no se trata de un desafío, sino simplemente de hacer las cosas bien.
BoJack, como cualquiera que pisa esta época, busca la felicidad, pero no logra encontrarla, porque no existe, o sí, pero no es fácil, es prácticamente imposible, entonces todo resulta ser una farsa —BoJack Horseman es también una serie sobre la decepción—, una impostura del marketing y la publicidad, esa que él mismo contribuyó a que se instale. Pero ya está, no quiere cambiar, no le importa, entonces actúa por inercia. Sigue acostándose con quien quiere, sigue bebiendo, sigue drogándose, sigue intentando rascar la olla de la existencia, de lograr en el hoy lo que fue ayer. Pero parece imposible. Sin embargo, lo sigue intentando y es a partir de la última temporada —de la primera parte; la segunda lo sabremos en enero— que vislumbra algún tipo de respuesta, una luz mínima entre tanta oscuridad.
“BoJack es una serie que también da esperanzas, porque tiene esperanzas. Esta es mi opinión personal: el hecho de que él siga intentando e intentando indica que quiere mejorar. Pero la felicidad no es fácil, ese también es el mensaje. El hecho de que la felicidad no venga tan fácilmente no significa que no esté en algún lado esperándonos. A veces nos desalentamos porque buscar la felicidad implica bastante trabajo. No sugeriría que miren BoJack Horseman si están buscando algo fácil o ligero, hay otros shows que les van a ayudar con ese tono, pero creo que BoJack, y esta es mi propia opinión, es un personaje alentador porque siempre lo intenta y nunca abandona”.
Justamente, en la última temporada, ocurre el gran giro narrativo de la serie, o del protagonista, cuando BoJack —segundo y último alerta spoiler— entra en rehabilitación. No sólo trata sus problemas con el alcohol, sino también se psicoanaliza y replantea los vínculos que mantiene y mantuvo. Ahí aparece un nuevo BoJack y en ese giro el resto de los personajes también tienen, en mayor o menor medida, su gran novedad. “Se van a enterar cómo sigue cuando salga, pero en el último capítulo de la primera parte, ahí está todo, ahí se ve para dónde puede ir la historia”, dice Alison, top secret, y vuelve a sonreír. No quiere revelar nada. Hace bien. La serie es adictiva y, como toda adicción, te fascina y te destruye.
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