Iván Navarro, artista chileno: “EE.UU parece un país socialista al lado de Chile”

La obra lumínica, eléctrica y profundamente social del creado trasandino, radicado en EE.UU, se presenta en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos. En diálogo con Infobae Cultura repasó las claves de su trabajo y reflexionó sobre el activismo, la crisis en su país y el mercado. “A mí no me interesa trabajar el tema de la víctima, porque muchas veces se transforma en una cosa medio estereotipada, folclórica”, dijo

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Iván Navarro presenta "Bifocal" en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires
Iván Navarro presenta "Bifocal" en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires

Las hojas de álamo reposan en el piso, rodeando las obras del artista chileno Iván Navarro, quien ha ganado reconocimiento internacional debido a su trabajo con la luz, los espejos y los tubos fluorescentes, pero lejos de centrarse en el efectismo o lo estético per se, su búsqueda posee un profundo arraigo social y político. Las hojas de álamo, son solo una muestra.

Navarro llegó desde Chile donde, desde hace más de un mes, comenzaron una serie de protestas sociales en contra de las políticas sociales y, por ende, económicas del país trasandino, de las que participó junto a otros artistas y amigos saliendo a las calles. Café mediate le explica a Infobae Cultura: “Cuando Salvador Allende dio su último discurso es el momento en que están atacando el Palacio de la Moneda. Es el golpe. Entonces dice la frase ‘Se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre’. Para la historia reciente chilena esas palabras representan la máxima utopía. Entonces me preocupé porque estas hojas impresas parezcan reales y por eso están hechas en papel Kraft. Y eso tiene mucho que ver con el trabajo que yo hago, que es una ilusión. Entonces esa hoja, en el fondo, representa un panfleto de protesta de una forma poética”.

Navarro (Santiago de Chile, 1972) presenta su Bifocal en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA), lo que marca su debut en muestra individual en la capital argentina. Al exhibición se realiza en asociación con las galerías Templon Galerie (París), Galería Isabel Aninat (Santiago de Chile), Luciana Brito Galeria (San Pablo) y también con Revolver (Perú), donde también se está presentando una muestra sobre su obra.

Iván Navarro en MACBA

La obra de Navarro forma parte de importantes colecciones públicas y privadas tales como ​Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York; Fondation LVMH, Paris; Saatchi Gallery, Londres; Nelson-Atkins Museum of Art, Kansas; los Museos de Bellas Artes de Boston, Virginia, Rio de Janeiro y Santiago de Chile. Durante este diálogo, el artista que está radicado desde hace 20 años en Estados Unidos, profundiza en el conflicto chileno, así como también cuál fue la influencia en su arte el haber crecido durante la dictadura de Pinochet y el activismo como modo de expresión, entre otros temas

-Como un ciudadano chileno, viviendo en EEUU desde hace tanto tiempo, ¿cómo vivis la situación que está atravesando tu país?

-Creo que cuando uno ve todo desde fuera, a la distancia, el problema aparece de una forma más clara porque no hay tanto filtro. Estos días que estuve en Chile me sentí feliz porque uno tiene amigos que se han ido del país, que están cansados porque no pasa nada, que buscan mejores oportunidades, porque están cansados de la escena. Entonces, ahora para mí Chile es como que finalmente está haciendo su propia movida. Yo crecí en dictadura que comenzó en el 73. Claro, entonces yo viví toda, toda, toda mi infancia y adolescencia durante la dictadura. Me la viví completa y bien vivida. Después vino el momento de transición, en que era como un despertar, que fue un poco como se dice, como desilusionante. Y lo fue y lo es porque aún se mantiene la Constitución que escribió el gobierno de Pinochet. Se mantuvo y aún se mantiene, aún existe. Entonces fue muy desilusionante descubrir que no fue un gran cambio de postura de la relación del Gobierno con el pueblo. Claro, ya entonces digamos que ahí comenzó la nueva dictadura, que fue el capitalismo.

-Un capitalismo que vos conocés bien, al vivir desde hace tanto en Nueva York

-Sí, básicamente eso es cierto. Aunque en Chile es extremadamente fuerte y sin ninguna conciencia social, algo que no se podría decir de Estados Unidos, que si bien es de donde vienen el modelo, allí sí tiene una conciencia social. EE.UU parece un país socialista al lado de Chile. Claro, en Chile es todo una constante competencia del gobierno con el resto de las instituciones, para ver quién gana más dinero.

-Y todo comenzó, en Chile, por el aumento de las tarifas de transporte público.

-En realidad eso fue la gota que rebalsó el vaso. La gente obviamente se cansó. Sí creo que hubo una situación que parece ser muy mínima como subir el precio del ticket del metro, pero este problema afectó a la gente de menores recursos, a los más pobres, a la clase media, que simplemente no iban a poder pagar la locomoción si se les subía ese mínimo. Y ahí, ahí se destapó. Y lo que fue interesante es que comenzaron los niños, los estudiantes.

-Ese es un punto importante, el involucramiento de los jóvenes.

-Y no es nuevo. Ya hace hace siete años atrás comenzó el primer movimiento de estudiantes liderado por unos cinco estudiantes de educación en ese tiempo. Estudiantes que comenzaron a protestar por la educación gratuita, porque la educación tenía que ser avalada por el Estado, tenía que ser igual para todos. Esos cinco estudiantes después se transformaron en dirigentes de la universidad, ahora son diputados y ellos son extremadamente importantes. Ellos no tienen más de 30, claro. Y ese fue el primer movimiento social importante después de las protestas de la dictadura. Y esos son los precedentes de que ahora la gente y los jóvenes no le tienen miedo a la policía. Porque además, los jóvenes de ahora, no vivieron la dictadura. A mí me da miedo salir a protestar porque estoy traumatizado, pero ellos tienen menos de 30 años y nunca vieron a un militar matando a otra persona en el centro o ver que iban los militares, entraban a la casa de alguien, los sacaban y desaparecía. Es una generación distinta.

-Y es una violencia de Estado que debido a las nuevas tecnologías ya no se puede invisibilizar, los apagones no sirven.

-Claro, otra gran diferencia con la dictadura que pasamos es que ahora uno puede grabar con un teléfono y tener la prueba. Ahora todo el mundo saca el teléfono y desde otra parte del mundo se ve a la policía que está pegando y ya hay una prueba concreta y se puede demostrar que la policía abusó de las personas. Antes, la gente no tenía una cámara de fotos o andaba con una cámara grande de televisión. Entonces es interesante cómo las personas tienen más poder y los policías tienen que ir con más cuidado. Hay por lo menos se han generado esas grabaciones como prueba para poder sentenciar o para poder enjuiciarlos.

Tres obras de la muestra: "Enterrar y callar", "Odio" y "Farándula de charlatanes"
Tres obras de la muestra: "Enterrar y callar", "Odio" y "Farándula de charlatanes"

-¿Cómo catalogarías este momento de Chile y en la región, donde también hay conflictos sociales y políticas de diferente índole?

-Es como en la Revolución Francesa. Especialmente en Chile, es totalmente anti burguesía y anti abuso de poder. La diferencia por ejemplo, con Hong Kong o quizá con Bolivia, es que ellos un poco que quieren capitalismo. En cambio, en Chile no quieren capitalismo. Es lo contrario. En Chile capitalismo va a ir a la guillotina. En Hong Kong, por ejemplo, quieren que Trump los ayuden. Entonces es una cosa distinta y después está Venezuela, que es casi más parecido a Hong Kong.

-Como dijiste, creciste durante la dictadura. ¿Cómo influyó esa experiencia en tu obra y cómo se relaciona con tu elección por la electricidad y la luz?

-Yo comencé a inspirarme, obviamente, a partir de la experiencia con la que crecí. En mi caso, me interesó la dictadura de Pinochet y el uso de la electricidad y la luz como herramientas de control. Por un lado, tiene mucho que ver con la tortura, la electricidad como herramienta de tortura y también la luz como herramienta de vigilancia, con los apagones. Cuando crecía muchas veces en Chile sucedía que había apagones. No se sabía si el apagón había sido un acto terrorista o venía del Estado, aunque en ambos casos es un tipo de terrorismo. Eso siempre fue interesante, pensar “están tratando de mantener a la gente callada dentro de la casa” o si realmente era un ataque de un aparato de extrema izquierda de hacer la guerra contra el gobierno, es algo que nunca se supo. Esa ambigüedad siempre me pareció interesante.

-Una de tus obras más claras con respecto a ese tema son las sillas eléctricas, donde capturas el espíritu de lo simbólico de lo que representa con una cuestión más estética.

-Yo vivo en Nueva York, no en Chile. Entonces hay una cosa de contexto o de saber cómo ocupar esa inspiración que yo tengo, que vienen provienen de mi vida central, pero después los voy aplicando depende del contexto donde trabajo, porque también tengo una cosa de lenguaje, de comunicación. Si tengo una exposición, por ejemplo, un proyecto en Nueva York o en Francia, a mí me interesa más hacer la relación con la situación local que traer mi historia de Chile y hacer que la gente me entienda. A mí no me interesa trabajar el tema de la víctima, porque muchas veces se transforma en una cosa medio estereotipada, folclórica. Casi como que uno se está aprovechando un poco del tema para hablar de lo que ocurre en tu país.

-¿Consideras que esa cuestión de lo folclórico aún sucede’ El sistema del arte, en EE.UU. por ejemplo, cambió muchísimo en las últimas décadas, dejando más espacios para artistas latinoamericanos. ¿Consideras que todavía existe algún tipo de preconcepto con respecto a lo foráneo y lo folclórico?

-Sin ninguna duda, sea el artista que sea. En Estados Unidos es muy fuerte ya desde la presentación: el nombre, cuál es tu nacionalidad y tu año de nacimiento. Así comienza tu presentación: “Iván Navarro, chileno, año 72. Trabaja en Nueva York desde hace 20 años”. Te clasifican de una forma. Y claro, muchas veces ocurre eso que esperan de ti como artista lo que tú representas como personas. En mi caso, un artista que creció durante la dictadura de Pinochet. Entonces si se hace un trabajo que no tiene nada que ver con eso, bueno, eso no calza, claro. Entonces hay que saber muy bien cómo de alguna forma ocupar ciertas cosas para meterse en el sistema. Es casi como un acto de subversión. Entonces yo digo “ok, sé que el mundo internacional sabe de Pinochet”. Entonces, cómo ocupar esa pequeña ayudita, pero sin ser una víctima para poderme insertar mi arte en este otro contexto. Cómo uno va comunicándose. Porque si llego a tratar de hacer una exposición en Nueva York de pintura abstracta, ¿cómo yo inserto esa pintura abstracta? Alguien que no nació en Estados Unidos ni tampoco estudió allí, qué represento para estar haciendo pintura abstracta. De qué le sirve a una galería presentar la pintura abstracta de un artista chileno.

- Y cómo realizas ese juego, en el que tomas cuestiones de tu formación con otras relacionadas a un espacio que, en un punto, es desconocido o al menos no es el tuyo, como otro país.

-A mí me interesan los trabajos de artistas chilenos como Eugenio Dittborn o Alfredo Jaar. Me interesa dialogar con distintas personas, con distintos artistas. Entonces, claro, yo podría meterme a hacer pintura abstracta. Si bien podría hacerlo, no cualquiera lo puede hacer.Yo quiero armar mi trabajo en relación a la historia que me interesa contar. Por ejemplo, hay una cosa que es muy importante, que es una distancia o una crítica o una relación con el minimalismo norteamericano, y eso son muy clave en relación a lo que fue el asunto de la dictadura, porque el minimalismo es un arte norteamericano puro de final de los 60 y principio de los 70. Es el momento de la Guerra Fría. Entonces una situación política en Estados Unidos súper fuerte, súper importante, que en ese arte de ese minuto el arte oficial nunca se representó. El arte minimalismo representa el poder de la industria Entonces, cuando existen las dictaduras en Latinoamérica durante la Guerra Fría, que es en contra de Cuba y Unión Soviética, que sea además el arte de Estados Unidos, o sea, la imagen artística o cultural, sea el minimalismo. Es como que están negando todo lo que están haciendo por debajo contra los países latinoamericanos. Entonces hay algo súper clave que a mí me interesaba en que cómo hacer, como por ejemplo contaminar el minimalismo o cómo hacer trabajos con los mismos materiales que son muy clásicos del minimalismo, digamos, con la realidad de situaciones de abuso. Y no necesariamente estoy diciendo de la pobreza de Latinoamérica, pero por ejemplo, la silla eléctrica. Hacer una silla eléctrica perfecta, preciosa, estética, pero de los materiales de artista minimalista, clásico, de la clave. Por ejemplo, ahí, ahí es cuando yo me empiezo a interesar en trabajar con los materiales, por ejemplo, tubos fluorescentes, con el neón y la electricidad. Ya es parte del problema de la silla eléctrica, aunque yo ya tenga un background sobre la tortura en Chile. Entonces ahí te metes como a atacar a un enemigo, en vez de decir “oh, yo fui un pobre niño que creció con un padre torturado por la dictadura”. Los dos son problemas válidos, pero a mí me interesa más ir al ataque que al de la víctima.

"Totem"
"Totem"

-Con respecto a las manifestaciones en Chile y el rol de los artistas. Hubo varias performance que se produjeron de manera espontánea, como la de Baila Pikachu. En ese sentido, el rol que tiene que tener el artista es algo que no está muy en debate con respecto a décadas pasadas. Sin embargo, estas performances los volvieron a colocar como un símbolo, en un punto.

-Es una discusión bien importante porque está el asunto del activismo. Yo creo que es una respuesta rápida, fácil, fuerte, ir a la protesta. Pero también se hace mucho arte. Mucho, muy lindo, muy interesante, porque se hacen carteles, hacen figuras, hacen escultura. La gente se disfraza, la gente baila. Puro arte del momento. Entonces eso es muy interesante porque realmente es eso para mí arte. Cierto, pero es una cosa activista del momento efímera que nadie anda preocupado de andar recogiendo las cositas para después ponerla en una vitrina y venderla en una galería. Realmente ocurre ahí en el momento. Y lo artista, amigos míos, artista, artista, que pintan en su casa, en su taller, están en la calle y también están protestando. Después está el asunto de que la corporalización del arte, que es súper fuerte. Ser artistas es un trabajo y uno trabaja en una galería y la galería se mueve en ferias de arte y que uno se preocupa de que la galería tenga obras tuyas para llevar a la feria. Uno tiene una oficina a un ritmo de trabajo fuerte y exigente si uno quiere estar en eso y ganar dinero de tu arte. Si no quieres ganar dinero con tu arte, haz otra cosa. Entonces yo creo que hay como dos opciones, pero creo que la corporalización del arte y la cosa de la feria han hecho que el arte se silencie un poco, porque ese mundo es mucho más conservador, está enfocado en gente con mucho dinero, esa gente con mucho dinero no le interesa el arte activista, quiere tener cosas lindas en la casa. Entonces eso es como un problema de un lado y del otro, pero yo creo que son los mismos los artistas en las dos cosas, porque también hay que trabajar, ¿no? Muchos artistas son profesores también. Bueno, ahí hay una relación con la gente más joven también que es muy interesante. No creo que el arte haya perdido poder. Es como que se ha hecho mucho más grande el asunto del mercado del arte. Y por el otro lado, cuando hay situaciones así, que hay que ocupar el arte para salir a luchar, se hacen cosas. Por ejemplo, los estudiantes que hicieron las primeras movilizaciones en Chile, una de las cosas que lo caracterizaron eran las protestas pacíficas y hacían coreografías. Su protesta consistía en ver qué cosa pacífica e interesante hacemos esta vez. Me acuerdo bien que todos una vez se vistieron, así como en el video Michael Jackson, Thriller, y salieron a bailar como zombies. Y esa era la protesta.

Flashmob masivo de estudiantes chilenos en junio de 2011

-La muestra está atravesada por lo político, como las hojas de álamos. ¿Crees que después de todos estos movimientos sociales en Chile habrá posibilidad de que finalmente se abran las alamedas para que camine el hombre libre?

-Yo creo que ya se están abriendo.

Fotos: Lihue Altahabe

*Bifocal, de Iván Navarro. En Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (Av. San Juan 338, CABA) / Lunes a viernes de 11 a 19 y sábados y domingos de 11 a 19.30 / Hasta el 1 de marzo / Entradas: General, $150; estudiantes, docentes y jubilados acreditados, $100; de 3 a 12 años, $100; menores de 3 años, sin cargo; personas con discapacidad, sin cargo. Miércoles: General, $100; Estudiantes, docentes y jubilados acreditados: sin cargo; de 3 a 12 años, sin cargo; Menores de 3 años y personas con discapacidad, sin cargo

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