“El resplandor” y cómo la película de Kubrick terminó aplastando la obra de Stephen King

El estreno de la película “Dr. Sueño”, secuela de “El Resplandor”, permite evocar la adaptación cinematográfica de la novela de King, el descontento del autor por la versión y los detalles de un film extraordinario y polémico, que inició una nueva etapa en el cine de terror

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Este año volvió a hablarse mucho de El Resplandor de Kubrick. Tuvo un reestreno en una copia nueva y restaurada en el Festival de Cannes y volvió a darse en cines comerciales distintos países. La razón por la que pasó esto estuvo ligada al estreno de Dr. Sueño, una película que es al mismo tiempo una adaptación de una novela de King y una secuela de la película que Kubrick hiciera hace 39 años. No es común que una película tenga una secuela después de tanto tiempo pero, por otro lado, la película de Kubrick no es una película común. Por el contrario, es una película atípica desde su génesis.

En el año 1977, la productora Warner quería llevar a cabo una adaptación de la novela El Resplandor, de Stephen King, escritor que ya por esos años se había revelado como uno de los más populares del mundo. El Resplandor no era cualquier novela para King: se trataba de una obra personalísima, que el escritor había llevado a cabo un poco para exorcizar los propios demonios que le traía el alcoholismo. Cuando Warner le ofreció a Stanley Kubrick la posibilidad de dirigirla, el director decidió aceptar la propuesta ya que sentía que adaptar la novela de un escritor tan popular lo iba a volver a encontrar con el éxito (su film anterior, Barry Lyndon, había tenido una recaudación muy modesta).

Stephen King (Mediapunch/Shutterstock)
Stephen King (Mediapunch/Shutterstock)

Kubrick en ese momento sintió tanta necesidad de hacer una versión personal de la novela que decidió él mismo comprar los derechos de la obra original de King para hacer con ella lo que quisiera. Pocos adivinaron en ese momento que ese gesto pudo haberse debido algo más que a la manía por el control creativo de este realizador. Sin embargo, el estreno de El Resplandor probó que su intención no era simplemente conjugar la novela con su mirada personal: esa familia encerrada en el Hotel Overlook sólo compartía con la de la novela de King sus nombres y apellidos. En todo lo demás, todo era o distinto o a veces radicalmente opuesto a la novela. No sólo en cuestiones argumentales, también en tonos y hasta en temas. Posiblemente la primera en enterarse de que esto iba a ser así fue la co-guionista de la película: Diane Johnson. Cuenta Johnson que cuando se reunió con Kubrick por primera vez habían acordado que esta sería la película sobre un padre que odiaba a su familia y estaba deseoso de masacrarla. Así es como ya desde su génesis, la película se plantearía como una traición. El protagonista de la novela de King, el Jack Torrance original, es un buen hombre invadido por los espíritus externos de una casa embrujada y por los demonios internos de su alcoholismo. Estas dos influencias son las que lo llevan a cometer un crimen que no buscaba.

Stanley Kubrick
Stanley Kubrick

El de la película, en cambio, es un hombre horrible, interpretado por un Jack Nicholson desatado, que usa más a los fantasmas como excusa para poder concretar un deseo que viene teniendo desde mucho antes de entrar a ese hotel. Más aún, el Torrance de la película es alguien que tiene a su familia aterrada y que ha logrado normalizar el maltrato. Por eso su mujer ni se inmuta cuando vemos que él la maltrata por primera vez en la película y su hijo muestra más de una vez miedo ante la sola presencia de su padre. Desde este punto de vista, la icónica escena de Torrance rompiendo la puerta con el hacha no sólo es inquietante por encontrar a un padre queriendo matar a su familia, sino porque en el contexto de ese relato es el momento en que lo vemos encontrar esa alegría que no había mostrado nunca antes.

De lo cotidiano y otras formas de horror

Trailer de "El resplandor"

Cuenta John Baxter, uno de los biógrafos de Kubrick, que la estética de El Resplandor venía de la fascinación de Kubrick por los relatos de terror gótico. A Kubrick le fascinaba, más que nada, que las mejores de estas películas lograban plantear el terror desde lo puramente escénico, y no desde el shock fácil o una amenaza concreta.

Sin embargo, la primera curiosidad de El Resplandor es que hotel en el que transcurre la película no se parece al de esos escenarios barrocos y con claroscuros. En vez de eso, Kubrick decidió utilizar los escenarios de un hotel que, a primera vista, no parece un lugar terrorífico. Por el contrario, los pasillos del Overlook estaban basados en pasillos de hoteles reales que Kubrick se limitó a reconstruir en estudios. Si parecen inquietantes es porque Kubrick se encarga de volverlos enrarecidos a partir de una iluminación particularmente fuerte que elimina toda sombra, un uso de lentes que vuelven a esos espacios más expansivos, como gigantescos y una música estridente a cargo de Wendy Carlos. El efecto termina siendo raro y lo diferencia de casi cualquier película de terror existente. El terror normalmente juega a los espacios reducidos y las sombras: Kubrick en cambio, jugó a un terror basado en la luz y los espacios grandes que se vuelven enrarecidos no por su oscuridad sino por una característica (valga la redundancia) resplandeciente. De hecho, Garreth Brown, encargado de manejar la famosa cámara steadycam de la película, hablaba de que en el set de filmación podía haber equipos que emitieran hasta un millón de watts para darle a Kubrick esa luz potente que estaba buscando. Lo que termina generando también esto es un efecto enrarecido: no se trata de que los pasillos de este hotel generen inquietud por ser escenográficamente distintos, -no vemos gárgolas monstruosas, o cuadros inquietantes-, pero este tipo de luminosidad tan fuerte le dan a esos espacios algo sospechoso, como una oscuridad que se desprende de su claridad.

Jack Nicholson en "El resplandor"
Jack Nicholson en "El resplandor"

El crítico francés Michel Chion observó una cualidad similar en El Resplandor ya no respecto a la imagen sino al sonido. Los famosos sonidos del triciclo que emite Danny Torrance cuando recorre el hotel construyen tensión no porque se diferencien de los sonidos normales de un triciclo, sino porque son idénticos a ellos pero extrañamente maximizados, exagerados al punto tal que lo que es cotidiano y normal se nos vuelve inquietantemente distinto.

En algún punto, no fue muy difícil ver en muchos análisis de la película que esto representa una forma de miedo que quiere trabajar la película: el de una familia supuestamente común americana, que puede esconder tras su fachada de normalidad algo monstruoso.

Obsesiones y filmaciones

Para lograr estos climas Kubrick estaba dispuesto a llegar al límite del perfeccionismo. El afán de este director por repetir escenas para llegar al plano que buscaba era muy conocido. Sidney Pollack, actor y amigo del realizador, explicó más de una vez que Kubrick no entendía el sinsentido de estar años en una preproducción, varios meses editando una película y luego apenas unas semanas filmando. Así es como Kubrick podía repetir 85 veces la escena de tres personajes caminando por el pasillo de una cocina, o hacer que la actriz Shelley Duvall subiera 50 veces una pequeña escalera. Curiosamente, la repetición obsesiva de las escenas no siempre estaba buscada para lograr una imagen perfecta, sino todo lo contrario de lo armonioso. Jack Nicholson había definido muy bien el efecto buscado cuando declaró una vez que cuando filmaron, las primeras tomas parecían de una película de terror sutil de Polanski, y hacia el final se parecía a esas películas de terror de bajo presupuesto que este actor hizo en los 60 en estado de consumo de cocaína. O sea, lo que Kubrick parecía estar buscando eran justamente las actuaciones desatadas, cansadas, en las que el actor ya había dado todo de sí y podía llegar a improvisar de la desesperación (algo que pasó, básicamente en la legendaria escena de Nicholson diciendo “¡Here´s Johnny!”).

El efecto generado por esto es extrañísimo y se nota sobre todo en las actuaciones de Shelley Duvall y el propio Nicholson. Son interpretaciones que de tan exageradas se ven artificiales, incluso caricaturescas (la caricatura es una figura particularmente recurrente en El Resplandor, largometraje lleno de alusiones a dibujos animados) pero al mismo tiempo es una exageración genuina, producto de un cansancio y hasta una sensación de hastío que los actores tenían en ese momento y que les da a sus expresiones un matiz desesperante.

Shelley Duvall en "El resplandor"
Shelley Duvall en "El resplandor"

Así y todo, la tensión entre lo exagerado y lo realista no es lo único que llama la atención aquí, sino que esa expresividad desencajada y que remite a lo desequilibrado contrasta con la perfección simétrica de los planos, sus escenarios pulcros y perfectos y hasta las vestimentas de El Resplandor que -como señaló en su momento Milena Carbonero, vestuarista de la película- buscaban ser de una limpieza y prolijidad que de tan perfectas parecían sospechosamente falsas. Desde este punto de vista, quizás ninguna otra película de Kubrick permite sacar esa falsa idea de que a Kubrick le obsesionaba lo perfecto y que pensaba sus películas como objetos mecánicos. A Kubrick, más bien, le fascinaba el contraste entre las simetrías y lo caótico, que era además una representación de lo que pasa con sus personajes: seres que buscan controlar a toda costa algo (sea soldados en Nacido para Matar, su status social y matrimonial en Ojos bien Cerrados, la tecnología en 2001), sin darse cuenta de que la locura o lo azaroso estaba por sobre sus fuerzas. En este caso el controlador era obviamente Torrance, padre tirano, que es contratado para trabajar en el Hotel Overlook pero que puede darse el lujo de pasarse la película escribiendo una novela imposible y haciendo rebotar una pelota contra la pared mientras su mujer se encarga de las tareas que debería hacer él. Sus planificaciones de asentarse en ese lugar para escribir y tener a su familia bajo sus pulgares se irán al diablo ni bien sus instintos asesinos (apenas escondidos tras una máscara de cordura extremadamente frágil) salgan a la superficie.

Interpretaciones, acusaciones, etc...

Trailer de "Room 237"

Esta última característica de Torrance ha hecho que El Resplandor haya sido vista como una película que habla sobre los horrores del patriarcado. Eso al menos comenta James Naremore en su imprescindible libro On Kubrick, donde declara que una de las características más distintivas de la película es que pone el foco de la monstruosidad en la figura del padre. Curiosamente, esta interpretación choca fuertemente con otra (adherida por el propio King), que declara a la película como tremendamente misógina, en buena parte por el estereotipo insultante que interpreta Shelley Duvall como esposa abnegada. Puede que esta última interpretación haya estado también influida por factores que en realidad son ajenos a la película y tienen que ver más con el rodaje. Como se dijo antes, Kubrick había sido buscado llevar las interpretaciones de los actores al límite, sin embargo, fue con Duvall con quien se había comportado de forma sádica. Mientras Nicholson declaró que más allá del desgaste que le significó su rol, había sido tratado con respeto con el director; y el chico Danny Lloyd (quien tenía seis años al momento del rodaje) se llevaba bien con un Kubrick que lo trataba con cariño (ni siquiera le había dicho que estaban filmando una película de terror para no afectarlo), Duvall sufría maltratos verbales por parte de Kubrick, quien hacía lo que estaba en sus manos para aislarla del resto del elenco con el objetivo de hacerla sentir como el propio personaje y provocar que su interpretación fuera lo más angustiante posible.

En todo caso, lo que sí asombra de las interpretaciones antipatriarcales y sexistas de El Resplandor conviviendo al mismo tiempo y extraídas de una misma película, son una buena muestra de uno de sus aspectos más insólitos de este film: su variada cantidad de lecturas.

De la película de Kubrick se ha dicho de todo: que es un código oculto en el cual su director dice que alunizaje del 69 fue una farsa; que en realidad está hablando lateralmente de la Shoah, o del exterminio de los indios americanos. Estas y muchas otras interpretaciones más se encuentran en el documental Room 237 (2012, dirigido por Rodney Asher y Tim Kirk), en el que distintos fanáticos de la película juegan a darle distintas significaciones posibles del film: desde una persona que cree que en las nubes está la cara xilografiada de Kubrick, pasando por supuestos mensajes agresivos hacia King escondidos en detalles menores de la película.

Stanley Kubrick.
Stanley Kubrick.

Es curioso que una película con un argumento aparentemente tan simple y con personajes claramente delineados haya generado tantas miradas distintas, pero es aún más curioso que una película tan rara se haya insertado tanto en el imaginario colectivo y alcanzado tales niveles de popularidad. En algún punto, como bien había señalado el mencionado Naremore, Kubrick siempre fue ese caso paradójico de alguien que lograba hacer películas extrañas que lograban ser éxitos masivos.

A 39 años de su estreno, El Resplandor no sólo logra tener una secuela sino que puede ser evocada por una cantidad innumerable de imágenes, una canción final (usada incluso este año como guiño a la película en un tanque de animación como Toy Story 4) y hasta por el diseño mismo de una alfombra.

Así y todo este éxito no fue inmediato, ni tampoco la propia aceptación del público. Al momento de su estreno, El Resplandor recaudó menos de lo esperado y fue mayormente maltratada por la crítica. Al punto tal fue así que el film llegó a tener nominaciones a los premios Razzie (los “anti-Oscar”) a la peor actriz por Shelley Duvall y hasta al peor director.

Fue a partir del correr de los años, de convertirse en un clásico de VHS, que el film alcanzó un carácter icónico que conserva hasta el día de hoy.

  "El resplandor"
"El resplandor"

King, obviamente, nunca estuvo muy contento con esa popularidad y con que sus Torrance hubieran sido destrozados de tal modo. Por esto también en el 98 llevó a la pantalla su propia versión de El Resplandor en forma de una miniserie que respetaba la novela original de manera fidedigna. Su novela, Dr. Sueño, tiene también esa intención de ser una secuela de la novela del 77. Pero así y todo, trasladada recientemente al cine por Mike Flanaghan, no puede evitar fusionar la novela original con la película. El propio Flanaghan admitió que tuvo que mezclar ambos mundos porque el espectador está demasiado familiarizado con los personajes y la estética kubrickiana como para hacer un borrón y cuenta nueva. De esta forma, en esta adaptación de Dr. Sueño, Flanaghan se siente en la obligación de citar planos enteros de la película de Kubrick, aún cuando el resto del relato (mucho más fiel a la novela) tenga otra estética y trabaje un terror opuesto al de Kubrick.

El efecto termina siendo particular. Por un lado Flanaghan evoca una película fría y oscura, pero por el otro, al ser más fiel a la obra de King, hace una película con una lógica más esperanzada. De este modo, Dr. Sueño nos cuenta la historia de cómo es la vida adulta de Danny: los traumas que lo llevaron a padecer el alcoholismo de su padre y su relación con sus propios poderes, pero también su lucha por recuperarse de sus adicciones y, de paso, una adquisición de una filosofía de vida que se va volviendo con el correr de la película más y más luminosa.

Ewan McGregor, en "Dr. Sueño", la contracara de Jack Nicholson en "El resplandor"
Ewan McGregor, en "Dr. Sueño", la contracara de Jack Nicholson en "El resplandor"

En este punto, la nueva Dr. Sueño va por el lado contrario de Kubrick. No se trata de hundirnos en una película que se regodea en el misterio sino de adentrarnos en un largometraje rico en discursos tranquilizadores, que nos hablan de la posibilidad de una sobrevida, y por ende de lo errado de estar nerviosos frente a la finitud. Desde este lugar no parece ilógica la decisión de casting de Ewan Mcgregor como protagonista de Dr. Sueño. La mirada cálida de este actor, y su expresión amable es el contraste perfecto con la expresividad desencajada y demencial de Jack Nicholson. Y desde este lugar tampoco es casual que los grandes villanos de esta película (un grupo de gente sádica que asesina brutalmente niños para quitarles sus poderes y vivir más tiempo), sean personas obsesionadas con la inmortalidad, como si su temor obsesivo a frenar lo inevitable fuera la raíz misma de su monstruosidad. Frente a esto, el film parece decirnos que no hay nada que temer, y construye una ficción que progresivamente se va erigiendo como un cuento de hadas para adultos, donde las escenas crueles terminan para llegar a una mirada optimista y donde su figura más importante termina siendo una nena con poderes, que aprende tanto los peligros como las bondades del mundo.

Y así y todo, aún con un discurso tan opuesto, que pareciera funcionar como antídoto frente a su predecesora, la película no puede evitar recurrir a los sonidos estridentes que evocan el film de Kubrick, y a volver al hotel Overlook para que Danny Torrance enfrente a los fantasmas por última vez.

Lamentablemente para King, la célebre y traidora adaptación que realizó el director de 2001, terminó triunfando en el imaginario popular.

Trailer "Dr. Sueño"

De las razones de tamaña popularidad, puede haber varias especulaciones. La más lógica parece residir en el imaginario visual y sonoro de la película particularmente potente y sobre todo distinta a casi cualquier otra película de terror hecha antes y después. Sucede que El Resplandor no sólo no opta generar el terror desde el shock fácil sino que va por el lado opuesto y jugando a una tensión construida desde una hipnótica lentitud que refleja tanto el cansancio en el que viven sus personajes agobiados como el terror de la película a lo eterno, a lo infinito. Es que parte de la gran originalidad de El Resplandor es plantear un terror que no basa tanto el miedo a la muerte, sino en la perpetuación de cosas: en una novela que no para nunca de escribirse, en una sensación de hastío que no parece terminar nunca; en una Wendy y un Jack como víctima y victimario repitiendo una y otra vez una rutina perversa; en una foto final que parece haber congelado el tiempo y en fantasmas que son horrorosos no porque lo que hacen a quienes habitan el Overlook sino simplemente por permanecer allí, incólumes, repitiendo frases y acciones ad eternum.

El Resplandor de King era un interesante relato de fantasmas, pero la película de Kubrick es algo mucho más original: una película fantasmal, con sus pasillos blancos, su luz fría y un horror ya no a lo que muere sino a un estado intermedio y horrorosamente perpetuo que no llega a estar vivo ni termina de morir. Una obra maestra mayor del terror no tanto porque asuste más que otros films de ese género, sino porque crea nuevas formas de miedo.

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