Puede que el espionaje, el control del Estado, la persecución y la regimentación de la vida no hayan alcanzado para liquidar la libido de los ciudadanos de la extinta República Democrática Alemana (RDA, 1949-1989). Esa fue la idea que puso sobre la mesa el sexólogo e investigador Kurt Starke por primera vez a mediados de la década del 80, cuando reveló que la juventud -hombres y mujeres- de Alemania socialista estaba más satisfecha con su vida sexual que los jóvenes del otro lado del muro.
En Amor y Sexualidad antes de los 30 (Liebe und Sexualität bis 30), Starke y su colega Walter Friedrich dieron cuenta de que el hecho de que, por ejemplo, dos tercios de las mujeres dijeran que llegaban al orgasmo "casi siempre”, era un resultado del régimen social en el que vivían. Cuando la revolución sexual de finales de los años sesenta saltó el muro y llegó a los territorios que estaban bajo la órbita soviética, las mujeres jóvenes experimentaron el deseo y el amor de un modo particular, bastante diferente a sus pares occidentales.
Para ese entonces, existían en la RDA un número de leyes que apuntaban a la promoción de la igualdad de género. “Las mujeres estaban en las mismas condiciones que los varones, al menos ante la ley, en lo relativo a los salarios, a la posibilidad de ejercer “profesiones masculinas” y de gozar de las mismas posibilidades profesionales”, explicó para Infobae Anna Kaminsky, directora de la Bundesstiftung Aufarbeitung, un instituto que se dedica a los estudios de Alemania Oriental.
Después llegaron los setenta, y con ellos la introducción en el enclave comunista de Europa de la píldora anticonceptiva y de la legalización del aborto. Desde el Estado se recomendaba la planificación familiar y la píldora se prescribía con receta médica de manera totalmente gratuita como parte del seguro social. La interrupción del embarazo, legalizada en 1972 sin condicionamientos ni costos hasta la semana doce de gestación, era practicada en todos los hospitales públicos de la República Democrática.
“Las mujeres habían asumido que eran al menos equivalentes a sus pares masculinos, incluso aunque eso no haya sido siempre así en los hechos”, explicó el experto, también llamado “el papa del sexo en la RDA” en una entrevista reciente con el diario alemán TAZ, en la que también destacó que valores como la seguridad social y el equilibrio en materia de responsabilidades educativas y profesionales tuvieron un impacto en la confianza en sí mismas de las mujeres y, por tanto, en su sexualidad.
Pero diferentes estudios rastrearon que detrás de los efectos socioculturales del empoderamiento femenino en las camas comunistas, había también motivos políticos, como un mensaje estatal que incentivaba de forma explícita el disfrute de la vida sexual de sus ciudadanos. En parte, la reclusión en el ámbito privado era la contracara de una esfera pública profundamente regimentada y de una vida social que, en general, contaba con bastante menos estímulos que la de Occidente.
Madres y padres a la universidad
La experiencia comunista fue también responsable del periodo en el que los cochecitos de bebés reemplazaron a las bicicletas en los alrededores de la Universidad de Leipzig, en Alemania Oriental —en la que estudiaron después de figuras como Goethe, Nietzche y Wagner, las dirigentes políticas Angela Merkel y Michelle Bachelet—.
De acuerdo con otra de las investigaciones de Kurt Starke, en la RDA era muy común que se establecieran lazos sólidos entre gente joven, usualmente estudiantes, y que la idea de formar una familia apareciera como posibilidad entre un sector social educado que en la actualidad posterga la paternidad varias décadas o hasta elige resignarla completamente. “Esto también se debió a las mujeres y a la posición diferente que tenían en la sociedad”, explica Starke. “Los estudios, el empleo y, por supuesto, que la seguridad laboral estuviera mucho más que garantizada, hicieron que los niños se convirtieran en parte integral y lógica de la planificación familiar, incluso para los estudiantes”.
Starke afirma que ese esquema se rompió en 1990, debido a que estudiar y ser padres y madres ya no fue posible en las condiciones que imponía la economía de mercado. “Tener hijos se convirtió en socialmente peligroso, un obstáculo para el empleo y para las carreras profesionales; un elemento que ya no encaja bien en el Currículum Vitae, ni de mujeres ni de hombres", aseguró el académico a medios alemanes.
Las mujeres, la mitad de la fuerza laboral
En el ámbito laboral, las estadísticas oficiales indican que en el año 1985 el 49% de la población activa en la RDA eran mujeres, al tiempo que regía el principio de ‘igual trabajo igual salario’. Se trata de un índice que apenas será alcanzado veinticinco años después por algunos países capitalistas.
“La igualdad en la RDA tenía más que ver con una cuestión fuertemente económica: el Estado necesitaba a las mujeres como fuerza de trabajo. Otros principios fueron en realidad una consecuencia de esta necesidad, como la idea de que la crianza de los hijos no debía recaer exclusivamente en ellas, y que las mujeres no debían quedarse en sus hogares, cuidando, criando y ocupándose de las tareas domésticas", explicó Kaminsky, sobre el origen de la mayor igualdad de género en la Alemania Oriental.
Según la experta, el hecho que mujeres ganaran su propio dinero y de que no fueran económicamente dependientes de sus maridos les dio una libertad personal mayor. “Sabían, por ejemplo, que podían vivir solas y criar a sus hijos sin problemas y que no necesitaban sostener un matrimonio difícil por razones materiales”, agregó.
Con todo, matiza la especialista en una entrevista con Infobae desde Berlín, “las mujeres debían liberarse de la subordinación a sus maridos pero no podían liberarse de la subordinación de los hombres que controlaban el Estado”. Según ella, pese a las leyes que apuntaban a la igualdad de género, las mujeres también en la RDA estaban ausentes de los espacios dirigenciales de la política, la ciencia y la economía.
“Creo que la experiencia de la RDA demuestra que la reducción de los derechos de la mujer a cuestiones económicas no es suficiente para obtener la emancipación; más allá de lo crucial que puedan resultar la independencia material y financiera para las mujeres”, añadió Kaminsky.
Freikörperkultur , nudismo o la posibilidad de los cuerpos libres
Estar desnudo hace feliz, de acuerdo a una investigación de la Universidad de Goldsmith, en Londres, y es posible que las autoridades de la RDA lo supieran. En el estudio titulado “La verdad desnuda”, un grupo de expertos británicos afirmaron que aquellos que practican el nudismo tienen una mejor sensación corporal y una mayor confianza en sí mismos.
Aunque el nudismo o, mejor dicho, la Freikörperkultur (cultura de los cuerpos libres) tiene una larga tradición en Alemania que data de principios del 1900, lo cierto es que durante el periodo en el que existió la República Democrática de Alemania la práctica se convirtió en una política de Estado y en las costas del Báltico o de los lagos interiores del lado oriental se instalaron sectores o playas enteras dedicadas a que los ciudadanos pudieran disfrutar de su desnudez. En la década de 1970, el nudismo prevaleció sobre todo en el este, donde fue adquiriendo el estatus de tendencia, mientras que el “topless” femenino dejó de ser visto como algo especial. Se practicaba muchas veces en familia y carecía, al menos en teoría, de una connotación sexual.
En un artículo publicado en el diario alemán Tagesspieguekl, Kurt Starke asegura que “la cultura del desnudo fue apoyada desde diferentes estratos sociales y, por lo tanto, tenía diferentes orígenes y formas”. En efecto, desde una perspectiva de izquierda, la desnudez era un testimonio de la igualdad entre las personas, mientras que para los sectores de la derecha, la práctica representaba ni más ni menos que un retorno a las tradiciones germanas.
Se trata de una práctica que supo estar tan extendida, que incluso la actual canciller Angela Merkel, nacida y criada en el este, tiene una foto desnuda durante su época de estudiante. En la actualidad, sin embargo, varios advierten que las playas nudistas en Alemania podrían estar cediendo terreno ante aquellas a las que se debe acudir con traje de baño, debido entre otras causas a la disponibilidad de los teléfonos inteligentes y la puesta en cuestión del valor de la intimidad.
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