El nombre es Charco Press, un juego de lenguas en el que pensaron los fundadores de esta editorial singular, que busca desde el comienzo funcionar como puente entre culturas y ayudar a autores y libros a pegar el gran salto del océano. Ese salto es algo que excede los miles de kilómetros de mar que median entre Europa y América latina, ya que se trata de una brecha enorme en el conocimiento de la literatura de nuestra región. Así nació en 2016 el sello que en su primer año publicó cinco novelas de autores argentinos, que a esta altura ya lleva publicados trece títulos de escritores de la región y que se propone publicar entre cinco o seis más por año. El último de los libros publicados hasta ahora es El viento que arrasa, de Selva Almada.
Carolina Orloff vive en el Reino Unido desde hace 20 años y es la cabeza lectora y editora detrás de Charco. Salió de la capital argentina por una beca que la llevó a terminar el colegio secundario a Canadá y de allí fue ella la que saltó el charco primero a York y luego a Edimburgo, donde reside hace 12 años. Por estos días, Orloff pasó por Buenos Aires y conversó con Infobae Cultura sobre la breve e intensa historia de su editorial y también sobre los proyectos que ya están en puerta.
-Una argentina que edita en inglés, ¿para quién edita?
-Hay varios niveles. En lo más inmediato, diría que estos libros están destinados al lector anglosajón y más todavía, al lector británico. La maravilla de un idioma como el inglés es que se replica inmediatamente en todo el mundo anglosajón y también en diferentes bolsillos en Europa. En España, en París, en Bruselas, Berlín, hay un mercado de lectores que lee en inglés.
-¿Los libros de Charco se publican en papel y digital al mismo tiempo? ¿Hay un estimado de cuánto de la venta es en papel y cuánto en ebook?
– Aproximadamente el 70% de lo que se vende es en papel y el 30% en digital. Desde la editorial, nos importa trabajar con contenidos de excelencia pero también presentar un objeto estético. Charco arrancó hace dos años y medio y sin experiencia editorial. Yo vengo del campo académico en literatura latinoamericana y traducción en el Reino Unido pero era nueva en el campo editorial. Tenía conocimiento de la recepción, el estudio y el entendimiento de la literatura latinoamericana en UK pero desde lo académico, desde la docencia y la investigación.
-¿Cómo empezaste a pensar en montar una editorial desde la nada?
-Por un lado la gran crisis del 2008 en Europa, que en mi experiencia significó no encontrar trabajo. Busqué durante casi dos años, tenía el conocimiento y la experiencia de vivir entre dos mundos y no tenía dónde ubicar todo eso. Buscaba trabajo académico permanente y no encontraba. En ese largo lapso me cuestioné todo, empecé a ver que la pasión que yo tenía por divulgar y diseminar lo que sabía no tenía lugar en el mundo académico del Reino Unido. Con respecto a nuestra literatura, ellos están muy quedados en el tiempo, tanto en corrientes como en temáticas. Recién ahora podría decirte que hay un poco de movimiento hacia el hoy.
-¿Y con quién la armaste? ¿Sola?
-Con mi pareja, Sam, que viene del campo digital y del mercado. Una combinación perfecta. (risas) Surgió como un sueño pero de pronto me cerró. Lo armamos en Edimburgo porque Escocia es un país con muchos recursos y poca población y hay mucha ambición de potenciar todo lo que se haga de Escocia para el mundo. Sentí que iba a haber una estructura de mucho apoyo de entrada y fue así, efectivamente: subsidios, promoción, apoyo logístico, todo lo que se necesita. De a poco y sin grandes lujos, estamos pudiendo vivir de la editorial en una industria complicada.
-¿Cómo se presentó en sociedad Charco?
-Arrancamos con 5 títulos argentinos: Villa del Parque, los cuentos de Jorge Consiglio, Bellas Artes, de Luis Sagasti, La virgen cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara, La habitación del presidente, de Ricardo Romero y Matate, amor, de Ariana Harwicz, (N. de la R., libro que fue nominado para el Man Booker). El año pasado siguieron La habitación alemana, de la argentina Carla Maliandi, un conjunto de relatos de la colombiana Margarita García Robayo que publicamos como Fish Soup, La resistencia, del brasileño Julián Fuks, El hermano mayor, del uruguayo Daniel Mella y La distancia que nos separa, del peruano Renato Cisneros Desde el comienzo quisimos establecer una identidad clara de qué se trataba este proyecto editorial, tanto desde el contenido como desde lo estético. El diseño de los libros es de Pablo Font, un diseñador argentino. Son libros que se identifican muy fácilmente desde lo visual, lo que cuentan las tapas siempre te atrapa y te deja pensando. Quisimos además demostrar que en cinco autores de un mismo país y generación la variedad de ficción es amplísima para romper con el estereotipo muy afincado en el imaginario de que toda la literatura latinoamericana es realismo mágico, o García Márquez o Isabel Allende. En muchos casos se trata de escritores jóvenes, en algunos casos son libros debut de los autores, algo también bastante original, donde no nos dejamos tentar con premios sino que asumimos riesgos.
-¿Cómo reaccionan los ingleses ante la palabra charco? ¿Cómo la pronuncian?
-Para los ingleses suena lindo, lo pronuncian así, a veces con la r más suavecita y dicen algo así como “Chaco”. Otras veces les suena parecido a charcoal, carbón en inglés. A la gente le gusta. Una vez que llega un título al inglés, permite que otras culturas como el árabe o el chino pongan el ojo en ese libro.
-¿Cuál es la idea ahora que ya empiezan a ser conocidos e invitados a ferias como la de Buenos Aires o Guadalajara?
-Seguir en esta dirección, con 5 o 6 títulos por año. El propósito es no saturar el mercado: la curiosidad hay que tratarla delicadamente. En términos de competencia no hay otros sellos, en concreto. Hay editoriales que publican literatura latinoamericana, con lindos libros como objetos, pero también publican otra clase de ficción. Y después están los autores y autoras que llegan por las suyas a las editoriales más grandes o conocidas. Lo que quiere hacer Charco es más que decir “publicamos literatura latinoamericana”, lo que queremos es decir “publicamos buena literatura, lean esto”. Algo que nos tiene muy entusiasmados es que vamos a publicar Elena sabe, de Claudia Piñeiro. Hasta ahora, todos eran autores que no habían sido publicados en inglés, ella es la excepción. Sin embargo, aunque es una autora que fue publicada en inglés, lo habían hecho desde la perspectiva de literatura policial, de género. Queremos ir llegando al lector desde varios ángulos. Mi ambición es ser el gran referente de la literatura latinoamericana en inglés.
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