Prostituta, espía, bailarina, madre: todas las identidades de Madonna

En su ‘Madame X Tour’, la artista estadounidense repasa las distintas causas y compromisos sociales que tuve a lo largo de su carrera a partir de diferentes personajes. En esta nota, una mirada sobre el show íntimo y político de la “Reina del Pop” en un teatro de Chicago

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(Facebook: Madonna)
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Fui a ver a Madonna a mis veintipico (y a los treinta y tantos de ella) en su Girlie Show Tour, cuando vino a la Argentina en el 93. Fue deslumbrante: las pistas, los bailarines, ella misma con toda su Erotica encima, el álbum de ese tiempo. Una mezcla de cabaret, circo, discoteca que me dejó dando vueltas por siempre como algo muy hermoso. Tiempo después supe que el nombre del tour, que no iba a hacer pero hizo, venía de la pintura de Edward Hopper, Girlie Show. Cuadro por cuadro, época por época, fue recorriendo atmósferas y canciones. Cantó Vogue, Like a Virgin, La Isla bonita y fueron las pequeñas dosis de sus temas anteriores en el despliegue del disco de ese momento. Nunca fue nostálgica. Por el contrario, ella es presente y vanguardia: hace canciones con los artistas de moda y se pasea por las tendencias con adorable naturalidad. Ella misma es el pasado y el presente de lo que hay que escuchar en cada futuro.

Fui a ver a Madonna a sus sesentas (y los proporcionales en mi caso) en su Madame X Tour a un teatro precioso en Chicago. Si al recital de los 90 lo había esperado con ansia, este pudo ser un regalo sorpresa de marido, ya que yo no sabía que Madonna estaba de gira. De un tiempo a esta parte nuestros caminos se habían separado, según parece.

Sabía que tenía nuevo disco y había escuchado un poco. Sobre todo, la canción con Maluma. Debo haber dicho cosas feas sobre ella. Maluma me resulta muy difícil: no me parece lindo, no aguanto su acento, no le entiendo mucho, su calentura permanente me hace gracia. Cosas de vieja: la explicación tanto para lo mío como para lo de ella.

Para entrar al concierto había que pasar por el control que incluía meter el celular en un sobre con botón de seguridad. Nuestros ojos son el mejor registro, dijo al comienzo. No quería fotos, filmaciones, celulares elevados como ofrendas mientras cantaba y no iba a dejarlo librado a la buena voluntad. No me importó en lo más mínimo, aunque alguna que otra vez hice el amague en la cartera para buscarlo y sacarle fotos al público, al escenario, pero enseguida disfruté de esas horas libres de conexión. Un recital sin celular es una bendición, cambia el comportamiento, te libera. Así fue, ahora que lo pienso, el recital pasado hace más de dos décadas.

(Facebook: Madonna)
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El show es un concepto sobre esta Madame X que puede ser muchas cosas que resume así: “Es una agente secreto que viaja alrededor del mundo. Cambia identidades. Lucha por la libertad. Lleva luz a lugares oscuros. Ella es una bailarina. Una profesora. Una jefa de estado. Un ama de casa. Una jineta. Una prisionera. Una estudiante. Una madre. Una niña. Una profesora. Una monja. Una cantante. Una santa. Una prostituta. La espía en la casa del amor. Soy Madame X.” En el origen está el nombre que le dio Martha Graham, cuando ella estudiaba danza con ella que, según parece, no sabía cómo catalogarla en su estilo, incluso en su comportamiento. Esto lo encontré al buscar las reseñas del show.

El show está explicado por ella misma, al tiempo que los ambientes van cambiando. El leitmotiv, además de esa mujer misteriosa la Madame X, es James Baldwin, el escritor norteamericano. “Artists are here to disturb the peace,” (Los artistas están aquí para perturbar la paz) se leyó en unas pantallas como telones enormes, al ritmo de las teclas de máquinas de escritor. Consigna que acompañó a otras frases, escritas del mismo modo, del autor de Ve y dilo en la montaña (Go To Tell It in The Mountain), entre otros libros. La asociación con Baldwin es directa por la lucha de este escritor por los derechos civiles, su militancia y temas de identidad colectiva de negros y homosexuales desde los años 50. Sentencia, cuya maleabilidad explica, también, el desarrollo interno del espectáculo hasta el afuera con la inspección de la entrada, el dispositivo anti celular, precios y ganancias del espectáculo. Ella puede ser madre (Lourdes en un video precioso y Stella, Estere y Mercy James un rato en el escenario con ella), ser puta, ser disruptiva y mainstream, ser famosísima, ser X, sutil y explícita, estar en contra del uso de armas “baleando” a un bailarín en escena.

Madonna se mueve poco y habla mucho. Los que llevan a adelante las coreografías son unos bailarines extraordinarios que me hicieron dudar, con sus movimientos, que perteneciéramos a la misma especie biológica. Quiere, en esta gira por los Estados Unidos, hacer un show íntimo y por eso el teatro.

(Facebook: Madonna)
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La conversación interrumpió la secuencia de canciones y algunos se quejaron: Sing!, sing!, sing!, le gritaron los que estaban a pocas fans detrás de nosotros. Ella dijo algo así como es mi show y hago lo que se me canta. Esto incluía su introducción al fado, Welcome to My Fado Club!: una secuencia larga en la que mostraba lo que había aprendido en Lisboa, mientras su hijo entrenaba para jugador del fútbol. Del fado a España, de España a África, de ahí a Medellín, sin escalas.

Una feria de las naciones que, intuyo, saben bien que funciona y no les importa nuestras prolijidades geográficas. Mexico, Mexico, se desgañitaban con X y en inglés, unos muchachos en musculosa. ¡Ahora estamos en Portugal y Brasil, después les explico Frida Kahlo, chicos!, se burló con un parche en ojo y vestida de dominatrix.

Además de íntimo, el concierto tiene momentos políticos. Madonna, que siempre tuvo como estética (y estrategia) ser lo más popular posible, combinó los derechos de las minorías con ir a cantar en los festejos a las tropas que volvieron de Irak . Aquí y ahora tacha todas las causas: desde los soldados mutilados, las guerras del mundo hasta la ecología, pasando por mujeres, niños, movimientos de liberación, LGTBQ. Para este punto, nuevamente, Baldwin es ajustado. Las teclas vuelven a sonar y escriben en las pantallas algo tan extenso como sabio:

(Facebook: Madonna)
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There is an illusion about America, a myth about America to which we are clinging which has nothing to do with the lives we lead and I don’t believe that anybody in this country who has really thought about it or really almost anybody who has been brought up against it--and almost all of us have one way or another--this collision between one’s image of oneself and what one actually is always very painful and there are two things you can do about it, you can meet the collision head-on and try and become what you really are or you can retreat and try to remain what you thought you were, which is a fantasy, in which you will certainly perish. (Existe una ilusión sobre Estados Unidos, un mito sobre Estados Unidos al que nos aferramos que no tiene nada que ver con las vidas que llevamos y no creo que haya nadie en este país que lo haya pensado realmente o casi cualquiera que haya estado planteado en contra de él, y casi todos tenemos una u otra forma, esta colisión entre la imagen de uno mismo y lo que uno es en realidad siempre es muy dolorosa y hay dos cosas que puede hacer al respecto, puede enfrentar la colisión de frente e intenta convertirte en lo que realmente eres o puedes retirarte y tratar de seguir siendo lo que pensabas que eras, lo cual es una fantasía, en la que ciertamente perecerás)

Sing!, Sing!, se seguían quejando los amigos vestidos con remera negra y una cruz de lentejuelas rojas en la espalda. Desde unas filas más adelante, un grupo muy nutrido, algunos con trajes de luces, otros lookeados como Madonna en los 80, les pidieron que se callaran y demostraron que se podía bailar con el Amazonas en llamas y los niños en campos de refugiados. Era Madame X; había que ser alegre, disciplinado y obediente.

No fue hasta que empezó a sonar Life is a mystery,/everyone must stand alone/I hear you call my name/And it feels like home y la pantalla la mostró joven y devota que todo fue baile y comunión. Incluso para los reticentes; para mí que pude olvidarme de todo y acordarme de lo mucho que me gusta ella.

(Facebook: Madonna)
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No estoy aquí para ser popular. Estoy aquí para ser libre, dijo a modo de despedida y de síntesis. Las palabras introductorias de I rise se escucharon; aquellas dichas por Emma González, sobreviviente de la masacre de Parkland, con las que desafiaba al gobierno (a Trump) y lo llamaba B.S (bullshit). Luego siguió la Madame con su canto, escaleras abajo por el pasillo, rumbo a la salida. La seguimos con los ojos, las manos en alto, unidos en la idea de que podíamos levantarnos y arreglarlo juntos. No puede haber mejor entretenimiento que la ilusión de salir del teatro detrás de la estrella pop que va a salvar al mundo.

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