Víctor Jara, más que una bandera
La noche no es noche si se escuchan disparos. Es otra cosa. Sin embargo, cuando en las calles de Santiago de Chile se congelan en un silencio momentáneo —un silencio tenebroso y expectante, de segundos apenas—, de pronto, se oye una voz femenina que entona con la fuerza del canto unas palabras vibrantes, clavadas en la memoria.
Te recuerdo, Amanda,
la calle mojada,
corriendo a la fábrica
donde trabajaba Manuel.
Un celular filma desde el balcón de un edificio sin saber de dónde proviene la voz. “Una vecina”, dirán después. La ciudad entera parece oírla cantar, agradecida, en un contexto que sólo muestra violencia y represión. Entonces el canto termina y se escuchan aplausos y vitoreos de todo el barrio. Ver el video colgado en las redes sociales es realmente emocionante. Te conmueve.
La canción no es cualquier canción. La compuso Víctor Jara para su disco Pongo en tus manos abiertas de 1969. Cuatro años después, con el Golpe de Estado contra Salvador Allende, la Junta Militar lo detuvo en la Universidad Técnica del Estado junto a otros profesores y alumnos y lo llevó al Estadio Nacional—hoy es el Estadio Víctor Jara—, entonces convertido en centro clandestino de detención.
Allí fue salvajemente torturado durante cuatro días —lo quemaron con cigarrillos, le rompieron los dedos, le cortaron la lengua y lo sometieron a simulacros de fusilamiento— hasta que finalmente, el 16 de septiembre de 1973, fue asesinado. Su cuerpo tenía 44 balazos cuando lo encontraron, casi tres semanas después.
Compuso muchas canciones. Otra, por ejemplo, es “El derecho de vivir en paz”, de 1971. La escribió contra la intervención estadounidense en la Guerra de Vietnam. Hoy, en el Chile de 2019, resurge con fuerza innovadora. Se reinventa. La cantan los manifestantes en las movilizaciones a lo largo de todo el país, así como sonó el lunes pasado en los altoparlantes del Teatro Municipal de Santiago, cuando comenzó el toque de queda.
Tío Ho, nuestra canción
es fuego de puro amor,
es palomo palomar,
olivo del olivar.
Es el canto universal,
cadena que hará triunfar,
el derecho de vivir en paz.
Ahora, como protesta contra el gobierno de Sebastián Piñera, todos los días a las ocho de la noche, los chilenos prenden sus minicomponentes, computadoras o celulares y le dan play a “El derecho de vivir en paz”. Ya no es sólo una canción. Quizás nunca lo fue. Pero ahora, en medio de esta oleada de violencia institucional, se ha convertido en el himno de la resistencia.
El saldo de la represión permanente
En Chile, el presidente Piñera decretó el estado de emergencia y puso a las fuerzas de seguridad a patrullar las calles. Fue un grito de guerra frente a la escala de protestas ciudadanas. El Presidente se paró frente a las cámaras y dijo lo siguiente: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie”. Diás después pidió perdón por no haber comprendido la magnitud del reclamo y anunció medidas para calmar la insatisfacción.
Sin embargo, las movilizaciones no se detienen y aquel reclamo originario —frenar el aumento del precio del metro de Santiago— se convirtió en una protesta generalizada por una desigualdad estructural que el propio Piñera terminó reconociendo. Habló de “legítimas demandas sociales” a “problemas que se acumulaban desde hace décadas”, con lo cual terminó pidiendo “perdón por esa falta de visión”.
Mientras tanto, el estallido social no se detiene —ayer, hubo una movilización donde se concentró cerca de un millón de personas—; tampoco la represión, que es la respuesta inmediata del Estado.
“Las personas detenidas acusan haber sido víctimas de uso desmedido de la fuerza al momento de la detención, vejaciones injustas a niños/as, malos tratos, golpes en rostros y muslos, torturas, desnudamientos a mujeres, vejaciones sexuales, entre otras vulneraciones”, denunció el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) luego de recorrer manifestaciones y comisarías en todo el país.
Las últimas cifras recopiladas por el INDH muestran lo siguiente: hay 582 heridos, 2840 detenidos y 67 acciones judiciales, entre ellas 12 por violencia sexual. En cuanto a muertos, el Gobierno confirmó que 19 personas perdieron la vida en el marco de las manifestaciones.
Pero detrás de esos fríos datos hay personas que, en pleno siglo XXI, fueron filmados cuando eran víctimas de la “salvaje y cobarde” represión, como la llamó la Asamblea Autoconvocada de Escritoras y Escritores de Argentina. Por eso, frente al hermetismo oficial, las redes sociales funcionan como grietas por donde se filtra la realidad. La más cruda realidad.
Dos ilustradoras en el campo de batalla
En tiempos de cultura viral, sobre todo en un contexto de desesperación —hay denuncias serias contra las fuerzas de seguridad por desaparición de personas, torturas y abusos sexuales—, los ilustradores han puesto el grito en cielo y ya no piensan dar ni un paso atrás.
“Pareciera que es el comienzo de algo aún no definido”, dice la ilustradora Paloma Valdivia. Del otro lado de la Cordillera de los Andes, le cuenta a Infobae Cultura que el pueblo está “más valiente y en movimiento”. Así lo vive y así lo siente. “Chile completo está en las calles y estamos de acuerdo en que necesitamos grandes cambios. No se aguanta el sistema de salud, ni el de pensiones, ni la brecha que hay en educación, ni la inequidad social”.
“Tenemos una serie de emociones encontradas, por un lado una alegría inmensa del movimiento social, emoción de ver un Chile unido pidiendo un país mejor, miedo por lo incierto y rabia por ver vulnerados nuestros derechos de libertad, entre otros. Se ve un futuro complejo pero que sin duda será mejor del que teníamos hasta hoy. No queremos privilegiados, queremos dignidad y justicia para todos por igual”, agrega.
Valdivia señala el peligro de “las respuestas del gobierno y el despliegue militar”: “Si bien ha habido olas de violencia muy fuertes por parte de un grupo reducido de personas, la mayoría de las manifestaciones han sido pacíficas. He marchado cada día y el ánimo de estas reuniones es fraternal y de unión; sin embargo, llegan las fuerzas policiales lanzando bombas lacrimógenas, agua y balines”.
“Si bien tenemos este tipo de situaciones en nuestra memoria, no habíamos tenido acceso a ver tanta violencia por parte de la policía y militares hacia la gente. Es imposible no evocar el golpe del 73 y la dictadura. Van cerca de 20 personas fallecidas, miles de detenidos, rumores de centros de tortura y montajes por parte del gobierno. Se están investigando esas situaciones”.
La voz de Luna Diaz Segovia —más conocida por su firma: Luna Lee—, cuando conversa con Infobae Cultura vía telefónica, es determinante. Narra lo que vive mientras se percibe, por momentos, ese tono de emoción. No lo puede evitar. Así lo siente. “Veo a mi pueblo totalmente unido, con una energía que no he visto nunca. Yo voy a cumplir treinta años, nací en el último año de dictadura. Estoy súper orgullosa de Chile”, comienza diciendo la ilustradora.
“No pertenezco a ningún partido, pero siempre me he informado sobre la historia del país, sobre todo en dictadura. He sido la típica latera, como nos llaman acá, que saca el tema de la dictadura, de la política, de los derechos humanos. Cuando estamos en democracia hacemos que no importan mucho las diferencias, pero si se cruza la línea y se convierte en una dictadura, que es lo que estamos viviendo actualmente, porque la democracia ya se rompió, es cuando uno ve a la gente”, agrega.
Luna Lee es la organizadora del festival Santiago Ilustrado, que se va a realizar entre el 8 y el 10 de noviembre. “Pero lo más probable es que lo tengamos que pasar. Eso me ha tenido muy ocupada. Había estado súper cansada, agotada. Pero desde el viernes tengo una energía que no sé de dónde la he sacado, de levantarme y salir a marchar”.
Además, cuenta una escena que aún la tiene bastante sorprendida: “Vi a un milico todo rojo que estaba llorando. Se han dado muchos casos así: milicos que han bajado sus armas. Siento que es lo que se viene. A ellos también los han estado explotando. Estos días no pueden descansar porque se necesitan en todo el país. Esta situación no da para más”.
“Esto tendría que haber pasado antes —agrega—, pero me alegro que finalmente haya pasado. Creo que Chile va a cambiar drásticamente, porque no vamos a dejar que sea de otra forma, no vamos a parar hasta que todos estos huevones que están gobernando se vayan. Es un momento histórico y estoy tan agradecida de vivirlo a pesar de toda la pena que tengo”.
Arte como respuesta
Frente a este escenario desesperante, el arte ensaya su respuesta. Diferentes manifestaciones culturales en medio de las protestas funcionan como catalizadores de una sociedad que le exige al Gobierno un nuevo horizonte para sus políticas públicas.
Así, se puede ver, por ejemplo, a un muchacho bailando frente a los uniformados “Sissy That Walk”, la famosa canción de la drag queen RuPaul. Lo subió a su cuenta de Insgtagram, @kevinvdes, y rápidamente se viralizó. O también algo más bizarro: alguien disfrazado de dinosaurio corriendo en una manifestación en Viña del Mar mientras todos lo celebran divertidos. Así como también una canción que condensa el estado de situación: “Cacerolazo”, de Ana Tijoux.
Por otro lado, un grupo de más de 170 músicos chilenos escribieron una carta dirigida a Piñera. “Nos mueve el profundo deseo de colaborar en detener esta escalada de violencia y descalificaciones”, dicen, y agregan que “en estas horas de angustia, dolor, violencia, represión y, hay que decirlo, muerte, los artistas tenemos un compromiso con Chile”.
“El dolor de Chile es algo que no se puede seguir ocultando. A Chile le duele la desigualdad, la injusticia, el abuso de unos pocos, la ineptitud del Estado para hacerse cargo, la eterna discusión sobre las causas, sin pasar nunca a las soluciones”, se lee más adelante. Y también exigen unas “disculpas a todo el país por esta falta de oportuna conducción política, que ha llevado a los días más tristes desde que recuperamos la democracia. Demasiado costó recuperarla como para permitir dilapidarla sin luchar”.
Entre los firmantes están Gepe, Quique Neira, C-Funk, Francisca Valenzuela, Gonzalo Yáñez, Angelo Pierattini, Mon Laferte, Camila Moreno, Drefquila, Pablo Ilabaca, Augusto Schuster, el pianista Valentín Trujillo, Princesa Alba, Benjamín Walker, Camila Gallardo, Banda Conmoción, Guachupé, Supernova, Inti-Illimani Histórico, Sonora Barón, Lucybell, Moral Distraída, Quilapayún, Javiera y Los Imposibles y Saiko.
Además, muchos de ellos aparecen en un video que recorrió los distintos portales. “Le decimos al gobierno de Chile: no estamos con ustedes, estamos con la gente y que, por favor, saquen a los milicos de las calles”, expresan más de veinte artistas en el clip que no supera los cinco minutos.
Si el freestyle es el gran movimiento juvenil que sacude a los países de habla hispana, en el Chile de hoy se hizo presente con un video viral. Mientras que la FMS y Urban Roosters hicieron circular un comunicado donde expresan su “repulsa hacia todos los actos de violencia” —como si la violencia fuera una lluvia que nadie la provoca—, Kaiser publicó un video con un claro posicionamiento político.
“Quiero que mi hijo tenga un buen futuro. Parece que Piñera es hermano de Maduro”, improvisa sobre el instrumental este destacado rapero de las batallas de gallos. “Un aplauso para toda mi gente, y ahora formemos asambleas constituyentes”, concluye. No es el único: en las redes sociales se puede ver cómo Teorema y Nitro, sólo por nombrar algunos de los tantos freestylers, se manifiestan constantemente sobre la situación que vive su país.
Kaiser no fue el único. También circuló otro video por las redes sociales de un rapero de 16 años. Se llama Maycol Cortés pero se lo conoce como Flash. “El pueblo está despierto, no te miento. Si al final son ellos los que causaron todo este descontento”, canta este muchacho en las calles de la ciudad portuaria de Antofagasta.
Y la literatura, por supuesto. Son muchos los escritores que hacen largos posteos en Facebook para poner en palabras aquello que los invade. Entre tantos, el novelista y ensayista Rafael Gumucio, que escribió sobre Sebastián Piñera: “Su análisis del mundo, el enfoque gerencial de la política, la que fracasa en el mundo entero. Es su visión de la sociedad y de las relaciones humanas la que está radicalmente equivocada. Esto además se le agrega que es decidido y rápido, lo que solo agrava su mal. Si uno piensa mal es mejor ser ineficiente. Piñera no puede, aunque quiera pensar bien, porque una ideología lo tiene atrapado como su cuerpo en sus camisas”.
Sin más armas que la imagen y la palabra
“Esto es un desahogo artístico”, dice Luna Lee con una convicción estremecedora. “Siempre he sido un individuo bastante politizado, pero mi parte artística siempre ha ido por otro lado. Y con esto me han dado unas ganas de vomitarlo. Y asímismo a muchos artistas gráficos, los músicos también, han hecho algo porque esto te nace. No tenemos más armas para combatir a estos huevones que la imagen y la palabra. Esto es totalmente necesario”.
“Estoy tan orgullosa de Chile —continúa—. Siempre nos vieron como un país sumiso. Siempre hablaban: a los argentinos le suben algo y hacen una marcha e incendian todo, a los franceses también, los peruanos están metiendo presos a sus políticos y en Chile nada. Y pasaba una tras otra cosa. Y ya las últimas cosas fueron las humillaciones de los políticos y senadores casi riéndonos de nosotros. Esto es lo que sembraron ellos mismos”.
En ese mismo sentido, Paloma Valdivia comenta: “Siempre hemos pensado que somos un país más tímido o sin humor, sin embargo el despliegue creativo es algo que ha surgido con fuerza estos días. Tanto de los artistas como de la gente de otras áreas y eso se agradece, calma, nos hace reír o emocionarnos. Le baja densidad a la situación, nos hace reflexionar desde otro ángulo”.
Ambas ilustradores le confían a Infobae Cultura su emoción por todo lo que han estado viendo en las calles y en las redes. “Mi sensación en este momento es que al igual que como los bosques se comunican por debajo de la tierra, se mandan información y se ponen de acuerdo, Chile logró unirse y crear por primera vez esta conexión tácita. No queremos perderla”, concluye Valdivia.
Al fin de cuentas, no exigen demasiado. No más ni menos que aquello que cantaba Víctor Jara con dulzura y determinación: el derecho de vivir en paz.
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