Celos, traición y grandes villanos en “Succession”, una fascinante radiografía del corazón de los millonarios

¿Qué clase de imán tiene esta serie que se volvió irresistible para millones de espectadores? Cuando la familia es una empresa y la empresa, una familia, aparecen los problemas. De eso se trata esta producción de HBO, con personajes magnéticos que protagonizan un concurso de inolvidables malvados y sus encarnizadas luchas por el poder

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La familia de Logan Roy
La familia de Logan Roy

"La familia es un nido de perversiones", se atrevió a decir Simone de Beauvoir. Succession, la serie estrella de HBO creada por Jesse Armstrong, ilustra con una tormenta de postales incómodas la frase cruda de la escritora y filósofa francesa. Con una primera temporada estrenada en 2018, el oscuro retrato del imperio de Logan Roy, interpretado por el imponente actor británico Brian Cox, desnuda de un tirón violento las miserias que rodean a los cuatro herederos de este multimillonario dueño de Waystar Royco. "Una familia que abarca cuatro continentes, cincuenta países y tres divisiones: entretenimiento, noticias y resorts. Todas trabajan en conjunto para generar una red que impulse al mundo hacia la próxima aventura", anuncia el spot institucional de Waystar, avisándole al espectador que no hay una línea que separe a la empresa de esta excéntrica familia. La familia es una empresa, y la empresa una familia. Los caprichos de Logan Roy en cada junta de accionistas pueden cambiar el rumbo social, económico y político de un país entero, al igual que una pelea entre padre e hijos.

Logan y sus gestos de
Logan y sus gestos de amor a Kendall

La llegada del cumpleaños número ochenta de Logan Roy promete el anuncio de su retiro y el nombramiento del elegido o elegida para sucederlo en el trono de compañía. La celebración de la octava década de vida del escocés que creció siendo pobre en un pueblo de Quebec y hoy es amigo de primeros ministros y presidentes es la excusa perfecta para recorrer su trayectoria como empresario e individuo. Y, también, la forma más astuta de exponer cómo se vincula cada personaje principal, secundario o aparentemente irrelevante con ese hombre imponente que parece tenerlo todo.

“Succession” , una serie que
“Succession” , una serie que pone el acento en la lucha por el poder y en el amor por un padre

El piloto de Succession, dirigido por el famoso cineasta Adam McKay, podría ser considerado una película. Una película notable. En solo el primer episodio las raíces de Logan Roy, su carácter cascarrabias y la historia de su fortuna se revela con la delicadeza de un truco de cartas, sin necesidad de romper la cuarta pared para lanzarle una biografía al espectador o recurriendo a flashbacks. Cuando el rostro de Kendall Roy (Jeremy Strong) aparece en la portada de la revista Forbes como el esperado sucesor, y todo está preparado para que se dé ese gran paso, Logan decide no jubilarse y quedarse en la cabecera de la extensa mesa de juntas varios años más. Así comienza esta tragedia que, en vez de carruajes y corsets entallados, tiene helicópteros y prendas de corte exclusivo. 

Muchísimos años antes de crear a la familia Roy, Jesse Armstrong dio sus primeros pasos como guionista en una serie inglesa de culto: Peep Show (2003-2015). Una sitcom que dibujaba con humor negro de alto voltaje la convivencia entre dos roommates, Mark y Jeremy. La cámara subjetiva y una voz en off revelaba los pensamientos banales y egoístas de los personajes, mostrando de forma salvaje el costado menos feliz de la amistad. Armstrong, como Adam McKay (director de El reportero: La leyenda de Ron Burgundy, Talladega Nights: La balada de Ricky Bobby y Dos policías de repuesto), vienen de la comedia, y ambos optaron en determinado momento por meterse en el territorio del periodismo político.

Tom y Greg, los advenedizos
Tom y Greg, los advenedizos

El guionista inglés escribió la serie The Thick of It (2005-2012), una sátira acerca del funcionamiento del Ministerio de Asuntos Sociales y Ciudadanía, creada por el productor escocés Armando Ianucci. El mismo que lo llamaría para trabajar en HBO guionando los primeros episodios de Veep (2012-2019), la comedia protagonizada por Julia Louis-Dreyfus que nos permitió espiar el escenario burocrático y la ineptitud que rodea a la Vicepresidenta de Estados Unidos y a sus asistentes.

“Veep”, la comedia protagonizada por
“Veep”, la comedia protagonizada por Julia Louis-Dreyfus

Adam McKay se hizo famoso por ser uno de los directores fundamentales de la Nueva Comedia Americana, y, sin abandonar el tono que lo caracteriza, en los últimos años dio un giro a su carrera al dirigir La gran apuesta (2015) y El Vicepresidente: Más allá del poder (2018). Dos películas con una profunda investigación periodística, y una posición política tomada, y enfatizada por una voz en off. La primera sobre la crisis económica de Estados Unidos en 2008 que impactó al sistema financiero global, y El vicepresidente: Más allá del poder, acerca del camino que realizó Dick Cheney que fue de un tímido burócrata de Washington hasta convertirse en uno de los hombres más poderosos del mundo: un vicepresidente de los Estados Unidos dirigiendo el mandato de George W. Bush.

Connor y Logan Roy
Connor y Logan Roy

Se trata de largometrajes que coinciden en un punto central: ambos viajan al pasado para indagar sobre cómo esos hechos son responsables de la situación económica, social y política actual. Jesse Armstrong no dudó en buscar a Adam McKay para presentarle el proyecto de Succession, sin saber que cuando la serie ya estuviera al aire Disney absorbería Fox y Comcast adquiriría una participación mayoritaria de Sky, hechos que resuenan en cada capítulo. Fanáticos de la cámara inquieta, fusionaron sus distintos humores para darle forma a una obra dramática que no se sostiene con chistes sino a partir de entender la comedia como parte de la vida. La única forma de sobrevivir a la tragedia. 

Una familia muy normal

Una filmación casera que muestra a un padre y a un hijo en una celebración pomposa. Logan abrazando orgulloso a un pequeño Kendall dentro de un mini traje color ocre. Una recepción donde los platos desfilan en las manos de una multitud de sirvientes. El contraste del Nueva York del pasado y el presente a través de la textura de la imagen. El ayer de unos niños paseando en un enorme elefante que hoy, adultos, pueden suceder al gran magnate de los medios. Los créditos iniciales ya nos invitan a ingresar a la excéntrica intimidad de una familia que se traslada con choferes y ostentan más empresas que la que ellos mismos recuerdan. El solo de piano elegante y cortesano de Nicholas Britell se monta sobre la base hip-hopera que provee una caja de ritmos. Es la música que le hubiera gustado a la familia Roy que le compongan, pero perturbada y distorsionada por la afición de Kendall al beat eléctrico. La composición de Britell (creador de la banda sonora de La gran apuesta y El Vicepresidente: Más allá del poder) envuelve en sus diferentes variaciones a cada uno de los episodios, como si fuera una alfombra roja que se despliega con la pisada de los principales personajes. 

Adam McKay dirigiendo “Succession”
Adam McKay dirigiendo “Succession”

¿Que imán tiene la serie producida por Adam McKay y Will Ferrell, que se volvió irresistible para millones de espectadores que están muy lejos de ese 1% que representa la familia Roy? Es la construcción de personajes, que por muy desagradables que sean no dejan de ser fascinantes. Un concurso de villanías y actitudes inmorales, tanta maldad concentrada en una sola mansión o castillo que no hay espacio para un mínimo pensamiento benevolente fugaz. Succession es una posible versión moderna del Rey Lear, y como en la obra donde un padre anciano pone a prueba a sus hijas para elegir la adecuada para continuar su mando, una de las líneas escritas por Shakespeare desnuda la esencia de esta serie: "Los seres perversos parecen hermosos al lado de otros más perversos: no ser lo peor también tiene mérito".

Alan Ruck, Kieran Culkin y
Alan Ruck, Kieran Culkin y Sarah Snook

La segunda razón de tanta atracción inmediata reside en las discusiones épicas entre padre e hijos, hermanos y matrimonios. Porque no importa que viajen en aviones privados y compren casas como naranjas: los conflictos familiares atraviesan las clases sociales. No hay distancia entre los Roy y cualquier familia cuando hablamos de celos, envidia, traición, miedo y cobardía. Varían las recompensas, pero el sentimiento de enojo o angustia es el mismo. Y Succession es una obra acerca de la moral y el poder, pero también sobre la desilusión. Logan desea tener un sucesor para sentirse más aliviado pero sus hijos le demuestran que ninguno está capacitado para estar a su altura. 

Adam mcKay y Will Ferrell
Adam mcKay y Will Ferrell

El dolor de ese padre que no puede entregar su corona se confirma en un partido de béisbol, ese mismo día que le rompió el corazón a Kendall al informarle que nadie le sucederá ni hoy ni mañana. Logan hace jugar a sus hijos en una cancha propia, observando cómo se comporta cada uno de sus herederos. La desilusión más indigerible llega al ser testigo de cómo su hijo Roman (Kieran Culkin) le propone a un niño humilde, como divertimento humillante, regalarle un cheque de un millón de dólares si logra batear un jonrón. Cheque que rompe en pedazos cuando el chico no logra ganar la jugada. En Succession podrán ser todos malos, pero Logan es el único que no nació en cuna de oro, y su pasado de necesidades, el esfuerzo que hizo para salir de la pobreza, lo diferencia en no pocos valores de sus hijos. Esa concepción del mundo tan alejada de su descendencia es la tensión protagonista del relato. La mirada más cercana a la realidad, a conocer el precio de un litro de leche, de algún modo nos hace simpatizar con Logan. Su gran castigo es que no puede confiar en sus propios hijos, ni en nadie. Salvo, al parecer, en Marcia (Hiam Abbass), su tercera esposa, a quien quiere agregar a los papeles del fideicomiso, pero sus hijos se niegan a firmar en la fiesta de cumpleaños de Logan. El cúmulo de penas y tensiones confluye en el colapso del enorme rey: Logan se desvanece a causa de un derrame cerebral. Una sumatoria de hechos dramáticos que podría ser una serie completa, sin embargo solo pertenecen al episodio piloto. La gran tragedia de Logan Roy es haber criado hijos débiles. Ese padre puede perdonarlo todo, incluso una traición, pero jamás un atisbo de fragilidad. 

Lucha en el oro

Después de una exitosa primera temporada, el 12 de agosto se estrenó la esperada segunda, que sigue en curso. Diez nuevos capítulos de unos sesenta minutos cada uno donde la pelea no cesa pero cambian las estrategias. La primera temporada ponía el foco en la alianza de los cuatro hermanos para sacar al padre del poder, y asegurarse de que Marcia no tuviera ni voz ni voto en la compañía. Logan Roy sintió la traición por la espalda de su propia sangre, salvo de su hermano, Ewan (James Cromwell), quien, a pesar de odiarlo a muerte, viaja de Canadá a Nueva York para defenderlo y evitar que le arranquen la compañía que construyó durante toda su vida.

"Mi hermano es un ex escocés, ex canadiense, ex humano, pero aún es mi hermano", le dice con desprecio Ewan a su sobrino Kendall, cuando este intenta convencerlo para que apoye su moción de censura contra Logan. La incógnita que rodeaba la primera temporada era si Succession es una serie sobre situaciones o una serie acerca de personajes. La segunda temporada confirma la segunda teoría, dejándonos claro que, si bien el guión suele anticipar los grandes eventos, el peso de la sorpresa descansa en los gestos inesperados de algunos personajes. En una historia donde lo que está en juego es monumental, son los pequeños gestos aquellos que pueden hacer la diferencia para calmar la tormenta, o para desatar una nueva y más voraz. Incluso Logan Roy, a quien el senador electo Gil Eavis describe como la peor persona que haya existido, puede tener una actitud compasiva entre tanta codicia, crueldad y sed de venganza. Cuando su hijo Roman le rompe el cheque en la cara al niño en la cancha de béisbol, en el capítulo piloto de la primera temporada, Logan le hace llegar a esa familia uno de los relojes más caros del mundo, un Patek Philippe que su yerno le acaba de obsequiar. 

La segunda temporada deja atrás la alianza entre hermanos para derrocar al padre. Logan Roy, en un cambio astuto de estrategia, se las ingenia para enfrentar a sus hijos asegurándose de este modo que no vuelvan a unir fuerzas contra él. Sin escrúpulos, Logan hace sentir a cada uno de sus herederos, de distinta manera, que puede llegar a ser el elegido. A veces a partir de la palabra y otras veces con lenguaje corporal: apoyando sus manos sobre los hombros de Kendall o dedicándole una sonrisa cómplice a su única hija mujer, Shiv (Sarah Snook). El enfrentamiento entre hermanos es clave en la nueva temporada: si la traición antes pasaba por el cuerpo de Logan, ahora sucede a las espaldas de sus posibles sucesores. Sacando a la superficie lo peor de cada uno. El poder no conoce de ética ni moral. Y ya lo decía Pedro Calderón de la Barca: "A quien aspira a reinar cada hermano es un estorbo".

Los créditos de la segunda temporada parecen ser iguales a los de la primera, pero no lo son. Hay sutiles diferencias que reflejan el escenario de los nuevos episodios: en la presentación de 2018 la primera imagen de la filmación casera era la de un padre apoyando su mano sobre el hombro de su hijo. Es Logan eligiendo su futuro sucesor, Kendall. La primera imagen de la presentación de 2019 es de esa misma filmación casera, pero esta vez la cámara muestra a los cuatro hermanos niños. Porque la historia ya no es sobre la rivalidad entre el padre todopoderoso y el hijo que quiere cortarle la cabeza sino entre cuatro hermanos que se arrancan los ojos por sentarse en el trono.

“Succession” es también una gran
“Succession” es también una gran competencia entre hermanos

Anatomía de un millonario

Succession nos abre la puerta de fastuosas propiedades, de escenarios exclusivos, de veladas con vajilla de plata, sin embargo, la serie creada por Jesse Armstrong es una obra de puros detalles. Esa mirada puntillosa es la que convierte al programa en una serie tan rigurosa como conmovedora. ¿Qué se le regala a un hombre que lo tiene todo? ¿Cómo congraciarse con una persona como Logan Roy? Los guionistas, entre los que se destacan Mark Mylod, Andrij Parekh y Miguel Arteta, no miran de afuera a los códigos de una familia millonaria. Describen el interior de cada escena de una forma precisa: a un hombre acaudalado no se le obsequia un reloj suizo de lujo que bien tiene o se puede comprar, se le regala un canasto de frutas o una mermelada casera. Aquello que no tiene precio.

Jesse Armstrong junto a Adam McKay y Will Ferrell no buscan dibujar una caricatura del jet set, pretenden acercarse al mayor realismo y es ahí donde la serie funciona como un reloj Patek Philippe. Para entender el modo de vida y dinámica familiar de un multimillonario, el creador y el equipo de guionistas estudiaron a diferentes hombres de poder y compañías que mueven la economía del planeta: el australiano Rupert Murdoch (amo del imperio mediático News Corporation) y sus conocidas disputas familiares, el magnate de los medios británicos Robert Maxwell (quien fue fundador, presidente y CEO de Maxwell Communications Corporation y propietario de Mirror Group Newspapers), el longevo de 96 años Sumner Redstone (dueño de la mayoría de CBS Corporation y Viacom), la familia Roberts, grupo que controla Comcast: el gigante estadounidense de televisión por cable que posee NBC.

Shiv, la hija mujer de
Shiv, la hija mujer de Logan Roy

Un retrato de la sed por hacer crecer el conglomerado de medios de comunicación, sorteando las leyes de monopolio, en una sola familia, tal como ambiciona y se acerca Logan Roy. Pero de quien más se nutrieron fue del reinado de Michael Eisner en Walt Disney Company, quien se subió a bordo en 1984, de la mano del sobrino de Walt, con la promesa de levantar la compañía de su importante caída. James B. Stewart escribió en 2005 el libro Disney War donde narra las batallas titánicas, traiciones y venganzas entre Eisner, Michael Ovitz (uno de los representantes más importantes y reconocidos de Hollywood) y Jeffrey Katzenberg (quien más tarde cofundó DreamWorks SKG con Steven Spielberg y David Geffen). Por eso el primer capítulo comienza en un parque de atracciones con un personaje, Greg el sobrino nieto de Logan, vestido como la mascota de Waystar Royco, que recuerda bastante al perro Pluto. 

Rupert Murdoch e hijos: Logan
Rupert Murdoch e hijos: Logan con Kendall y Rom

La caricatura en Succession solo aparece con aquellos personajes que quieren comportarse como ricos cuando no lo son. Greg (Nicholas Braun) y Tom (Matthew Macfadyen) están fuera de la familia y harán lo que sea para ser parte de la mesa y fortuna Roy. Es a través de ellos donde se define la diferencia entre quien es rico y quien usa un disfraz para aparentar, desconociendo por completo los códigos más básicos. Cuando Tom quiere enseñarle a Greg cómo es la vida de millonario lo lleva a comer a un restaurante tan exclusivo que, en su menú, no exhibe los precios de los vinos de tan caros que son. En esa inolvidable cena, Tom le hace comer al humilde e ingenuo Greg un pájaro cantor entero frito para explicarle lo que es el sabor refinado. "Es un privilegio y es ilegal". Logan Roy jamás comería ese pájaro frito. "Te diré la verdad sobre ser rico: es como ser superhéroe, pero mejor. Haces lo que quieres, eres intocable. Usas un disfraz pero diseñado por Armani, y no te hace ver como un patán", le dice Tom a su asistente Greg. Tom podría ser un personaje de Will Ferrell en las comedias más explosivas de Adam McKay: un poco de Allen Gamble fusionado con Brennan Huff. En el vínculo entre Greg y Tom se condensa una idea que envuelve a toda la serie: salvo Logan Roy, cada personaje se relaciona con otro por considerarlo más tonto solo para sentirse más inteligente. O menos idiota. 

Rey delante y detrás de cámara

Brian Cox fue el caníbal Hannibal (Lecter). Lexter (Manhunter, 1986), quiso destruir a los mutantes bajo la piel de William Stryker (X-Men 2, 2003), interpretó al famoso y polémico guionista Robert McKee (El ladrón de orquídeas, 2002) y al líder militar alemán y miembro del Partido Nazi Hermann Göring (Núremberg, 2000). Pero el actor escocés es también un actor de teatro, tan amante de Shakespeare que le puso el cuerpo a Tito Andrónico y al Rey Lear. En Succession se aleja del general romano y toma mucho de su experiencia de entonar los parlamentos del legendario soberano de Bretaña. Lear, como Roy, son personajes que no son lo que parecen, y, sin embargo, son exactamente eso que se ve. Esa paradoja es lo que los vuelve irresistibles.

Cox les hizo solo una pregunta para comprender y construir a su personaje: “¿Logan Roy ama a sus hijos?”. Armstrong y McKay le respondieron que sí. “Es todo lo que necesito saber”, les respondió.

Brian Cox, con 73 años, hace un trabajo físico muy intenso al interpretar a Logan Roy. La transformación corporal que hace, de manera muy paulatina, al irse recuperando de su derrame cerebral es tan sutil que puede ser imperceptible en un ojo distraído. Sin embargo, en esa fortaleza que gana episodio a episodio, pasando del andador al bastón, de estar encorvado a pararse derecho, habita el proceso que hace el personaje por dentro para no dejarse vencer por sus oponentes, ya sean sus hijos o algún enemigo del libre mercado. En ese rostro añejo con la piel repleta de extrañas marcas, que parece no inmutarse por nada, una ceja alzada puede derribar a un ejército completo. 

La mirada misteriosa de Brian
La mirada misteriosa de Brian Cox como Logan Roy en “Succession”

Es tan mayestática la presencia y actuación de Cox que cuando Jesse Armstrong y Adam McKay se reunieron con él por primera vez tuvieron que rehacer el guion. Logan Roy iba a morir en la primera temporada, pero al conocerlo se dieron cuenta que Cox era tan indispensable para Succession, como Roy para Waystar Royco. En esa reunión, Cox les hizo solo una pregunta para comprender y construir a su personaje: "¿Logan Roy ama a sus hijos?". Armstrong y McKay le respondieron que sí. "Es todo lo que necesito saber", les respondió. Con esa afirmación, Cox, en los zapatos de Logan, demuestra su amor de manera misteriosa: protegiendo a Kendall al tapar con servilletas sus graves errores o regalándole un canal de televisión para tenerlo contento un rato. Sin abrazos, a veces un apretón en el brazo puede significar que, sin importar que lo traicionen, él lo seguirá queriendo porque es su hijo, a pesar de su debilidad.

Logan Roy parece tenerlo todo, pero justo lo que no tiene es lo que más desea: un sucesor que esté a su altura. Con toda su miseria y perversidad, los cuatro hermanos en el fondo solo quieren agigantar a su padre, aunque a veces anhelen su muerte. Es tan intenso lo que sienten por ese hombre que mueve los hilos del poder que la distancia entre amor y odio es menor al porcentaje de inocencia de Logan Roy. Los cuatro hijos no luchan por convertirse en el Presidente de la compañía, lo que más les importa, aunque no estén tan enterados, es ser el preferido de su padre. Como niños que necesitan la mirada de aprobación de su progenitor para sentir que son amados. Y el problema es que no hay meta más inalcanzable que esa, porque Logan Roy solo puede admirarse a sí mismo. La razón de su mayor fortuna y desdicha. Solo el tiempo dirá si se transformarán en su sombra o reflejo. Lo único seguro es que a Logan Roy le quedan muchas desilusiones que atravesar. Como dijo el Rey Lear: "Tener un hijo ingrato duele más que un colmillo de serpiente". 

 

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