Semanas antes de su muerte el 21 de abril de 2016, Prince anunció que trabajaba con el escritor Dan Piepenbring en un libro con textos, fotos, manuscritos de canciones y recortes: su relato íntimo de cómo se convirtió en la leyenda que era.
Sin permitir que su historia de vida robara el misterio a su personaje, se proponía compartir las emociones, las ideas y las experiencias del mundo que lo habían llevado a crear su visión artística y sostenerla antes de que la fama lo definiera.
Esa autobiografía quedó, como su música, trunca cuando Prince, que sufría de adicción a los opiáceos, fue hallado muerto en su casa, horas después de haber colapsado cerca de un ascensor por pastillas de Vicodin adulteradas con fentanilo, a los 57 años. Ahora tras el lanzamiento de canciones inéditas, el EP Deliverance, y los álbumes Piano & A Microphone 1983 y Originals, el libro The Beautiful Ones —como su canción, la que dice "The beautiful ones, they hurt you every time"— se publicará el 29 de octubre.
Sólo la primera parte es, en realidad, una memoria en el sentido estricto del género: su prosa lírica recorre el mundo de su infancia. La segunda parte es una suerte de álbum de recortes —fotos, manuscritos, notas— de sus primeros años como músico, antes de la salida de For You, su primer disco, en 1978.
La tercera, de fotos, sigue todos los años siguientes, y la cuarta, "su tratamiento manuscrito original de Purple Rain, la etapa final en la autocreación de Prince, en la cual repite el relato autobiográico de las tres primeras partes como una travesía heroica", según Penguin Random House, que publicará el libro de 288 páginas en su sello Spiegel & Grau.
Piepenbring —quien agregó una introducción al volumen— contó en un extenso artículo en The New Yorker cómo fue su colaboración con la leyenda, y el final que no previó. "Prince siempre había encarnado dualidades. He aquí una más: me había dicho que estaba bien, y no estaba bien", escribió. "No puedo decepcionarme porque haya ocultado su dolor. Él vivía según sus propias reglas. Esperar otra cosa de él hubiera sido creer en la magia".
Prince solía leer las reseñas de sus shows que los fans hacían en las redes y en sus blogs. En alguna ocasión pensó en que alguna de esas personas a las que él había inspirado para que escribieran podrían inspirarlo a él. Pero los editores de los tres sellos que participaron de una subasta informal por The Beautiful Ones se negaron. Negociaron que le encontrarían "un socio de improvisación" probado pero joven. Piepenbring fue uno de los dos finalistas.
¿Cómo imaginaba Prince que sería su autobiografía? Lo explicó una noche ante los tres editores, en Paisley Park, su casa en Chanhassen, Minnesota. "Desde que tenía memoria, dijo al grupo, había compuesto música para imaginarse, y reimaginarse. Ser un artista era una evolución constante. Desde el vamos había comprendido el misterio inherente a este proceso. 'Hay un motivo para que exista la palabra misterio', dijo. 'Tiene un propósito'. El libro acertado agregaría nuevas capas a su misterio, aun si eliminaba otras".
Como si ofreciera una guía formal, sólo agregó: "Tiene que ser el libro musical más grande de todos los tiempos".
El 19 de enero el equipo de Prince envió un mensaje a los dos escritores finalistas: debían enviar al artista un recuento personal sobre su relación con la música que él hacía y una síntesis de por qué creían que podían participar en el libro. Piepenbring envió el suyo a las 8:30 de la noche, y un minuto más tarde estaba arrepentido del contenido. Pero a las 2:23 de la madrugada recibió un correo con una invitación a Minnesota.
En la reunión de trabajo, que resultó una comida tras la caída del sol, P —"como muchos lo llamaban en la Paisleyfera"— le pidió que leyera ese texto. Piepenbring se aclaró la voz, respiró y dijo, mirando la pantalla de su teléfono:
—"Cuando escucho a Prince, siento que estoy violando la ley".
—Bien, permíteme que te detenga aquí mismo. ¿Por qué escribiste eso? La música que hago no es como violar la ley, me parece. Yo compongo en armonía. Siempre he vivido en armonía. Así —dijo, y con un movimiento del brazo abarcó la sala—. Ciertas palabras no me describen. Alquimia. Magia. El funk es lo opuesto de la magia. El funk tiene reglas.
Después de eso, Piepenbring pensó que no sería el elegido. También Prince lo pensó. Pero algunas conversaciones sobre cómo la industria discográfica había tomado el modelo de la industria editorial para dominar a los artistas lo convencieron. En el caso de los músicos, las compañías han llegado a retener la propiedad de sus grabaciones originales: por ese motivo Prince rompió con Warner y cambió su nombre por un símbolo impronunciable.
"Dijo que hacer música, grabar álbumes, era un ciclo terminado. 'Estoy harto de tocar la guitarra, al menos por ahora. Me gusta el piano, pero odio la idea de la guitarra'. Lo que realmente quería hacer era escribir", contó Piepenbring. "De hecho, tenía tantas ideas para su libro que no sabía por dónde empezar. Quizá se quería concentrar en escenas del comienzo de su vida, yuxtapuestas con momentos del presente. O quizá quería hacer todo un libro sobre los mecanismos internos de la industria musical. O quizá debería escribir sobre su madre: había estado tratando de articular su papel en su vida. Se preguntaba qué tenían en común la escritura de un libro y la creación de un álbum. Quería conocer las reglas, así podía saber cuándo desobedecerlas".
El racismo sería otra cuestión de importancia en el libro. Y el sentido de la música: "La música sana. Escribe eso primero —le dijo Prince—. La música da cohesión a todo".
También la política del presente: "El manantial. ¿Lo leíste?", le preguntó Prince. "Necesitamos un libro que les hable a los aristócratas, no sólo a los fans. Tenemos que desmantelar El manantial ladrillo por ladrillo. Es como la biblia de los aristócratas. Es un compuesto de problemas. Básicamente lo que quieren es eliminar el paraíso. Deberíamos atacar la idea entera de supremacía".
El libro también podría ser un manual para la comunidad de los artistas, envuelto en el formato de la autobiografía. "Debería enseñarles que lo que uno crea le pertenece", explicó. "Conserva lo que haces. Me quedé en Minneapolis porque Minneapolis me hizo. Hay que devolver. Mi papá vino a Minneapolis de Cotton Valley, en Louisiana. Aprendió en las condiciones más duras lo que significa controlar lo que uno posee".
The Beautiful Ones también podía llevar la página del pasaporte de Prince, "con todo y los datos". Prince la había tuiteado poco antes. "Tenemos que hacer que esto sea un poco loco", le dijo. "De hermano a hermano, te digo: es bueno ser polémico".
PRINCE ROGERS NELSON::PASSPORT PICTURE 2/11/16 pic.twitter.com/lgdLCXQ9y2
— Prince (@prnlegacy) February 11, 2016
El libro podía tomar caminos muy distintos. "Me enganchaste con la cuestión de la industria, pero todavía pienso en escribir sobre mi madre", se despidió Prince.
Sin mayor formalidad, Piepenbring recibió una invitación a Melbourne, porque Prince presentaba en Australia su show Piano & A Microphone, solo en el escenario, en febrero. "Será como verme dar a luz una nueva galaxia cada noche", lo describió a The Sydney Morning Herald.
En el hotel recibió una llamada de Peter Bravestrong, el seudónimo de preferencia de Prince para sus viajes: "Tengo mucho material para mostrarte", le dijo.
"La letra de Prince era hermosa, con una fluidez que sugería que brotaba de él casi involuntariamente. También era casi ilegible. Aun en el manuscrito usaba su estilo personal, ese precursor idiosincrásico de la escritura en mensajes de texto que perfeccionó en los '80s: Eye en lugar de I [yo], U en lugar de you [tú], R en lugar de are [eres, son]. Las páginas eran cálidas, divertidas, bien observadas, elocuentes y asombrosamente centradas en su tema".
Había escrito sobre su infancia y su adolescencia en Minneapolis. Y, sí, sobre su madre: "¿Has visto cómo puedes darte cuenta de que alguien está sonriendo sólo con mirar a sus ojos? Así era con los ojos de mi madre. A veces ella los entrecerraba como si estuviera a punto de decirte un secreto. Luego descubrí que mi madre tenía un montón de secretos".
Las camisas que usaba su padre —y la que él más admiraba—; la manera en que sus padres se superaban el uno al otro en elegancia; su separación, cuando Prince tenía siete años. Su primer beso, con una niña de su barrio. La epilepsia que sufrió en sus primeros años. La primera vez que vio una película para mayores de 18 años. Y comentarios intercalados sobre la música: "Una buena balada siempre debería crear un clima para hacer el amor".
Piepenbring citó un fragmento del día en que Prince convenció a su padre de que lo llevara a ver el documental Woodstock, un domingo a la salida de la iglesia. El padre era un músico tan bueno que él sentía que nunca podría ser así, y John Lewis Nelson le reforzaba esa inferioridad. Escribió Prince:
"Esa noche cambiaron las vidas de mi padre y la mía. El vínculo que cementamos esa misma noche me permitió saber que siempre habría alguien en mi esquina del cuadrilátero cuando se tratara de mi pasión. Mi padre comprendió esa noche lo que la música realmente significaba para mí. Desde ese momento, nunca más me habló de manera condescendiente".
Durante sus encuentros en Melbourne y en Nueva York avanzaron con el trabajo; Prince, mientras tanto, negociaba con la editorial que se reservaría el derecho de retirar el libro del mercado en cualquier punto del futuro si sentía que ya no lo reflejaba. En la fiesta durante la cual se anunció la publicación, en un momento sonó "Bad". Prince le dijo a Piepenbring que le hiciera acordar que le contara sobre la vez en que había estado a punto de trabajar con Michael Jackson. "Tiene que haber algunas bombas en este libro", dijo.
—Bueno, entonces lo que hacemos es… ¿estás libre en una semana, digamos? Nos juntamos donde estemos tocando, y realmente comenzamos a trabajar —le dijo Prince.
Pero Piepenbring ya no volvería a verlo.
Pasaron dos semanas sin novedades. A comienzos de abril uno de los colaboradores del artista le pidió si le podía enviar sus apuntes. El escritor lo hizo. Entonces Prince pospuso un concierto en Atlanta; Piepenbring se preocupó, retrospectivamente, por las demoras.
Días más tarde, la prensa dijo que el avión de Prince había tenido que hacer un aterrizaje de emergencia para hospitalizar al músico en Moline, Illinois. Se habló de síntomas graves de gripe. Horas después de firmar su propia alta, desde su casa, Prince tuiteó que escuchaba su canción "Controversy", cuya letra comienza con la frase "No puedo creer todas las cosas que dice la gente".
El escritor pensó que el subtexto era claro: Prince estaba bien. Entonces, el domingo 17, Prince lo llamó: "Quería decirte que estoy bien, a pesar de lo que la prensa quisiera que creyeras". Su voz sonaba ronca, como si se estuviera recuperando de un resfrío fuerte.
Pero Prince no estaba bien, y murió cuatro días más tarde, cuando la primavera llegaba a Minnesota.
Piepenbring citó a uno de los allegados del artista, que le dijo a la policía que luego del primer show en Atlanta había estado durmiendo mucho y que le había dicho que lo disfrutaba, que la vigilia le resultaba "increíblemente aburrida".
El escritor pensó que ese no era el Prince que él había conocido. Entonces recordó algo que había dicho en el primer Piano & a Microphone: "Soñar me gusta ahora más que antes. Algunos de mis amigos han muerto, y los veo en mis sueños. Es como si estuvieran aquí, y a veces los sueños son exactamente como la vigilia".
En lugar de una recapitulación de la vida de Prince, Piepenbring terminó por trabajar en una especie de tributo a sus días y su obra, un homenaje a la vez surcado por la propia voz del músico, por sus tesoros personales y por el sentimiento de interrupción que dejó su muerte.
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