Venecia, enviado especial. Es una tarde de 28 grados a la sombra y los asistentes al Festival de Cine de Venecia buscan resguardo. Desperdigados en grupos alrededor de la sede principal en Lido, no se habla sobre los estrenos ni sobre la participación de alguna figura en particular. Solo se habla sobre la ausencia -lógica- de Román Polanski, pese a que su última película se presenta en competencia.
Y si bien el tema de esa ausencia-presencia ya estaba planteada en los días previos, lo que provocó revuelo fueron las declaraciones de la presidenta del jurado principal, la argentina Lucrecia Martel, acerca de su no asistencia a la gala de presentación de El oficial y el espía (basada en el célebre caso Dreyfus) en solidaridad con las mujeres de su país que atraviesan situaciones similares: "No voy a asistir a la gala de Polanski porque represento a muchas mujeres que estamos luchando en Argentina por cuestiones como ésta, no deseo ponerme de pie y aplaudir", dijo durante una rueda de prensa. Es que Polanski sigue siendo requerido por la Justicia de Estados Unidos por la violación de una menor en 1977, lo que le generó la expulsión del ente que organiza los Oscar. Samantha Geimer acusó a Polanski de haberla violado cuando ella tenía 13 años y él 43. En una serie de idas y vueltas con su testimonio, ante el temor a terminar en prisión, el director abandonó Estados Unidos. Años después, si bien confirmó que fue violada por él, Geimer hizo público su perdón a Polanski. Como el caso está pendiente, él no viaja ni a EE.UU. ni a ningún país que pueda extraditarlo.
El primer desnudo
Pero las polémicas en Venecia no siempre fueron de este tenor, lo que refleja un cambio de época sobre lo que realmente importa de ser debatido. La noche anterior a la apertura, por ejemplo, se proyectó una versión restaurada de Extase (Éxtasis), filme que incluyó el primer desnudo integral de la historia cinematográfica y que se estrenó en este mismo espacio pero 82 años atrás.
"Éxtasis" y el primer desnudo en el cine
La cinta, escrita y dirigida por el checo Gustav Machatý y protagonizada por la hermosa Hedy Lamarr -quien por entonces de llamaba Hedy Kiesler-, se convirtió así en el puntapié inicial de la 76ta. edición de la Mostra, que a lo largo de su historia fue escenario de diferentes escándalos, antes relacionados a la presencia del sexo en la pantalla. En la actualidad, los problemas ya no están relacionados con el modo en que una obra confronta la moral de una época, sino que el debate está puesto en la participación de directores como Polanski o Nate Parker, señalado como partícipe de una violación cuando estudiaba en la universidad.
El filme de Machatý cuenta una historia que tiene paralelismos con Adán y Eva y es una versión restaurada digitalmente en 4K por la Filmoteca de Praga (Národní Filmonvý), que ha requerido una reconstrucción del original en lengua checa, del cual no se había conservado ninguna copia.
Una joven veinteañera es esposada por un anciano terrateniente que la somete al más absoluto desdén, pero entonces conoce a quien se convertirá en su joven amante, con quien acaba fugándose. En su escena más famosa, Eva se baña completamente desnuda en un lago, y en otra imagen se ve a los jóvenes haciendo el amor, con primeros planos de sus rostros que culminan con un orgasmo.
El filme se presentó en su momento en el famoso hotel Excelsior, en el Lido, la isla donde se desarrolla el festival y escandalizó a una sociedad que ya había abrazado al fascismo de Benito Mussolini. Cuenta la historia que entre los espectadores se encontraba un joven Michelangelo Antonioni, quien no resistió la tentación de escribir al respecto: "Aquella tarde se oía la respiración de los espectadores atentísimos, se sentía un escalofrío recorriendo la platea".
Pero este no fue el único escándalo de la Mostra. El estadounidense Stanley Kubrick presentó aquí su Lolita en 1962 y si la novela de Vladimir Nabokov había sido censurada, las versión para la pantalla grande estuvo cerca. Kubrick no asistió a la premiere, en cambio sí lo hizo su protagonista adolescente: Sue Lyon, que por entonces tenía 14 años.
Una década después, La Naranja Mecánica, adaptación del libro de Anthony Burgess -tal vez una de las mayores expresiones de violencia en la literatura-, cosechó críticas terribles y el filme fue censurado. Desde 1971 fue prohibida para menores y recién a fines del siglo pasado se permitió que se la transmitiera por televisión.
Antes, en 1968, Pier Paolo Pasolini había presentado Teorema, un filme que era prohibido para menores y que tuvo repercusiones legales. La Fiscalía de Roma sacó a la cinta de competencia en pocos días "por obscenidad y por las diferentes escenas de abrazos carnales, algunos de los cuales particularmente son lascivos y libidinosos, y por las relaciones homosexuales entre un invitado y un miembro de la familia de acogida". Pasolini y su productor, Donato Leoni, fueron finalmente absueltos.
En 1988, La última tentación de Cristo de Martin Scorsese también fue muy criticada ya que se basaba en los evangelios apócrifos y mostraba a la figura religiosa lejos del dogma católico romano. El austríaco Ulrich Seidl también vivió su propio calvario en 2012. Su Paradise: Faith contenía una escena en la que el protagonista utilizaba un crucifijo para masturbarse.
El año pasado, con el debate sobre la igualdad de género en agenda y el #MeToo como realidad, el director Luciano Silighini Garagnani mostró en la alfombra roja del estreno de Suspiria de Luca Guadagnino una camiseta con las palabras "Weinstein es inocente", en apoyo a Harvey Weinstein, quien fuera uno de los más grandes productores cinematográficos y que en el último tiempo enfrenta varios cargos por abusos y violanciones. Además, directora australiana Jennifer Kent recibió insultos sexistas de parte de un joven periodista al final de la proyección de su The Nightingale, ganadora del Premio Especial del Jurado.
En 2018 hubo una sola una película dirigida por una mujer en competencia y desde la organización se comprometieron a abrir más espacio para las minorías. El avance es muy pobre: la actual edición tiene solo dos filmes dirigidos por mujeres en competencia.
Venecia recién comienza y ya hay debate. De hecho, aún no se proyectó ninguna de las películas que aspiran a quedarse con los premios. El cine, además de entretenimiento, es también siempre una oportunidad para reflexionar, aun cuando los temas más significativos no tengan lugar frente a las cámaras.
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Con la argentina Lucrecia Martel como presidenta del jurado, comienza el Festival de Cine de Venecia