Daniel Barenboim no es un músico convencional. Muchos otros prodigios como él, que ya daba conciertos de piano a los siete años, suelen vivir alejados de la realidad en la que está inmersa la mayoría de las personas. Sin embargo, el ex director de la Orquesta de París y de la Chicago Symphony Orchestra, que desde 2000 es director vitalicio de la Staatskapelle, la Orquesta Estatal de Berlín, aprovecha cada oportunidad que tiene para sumergirse en algunos de los problemas más sensibles del mundo contemporáneo.
Por eso, además de ofrecer conciertos, en el marco del Festival Barenboim que se realiza desde el 23 de julio y hasta el 8 de agosto en el Centro Cultural Kirchner (CCK) de Buenos Aires, participa de debates y conversaciones públicas sobre algunos de estos temas. Y pocos conflictos de este tiempo lo atraviesan más que el que enfrenta a Israel con Palestina.
"Además de ser argentino, y muy orgulloso, tengo nacionalidad israelí y palestina, que me la dio Kofi Annan (ex secretario general de la ONU y Premio Nobel de la Paz). Dije que para mí era un gran honor recibirla, pero que la aceptaba solamente si era un pasaporte normal, como debería tener cada palestino, aunque no sea el caso. Así que yo estoy entre los dos, en el sentido de que soy judío, es parte de lo que soy, y si se puede utilizar una forma casi brutal, por mis venas corre la sangre judía, y mi corazón late por la causa palestina", afirmó Barenboim este martes a la noche, durante la conferencia que compartió junto al académico palestino Sa'ed Atshan, profesor de Estudios de Paz y Conflicto en el Swarthmore College de Pensilvania, y la intelectual israelí Roni Mann, profesora de Filosofía y Pensamiento Político de la Academia Barenboim-Said en Berlín.
Barenboim nació en Buenos Aires en 1942, pero vivió buena parte de su infancia en Israel, donde hizo la escuela primaria y un tramo de la secundaria. Lejos de un nacionalismo acrítico, cuestiona mucho a los gobiernos israelíes.
Yo estoy entre los dos, en el sentido de que soy judío, es parte de lo que soy, y si se puede utilizar una forma casi brutal, por mis venas corre la sangre judía, y mi corazón late por la causa palestina
"A fines de siglo XIX, cuando el antisemitismo estaba en un nivel increíble en Europa, apareció un periodista judío austríaco, Theodor Herzl, que tuvo el sueño de que el pueblo judío fuera al lugar donde había vivido 2.000 años atrás. Un sueño bellísimo si se piensa lo que habían sufrido los judíos. Lo que pasa es que cuando empezaron a llegar los inmigrantes de casi todos los rincones de Europa, hubo una resistencia perfectamente comprensible de parte de la población palestina, que se vio inundada por esta gente que pretendía vivir ahí. Ese magnífico y bello sueño se unió a una mentira, y esa mentira decía, y dice aún hoy, que era una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra. Es una mentira porque el 91% de la población era palestina y el 9% era judía".
Sus enfrentamiento con las autoridades israelíes llegaron a un punto de máxima tensión en 2001, cuando un grupo de diputados pidió que lo declararan persona non grata. Fue luego de que la Staatskapelle interpretara bajo su dirección un fragmento de Tristán e Isolda, la clásica ópera de Richard Wagner, durante el cierre del Festival de Música de Jerusalén. El compositor alemán, considerado uno de los más grandes de la historia, era antisemita y su obra fue especialmente difundida por la Alemania Nazi, razón por la cual no se lo escucha en Israel.
"No es un conflicto normal —dijo Barenboim—. No es un conflicto entre dos naciones que no están de acuerdo sobre sus fronteras, o sobre el petróleo, el agua y otras cosas. Aquí no tenemos dos naciones. Tenemos dos pueblos que están profundamente convencidos de tener el derecho de vivir sobre el mismo pequeño pedazo de tierra, preferentemente, sin el otro. Por eso, este conflicto no se puede resolver militar ni políticamente. Sólo se puede resolver si hay una forma de que ambos pueblos acepten y respeten la existencia del otro".
El músico desarrolla desde hace años una intensa actividad pública dedicada a enviar un mensaje de unidad entre estos pueblos enfrentados. El mayor exponente de este trabajo es la West-Eastern Divan orchestra, que creó junto al escritor palestino Edward W. Said. Esta orquestra, reconocida mundialmente, reúne a jóvenes músicos israelíes, palestinos y de otros países de Oriente Medio.
"Nos halaga mucho que digan que la Divan es una orquesta para la paz, pero naturalmente no lo es. La paz necesita otras cosas, necesita justicia para los palestinos y seguridad para Israel, algo que la orquesta no pueda dar. Esta no funciona porque todos los músicos sean seres excepcionales, sino porque les da igualdad de derechos y de responsabilidades, algo que no existe en el territorio. Eso es lo que tenemos que encontrar afuera. Es muy bonito hablar de la paz, pero la paz también tiene un precio", afirmó Barenboim durante el encuentro.
"Es difícil ver la situación con igualdad de responsabilidades —continuó—, porque las condiciones objetivas ponen a Israel en una posición de fuerza, con un Estado ya formado, y los palestinos están ocupados por Israel desde hace 52 años. En lo que hay algo común entre Israel y Palestina es en que los personajes políticos de ambos lados no pueden mirar hacia adelante. Están mirando el sufrimiento del pasado y ahí se quedan. Por eso, tanto los unos como los otros dicen 'esto es solo para nosotros'. Eso es lo que hay que cambiar".
Tenemos que llegar a un momento en que ambos pueblos decidan que no hay otro remedio más que vivir juntos o uno al lado del otro
El éxito de la West-Eastern Divan llevó a la fundación en 2015 de la Academia Barenboim-Said en Berlín, que ofrece diplomas en música y humanidades, y está pensada especialmente para estudiantes de Medio Oriente. Su trabajo también obtuvo reconocimiento internacional.
"Lo que veo con creciente dolor y decreciente esperanza es la separación, que es la fuerza más poderosa entre israelíes y palestinos. La separación al nivel del alma humana, la inhabilidad de conocer y reconocer al otro como ser humano, que han impuesto las fuerzas políticas dominantes. Entre Israel y Palestina no sólo hay una pared y una ley que me impide como israelí visitar a un amigo en Ramala, hay una inhabilidad de conocer acerca del pasado del otro, fuerzas que impiden que aprendamos el idioma del otro. Muy pocos israelíes saben lo que les pasó a los palestinos en 1948 (cuando se fundó el Estado de Israel). Ha habido intentos de ocultar documentos históricos, se han cambiado los libros de texto. Hay un daño en nosotros mismos que crece día a día. Es esa lógica de la separación contra lo que hay que luchar", dijo Roni Mann, que es directora de Humanidades de la Academia Barenboim-Said.
Por su parte, Sa'ed Atshan, que es cuáquero, militante LGBTI y doctor en antropología y estudios de Medio Oriente por la Universidad de Harvard, expresó su admiración por Barenboim. "Es un héroe para mi y para muchos palestinos", afirmó. "Es importante que nos aferremos a la esperanza. Hay sufrimiento y cosas feas en el mundo. Pero en la West-Eastern Divan, con los jóvenes que vienen de distintas partes aprendiendo juntos, vi tanta esperanza que es un modelo de lo que podemos construir en el futuro".
"Hubo un momento de mucha esperanza cuando se firmó el tratado de paz de 1993 —dijo Atshan—. Estaba la expectativa de que hubiera un Estado palestino en 1999. Pero desafortunadamente ese Estado no emergió y se institucionalizó la ocupación militar israelí. Pero más allá de esa ocupación y de que los palestinos estén sometidos a esta opresión, tenemos que recordar que son personas resilientes y que siguen adelante. Perder la esperanza es un privilegio que no nos podemos dar, porque es lo que sostiene la vida a pesar de las abrumadoras circunstancias en contra".
Barenboim dijo que la única posibilidad de llegar a una resolución del conflicto es que israelíes y palestinos acepten que deben convivir con la existencia del otro. "Tenemos que llegar a un momento en que ambos pueblos decidan que no hay otro remedio más que vivir juntos (con un Estado para dos naciones) o uno al lado del otro (con dos estados), pero no espalda con espalda .Hay una gran mayoría de palestinos que están desesperados. Las restricciones son tremendas. Del otro lado está Israel, que es muy poderoso, pero lo único más fuerte que su poder es su temor. Poder con miedo es mucho peor que miedo sin poder".
El próximo sábado 3 de agosto a las 11.00 de Argentina, Barenboim mantendrá en el CCK un diálogo abierto al público con el tenor mexicano Rolando Villazón. El jueves 8 a la misma hora, en lo que será el cierre de estas conferencias, conversará con la violinista Anne-Sophie Mutter.
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