Hay un joven taiwanés al que desde que nació su madre lo bañó y lo alimentó, lo ayudó a dormir, le enseñó a hablar. Más tarde le mostró las letras del alfabeto y lo llevó a la escuela cada mañana y lo fue a buscar cada tarde. Lavó su ropa, sus platos, hizo su cama y ordenó su habitación. Lo esperó con la comida hecha cada día, y cuando fue la hora de la universidad, pagó por sus estudios. El joven se recibió de odontólogo y formó su propia familia, pero cuando su madre envejeció y llegó el momento de cuidarla a ella, él simplemente se negó. En el año 2017, la mujer, identificada como "Lou", decidió demandarlo basándose lo que suele darse por hecho, esto es, que la enorme cantidad de tiempo y dinero invertidos por una madre valen. A tal punto es así que en un fallo histórico la justicia Taiwanesa dio la razón a "Lou" y su hijo debió pagarle el equivalente a casi un millón de dólares. Pero el resultado de la demanda no es lo más impactante del caso, sino que el mismo dejó de manifiesto algo que para la enorme mayoría de las mujeres es una verdad silenciada. Aún hoy. Sobre todo hoy.
Del otro lado del mundo, las intelectuales y activistas estadounidenses Cinzia Arruzza, Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser tomaron el episodio para ilustrar uno de los ejes de su Feminismo para el 99%. Un manifiesto (Rara Avis, 2019): en la actualidad, son las mujeres quienes cargan con la responsabilidad de la reproducción social o, en otros términos, del trabajo no pago. Y esto implica varias verdades. La primera: se necesitan enormes cantidades de tiempo y dinero para traer al mundo y mantener con vida a un ser humano o, en otras palabras, un futuro trabajador. La segunda: la mayor parte de ese trabajo es realizado por mujeres. La tercera: nuestra sociedad no le asigna a esas tareas ningún tipo de valor, pese a que su funcionamiento depende casi por entero de él.
Motivadas por el paro de mujeres realizado en Estados Unidos con motivo del 8 de marzo del 2017, las tres docentes universitarias, que venían trabajando por separado temas de género -pero, también, asuntos como la crisis capitalista, los problemas del colonialismo o de la lucha de clases-, decidieron trabajar juntas en este proyecto, que fue publicado un año más tarde. Dedicado "a las huelguistas polacas y argentinas, que están abriendo nuevos caminos hoy", las autoras sabían que, desde el título, su obra se ubicaba bajo el destello y también la sombra del Manifiesto Comunista que Carlos Marx y Federico Engels publicaron en 1848, pero buscaron llegar más allá. Con el diagnóstico de que asistimos a una nueva ola feminista (definida así por su envergadura y su alcance internacional) y que la misma ha desafiado la hegemonía del llamado feminismo liberal, es que se lanzaron a trabajar en lo que consideran un proyecto político.
Es cierto. En este contexto de ebullición, las discusiones sobre qué es el feminismo, quién puede identificarse como feminista, y cómo el movimiento debe (o puede) llevar adelante sus demandas han copado los medios, la literatura y, casi cotidianamente, los espacios en las redes sociales. A fuerza de experiencias pasadas y de un concienzudo análisis, Arruzza, Bhattacharya y Fraser pretenden abrirle paso a su planteo de Feminismo para el 99% -en referencia a las mayorías- en un mundo que parece alternarse entre variantes capitalistas que ellas definen como el "progresismo neoliberal" (de Hillary Clinton y Barack Obama, por ejemplo) y "neoliberalismo reaccionario" (de Donald Trump y Marine Le Pen, por caso). Dicen también que no hay liberación de la mujer posible en el marco del régimen capitalista y, lo que es peor, que la situación de la enorme mayoría de las mujeres está lejos de mejorar en el contexto de la profunda crisis social, política, económica y ambiental de nuestro tiempo. Y no se ahorran críticas a la hora de diferenciarse de aquellas que hablan de techos de cristal (expresión utilizada para referirse a las trabas que enfrentan las mujeres a la hora de llegar a altos puestos de decisión en compañías o en gobiernos): me-ri-to-cra-cia, definen sin rodeos.
Abajo, enumeramos algunas de las claves de este pequeño manifiesto que ya ha sido traducido a cerca de 20 idiomas y que le da fisionomía a un movimiento vasto y amplio, cuyas posiciones políticas están en pugna.
*La nueva ola feminista reinventó los parámetros de la protesta social y, en particular, de la huelga. La lucha en octubre de 2016 contra la penalización del aborto en Polonia y la primera manifestación masiva en Argentina bajo la consigna de #NiUnaMenos, contra la violencia de género, marcaron el comienzo de una ola, que pronto contagió al mundo entero. El 8 de marzo del año siguiente las mujeres conmemoraron su Día Internacional cuando decidieron ir a la huelga de forma coordinada, en diferentes países del mundo. Así, "repolitizaron" la fecha, le sumaron manifestaciones, actos, cortes y boicots, y redefinieron la idea de que sólo la trabajadora asalariada podía parar: ahora también podían hacerlo las amas de casa, en un esfuerzo por visibilizar lo que hasta ahora era invisible.
*El feminismo liberal está en crisis. Según las autoras, este enfoque es parte del problema, debido a que es impulsado por mujeres privilegiadas que nunca ahondaron en los obstáculos socioeconómicos que bloquean a una enorme mayoría de las mujeres de la libertad y el empoderamiento. "Su objetivo real no es la igualdad, sino la meritocracia. No buscan abolir las jerarquías sociales sino, por el contrario, 'diversificarlas' por medio de algunas mujeres 'talentosas' para que logren llegar a la cima". Por definición, explican, se trata de una corriente que apela al individualismo y al elitismo y que, además, tiende a beneficiar a aquellas que ya poseen privilegios sociales. Sin embargo, esta nueva ola feminista y su carácter radical han cuestionado los límites de esa corriente poniendo sobre la mesa las condiciones estructurales de las problemáticas de género. Como contraparte, el feminismo para el 99% busca una transformación social profunda y de amplio alcance.
*Asistimos a una crisis de la sociedad en su conjunto, y su raíz es el capitalismo. Afirman las autoras que el periodo inaugurado con la crisis del 2007-2008 está marcado por la acumulación de cuatro décadas en las que los salarios han caído, los derechos laborales se han debilitado y el medioambiente se ha visto arrasado. Es en ese cuadro en el que analizan la emergencia en todo el mundo de los "populismos reaccionarios", pero rechazan oponerse a ellos desde la vereda de lo que llaman el "progresismo neoliberal". En tanto se trata de una crisis que representa una amenaza para la vida tal y como la conocemos, también se trata de una oportunidad para cambiar la realidad de forma radical.
*La opresión de género se funda en la subordinación de la reproducción social a la producción de ganancias. Como ilustra el ejemplo de "Lou", la producción de personas está en el capitalismo separada y subordinada a la producción de ganancias. Se trata de las tareas que recaen casi de forma exclusiva sobre la mujer y que, en el contexto actual, representan una doble opresión para ellas: tras su trabajo en la fábrica, la mujer regresa a su hogar a cumplir con su otro trabajo, el de la reproducción social. En la medida que son las mujeres quienes tienen a cargo la producción de personas, es también sobre sus espaldas que pesa la ausencia o deficiencia de los sistemas sanitarios universales, la educación pública y gratuita, el acceso a la vivienda y al transporte público, por poner algunos ejemplos. Y por esto son ellas quienes usualmente se ubican en la primera línea de batalla cuando esos servicios se encuentran amenazados.
*La violencia de género posee múltiples manifestaciones. Algunas estimaciones reconocen que en torno a un tercio de las mujeres a escala mundial sufre alguna forma de violencia de género a lo largo de su vida. Pero la misma no implica únicamente la ejercida en el seno familiar, y exacerbada en tiempos de miseria y crisis. También hay otra forma de violencia que ocurre fuera del ámbito privado y que, explican las autoras, tiene características más racionales. Se trata, por ejemplo, de la instrumentalización del acoso como una técnica de control, algo que afecta particularmente a las mujeres vulnerables en términos económicos, profesionales, políticos y étnicos. Ante estas formas de violencia, no siempre tan delimitadas, el Manifiesto rechaza la respuesta habitual que consiste en la criminalización y el castigo, que concibe la violencia como un hecho autónomo, y la coloca en cambio en un contexto general del funcionamiento de la sociedad capitalista.
*Detrás del liberalismo sexual actual se oculta un intento de regulación de los cuerpos. Se trata de la búsqueda por desmentir una idea de dicotomía: no es cierto que existen fuerzas de la reacción sexual, encarnada en los movimientos conservadores, y fuerzas de la libertad sexual, encarnada en los progresistas. Por el contrario, vivimos en un régimen que busca regular o normalizar las formas de sexualidad que en el pasado eran tabú detrás de una promoción del individualismo, la domesticidad y el consumo de mercancías.
*El feminismo por el 99% defiende una idea ecologista. La crisis actual ha puesto en cuestión la problemática ambiental y ha cuestionado al capitalismo por desestabilizar sus propias condiciones ecológicas de posibilidad. En ese contexto, las mujeres son la enorme mayoría de los refugiados climáticos, y lideran las principales luchas contra la privatización del agua y las semillas, por la preservación de la biodiversidad y por una agricultura sustentable.
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