El director del Museum of Modern Art (MOMA), Glenn D. Lowry, brindó hoy en el Malba detalles de la ampliación del mítico museo neoyorquino, que se encuentra cerrado por reformas y reabrirá el 21 de octubre, con 4.000 metros adicionales, el estreno de su guión curatorial y un destacado espacio dedicado al arte latinoamericano.
"Un nuevo museo dinámico, en permanente cambio, con la intención de expandir el canon, desafiarlo y deshacerlo", definió.
"No vamos a dejar de exhibir La noche estrellada de Vincent Van Gogh o Las señoritas de Avignon de Pablo Picasso, pero vamos a mostrar la colección de un modo diferente a como lo hemos hecho durante los últimos 40 años", dijo Lowry en referencia a las 1.500 obras que se reordenarán en el flamante edificio -de las 250.000 que poseen en reserva-, y que en su nuevo montaje incluirá a artistas argentinos, cuyos nombres son una sorpresa y serán revelados el día de la reinauguración.
Así lo confirmó la argentina Inés Katzenstein, curadora de Arte Latinoamericano y directora del Instituto de Investigación para el Estudio del Arte de América Latina Patricia Phelps de Cisneros del MOMA, quien participó de la conferencia junto a Lowry y también junto a Sarah Meister, curadora del departamento de fotografía.
"La idea de una visión global será muy importante en el nuevo museo, y para eso tuvimos que revisar la historia, y eso será muy evidente en las salas, muy visible. La presencia de artistas mujeres va a ser mucho mayor que antes, habrá mayor presencia de arte de América latina, de Europa del Este, de África", dijo Katzenstein.
"La historia del MOMA es de un gusto muy exclusivo, por eso tuvimos que abrirnos a lo nuevo, entrar en fricción con el antiguo gusto", precisó.
En ese sentido, se anunció la exposición Sur moderno: Journeys of Abstraction, con cien obras de artistas de la Argentina, Brasil, Venezuela y Uruguay será una de las muestras temporarias que formarán parte de la reapertura.
Además de las obras de artistas argentinos que estarán incluidas en el nuevo reordenamiento de la colección permanente, cuyos nombres aun no han trascendido -pero donde el arte latinoamericano tendrá un lugar preponderante-, el público encontrará también piezas de Gyula Kosice, Alfredo Hlito, Lygia Clark, Lidy Prati, Gego, Raúl Lozza, Hélio Oiticica y Jesús Rafael Soto en esta exposición temporaria.
La muestra, que permanecerá hasta marzo de 2020 incluye las obras donadas a la institución por Patricia Phelps de Cisneros (entre 1997 y 2016), un cuerpo de pinturas, esculturas y obras en papel que van de 1945 a 1970, que representa la colección más importante de arte abstracto y concreto de América Latina.
"Esta exposición va a mostrar cómo estos artistas han transformado la forma en que se concebía el arte en América latina en ese momento, cómo trabajaban reimaginando el contexto", contó Katzenstein, curadora de Arte Latinoamericano y Directora del Instituto de Investigación para el Estudio del Arte de América Latina Patricia Phelps de Cisneros del MOMA.
La muestra incluirá obras que subvirtieron los formatos convencionales de la pintura y la escultura, recortes, pliegues o marcos recortados, como por ejemplo Escultura móvil articulada (1948) de Gyula Kosice, una pieza que cuestiona la escultura tradicional al unir tiras de bronce articuladas para crear una estructura móvil que desafía tal clasificación. Durante los últimos 25 años la Colección Patricia Phelps de Cisneros ha donado más de 200 obras de artistas latinoamericanos a MOMA.
Además de esas donaciones, en 2016 estableció el Patricia Phelps de Cisneros Research Institute for the Study of Art from Latin America en MOMA, una plataforma que incluirá becas para académicos, curadores y artistas, y una iniciativa de investigación de largo plazo que dará como resultado programas públicos organizados por el Museo, así como simposios en América Latina y publicaciones en formato digital e impreso.
La ampliación
A través de imágenes y renders, Lowry (1952),fue contando detalles de la ampliación a cargo de los arquitectos Diller Scofidio + Renfro en colaboración con Gensler, un proyecto que incluyó la compra del edificio continuo al museo, y que en total demandó un costo de 400 millones de dólares, con la premisa de exhibir mayor parte de su colección en forma más profunda e interdisciplinaria.
Otra de las novedades, según contó historiador de arte estadounidense y director del museo desde 1995, Lowry, será The Studio, un nuevo espacio ubicado en el corazón del edificio, para eventos en vivo dedicados a la performance, "un espacio que desempeñará un papel fundamental en el nuevo museo", especificó el director.
– ¿Por qué cree que la performance ha cobrado un papel tan relevante entre los artistas en el último tiempo?
– Porque, para los artistas, es una forma de resistir al mercado. Pero el mercado siempre ha encontrado la forma de convertir el arte en un commodity, para presentarlo y coleccionarlo. Y para nosotros, en ese sentido, la performance es un desafío. Además, en un mundo híper mediado, obsesionado con vivir una gran experiencia, la performance brinda esa oportunidad.
– Señaló que los curadores del museo y los arquitectos a cargo de la ampliación pasaron años conversando sobre la naturaleza cambiante del arte. ¿Cuáles son esos cambios?
– Creo que hay muchas razones por las que estos cambios se están dando. Una es generacional: los curadores que trabajan hoy en el MOMA vienen de diferentes formaciones intelectuales y experiencias a las de los curadores de hace 25 años. Están interesados en diferentes conversaciones y en otras relaciones con el arte, entonces es casi natural que quieran pensar diferente sobre cómo experimentamos el arte. Y no arrancamos las conversaciones con la premisa de que tenía que ser de un modo o de otro. Aceptamos que debíamos hablar acerca de lo que queríamos; de que ciertas maneras que funcionaron años atrás ya no debíamos seguirlas. Mi sentimiento es hacer un museo de arte moderno diferente. El arte, en efecto, está siempre cambiando, así que pienso que lo que sea que estemos haciendo ahora va a cambiar en diez años.
– Dijo que este "nuevo museo" está inspirado en la versión original de Alfred Barr, el primer director del Museo de Arte Moderno de Nueva York. ¿De qué manera?
– El museo fue fundado en 1929 pero tomó una década tener edificio propio. Cuando en 1929 abrió ese edificio uno de los comentarios que hizo Barr fue que el museo de arte moderno es un laboratorio cuyos experimentos el público está invitado a vivir. En ese sentido, es una lugar que queremos que la gente vaya a descubrir y experimentar, muy diferente de la idea de una casa de tesoros o un depósito de historia. Queremos ser un laboratorio. Eso será central para el museo, su misión esencial. El público tendrá que ser parte de la ecuación: el arte y la gente son quienes harán el museo. Y mucho de lo que estamos haciendo hoy es retomar esa inspiración del pasado, especialmente aquella idea de laboratorio, de un lugar donde puedas descubrir hipótesis.
– Una forma de concebir el conocimiento de manera horizontal entre el público y la institución…
– ¡Exacto! Y no como si fuera una mano de Dios. Aunque a veces es exactamente lo que necesitas en un partido de fútbol (risas).
– ¿En un mundo cada vez más digitalizado, cómo concibe el futuro de los museos?
–No me preocupa que la gente no quiera ir a los museos en el futuro. Lo único que puedo pensar es que 50 años atrás había una ansiedad cuando apareció la televisión pensando que ya nadie iría a ver un evento deportivo porque sería más fácil verlo en la tele, pero pasó todo lo contrario: más gente pudo ver eso que ocurría y más gente quiso ir a vivir esa experiencia en vivo. Y creo que es lo mismo con los museos. Hoy las imágenes son tan accesibles que vas a internet y podés ver lo que sea que esté en el museo. Y cuando estés en Nueva York te dará ganas de ir a ver el original y ver cómo luce en el espacio real. No me preocupa la realidad virtual, Internet o que las experiencias digitales vayan a volver obsoletos a los museos. No me lo parece para nada.
Fuente: Télam
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