El tango en Medellín es herencia de padres y abuelos; es un sentimiento que esta ciudad ha sabido cultivar y celebrar con un festival de tango que es orgullo de toda Colombia. Por raro que suene escuchar a un paisa —así se llama a los oriundos de Medellín— decir "pebeta de arrabal" o "che papusa oí" hay que saber que llevan el tango tan adentro como un porteño de ley.
La leyenda cuenta que allá por los años 20, cuando los discos provenían de los estudios de grabación de Argentina, de un lado contenían bambuco y cumbia colombiana y del otro tangos. Dicen que así, sin buscarlo, nació ese amor irrompible.
Con el paso de los años, el idilio entre Medellín y el tango, se volvería imperecedero tras el accidente aéreo en el que se apagó la voz del más grande: Carlos Gardel. Por eso no es casualidad que el Festival haya culminado un 24 de junio, en el anfiteatro Carlos Gardel, frente a las puertas del aeropuerto Olaya Herrera, el mismo lugar en el que murió el "Zorzal criollo" 84 años atrás.
Con el lema "Medellín ciudad de artistas" fueron más de 400 artistas locales y 60 invitados internacionales entre músicos cantantes y bailarines los que participaron de esta 13 edición.
Viviana Jaramillo Marulanda es la curadora de este festival. Bailarina de tango respiró la música porteña en la casa de su abuela. "Aunque el tango nació en la Argentina hoy se ha convertido en una música del mundo, por eso decimos que Medellín es tango", le dice a Infobae Cultura detrás del escenario principal.
La secretaria de Cultura de la Alcaldía de Medellín, Lina Botero Villa, le cuenta a Infobae Cultura que "con la excusa del tango nosotros reunimos a toda la ciudad, una ciudad que tiempo atrás estuvo marcada por la violencia y que hoy se identifica en el mundo por su transformación y su amplia oferta a nivel cultural".
En Medellín el tango se vive todo el año para escuchar y bailar al ritmo del 2×4. Sitios como La Casa Gardeliana, los bares El Patio del Tango, Adiós Muchachos, El Último Café, La Plaza Gardel y la Tangovía y el emblemático salón Málaga.
Esa pasión por los clásicos
El festival de Medellín es una evocación permanente al tango clásico. Con parejas de baile que deslumbran al público con firuletes y coreografías perfectas, cada noche festivalera fue un homenaje a maestros como Carlos di Sarli, Alfredo De Angelis, Aníbal Troilo, Astor Piazzolla y a grandes cantoras y cantores de la música ciudadana.
La noche del viernes fue un claro ejemplo de la pasión medellinense por el tango de la época de oro. Entre las esculturas del genial Carlos Botero, en una plaza que le rinde honores al artista, la presentación de María Graña, adorada en estas tierras, fue retribuido por ella con clásicos como "Nada", "Caserón de tejas" y un popurrí de composiciones gardelianas finamente acompañada por Esteban Morgado y su cuarteto.
En el medio se presentó la cantora argentina Keila Tonello, ganadora del concurso de cantantes organizado por el Festival, que dejó con la boca abierta al público al interpretar el tango titulado "La virtud de lo sencillo" escrito por Eduardo Fonseca, de Queruza Tango Club. Un homenaje a Medellín interpretado con una frescura que le imprimió juventud arrabalera a la noche.
La presencia de Ricardo "Chiqui" Pereyra, quien además de cantar brindó un conversatorio sobre su trayectoria artística a las y los participantes del concurso de canto, también se enmarca en esa pasión de Medellín por los clásicos.
Haciendo escuela
El violinista Sebastián Montoya es el director de la Orquesta Escuela de tango perteneciente a la Red de Escuelas de Música de Medellín. Esta iniciativa artística y educativa una de las experiencias culturales con mayor nivel de inclusión local. Con dos décadas existencia reúne más de 5000 estudiantes de distintas comunas de la ciudad.
El tango ocupa un espacio predilecto entre los estudiantes. La Orquesta Escuela, que este año cumple sus años, fue uno de los números más aclamados por el público.
Para celebrar este aniversario redondo compartieron escenario con los bandoneonistas y maestros argentinos Damián Torres y Pablo Jaurena, quienes han sido formadores también de músicos de la Orquesta.
Carlos Marco Blandón es el director de la orquesta F 31 de Medellín que lleva el nombre del avión en el que murió Carlos Gardel. En la actualidad es el único profesor de bandoneón de la ciudad y el formador de los jóvenes fueyistas de la orquesta escuela.
"Son pocos los chicos que eligen estudiar bandoneón porque además de difícil es un instrumento caro, por suerte en la orquesta hemos adquirido cinco bandoneones Fischer de Argentina que nos permiten sumar más alumnos", cuenta a Infobae Cultura en los camarines tras la presentación con su orquesta.
Hace rato que el tango no conoce fronteras y es amado en países de culturas tan disímiles como Japón o Rusia. Pero lo de Medellín con la música ciudadana se parece más al "Berretín" que escribió Juan Carlos Mesa en el que decía que "no es amor, de ese amor tan carnal, ni es pecado mortal, es locura, es sentir. Un capricho apasionado o un castigo que me han dado o es nomás un obstinado berretín".
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