Ernesto Sabato nació un 24 de junio de 1911 en la ciudad de Rojas -hoy hace 108 años- y posiblemente nunca imaginó que su vida y obra serían tan importantes para tantas personas. Uno de sus últimos deseos antes de partir fue que el hogar que lo contuvo durante sus últimos años, permaneciera abierto a los curiosos seguidores que quisieran recorrer los espacios que el gran escritor argentino habitó hasta los últimos alientos.
En un rincón de Santos Lugares se mantiene erguida la casa de Ernesto Sabato. Originalmente perteneciente a la familia de Federico del Valle, cineasta argentino que tras una extensa relación entre ambas familias, tuvo la amabilidad de alquilarle a un cómodo precio. Ernesto regresaba de una larga estadía en Córdoba y prefirió mantenerse al margen de la vorágine del centro de Buenos Aires.
En el frente se extiende un gran jardín poblado de gran cantidad de vegetación. En diálogo con Infobae Cultura cuenta Luciana que su abuelo fue muy preciso al indicar que quería permitirles a las plantas crecer y desplegarse de manera autónoma por el terreno frontal, sin restricciones ni retoques de la mano humana. Así permanece hasta el día de hoy.
Lo mismo ocurrió con su biblioteca, organizada de manera meticulosa, la cual luego de un arduo trabajo de puesta en valor del edificio, debió ser ordenada tal cual Ernesto la dejó. Luciana y Guido dedicaron mucho esfuerzo a la mantención de la casa y los muebles que hoy permanecen en los lugares que el autor de El túnel los habitó, con el gran logrado objetivo de resguardar experiencias que el escritor y su familia cosecharon juntos, y no tanto.
En su último libro, a modo de testamento, Antes del fin, Ernesto Sabato narra momentos tanto trágicos como felices, vividos en ese lugar. La muerte de su hijo Jorgito y luego la de su esposa Matilde, anécdotas con sus nietos, noches de insomnio, la gratificante experiencia de pintar y recuerdos engendrados en esos rincones.
"Esta es la casa que con Matilde hemos venido a habitar hace casi sesenta años, donde transcurrió la infancia de nuestros hijos, donde filmó Mario sus primeras poéticas películas, donde vino a vivir con Elena y donde nacieron nuestros nietos Luciana, Mercedes y Guido. Donde pasamos pobrezas, pero también acontecimientos fundamentales de nuestra vida. He separado los cuadros que quiero que permanezcan como patrimonio de la casa, y las primeras ediciones, junto a los libros de Matilde, a sus poesías y a sus cuentos inéditos".
"Quiero que todo en la casa quede tal cual está, con sus roturas y con sus paredes medio descascaradas. Como también el viejo samovar de la familia rusa de Matilde y la colección Sur, que albergó mis comienzos en la literatura. Esta casa donde nació mi obra y donde murió Matilde, con la vieja araucaria, la morera y estos pinos centenarios", escribió el también autor de Sobre héroes y tumbas.
La visita a la casa es una experiencia memorable para todo aquel que encontró aunque sea una vez en las palabras de Sabato, un momento de contención frente a un mundo hostil, romántico e inexplicable. Todos los sábados es posible dejarse llevar por el relato de sus nietos, quienes logran acortar distancias entre los tiempos que vivimos y que vivió el inolvidable autor argentino.
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