Sergio Vila-Sanjuán lleva la herencia del periodismo en la sangre. Como su abuelo, como su padre, caminó, sufrió, amó y escribió sobre Barcelona. Y mucho de aquello puede leerse en sus novelas centradas en diferentes momentos históricos de la ciudad condal y que, de alguna manera, ayudan a entender mucho de una metrópolis que hoy sigue en un terreno de disputa identitario.
A grandes rasgos, para el aluvión de turistas, Barcelona es Gaudí, Dalí, Miró, fútbol, bares y mar. Para Vila-Sanjuán "una ciudad muy potente", "muy culta, con un pasado medieval que siempre está ahí" , "una de las capitales editoriales más importantes del mundo" y para la Feria del Libro de Buenos Aires, la Ciudad Invitada de Honor en la edición de 2019.
En este marco, el autor a presentó su trilogía de novelas Una heredera de Barcelona (Destino, 2010), Estaba en el aire (Destino, 2013, Premio Nadal) y El informe Casabona (Destino, 2017) que componen desde los años 20 hasta la actualidad un recorrido histórico, geográfico y emotivo por los rincones de la ciudad.
"Es una trilogía barcelonesa con dos o tres puntos de conexión. Tres generaciones de periodistas barceloneses que se ven enfrentados a situaciones bastante reales, porque todo lo que he puesto sale bastante de la vida. En Una heredera de Barcelona son los años '20, una época de lucha política muy violenta, de tiroteos, también de mucho glamour, mucha vida nocturna, con la pugna entre los conservadores y los anarquistas. Cuento todo esto a través de un periodista, que vendría a ser mi abuelo, que se va metiendo en una serie de líos a través de los cuales se explica también mucho el funcionamiento de las élites, que es un tema que me interesa mucho", explicó a Infobae Cultura.
–Con élites que reparecen en Estaba en el aire, aunque ya en otro momento en que se muestra más su caída y el ascenso de los empresarios en la sociedad.
-Así es. Esta es una historia real. Mi padre, en los '60, monta un programa de radio que es patrocinado. Es el momento de los inicios de la sociedad de consumo en España, de la publicidad, las marcas, la tele. El programa era de búsqueda de personas desaparecidas y lo que ocurre es que llegan muchos casos de la Guerra Civil, entonces empiezan a tener muchas presiones porque en ese momento al franquismo no le interesa remover el pasado, con toda su carga dura y sangrienta. Y también intentó pintar un tema que me gusta que es cómo una ciudad puede estar gobernada por 40 familias.
–Allí también hay una cuestión esencial, esa búsqueda por la identidad que tienen todos los pueblos que sufrieron dictaduras.
-Efectivamente, en la novela hay un caso que mi padre resolvió. El de un niño que al huir de una ciudad bombardeada, la madre que salía con él lo larga en un camión y ella se queda en tierra. El niño da toda la vuelta, lo mandan primero a Suiza y acaba en España, pero solo tiene un par de papelitos gracias a los cuales al final lo localizan. Este hombre llega a los 20 años sin saber quiénes son sus padres en una época en que no había los medios que hay ahora y en el que cualquier investigación política estaba bajo sospecha. Me interesaba una cosa, si a los 20 años encuentras a tu madre, a tus hermanos, ¿cómo te relacionas con ellos?, ¿quién eres realmente?
–El tema del empresariado también está presente en El informe Casabona.
–El Informe Casabona muestra las dos caras de un empresario en concreto: cómo se puede ser un tío creativo y encantador, que desarrolla la economía, que colecciona arte y hace cosas positivas para la sociedad, pero que a la vez para hacer todo esto se ve metido en situaciones de corrupción, de pactos sucios. De hecho la historia comienza porque un instituto de ética le pide al periodista que investigue al empresario que al morir deja un lado y antes de aceptarlo desean saber si el tipo era trigo limpio.
–Y en las otras obras hay un tema que regresa, un fantasma: la Guerra Civil Española.
–A través de los tres se cuentan momentos muy potentes de la vida de Barcelona. Siempre las tres van a parar a la Guerra Civil. En la primera, lo que sucede en Barcelona es un experimento de la guerra, la imposibilidad de solucionar los temas políticos por las buenas y el recurso de la violencia. En la segunda, parece que la dictadura se ha suavizado, pero el pasado regresa cada dos por tres. Y en la última, al ser la Guerra Civil un evento que genera un cambio en la estructura capitalista de España, porque toda una serie de gente que estaba con los perdedores lo pierde todo y los que ganaron se ven muy beneficiados, el arranque de la novela también está relacionado.
–¿En qué nos ayuda la trilogía para entender la Barcelona de hoy?
-Bueno, creo que está todo allí. La Barcelona burguesa, la sofisticada, que al no ser capital de estado no tiene la estructura monumental que tienen otras grandes ciudades o capitales, pero que igual ha conseguido ser una ciudad muy potente, muy fuerte. Su último paso internacional fueron los Juegos Olímpicos del ´92, pero a principios del siglo XX ya es la ciudad más desarrollada de España. Es una ciudad muy culta, con un pasado medieval que siempre está ahí, es una de las dos o tres capitales editoriales más importantes del mundo. Luego, es una ciudad que siempre a apostado por la comunicación, la creadora de la publicidad proyectiva en España y posiblemente en hispanoamérica. Mientras la gente iba en burro y con botijo, los publicistas presentaban señoras rubias, suecas, altas en las publicidades.
–Si tuvieras que escribir, o quizá ya la estás haciendo, una cuarta novela con Barcelona de fondo, teniendo en cuenta el desarrollo que ya realizaste, ¿sobre qué se trataría?
-Quiero hacer una novela más largo centrada en los '80, de cómo Barcelona pasó de ser una ciudad industrial, un poco dura y sin turistas, a una de éxito internacional y llega a organizar los Juegos Olímpicos. Qué es la historia de cómo se formó mi generación y que les pasó, los compromisos políticos, las drogas, etc. Hay otro factor que es el tema del independentismo, que es un tema que surgió en los último 7 u 8 años, aunque aún no sé bien cómo abordarlo aún. En mi caso para que una novela tenga simbolismo tiene que ser algo profundo tuyo y lo tienes que elaborar bastante.
Además de autor, Vila-Sanjuán se ha dedicado al periodismo cultural desde 1977 y en la actualidad es responsable del suplemento de Cultura de La Vanguardia. Miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, también publicó ensayos como Código best seller (Temas de Hoy, 2011) y Otra Cataluña (Destino, 2018).
–Todavía no ficcionalizó el independentismo, pero está presente en su último trabajo Otra Cataluña.
-El indepentismo me provocó un ensayo, en el que explico que la mitad de la cultura catalana es española. La idea del libro es desmontar históricamente esa cuestión que surgió desde el nacionalismo catalán y el independentismo de que la cultura catalana es… la cultura en lengua catalana. Y no es así, ya que hay dos tradiciones muy fuertes: una de autores en catalán y otra de autores, periodistas y toda una industria del libro, en español. La aportación más fuerte de Cataluña a la cultura española ha sido el mundo editorial, que se expande por latinoamérica. Esto ya aparece en El Quijote, quien ingresa en una imprenta de Barcelona.
–De hecho, ¿no es acaso Barcelona la única ciudad verdadera que se presenta en El Quijote?
-Sí, es la única. El Quijote es como una road movie, se van moviendo, pero no se concreta. Cervantes lleva a Quijote y a Sancho a través de Cataluña, donde ingresan a una imprenta y habla con un autor italiano de temas que siguen vivos, como el copyright. Y en Barcelona El Quijote es derrotado.
–¿Es el idioma catalán una de las banderas del independentismo?
-Es una de las banderas, pero también la defienden otros que no somos independentistas. Yo no lo soy y considero que es gran patrimonio. Lo que no creo es que solo se hable catalán, que es lo que algunos sectores del independentismo han intentado. Hay una línea que ha hecho una campaña que denosta la cultura catalana en español. Y esto es lo que mi libro puntualiza.
–Cómo llegó Cataluña al referéndum, a la búsqueda de la independencia, ¿cuáles fueron los detonantes?
-Es un tema muy complejo. Hay, a mi modo de ver, tres o cuatro explicaciones. El Romanticismo del siglo XIX relanza la literatura en catalán lo que genera un tema cultural y a principios del XX esa reivindicación de la vieja cultura catalana comenzó a ser una agenda política; es decir "no tenemos que separar de España para poder ser nosotros mismos". Es un movimiento bastante esencialista y a lo largo del siglo XX se ha mantenido entre un 20 y 25 por ciento. En democracia ha gobernado un partido nacionalista que ha abonado mucho a esta idea, primero en la educación, en la comunicación, en la televisión pública. Esto coincide con la crisis económicas y los populismos de toda Europa que dan respuestas muy simples a problemas muy complejos. Con eslogans como"Vamos mal porque Madrid nos roba", por un lado, corriente que viene de mucho tiempo y va creciendo. Dos: la crisis económica, que precipita actitudes populistas y tres, creo que ha habido una clase política y un grupo de propagandistas irresponsables que de una forma poco seria han animado a la sociedad a meterse en una vía de extrema radicalidad que no era necesaria, que no se pedía, y que ellos mismos sabían que no llegarían al margen del 50% sin el cual no puedes ir a ningún lado. Y además, le dijeron a su propia gente de que Europa aceptaría a una Cataluña independiente, lo que era mentira. La cuarta es que creo que hay una venganza de las comarcas catalanas contra el gran éxito de la Barcelona olímpica, ya que el evento la convirtió en una gran ciudad llena de turistas, cuando se visitan los sitios de interés hay carteles en inglés, en alemán, y ellos consideran que este gran éxito hace que Barcelona se desvirtúe desde el punto de vista nacional. De hecho, fue el eslogan de uno de los candidatos a alcalde, Barcelona se había vuelto demasiado cosmopolita. Entonces hay una actitud desde las comarcas, en donde todo el mundo catalán se vive de una forma más pura, para decir que toda cataluña tiene que ser como ellos, incluso su capital. La mayoría de los dirigentes separatistas, algunos de los cuales están en prisión o fuera de España, eran alcaldes de pueblo, que querían colocar esa lógica comarcal a una ciudad que juega en la liga de las grandes ciudades internacionales.
–¿Considera que hay un paralelismo entre el ascenso de Vox y el conflicto independentista en Barcelona?
-Tienen puntos de contactos, pero Vox es precisamente una reacción al tema catalán. Hay que volver a la época de Franco, que duró 40 años, y donde se hace una apología permanente del patriotismo convertido en patoterismo, himnos militares, ejércitos, etcétera. Entonces cuando se acaba Franco, los de mi generación somos muy poco patriotas, porque como hemos visto todo esto en la infancia… nosotros éramos modernos, esto no nos interesaba nada. Hay toda una generación que no es nada patriota y de repente aparece un patriotismo que nadie se esperaba, que es el catalán, que dice la Nación es importante, pero la catalana para romper con la española. Entonces eso ha provocado una reacción por el otro lado. Nadie tenía banderas en las ventanas y después del referéndum en toda España empiezan a salir banderas españolas por todos lados. Una cosa que ha hecho el independentismo catalán es despertar a la fiera patriótica del otro lado, esa fiera española que también tiene su tradición y muestra las uñas cuando le interesa.
–Hasta el 2006, el FC Barcelona era un club con una sola Champions League, un equipo grande en España y con poco éxito en el máximo campeonato entre clubes. Pero a partir de allí encadenó una serie de éxitos que le dieron una grandeza y una popularidad a nivel global. ¿Hubo un aprovechamiento de esa imagen positiva del club como en su momento lo hizo Franco con el Madrid de las 5 Copas de Europa?
-Pues sí, claro. Piensa que el entrenador que se considera que dio el gran avance al Barcelona, Guardiola, ha sido y es un propagandista activo del independentismo. De hecho, lo usan cada dos por tres y de hecho en algunas las manifestaciones en la Vía Catalana el Barsa ha participado. Yo creo que el club ha intentado hacer equilibrios para no verse del todo metido en el proceso independentistas, pero hay una parte que sí. Hubo un momento que parecía que toda la sociedad iba por esta Vía, pero era un espejismo porque había mucha gente, como yo, que no estábamos para esta labor. Yo creo que en este momento este proceso ha fracasado y lo que es muy urgente es encontrar vías de diálogo.
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