Cuando las pantallas del espacio Niceto Club mostraron mensajes de tinte radical –putchista, en un sentido– de protesta política contra el orden establecido en Rusia y, en particular, contra el presidente Vladimir Putin, ya el show de las activistas, performes y músicas Pussy Riot se encontraba en su cénit de un encuentro teñido por el activismo propio del movimiento de la mujer en Buenos Aires.
"Preparate, presidente, porque ya hemos conformado una banda", "hay un golpe en curso, la gente está cansada", "la policía tortura" se podía leer en inglés mientras cuatro integrantes del grupo (una cantante, una DJ y dos bailarinas) caracterizadas con sus ya clásicos pasamontañas de colores vivos. Nadya Tolokonnikova (quien había brindado una entrevista a Infobae que dio cuenta de la historia de la banda, sus objetivos y pensamiento político), que se ocupó de las voces en el recital en Buenos Aires, se había puesto un pañuelo verde que simboliza la lucha por la legalización del aborto antes de quitárselo y comenzar el show-arenga para el público argentino (que tendrá este martes una segunda edición en Córdoba), compuesto principalmente por mujeres. La cantante estaba acompañada por Yekaterina Samutsévich, Masha Alekhina, otras dos fundadoras de la agrupación.
La noche había comenzado con una mesa en la que Tolokonnikova protagonizó una entrevista pública en inglés (con traductora) comandada por la periodista Florencia Alcaraz y dos abogados del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en la que explicó qué es Pussy Riot: "No se trata de una banda musical, es un movimiento", había dicho. En realidad, el grupo tiene en sus shows que combinan el punk, el hip hop y la electrónica una de las patas de su actividad, ya que sus protestas políticas por los derechos de la mujer están atravesados por la performance, como aquella protagonizada en la Catedral de Moscú (cuyas imágenes se vieron en la pantalla) que culminaron en un juicio que les costó dos años en prisión a tres de los miembros del colectivo, entre ellas Toloknnikova: "Por esta canción Putin nos metió presas" anunció antes de entonar una rabiosa canción punk.
Como artista soporte se había presentado la argentina (y, según aclaró, ex modelo) Naomi Preizler, cuyo show no tuvo mayores aristas relevantes y en el que se destacaron las performances de las dos potentes bailarinas.
Luego, cuatro integrantes de la Campaña por el Derecho al Aborto subieron al escenario para convocar a la lucha, arengar con los cantos como "Aborto legal / en el hospital" o "El patriarcado se va a caer / se va a caer / y el feminismo va a vencer /va a vencer". El público coreó los cantos a viva voz. Luego convocaron a la movilización al Congreso del 28 de este mes, mientras hacían su entrada las Pussy Riot que durante todo el show mantuvieron el escenario en semiplena oscuridad, a la vez que cinturones de luces LED de colores acompañaban su vestuario.
Mientras una canción en ruso era interpretada por el grupo, en la pantalla se podía leer: "En Rusia nuestro gobierno está en guerra contra los artistas musicales y amenaza con cárcel y prohíbe canciones que hablen sobre los derechos de la mujer, de las disidencias LGTBI, que hablé sobre sexualidad y promueva la libertad sexual entre los jóvenes. Pero la gente está cansada. El gobierno de ladrones da más vergüenza que cualquier persona detenida en una cárcel". El mensaje político tiene para las rusas tanta importancia como su propia música.
En español y durante el intervalo, una miembro del grupo encapuchada de amarillo arengó al público denunciando la opresión contra las mujeres no sólo en Rusia, sino en España, en Afganistán, en México, entre otros, y en Argentina: "Presidente Macri, fueron 30 mil en el genocidio de la dictadura", dijo, antes de gritar las consignas: "Ni una menos, vivas nos queremos". Luego el show ingresó en su fase final.
En términos musicales Pussy Riot cumplió con sus objetivos y con su público pero, quizás, haya mostrado mayor potencia en el cariz de sus manifestaciones políticas que acompañaron cada canción. Incluso aquella que se manifestó cuando, al retirarse del escenario, las dos bailarinas lo hicieron con un beso en la boca. Las cantantes y activistas que llegaron del frío se mostraron con éxito, así, en Buenos Aires.
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