"Escuché que fue un show fantástico", dice Julien Temple sobre el recital de Nick Cave en Buenos Aires el pasado 10 de octubre. "Ése tipo es muy especial, muy envolvente. No tuve la oportunidad de trabajar con él, pero sí lo conocí". Hay pocas leyendas del rock que el cineasta británico no haya capturado en cámara. Fue testigo del nacimiento de los Sex Pistols y The Clash; desarrolló un catálogo extenso de videoclips, además de documentales sobre músicos como Keith Richards: The Origin of the Species o Ray Davies: Imaginary Man; saltó a la gran pantalla con Absolute Beginners, en la que participó David Bowie y documentó la efervescencia musical de grandes ciudades, desde su nativa Londres hasta Río de Janeiro.
Le prenden el micrófono en una camisa a la que le falta un botón -"mira si me voy a seguir preocupando por cosas así, a esta altura"- y pregunta si se escucha bien. Su acento inglés resuena bajo y suave, provoca casi un trance de concentración en sus interlocutores. "Los directores suelen estar gritando todo el tiempo, no sé por qué, eso nunca funcionó para mí", cuenta y se ríe mientras pide un "cortado", la única palabra que dice en español durante una charla en los jardines del porteño Museo Larreta, el centro neurálgico del BAFICI 2019, el festival internacional de cine independiente de Buenos Aires.
Julien Temple es uno de los visitantes internacionales de esta edición y cuenta con su propia retrospectiva en la sección Britannia Lado B. Durante estos días, se proyectaron algunas de sus obras más aclamadas, como las mencionadas de Richards y Davies, además de London: The Modern Babylon, Requiem for Detroit, y, claro, Absolute Beginners, que en su momento fue defenestrada por la crítica y lapidada en la taquilla, pero que más tarde recibió el reconocimiento merecido y en la actualidad es considerada una película de culto.
Hoy, agradece no haber alcanzado la cúspide de Hollywood porque "habría muerto tirado en un jacuzzi o de alguna otra forma igual de deprimente", se queja de la constante "mano selfie" que invade todos los shows en vivo y vaticina que si seguimos a este ritmo pronto nos convertiremos en criaturas mitad humanas, mitad computadoras.
-Ésta es la segunda vez que participa en el BAFICI. ¿Cómo está viviendo esta experiencia en Buenos Aires y cómo se compara con la primera vez, en el 2008?
-Estoy disfrutándolo mucho. Creo que el entusiasmo que tiene la gente por el cine acá es muy especial, es genial. No sé si eso tiene que ver con que quizás no tienen muchas oportunidades de ver estas películas en pantalla grande, pero la audiencia parecía saber mucho, lo que es muy bueno. Creo que los hice reír también, lo que para mí como realizador es importante, porque mi principal objetivo es hacer que la gente se ría.
La última vez que vine estaba molesto. Se iban a presentar varias de mis películas pero me dijeron que una nueva, mi filme de Joe Strummer (Joe Strummer: The Future is Unwritten), iba a presentarse a las 3 am. Les pregunté por qué me estaban relegando al peor horario, que nadie iba a ir a verla. Pero me dijeron "No, no, va a estar bien". Y llegué a las 3 am y el lugar estaba repleto. Había gente en las escaleras y parada en todos lados. Fue una proyección fantástica. Así que estaba equivocado y ellos tenían razón.
-Y además, ahora, años después, usted tiene una suerte de retrospectiva en la sección Britannia Lado B del festival…
-Da miedo de cierta manera porque quiere decir que me estoy poniendo viejo (se ríe). Hubo otras retrospectivas de mi trabajo en otros lugares, como en México, Francia, España… Es interesante, creo que uno aprende quién es realmente como cineasta. También te aburrís muy rápido del sonido de tu propia voz, porque estás hablando de tus películas todo el tiempo.
Lo único que la verdad no me gusta es cuando creen que soy especial porque conocí a Keith Richards o David Bowie y me hacen hablar sólo de eso. Y, lo que a mí me interesa es la manera en la que trabajo y hago mis películas, y cómo trato de aplicar las técnicas y el medio de maneras nuevas. Eso es lo más importante para mí, ¿sabés? Y las películas en realidad no son acerca de la música, son acerca de la gente que crea esa música, pero también sobre la audiencia y la cultura social a su alrededor. Entonces uso la música como una ventana hacia sus mundos. Pero uso mucho archivo, y muchas maneras de editar de las que a mí me interesa mucho hablar, pero nunca hablamos al respecto. Todos prefieren que hable de Keith Richards (se ríe). Lo que está bien, él es un hombre encantador.
-Creo que es esperable porque tiene que ver con toda la cultura de la celebridad. La gente siempre sintió fascinación por las figuras del punk o del rock y existe esa necesidad de saber todo sobre ellas, idealizándolas o humanizándolas.
-Sí, creo que lo mejor siempre es mostrarlos como humanos, y no como estas estrellas distantes.
-¿Cómo funciona esta dinámica de trabajar con alguien al que admira pero que a la vez quiere mostrar tal cual es, con todas sus falencias humanas?
-Bueno ahora ya hago esto hace tiempo, pero al principio estaba muy asustado, abrumado. Porque muchos de ellos -como Keith Richards, Ray Davies, por ejemplo- fueron grandes influencias durante mi desarrollo. Obviamente hay que superarlo si vas a hacer una película en serio, no podés estar asombrado, tenés que poder comunicarte al mismo nivel, y ser seres humanos juntos. Los quiero celebrar, porque los amo, pero quiero ser crítico, y mostrar sus debilidades además de sus fortalezas, porque eso es lo que los hace especiales. Si fueran sólo rockstars serían aburridos.
Lo realmente importante de la música es experimentarla con otras personas, igual que el cine. Pero ahora la gente la experimenta con su celular, que se está convirtiendo en parte de su mano, de su cerebro, y es un proceso extraño.
-¿Les gusta tu trabajo?
-No lo sé la verdad. Keith estaba contento. La situación con Ray es graciosa porque finge que nunca la vio su película, pero conocí una mujer en una proyección que me dijo "vos hiciste un filme sobre Ray", y yo le respondí que sí, y me contó que él se estaba quedando con ella cuando un día pasaron la película en la TV y él no la quería ver y se fue de la habitación. Pero ella siguió viéndola y se dio cuenta de que él la estaba espiando por la rendija de la puerta (se ríe), lo que me parece muy gracioso (vuelve a reírse).
-Su carrera comenzó retratando a los Sex Pistols. ¿Pero cómo nació su interés de integrar cine y música en sus proyectos?
-Tuve la suerte de tener la edad justa para poder disfrutar la música de Londres a mediados de los años 60. Fue un momento increíble en esa ciudad. Si lo pensás tenés a los Rolling Stones, a The Kinks, The Who, los Small Faces, The Yardbirds… Y cada semana salía una canción que empujaba los límites, más innovadora y fantástica que la semana anterior. Era muy emocionante, y uno pensaba que era el target de esa canción. Nosotros éramos su audiencia, los jóvenes de Londres inicialmente, y obviamente después tomaron el mundo. En esa época yo no estaba interesado en el cine, estaba interesado en la música, y me di cuenta de que era una manera de alcanzar distintas partes del mundo sin importar las barreras de lenguaje. Así que si basaba películas en torno a la música se podían cruzar límites.
Tuve una crianza curiosa, no vi películas cuando era chico. Pero después cuando fui a la facultad, tuve la suerte de ir a una universidad (Cambridge), con 25 colleges, y cada una tenía una sociedad cinematográfica, excepto la mía, ahora que lo pienso. Y cada college recibía tres películas por semana y las iban compartiendo, así que podías ver 5 ó 7 películas por semana, lo que te ocupaba todo tu tiempo, y eso es lo que hice durante tres años, así que tuve como un curso intensivo de cine y me emocioné muchísimo con este medio. Y después traté de unir el cine y la música, traté de hacer algo nuevo. También me gusta el silencio (risas), lo aprecio, soy un amante del silencio.
-Usted creció en una época de Londres en la que la escena del rock y del punk estaba en plena ebullición. ¿Cómo la compara con la actual?
-Son completamente diferentes. Es difícil para mí. Creo que para la gente joven hoy es un mundo nuevo en términos musicales de lo que fue para mí. Ciertamente no tiene más esa emoción inclusiva que tenía el punk. La sociedad entera estaba atada: lo amabas o lo odiabas. Era parte de todo. En cambio ahora si te gusta cierto tipo de música es solo tu tribu. Hay un nicho para vos y un nicho para otro tipo de música. Ahora a nadie le importa qué disco está en el puesto número uno, y para nosotros era muy importante. "¡Vamos, queremos ver a The Kinks en el número uno!". Yo creo que fuimos la generación que lo hizo por primera vez. Ya no es algo nuevo. Y hay algo muy emocionante en hacer algo por primera vez.
-¿Cree que el espíritu punk sigue vigente?
-La idea del punk con la campera de cuero y el mohawk está muerta para mí. Pero las ideas del punk siguen siendo relevantes. Es una lástima que los jóvenes no se hayan comprometido a tomar el desafío del punk para hacer algo nuevo. Tomar algunas de sus ideas y probarlas en una nueva situación. No puede ser la misma manera, no puede ser la misma música, no puede ser la misma imagen, pero el espíritu y las ideas pueden ser útiles. Cuando éramos punks odiábamos a los hippies. Hay un odio legendario, pero, ¿sabés?, cuanta más perspectiva tenés, más te das cuenta de que lo que hacían en el 66, 67, 68 no era tan diferente en espíritu al punk. Era una expresión muy diferente, en imagen y moda, pero sus ideas no eran diferentes. Te das cuenta de que eran parte de un viaje que se conecta.
Creo que para la gente joven hoy es un mundo nuevo en términos musicales de lo que fue para mí. Ciertamente no tiene más esa emoción inclusiva que tenía el punk
Pasaron 40 años desde el punk y cada cinco años uno se pregunta por qué algo así no ocurrió de nuevo. Y se nos está acabando el tiempo, porque creo que en los próximos 30 años vamos a tener suerte de ser seres humanos, porque estamos yendo muy rápido cuesta abajo al punto de convertirnos en mitad computadora, en criaturas semi digitales. Y está ocurriendo más rápido de lo que pensamos. Una conciencia de ello dentro de un movimiento como el punk sería muy valioso, porque un día nos vamos a despertar y vamos a pensar "¿qué nos pasó? Ya no somos humanos", y eso sería terrible.
-¿No cree que las distintas expresiones del arte, ya sea el cine o la música, nos ayudan a seguir conectados con nuestro costado más humano?
-Creo que es muy importante, pero, como decíamos antes, lo realmente importante de la música es experimentarla con otras personas, igual que el cine, creo. Pero ahora la gente la experimenta con su celular, que se está convirtiendo en parte de su mano, de su cerebro, y es un proceso extraño. No están experimentando la música de la manera debida, lo hacen porque es algo que supone que tenés que estar haciendo para verte cool en un concierto o en una discoteca. No lo están experimentando de la manera en la que solíamos mostrar la música, de una manera preciosa. Y es una forma de comunicación muy importante. Hay que entenderla, en vez de pensar que la entendés sólo porque la tenés en tu celular.
Y con el cine pasa lo mismo, está muriendo la idea de ver cine con otras personas, por lo menos en Gran Bretaña. Ahora la gente se queda en su casa y ve películas desde cualquier pantalla pero solos o con sólo un par de personas más. Por eso creo que los festivales de cine como éste son muy importantes, porque muestran las películas de la manera en las que deberían mostrarse, con otras personas. Disfrutando juntos, riendo juntos, poder dimensionarla gracias a otras reacciones y maneras en las que los otros las ven. Y después hablar sobre ella, compartir ideas. Esas cosas hacen que esas formas de arte sean humanas. Y estamos en peligro de perderlas. No quiero ser muy pesimista, pero realmente creo que la gente tiene que despertarse un poco.
-En los 60 la música implicaba una lucha. Hoy uno puede tener en el bolsillo cualquier canción que quiera, y la cantidad que quiera. Conseguir un LP en esa época era muy difícil y unía a las personas…
-Sí, definitivamente. Era muy difícil. Era como la búsqueda del Santo Grial, ese objeto místico que te iba a iluminar. La dificultad lo hacía divertido y emocionante.
-Volviendo a su carrera, Absolute Beginners es uno de los filmes programados en el BAFICI. Cuando se estrenó fue un fracaso comercial, pero hoy es considerado de culto. ¿Qué piensa de esta película hoy?
-Prefiero que mis películas tengan una vida larga en vez de un estreno exitoso. Como pasa en Hollywood, que gastan una cantidad increíble de dinero, muchísima gente la ve el primer fin de semana y dos años después se olvidaron completamente. Por eso me parece que me interesa más la longevidad, que la película permanezca y que con el tiempo incluso cambie un poco su significado.
Creo que estoy agradecido de que no haya sido un hit, porque creo que me hubieran encontrado hace mucho tiempo ya flotando muerto boca abajo en mi jacuzzi en una mansión de Los Ángeles. Si hubiera sido un gran éxito y yo me hubiera convertido en un director de Hollywood no sería más feliz, lo sé. Lo que es importante para mí es la verdad personal. Cuando uno hace una película quiere ser muy fiel a sí mismo, y en Hollywood te piden que abandones esa parte tuya. Trabajás para ellos y son sus ideas. Tenés muy poca individualidad como director en Hollywood. No podría hacer eso. Así que de alguna manera me alegro de no haber ido por ese camino.
-Durante estos últimos años realizó varias películas de ciudades utilizando la música como herramienta narrativa. ¿Cómo dio ese giro para hacer filmes en los que las ciudades reemplazaran a los rockstars como protagonistas?
-Amo la música y me gusta usar la música para narrar la historia. Pero si hacés una película sobre una banda de rock o sobre artistas del reggae o del country siempre tenemos el mismo patrón. Nos emocionamos mucho cuando comienzan, crean una energía muy bella, y después empiezan a drogarse y tener mucho dinero, y se va volviendo más y más aburrido. Hay una fórmula que se repite en estas historias, son muy similares. Y por supuesto, la música ocurre en las ciudades, y las ciudades se definen por su música pero son historias más complejas y nunca son iguales. Para mí fue una forma de extender la forma en la que trabajo con la música. No hablar sólo de rockstars, sino hablar del significado que tiene en una ciudad y cómo define la época y el lugar. Las memorias de una ciudad se transmiten a través de su música, y es una manera de viajar en el tiempo, con las imágenes correctas.
Hice películas de ciudades que creo que tienen un alma muy musical, como Detroit, La Habana, Río de Janeiro, Londres. También Ibiza aunque… bueno la música en Ibiza es mucho más interesante que solo las discotecas. Tenés jazz en los 50, toda la onda hippie de los 60, así que no es sólo música club, aunque es interesante por sí sola. Es un turismo muy extraño el que tienen ahí. Está en la frontera de la evolución del turismo. Es turismo nocturno. Dormís durante el día y te drogás a la noche (risas) y escuchás este ritmo que es siempre igual, así que es extraño pero es interesante ver lo que significa, y lo que le hace a la gente.
-¿Es más difícil hacer un documental sobre tu propia ciudad?
-Sí, Londres fue la más difícil porque tenés tantas opciones en tu cabeza y sabes tanto de dónde venís. Entonces te cuestionás todo el tiempo si estás filmando el callejón correcto, si debería ir por este lado o por el otro. Sí, me perdí mucho en ese proceso (mientras realizaba London: The Modern Babylon), y fue una película muy difícil de hacer para mí, hasta el punto en el que estaba deprimido y paralizado. Pero luego empecé a encontrar pequeñas cosas que funcionaban y conseguí una gran energía al final. Hoy podría hacer otra película de Londres y sería completamente diferente. Me gusta hacer películas sobre el mismo sujeto de manera diferente, lo que no creo que muchos hagan (risa), pero ahí tenés.
*Últimas funciones para ver la obra de Julien Temple en Britannia Lado B del BAFICI
Dave Davies: Kinkdom Come
Domingo 14 Abril 21.00hs
La Casa del Árbol (Av. Córdoba 5217, Palermo)
Habaneros
Domingo 14 Abril 11.45hs
Multiplex Belgrano – Sala 3 (Vuelta de Obligado 2199)
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