Por Miranda Santos
Valérie Plante va y viene por la Usina del Arte. En el auditorio principal participa de una conversación pública sobre cómo la creatividad y la cultura deben protagonizar el espacio público de las grandes ciudades. En la planta más alta de este edificio de La Boca, que durante tres días fue epicentro de la cumbre que reunió a más de 500 gestores culturales públicos y privados, Plante dialoga con colegas y con periodistas. Va y viene no sólo de sala sino también de idioma.
La alcaldesa de Montreal, que en 2017 se convirtió en la primera mujer en ser elegida para ese cargo, habla francés en las conversaciones oficiales y públicas de las que participa en el marco de la cumbre, habla en inglés con los colegas y periodistas de países de todo el mundo, y elige algunas palabras en castellano -"Legislatura", por ejemplo- para hablar de estos días que pasa en Buenos Aires.
"Firmamos un acuerdo para fortalecer los vínculos entre su ciudad y la nuestras porque nos preocupan cosas parecidas: el cambio climático, la sustentabilidad, el desarrollo del transporte público", cuenta a Infobae Cultura. Fue justamente en la Legislatura donde esta semana fue declarada Huésped de Honor. Hace veinte años, Plante estuvo en Buenos Aires: "La 9 de Julio ahora está más verde. Ya no es todo autos, autos, autos".
–Usted es la primera mujer en ser elegida como máxima autoridad de Montreal. ¿Por qué todavía es tan difícil para las mujeres acceder a cargos ejecutivos?
-Es muy importante que haya cada vez más mujeres en posiciones de liderazgo, y es cierto que todavía no es fácil. Como hay muchos varones en roles de poder, hay muchos modelos de liderazgo de hombres: si uno de ellos se equivoca, no le prestan tanta atención a ese error y de ninguna manera se vuelve ese el único modelo de "lo que puede esperarse" de un hombre. Pero hay mucha más gente atenta al posible error de una mujer, y si esa mujer se equivoca, entonces enseguida muchos salen a convertir ese error en "lo que se puede esperar de una mujer". Ese es uno de los motivos por los cuales es importante que cada vez haya más mujeres en roles de liderazgo: para, entre otras cosas, crear cada vez más modelos.
Dicho esto, tengo que decir también que las chicas y los chicos más jóvenes se acercan a mí con otra óptica. Las chicas dicen que cada vez tienen más claro que las próximas líderes pueden ser ellas, y los chicos dicen que ahora que hay una alcaldesa, pueden imaginar a sus hermanas, o sus novias, o sus amigas en un cargo ejecutivo. Es una generación con hambre de nuevos modelos. Y no sólo modelos encarnados en mujeres: la diversidad -racial, de orientación sexual, de género- es fundamental porque hace sentir representados a esos jóvenes. Básicamente, buscan modelos que los hagan sentir incluidos.
–¿Qué rol juega la cultura en la inclusión?
Suelo decir que la cultura es como un pegamento social, una vía para aglutinar a quienes conviven en un mismo lugar. Montreal es una ciudad a la que llega una cantidad muy alta de migrantes -entre la ciudad canadiense y sus alrededores viven 4 millones de personas- y es importante trabajar para que se sientan incluidos y para que la ciudadanía se sienta integrada.
En ese sentido, organizar eventos culturales es una vía para convocar a la participación ciudadana. Pero no se trata sólo de que haya eventos, sino de que haya recursos disponibles constantemente y de buena accesibilidad, como bibliotecas, Casas de la Cultura. Y actividades culturales en el espacio público, todo el tiempo. Creo que se subestima a la cultura como herramienta para la inclusión social.
–¿Qué le diría a otra mujer que quiere dedicarse a la política?
-En principio, le diría que como en casi todo el resto de las actividades que implican el ejercicio del poder, es cierto que el techo para una mujer está más cerca que para un varón. En cada cultura ese techo adquiere características y dificultades propias, que van desde la brecha salarial hasta los obstáculos que se le imponen a una mujer que decide ser madre. Entonces, a una joven le diría que puede tener la ambición de convertirse en líder política pero que la sociedad les impone a las mujeres barreras sistémicas que suelen impedir el acceso a lugares de liderazgo. Pienso que hay que alentar a las mujeres a que persigan el objetivo que se pusieron, y que la sociedad entera debe exigir más equidad. Sería injusto que yo le dijera a una nena "si lo querés hacer, vas a poder hacerlo". Sí pero no, porque hay obstáculos grandes. Entonces, lo que siempre les digo a las mujeres es que se junten, que armen redes, que se rodeen de quienes crean en el objetivo que se propusieron. De esa manera será más fácil llegar a un lugar que, en principio, no es cómodo para una mujer. La política no es un lugar cómodo para una mujer. Pero si estás bien rodeada, vas a poder amortiguar esa incomodidad.
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