Cómo encender con literatura un alma de carbón, según William Kotzwinkle

“La vida nos da historias, pero algunas no pueden ser ignoradas”, le dice a Infobae Cultura este autor norteamericano. Su novela de 1975, “El nadador en el mar secreto”, acaba de reeditarse y traducirse, y aparece por primera vez en Argentina

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William Kotzwinkle
William Kotzwinkle

—¡Johnny, acabo de romper bolsa!

En un pueblo del interior profundo de los Estados Unidos, año 1970 y pico, una mujer está a punto de dar a luz. Vive en el campo, en una cabaña junto a su esposo —conocido por su apellido: Laski— entre el frío y la soledad. Tienen treinta años y han esperado con mucha ansiedad este momento. Suben a la camioneta en las primeras horas de la mañana y conducen unos cuantos kilómetros hasta el hospital con la esperanza de conocer a su hijo, el primogénito, que está en camino. Sin embargo el bebé nace muerto.

A grandes rasgos, esa es la historia narrada en El nadador en el mar secreto, novela breve, profunda, sensible, que publicó William Kotzwinkle en 1975. Es autobiográfica, porque eso le ocurrió: perdió a su primer hijo ni bien salió de la panza de su esposa. Mientras el dolor se agitaba con violencia dentro de su pecho, se encerró en su estudio y se puso a escribir "con las lágrimas en los ojos desde la primera a la última página".

Envió el texto a una revista norteamericana y se lo publicaron en el viejo formato de novela por entregas. Los lectores quedaron deslumbrados, la crítica también. Obtuvo varios premios. Luego, el olvido. Hasta ahora, que la editorial China Editora decidió traducirlo y publicarlo por primera vez en Argentina. A veces uno se pregunta cómo es que un libro tan bello y triste a la vez —pero sobre todo tan bien narrado— puede terminar perdido en el olvido. El mundo, bien lo sabe Kotzwinkle, suele ser injusto.

“El nadador en el mar secreto” (China Editora, 2019) de William Kotzwinkle
“El nadador en el mar secreto” (China Editora, 2019) de William Kotzwinkle

"La vida nos da historias", le dice a Infobae Cultura este autor nacido en un pueblo de Pensilvania, Estados Unidos, en 1943. Desde allí responde estas preguntas, vía mail, con Caterina Gostisa —su traductora— como intermediaria. Su voz escrita tiene una notable fuerza poética, la misma que ruge y susurra en su novela. Comenzamos por allí, por El nadador en el mar secreto, entonces vuelve su mirada atrás y recuerda el momento en que se sentó a escribir. Como si una voz en su cabeza le dijera: esto es lo único que puedes hacer ahora.

—¿Recuerda el momento en que se sentó a escribir El nadador en el mar secreto? ¿Qué pasaba por su cabeza? ¿Qué objetivo se propuso?

 La vida nos da historias. Algunas que podemos ignorar, dejando que caigan detrás nuestro sin que eso signifique una pérdida significativa para nosotros o para el mundo. Pero algunas historias no pueden ser ignoradas. Vienen con una fuerza devastadora y demandan acción. Entonces yo escribí. Mi objetivo era crear un camino a través del desierto de mi corazón.

—¿Siente que la literatura lo ayudó a convivir con el dolor?

—Sí. Pero también necesitaba un sol pálido en el cielo invernal, la nieve debajo de mis botas, el canto de los pájaros en las ramas heladas de los árboles. Esas canciones, con su melodía eterna, me recordaron que el mundo existía mucho antes de que yo llegara, y que no debía dejarme arrastrar por el camino de la muerte, sino que tenía que respirar el aire frío, realizar mis tareas, y a través de ellas sentir mi fuerza.

La vida nos da historias, pero algunas no pueden ser ignoradas

Antes de los premios, del Premio World Fantasy, del PETA Award Children's Fiction, del National Magazine Award for Fiction, antes de escribir el tema que Michael Jackson grabó para la canción de E.T. y también de escribir las novelas basadas en las películas de E.T., Kotzwinkle tenía el mismo interés por la literatura que por la grafología: ninguno. Sin embargo, algo ocurrió —las cosas siempre ocurren así: intempestivamente— que de repente sintió que los libros podían abrir un portal en la realidad y transportarlo a otros mundos.

"Soy de un pueblo minero de carbón —cuenta— y mis valores eran escasos, mi intelecto no estaba del todo desarrollado. Pero de alguna manera llegué a la Universidad. Un estudiante graduado en artes teatrales estaba buscando un compañero de habitación y decidió que yo era lo suficientemente agradable como para tenerme cerca. Él era un actor brillante y yo era un trozo de carbón. Pero un día me pidió que le sostuviera el guión de la obra que estaba ensayando y que lo ayudara a repasar sus líneas. Era una obra de Tennessee Williams, un hombre profundamente sensible y poético. Ayudando a mi compañero con sus líneas me encontré sumergido en un mundo que hasta entonces era desconocido para mí".

Algunas ediciones de la novela de Kotzwinkle
Algunas ediciones de la novela de Kotzwinkle

Al momento de describir esa sensación, Kotzwinkle no escatima palabras: "Era el mundo del arte y la belleza, y lo reconocí como el mundo más deseable de todos. El trozo de carbón que era mi alma se encendió y me he estado calentando con él desde entonces".

—En un momento de El nadador en el mar secreto, Laski mira el diario y ve "guerra, escándalos, inflación", algo que continúa existiendo hoy, y en todas partes del planeta. ¿Cómo se lleva con la actualidad y las noticias?

Leo diarios de mala calidad en busca de personajes, incidentes y figuras de diálogo que pueda llegar a usar en la ficción. Cualquier escritor que se involucre con las noticias por cualquier otra razón se está sentando con un demonio infinitamente manipulador que le robará el suelo debajo de sus pies, el cerebro de su cráneo y el corazón de su cuerpo.

Jorge Luis Borges, Pedro Mairal, Cesar Aira, Horacio Quiroga y Luciano Lamberti: algunos de los escritores latinoamericanos que lee Kotzwinkle
Jorge Luis Borges, Pedro Mairal, Cesar Aira, Horacio Quiroga y Luciano Lamberti: algunos de los escritores latinoamericanos que lee Kotzwinkle

—Quisiera preguntarle sobre la literatura latinoamericana, si le gustan autores de aquí.

—Borges es uno de los mejores escritores que el mundo jamás verá. Fue crucial en mi propio desarrollo porque abrió las puertas a la imaginación de una manera que no me había sucedido nunca antes. Una vez que mi intelecto comenzó a desarrollarse, necesitaba ver hasta qué punto podía extenderse y Borges me mostró que se estira hasta el infinito si uno camina con cuidado. Los escritores latinoamericanos contemporáneos que he disfrutado son Pedro Mairal, César Aira y Luciano Lamberti. He disfrutado también de Horacio Quiroga, por ejemplo. Son todos artistas del infinito y creo que América Latina lidera el mundo literario en ese aspecto.

—También quisiera saber si lee autores nuevos, y si considera, como ha dicho Paul Auster, que ya no hay grandes escritores.

—Los autores que recién enumeré usan su imaginación en un nivel superior. Eso es lo que busco en nuevos escritores y es algo que está notoriamente ausente en la ficción estadounidense en estos días. Quizás los elfos ponen más imaginación en nuestras cunas. Si es así, en las últimas décadas han estado ocupados en otros lugares. Existe una tendencia desalentadora hacia publicaciones de agenda, con la corrección política en el centro. Mi agente de Hollywood se refiere a este hecho como "el núcleo de la miseria". Es un lugar sin humor, desprovisto de caballerosidad. George Orwell escribió sobre la miseria de morir de hambre en París, pero lo hizo con ingenio y virilidad.

Cuando descubrí la literatura, el trozo de carbón que era mi alma se encendió y me he estado calentando con él desde entonces

El nadador en el mar secreto no ahonda en los sentimientos, ni siquiera se demora mucho en describirlos. Laski, el protagonista, junto a su mujer, atraviesa dos momentos de extremada humanidad: el parto y la muerte. En su brevedad, la narración adquiere un vuelo mucho más intenso. Kurt Vonnegut dijo que William Kotzwinkle "es uno de los pocos escritores norteamericanos con absoluto control de sus materiales, y sus materiales parecen provenir de un lugar bien profundo". En efecto, la profundidad de esta novela captura a cualquier lector, incluso el más insensible, volviéndolo una criatura más vulnerable, pero tal vez también un poco más sabia. ¿No es ese, acaso, el poder de la literatura?

—¿Para qué sirve la literatura? ¿Para qué sirve leer una buena novela en un mundo como este?

—La literatura despierta el alma. Despertó la mía cuando sostuve la obra de Tennessee Williams en mis manos. Nunca volví a ser el mismo después de eso. Los chinos dicen que los truenos despiertan a los insectos en la primavera. Así es como se siente, nuestras extremidades empiezan a temblar, nuestras antenas barren el aire, descubriendo el mágico perfume de la existencia.

 

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