Hace más de un siglo ya, en 1917, dos jóvenes británicas salieron al campo con su cámara de fotos en mano. Elsie Wright, de 16 años, y su prima, Frances Griffiths, de nueve, eran dos niñas comunes que buscaban aventuras en las horas muertas de un pueblo, Cottingley, West Yorkshire, que entonces no superaba los 700 habitantes.
Fueron 14 capturas que quedaron en la historia. Era la primera vez que se fotografiaba a las míticas hadas que, a partir de cuentos e historias, se habían convertido en seres que desafiaban a la imaginación. Y aquellas fotos eran la prueba de que existían, o por lo menos así lo creyeron en aquella época.
La historia se propagó como pólvora y engañó al mismísimo Sir Arthur Conan Doyle -para ser justo el padre de Sherlock Holmes, espiritista declarado, sufrió a lo largo de su vida en una serie de engaños que resultan extraños para su gran capacidad racionalista.
Las fotos de las hadas de Cottingley fueron tomadas en julio y septiembre de 1917 y la historia solo pudo ser opacada cuando meses después, desde Fátima, Portugal, unos pastorcitos afirmaron que podían ver y oír a la Virgen María. Hoy, parte de esas imágenes, salen a subasta y se espera que alcancen las £ 70,000 (USD 91.141,40)
Las niñas utilizaron una cámara de placa Midg del padre de Elsie y con recortes de papel de colores y alfileres armaron escenas cerca del arroyo en el jardín de Elsie, técnicas que darían orgullo al mismísimo Georges Méliès.
Mientras que el padre de Elsie, un entusiasta fotógrafo aficionado que desarrolló las impresiones, jamás dudó de que eran apócrifas, su esposa Polly creyó en el relato de las menores desde el primer momento. Así, en 1919, llevó copias de las imágenes a los miembros de la Sociedad Teosófica en Bradford, donde estaban dando una conferencia sobre la vida de las hadas.
Conan Doyle tomó conciencia de las fotografías una año después y quiso usarlas para un artículo sobre las hadas de la revista The Strand. El éxito, el reconocimiento, las llevó a encontrarse, una vez más, con las hadas y lograron captar tres instantáneas más.
Elsie y Frances solo confesaron que las fotografías se habían falsificado en 1983, Frances que hasta entonces mantenía la quinta fotografía, The Fairy Bower, era genuina.
La hija de Frances, Christine Lynch, dijo que su madre siempre sostuvo que la imagen era genuina pero que la había tomado accidentalmente: "Mi madre se alegró de que la verdad saliera al final", dijo Lynch, de 88 años, quien acercó las fotos que se pondrán a la venta en Dominic Winter Auctioneers en Cirencester, Gloucestershire, el 11 de abril.
"Nunca pensó que podía tomar fotografías de las hadas y vio que la hierba se había convertido en un nido de semicírculo. Sin pensarlo, sacó la cámara y ajustó el temporizador, la distancia y la exposición y fue solo cuando se desarrolló, vio que había hadas reales en ella".
"No estoy triste por venderlas y es hora de hacerlo y con el centenario de la historia, pensé que era un buen momento para que se fueran. Es hora de que vayan a un museo donde alguien más pueda verlas y disfrutarlas. No han estado a la vista, así que es bueno que alguien más los vea".
El subastador y especialista en fotografía Chris Albury dijo: "Creo que las impresiones de contacto de las hadas son fotografías increíblemente significativas en el contexto de esta extraordinaria historia. El primero de Frances and the Fairy Ring es quizás la fotografía más importante que existe en relación con este drama. Arthur Wright hizo un pequeño número de las primeras dos fotografías a partir de los negativos de la placa de vidrio originales y no parece que hayan sobrevivido. Esta era la copia propia de Frances y quizás el ejemplo original más perfecto que todavía existe".
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