(Desde Córdoba) "No soy académica, soy escritora", comenzó diciendo Claudia Piñeiro cuando tomó el micrófono y miró el manojo de hojas sobre la mesa. La sala del Teatro San Martín estaba colmada y los palcos repletos de gente. Muchos filmaban con el celular, otras sacaban fotos y algún estudiante o periodista tomaba notas en un cuaderno. "Trataré de ajustarme al título que nos convoca con la mirada que corresponde a lo que soy: la de la ficción, el relato y la palabra", agregó. El título del panel era "El valor del español como lengua de culturas. Literatura, oralidad, folclore" y junto a ella participaron también Alejandro Dolina, Olga Fernández Latour de Botas, Patricia Córdova, Gastón Melo y Norma Morandini. Fue la primera en hablar. Luego de la introducción realizada por el presidente de la mesa, Mario García Aldana, y de la coordinadora, Ana Pizarro, tocó el turno de la narradora argentina.
"A esta altura de nuestra historia en común hay que reconocer que la lengua española funcionó como amalgama, permitió contar historias y tradiciones, así como posibilitó recibir historias del otro lado del mar. Sin embargo, en el origen, quinientos años atrás, hay un hecho histórico, descriptivo, que no sería honesto soslayar: el español fue, en el origen, la lengua del conquistador", sentenció la autora de Un cominista en calzoncillos, La viuda de las jueves y Quién no. "La lengua española en las Américas es una lengua impuesta. Que eso haya pasado hace más de cinco siglos atrás y que hoy podamos decir que hemos constituido una cultura iberoamericana en común no hace desaparecer aquel origen, aquel acto fundacional del uso de la lengua española en Latinoamérica".
"Incluso más de trescientos años después de la llegada de España al territorio americano —continuó—, en julio de 1816, cuando se redacta nuestra acta de la Independencia, sancionada por el Histórico Congreso de Tucumán, se contempla esta diversidad de lenguas: escrita en idioma español fue traducida al quechua, al aymará y al guaraní para que tuviera la suficiente difusión y apoyo. Hoy, siglo XXI, disfrutamos el uso de esta lengua en la literatura, en la oralidad, en el folclore. Pero aún así existen marcas de aquella fundación, una cierta resistencia ancestral sigue haciendo eco en los usos y particularidades de la lengua en cada uno de los distintos lugares donde se la habla. La lengua de todos nosotros, el español que armamos entre todos, es suma, es riqueza en la diferencia, es compartir, pero también, en América, es la consciencia plena de aquel origen."
Entonces realizó una pausa, tomó aire, y dijo: "De hecho, y para propiciar esa unión, en futuras ediciones este congreso, tal vez, debería llamarse Congreso de la Lengua Hispanoamericana". El público soltó un gran aplauso, el primero de varios.
"Poner sobre la mesa esta cuestión cuando hablamos de la lengua que compartimos creo que nos hará bien a todos. Mi padre era español, mis cuatro abuelos también, de hecho yo tengo esa nacionalidad, si tuviera que elegir otro país donde vivir probablemente elegiría España. Pero lo que no se habla produce malestar", dijo y agregó: "Soy escritora, y como dijo Reynaldo Arenas, los escritores estamos encaprichados en ponerle palabras al silencio, a los silencios actuales y a los anteriores, incluso a los que vienen desde quinientos años atrás".
El lenguaje inclusivo es uno de los temas del momento. Sigue siendo novedoso que se lo utilice pero también que se haya vuelto, poco a poco, un tema de debate, no sólo en los ámbitos académicos, también en los periodísticos, por ejemplo. Sin embargo, en el Congreso de la Lengua no se ha propuesto un panel para problematizar este asunto, aunque —hay que decirlo— se ha ido colando en distintas ponencias y diversas entrevistas. Está claro: es uno de los temas que atañen hoy a nuestro idioma. Y esto Claudia Piñeiro lo sabe.
"En el 2019, me resulta imposible no hacer un paralelismo entre una lengua que quiere imponerse sobre otras habladas en un territorio dominado y la férrea oposición de muchos a que la lengua se modifique adoptando los usos que introdujo la perspectiva de género. De nada sirve ni oponerse ni tratar de imponer un lenguaje atravesado por la realidad: la lengua está viva y siempre será con el tiempo lo que el uso determine. No sabemos hoy si el lenguaje inclusivo terminará siendo adoptado por la lengua española, lo sabremos en el futuro. Pero muchos de los que están en contra del uso del lenguaje con perspectiva de género argumentan desde el lugar de una supuesta superioridad, con subestimación y algo de prepotencia. Casi como el conquistador que está imponiendo sus reglas en otro territorio. Y en este caso y en este siglo el territorio no es geográfico sino humano: la mujer y los géneros no binarios."
Acto seguido, tomando como eje el título del panel, citó a tres autoras de distintos géneros, a "tres chicas jóvenes" para dar cuenta de cómo la lengua está siempre viva, siempre en retroalimentación con los nuevos lenguajes, dialectos y coyunturas que surgen en nuestra contemporaneidad.
La primera fue Mariana Carrizo, una coplera salteña nacida en el pueblo de Angastaco que entona versos como estos: "Una copla verde canto / pañuelo de libertad / toda la fuerza en la lucha / para el aborto legal (…) Si una sola mujer muere / saldremos todas a un tiempo / salga el sol, si ha de salir / también que salga la luna / el aborto será ley / pa' que no muera ninguna". "Después de cantarla fue amenazada de muerte y su casa fue apedreada. En el siglo XXI, en Salta, Argentina, la casa de una mujer es apedreada por cantar una copla", contó Piñeiro.
Charo Bogarin fue la segunda: una cantautora que nació en Clorinda. "Su mirada está puesta sobre el canto de las mujeres quom, y lo hace con una perspectiva antropológica. Para rescatar la memoria ha hecho recopilaciones de canciones en quom, mbya y guaraní", comentó para luego cantar "Cinco siglos igual", de León Gieco, en lengua quom. "Como ayer el Ministro de Educación recitó los versos que le decía a su mujer embarazada, yo voy a hacer lo mismo", dijo, y cantó algunas estrofas de "Cinco siglos nachi 'en 'am". Los apluasos del público volvieron como una ola inmensa.
La tercera narradora fue Miss Bolivia. "Usa en sus letras palabras y expresiones del español villero y del español tumbero: 'a la gilada ni cabida', 'tomate el palo', 'yuta', 'warrior', 'ortiva', 'caretas', 'cagón'". Luego leyó la letra de su canción "Paren de matarnos". Un fragmento: "Ovarios, garra, corazón / Mujer alerta, luchadora, organizada / Puño en alto y ni una menos / Vivas nos queremos / Paren / Paren de matarnos / Paren, paren / Paren de matar". Aplausos. Y más aplausos.
"Dice la Real Academia Española —continuó la escritora, con la voz más decidida— que folclore es el conjunto de costumbres, creencias, artesanías, canciones, y otras cosas semejantes de carácter tradicional y popular. Los trabajos de estas tres mujeres entran en esa definición. Pero también la exceden, porque son lenguaje vivo, cosmovisión, lucha, resistencia, la herida del acto fundacional, la voz potente que nace de la impotencia. Narradoras que recibieron el mensaje del viajero que viene de lejos, pero que no soltaron la tradición y la historia de quienes se quedaron en la tierra de origen". Entonces, tras una pausa, el cierre, bien literario: "Mujeres que no aceptan, en el siglo XXI, un conquistador".
¿Será este el discurso más aclamado de todo el Congreso de la Lengua? Hasta ahora, no caben dudas. El Teatro San Martín entero apludió al unísono, sin las expresiones de solemnidad del acto inaugural con los reyes y mandatarios. Nada de eso, aquí, entre el público, estaba la sociedad civil. "¡Grande, Claudia! ¡Genia!", se escuchó entre los aplausos y gritos. Alejandro Dolina, presente en la mesa, se paró para apludir de pie. Algo emocionada, Claudia Piñeiro levantó su puño. Enlazado, el pañuelo verde: un emblema que reclama, además del derecho al aborto legal, igualdad de género.
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