La novela La hija de la española (Lumen) es la ópera prima de Karina Sainz Borgo, (Caracas, 1982), periodista cultural venezolana afincada en España desde hace algo más de doce años. La obra -uno de los grandes fenómenos durante la última Feria del Libro de Frankfurt, la más importante del mundo- será publicada en 22 países y la crítica no repara en elogios con respecto a esta historia que transcurre en una Caracas degradada y violenta, pero a la vez hermosa, durante los últimos días del Chavismo.
Sainz Borgo, colega de quien escribe, vive en un pequeño piso en el Madrid más céntrico y castizo, rodeada de libros apilados en paredes y estanterías y con un balcón al que se asoma para fumar algún que otro cigarrillo y observar el pulso de la calle. Cuando le di la enhorabuena por la publicación de la novela en España, su respuesta fue: "Muchas gracias. Sé implacable". Ella es así, de apariencia delicada pero fuerte, una lectora voraz y crítica, rápida e inteligente.
Cuando nos sentamos a realizar esta entrevista, Madrid y sus pasiones literarias quedaron a un lado. La realidad volvía a transportarnos a su Caracas, que entonces llevaba más de tres días sin energía eléctrica.
–¿La novela siempre tuvo ese arranque tan fuerte y visual?
– Ese fue el comienzo desde el primer momento y te diré, existía antes el título y esa primera imagen que el propio desarrollo de la novela.
– Hablas del desarraigo. Como venezolana en España, ¿cómo te sientes aquí?
– Yo había intentado escribir previamente novelas que tenían una temática compleja para mí. Hablaban del desarraigo, identidad, distancia, migración… Las terminé, pero no me sentía cómoda con ellas, sentía que me daba una y otra vez golpes contra la pared de ladina de novela que además parece que es un género que nos obsesiona. Yo sentía que se me iba de las manos. Entonces se dan las circunstancias en las que yo decido emprender un proyecto venezolano porque me dije: "probablemente este es el momento". Primero fue abrir el documento de Word y poner La hija de la española enter- enter- enter … "enterramos a mi madre con sus cosas. No podía ser de otra manera." A partir de ahí, todo el primer capítulo fue un torrente. Ya sabes lo que dice el escritor Javier Marías, que hay dos tipos de escritores: los escritores brújula y los escritores mapa. Yo no tengo las tablas para ser escritora mapa y lo que hice fue, a partir de esa brújula inicial, construir el personaje y era evidentemente Adelaida Falcón, mi protagonista, la huérfana dentro de esa historia la que me guió en el camino. La historia se construyó como un mecanismo purgativo.
– ¿Cómo fue tu llegada a España?
– Decir que yo me siento desarraigada en España es absolutamente falso, porque creo que mi españolidad me la he ganado no porque mis padres hayan sido españoles y hayan sido emigrantes, sino porque yo realmente he hecho vida en España durante 12 años. Sin embargo, en mi otra tierra, siempre rota, sí me siento una desterrada. Podría parecer una frivolidad, quizás porque hay gente que de verdad se fue porque tenía hambre, porque la perseguían, porque no podía más, porque le mataron a un familiar, porque lo secuestraron, pero yo sí siento que a mí, como a Adelaida Falcón, el país me expulsó y no solamente me expulsó, sino que cuando volvía ya no me reconocía, y también sentí un cierto destierro mientras vivía allí, porque no entendía cómo podía ser un país tan empeñado en destruirse, y sentí que era el momento de irse.
– A tu protagonista no le ponen fácil la salida del país. ¿Fue tu experiencia parecida?
– No te creas, viví varias alcabalas militares. Yo venía cargada de libros. Lo que le ocurre a Adelaida al llegar a Venezuela es muy del ejercicio del poder en los países donde la presencia militar es muy fuerte. Me bajaron del avión, me quitaron los dos pasaportes, tenía un pastor alemán que me olisqueaba, era muy desagradable, me retienen mucho tiempo, y yo estaba preocupada… "¿por qué me quitaron el pasaporte ?", me preguntaba. Era esa época en la que me intimidaban mucho porque sentían que se podía sobornar, y cuando me monté en el avión, escribí un pasaje que está en la novela.
– Esta novela lleva mucho tiempo escribiéndose, entonces.
– ¡Sí! No te digo que esta novela sea autobiográfica, pero te mentiría si no te dijera que es verdadera.
– Venezuela te dolía cuando te fuiste y ahora más, supongo.
– Venezuela me duele siempre. Venezuela está quebrada y tardará mucho en recomponerse. Cuando llegué a España, llegué y vi aquel aeropuerto que parecía el vientre de una ballena. Yo iba arrastrando la maleta como quien arrastra un peso. Llegué y no tenía a nadie. Me vine a hacer un máster y me sentí muy aturdida, pero con el paso del tiempo fui entendiendo el sitio al que había llegado. Tardé unos años, pero como para el sexto año más menos, ya entendía España, ya comprendía que si me hablaban de una manera más directa no era que fueran antipáticos, sino que era así. Empecé a entender cómo se expresa el afecto, qué se vivía en la calle cuando yo venía de una ciudad en la que la calle era amenazante… Tenía una sensación de desarraigo profundísima, pero no por España, sino porque sabía que mi país se estaba cayendo a pedazos y cada día era una noticia peor.
La historia se construyó como un mecanismo purgativo
– El lenguaje es colorido para aquí y muy rico. ¿Cuál es tu relación con el español de allá después de estos años?
– No me costó el lenguaje. Ya decía Juan Gelman que el lenguaje es una patria. me fascinó mezclar porque creo que está escrito mitad en castellano y mitad, español. Las palabras venezolanas le dan color, además.
–Ha tenido que ser duro escribir esta novela.
– Claro que sí, fue como una exhumación. Una vez me dijo Milena Busquets que había entrevistado a Philip Roth y que le había dicho que escribir es bajar a la mina. Hay que picar la yedra y sacar algo de ahí. Evidentemente es una frivolidad que yo lo diga así, pero es bajar a una mina anímica y era volver a un montón de cosas y sacar temas que a mí me importaban, como por ejemplo dónde están enterrados nuestros muertos.
– Pero si bien está situada en Venezuela, como todas las buenas historias, ésta es universal.
– Si era capaz de hacer algo con todo lo que me dolía de verdad, sí que iba a conseguir que la novela fuera universal. Lo que sí me puse como condición fue que esa novela o iba a tener años, nombres públicos, porque esta novela no es un reportaje. Si no me hubiera sentado a escribir esta novela, no sería capaz de hablar de Venezuela hoy, porque además, para mal o bien, el hecho de que yo haga tertulia política, tomó posición allá.
– No podemos obviar la situación política del país.
– Ya ves, tres días llevamos de apagón, no pude comunicarme con mi hermana en Caracas. Mira qué ironía… la novela acaba con "En Caracas siempre sería de noche". A la situación política la veo muy mal, porque el gobierno legítimo, legal, es el que recae en el presidente de la Asamblea. Está claro que en Venezuela hay un incumplimiento manifiesto de la Constitución. Realmente hay una usurpación y una ilegalidades del gobierno de Maduro, porque fueron unas elecciones no reconocidas internacionalmente y que no tenían ninguna garantía, y a las cuales no se presentó ninguna oposición porque evidentemente era una trampa. A partir del 23 de febrero todo cambia, y el juego se empieza a dar legalmente. ¿Qué es lo que más me preocupa a mí? que es un proceso muy, muy profundo de violencia. Actualmente hay que evitar un baño de sangre en Venezuela. Hay grupos de élite militar que están imputando gente en las barriadas porque allí la carestía es mucho más profunda y mucho más grave y ellos no pueden permitir que se les formen focos y grupos de protesta en zonas donde ellos controlaban porque no hay un orden. Además el régimen empoderó mucho y armó a colectivos civiles que también se les están yendo de las manos. Piensa en ese escenario donde te pede pasar cualquier cosa.
– ¿Llegará la novela a Venezuela?
– Ayer estaba conversando con Venezuela sobre la novela y yo no podía decir de qué trataba la novela. Si yo digo de qué trata la novela, a esa muchacha la multan o le quitan el programa. No, no llega ahí la novela. Me gustaría hacer algo con esto. Voy a hablar con la editorial para ver qué puede hacer.
Decir que me siento desarraigada en España es absolutamente falso, pero en mi otra tierra, siempre rota, sí me siento una desarraigada
– El resto de América y Europa ayudan a Guaidó en general.
– Colombia ha recibido alrededor de un millón y medio de venezolanos que están en una situación absolutamente precaria. En Brasil está pasando lo mismo. Hay un problema regional importante y el grupo de Lima está de acuerdo con este tema. Yo creo que el tema de la intervención militar no es que vayan a intervenir militarmente, sino que es una manera de presionar a las fuerzas armadas para que de un paso atrás. Si tu te fijas, en las protestas últimas, no es el ejército el que reprime, sino que son los pistoleros del gobierno. Lo que es esperanzador es que aunque la gente esté quebrada, siga saliendo a la calle y aspirando a vivir mejor. Es esperanzador, y podría servir de combustible para atravesar ese larguísimo desierto que nos toca. Venimos de una catástrofe ciudadana y lo que nos ha quedado es un enorme desierto.
– Toda la novela tiene algo de alegoría.
– Sí, tienes razón. Toda la novela está construida sobre una alegoría. La madre es una alegoría de la Patria, la casa es una alegoría del arraigo, de la identidad, y la Mariscala era para mí la personificación del poder tal y como se ejerce en Venezuela. La Mariscala es la épica de la revolución. Si yo la he puesto gorda y en mallas es porque quiero que se entienda que está bien alimentada y que ella trafica con la comida que debería ir a la gente y además hace negociados. Es una gran metáfora de cómo todos los regímenes totalitarios se corrompen.
– Esta novela no es ni mucho menos solo política, sino que es lenguaje, belleza, sentimiento y humanidad.
– Sí, gracias, tiene aspiraciones literarias. Quise manejar la novela de una forma que fuera metafórica y crear un texto bello y con mensaje.
– ¿Y la ausencia del padre es algo especial?
– Hay dos temas que están muy pegados. Primero la ausencia del hombre. Adelaida dice en la novela: "A los diez años ya era viuda, me enamoré de un soldado muerto". Yo diría que en la mayoría de las familias de Venezuela y yo diría que, aún más en las clases menos favorecidas, siempre son las madres las que sostienen la familia y además hay mucha supervivencia. Muchas de mis amigas vivían con sus mamás solas. No significa que tengan poder, pero la intendencia es de ellas, por eso Adelaida entiende la relación con su madre como un buen gobierno.
– La pintura es muy importante en la novela, como La joven madre de Arturo Michelena y La Inmaculada de Murillo.
– Michelena sería comparable a Sorolla. Es un gran pintor venezolano.
– El mar también es muy importante.
– Sí, el Atlántico también es muy importante. A la gente cuando atraviesa el mar realmente la abren como con un bisturí. En esta novela están recogidos todos los inmigrantes, todos los que viajan, todos los que han perdido algo, todos los que dejaron su tierra, todos los que vinieron de Europa, españoles, italianos… Este país que ellos crearon se viene abajo y sus hijos, años después de la posguerra, tienen que hacer el camino contrario. A mí eso me parece importante contarlo porque no está contado.
– Para acabar, yo creo que es importante recalcar que esta es una novela sobre la supervivencia y el sentimiento de culpa del superviviente.
– Es así. Esta es una novela que quiere ser universal y creo que los lectores tienen que darle el permiso de verla como como una historia universal. Adelaida Falcón entra en cualquier personaje tipo, es el héroe, ella es el héroe.
SIGA LEYENDO
Literatura y belleza para tiempos tumultuosos: 3 libros breves e inolvidables
7 claves para pensar "Serotonina", la última novela de Houellebecq