"Fue el más importante cantante soul de la historia. Fue también el inventor de la música soul y su intérprete más popular y querido tanto en la comunidad negra como en la blanca". Así comienza la reseña biográfica de Sam Cooke que se puede leer en el respetado sitio musical allmusic.com.
Cooke es el protagonista de la última edición de ReMastered, la serie de documentales sobre músicos emitida por Netflix: Los dos asesinatos de Sam Cooke. Cualquier elogio, por más exagerado que suene, queda refrendado, más de medio siglo después de su temprana y extraña muerte, escuchando las diversas etapas de su corta carrera.
Para tener una referencia rápida, se podría decir que era como si Frank Sinatra hubiese sido educado musicalmente en las iglesias norteamericanas, con sus predicadores enérgicos y sus coros entonando gospels y spirituals.
Esa doble condición –la tersura y afinación perfecta de Sinatra con la vitalidad sensual y exaltada de los coristas evangélicos—va a marcar la carrera de Sam Cooke. Rápidamente, su grupo de coros, los Soul Stirrers, se convertirán en profesionales. Sam se destacaba tanto en su forma de cantar como en su personalidad ambiciosa y determinada. La carrera como solista era inevitable. Ahora bien, para Cooke (nacido "Cook" pero agregando una e al apellido para darle un aire más refinado) eso implicaba no solo conquistar a su público natural sino también al blanco: una operación comercial y artística conocida como "crossover" que lo tuvo como precursor.
Así, Sam Cooke desarrolló un repertorio amable y prolijo para el oído blanco, reversionando respetuosamente standards consagrados (como I Love You for Sentimental Reasons) y otro, pop pero con un giro étnico fuerte, dejando ver claramente la impronta religiosa y racial de su formación, mucho más apropiado para su público negro. Intentó todo con el objetivo de ser exitoso –desde los standards de jazz hasta el blues y el twist- y en el camino, inventó la música soul.
Hay dos discos en vivo de Sam Cooke, que permiten apreciar esa doble cualidad de su carrera. Uno está grabado en el Copa, apareció en 1964 y muestra la ductilidad de su voz tratando de complacer al público blanco. El otro apareció 20 años después de su muerte y se trata de la grabación de un recital en Harlem Square, ante un público eminentemente negro. Su intensa sensualidad es irresistible. Ambos álbumes son sencillamente extraordinarios y juntos arman ese rompecabezas complejo que fue la carrera artística de Sam Cooke.
Su ambición comercial y artística no le impidieron estar a tono con el clima moral y político de la época. Eran los tempranos 60 cuando su carrera despegaba y lo mismo hacía el movimiento de los derechos civiles, que impugnaba fuertemente la rémora del racismo en los EEUU. Fue amigo de Muhammad Ali (con quien grabó una graciosa canción farsesca), se acercó a Malcolm X y su movimiento, tenía una fuerte relación con Martin Luther King. No solamente fueron relaciones personales: fiel a sus ambiciones comerciales, creó un sello musical propio, SAR Records, en donde le dio prioridad a músicos negros.
Cooke quedó muy impactado con la repercusión que había tenido Bob Dylan con su canción antibélica Blowing in the Wind. Le parecía inadmisible que su raza –la más postergada y la protagonista como víctima de los peores episodios de discriminación—no hubiera generado una canción con esa potencia. Con su habilidad de compositor (muchos de sus hits eran de su creación), Cooke decidió escribirla él mismo.
De esa necesidad, combinada con la sensibilidad de su arte, surgió A Change Is Gonna Come, una canción superlativa, muy por encima del himno popularizado por Bob Dylan pero mucho más difícil de popularizar. Compleja musicalmente, con arreglos refinados y una demostración vocal de Sam Cooke deslumbrante, A Change is Gonna Come pasó la prueba del tiempo y se convirtió en un clásico. Sin embargo, cuando la canción se editó comercialmente, Sam Cooke ya estaba muerto.
En el pináculo de su carrera, cuando al éxito transversal al corte racial se le sumaba a un dominio cada vez más refinado de sus condiciones artísticas, Cooke encontró la muerte el 11 de diciembre de 1964 en un episodio sórdido y confuso. Luego de una noche en un restaurante en Los Angeles, Sam Cooke se retiró del establecimiento con una mujer.
Se dirigieron a un motel alejado de la zona. Los episodios que ocurrieron allí nunca pudieron establecerse claramente pero lo cierto es que Cooke apareció semidesnudo en la conserjería del hotel, intentando entrar y preguntando por la mujer que lo acompañaba. La conserje, luego de un forcejeo, le descerrajó tres balazos a quemarropas. En el mismo momento, la mujer que había acompañado a Cooke y se había escapado del motel, llamaba desde una cabina telefónica a la policía denunciando que había sufrido un rapto e intento de violación. La mujer, se supo después, era prostituta y se dice, aunque no está verificado, que solía robarle la ropa y dinero a sus clientes.
La película Los dos asesinatos de Sam Cooke abona a una teoría conspirativa. De hecho, el título refiere a que en su muerte no solo se mataba a la persona sino al activista político de los derechos civiles. De manera bastante irresponsable y sin ninguna prueba deja saber que algunos responsabilizan al manager Allen Klein (con quien Cooke estaba entrando en una disputa comercial).
La mitología del manager explotador nunca había alcanzado la dimensión de sugerir que se podrían convertir en asesinos, involucrando en su conspiración a la policía de Los Angeles y a miembros de la propia comunidad de Cooke: la conserje que lo mató, Bertha, también era negra. Lo cierto es que, como bien dijera Muhammad Ali, si se hubiera terminado con la vida de algún Beatle, Sinatra o Ricky Nelson, se habría desarrollado una investigación monumental. No fue así en el caso de Cooke pero por varias razones, no solo las conspirativas.
La propia familia de Cooke, (en particular Barbara, su mujer) y sus representantes comerciales no quisieron que se investigue demasiado las circunstancias que vivía el cantante en el momento en que fue muerto. Las desavenencias familiares, los excesos con el alcohol, las infidelidades, no solo suyas sino también de su esposa. El ídolo de la música, el líder del movimiento contra el racismo, tenía también, como todos, zonas oscuras que no era conveniente explorar. El juicio terminó con el veredicto de "homicidio justificado" y la libertad de la acusada.
Si bien el documental de Netflix está sesgado hacia la figura política de Sam Cooke, no deja de ser una introducción interesante a una carrera artística apasionante y a un episodio policial oscuro y confuso.
*Los dos asesinatos de Sam Cooke (ReMastered: The Two Killings of Sam Cooke), de Kelly Duane, EEUU, 74', está disponible en la plataforma Netflix.
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