60 años de “Kind of Blue”, la obra maestra de Miles Davis y el disco más vendido de la historia del jazz

"Con este disco Miles creó, prácticamente, un nuevo lenguaje musical. Eso es una proeza", dijo Chick Corea. Pero además fue un suceso comercial ya que vendió 4 millones de copias. En esta nota, un viaje a 1959 —las grabaciones, los conciertos, la fama, la hostilidad racial y policial—, año en que el gran músico estadounidense se consagró definitivamente

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Miles Davis
Miles Davis

Poco después del mediodía del 2 de marzo de 1959, Jimmy Cobb fue el primero de los músicos en llegar al edificio de Columbia en la calle 30, una vieja iglesia ortodoxa con una impresionante acústica reconvertida en estudio de grabación. Sabía que la puntualidad, en su caso, era importante. Había tomado el lugar en la banda porque Philly Joe Jones, el anterior baterista, cansó al resto con sus informalidades. Mientras Cobb armaba su batería, los técnicos colocaban micrófonos y se aseguraban de que todo estuviera listo para empezar a grabar. El siguiente en llegar fue Bill Evans. Luego lo hicieron el resto de los músicos. Hubo un pequeño inconveniente, un momento de tensión, cuando Wynton Kelly, el que en ese momento era el pianista de la banda, ingresó y vio a Evans. Miles Davis no le había avisado a Kelly que sería reemplazado en esa sesión. Wynton Kelly, posiblemente, en lo primero que pensó fue en los cien dólares que iba a dejar de percibir. Davis, sin mirarlo, mientras aprestaba su trompeta, le dijo: "Quedate que vos también vas a grabar".

Para los siete músicos era un día más de trabajo. No era la primera vez que entraban a un estudio de grabación. Lo hacían varias veces al año. Las sesiones eran cortas e intensas. Dos turnos de dos horas y media con un descanso. Del material grabado en una tarde, a veces salían varios álbumes que la discográfica iba soltando a lo largo del año. Lo que ninguno sabía era que esa tarde estaban haciendo historia. Ese día, la primera de las sesiones de grabación, empezó a tomar forma una indiscutida obra maestra: Kind of Blue.

El disco se convirtió en el más vendido de la historia del jazz —más de 4 millones de copias— y encabezó durante décadas las encuestas que determinan los mejores de la historia del género. Esos cinco temas ("So what", "Freddie Freeloader", "Blue in green", "All blues" y "Flamenco Sketches") son un prodigio de precisión e inventiva. El grupo era un Dream Team. Miles Davis en trompeta, John Coltrane en  saxo tenor, Cannonball Adderley en saxo alto, Bill Evans en piano (en un tema toca Wynton Kelly), Paul Chambers en bajo y Jimmy Cobb en la batería.

Nice Jazz Festival ’89 –
Nice Jazz Festival ’89 – Miles Davis

Unos años atrás Miles Davis había constituido un quinteto que marcó un quiebre en el jazz. Pero esta formación, este sexteto, en esas sesiones, consiguió plasmar su estado de gracia. Lo sorprendente es que para ese momento el grupo se estaba desmembrando. Las relaciones entre ellos no pasaban por su mejor momento. Evans había dejado de ser el pianista a fines del 1958. Algunos sostienen que su condición de único músico blanco del grupo le trajo problemas con el público pese a que sus compañeros lo defendían en cada ocasión en que surgían inconvenientes. Los dos saxofonistas ya se habían hecho un nombre en la escena y buscaban su independencia. Que cada uno comandara su agrupación y grabara discos como líder era inevitable. Adderley, por su parte, estaba cansado de ser el administrador en las giras; las tareas burocráticas lo abrumaban y sus colegas no ayudaban. Cobb no hacía mucho que se había incorporado. Sin embargo la química entre ellos era invencible y llegó a su punto más alto en esos dos sesiones de grabación (la segunda sería el 22 de abril del 59).

Bill Evans, John Coltrane, Miles
Bill Evans, John Coltrane, Miles Davis y Cannonball Adderly

Miles Davis era alguien de pocas palabras. No solía decirle a sus músicos cómo debían tocar. A lo sumo marcaba, con cierto laconismo, los errores. No hubo ensayos, ni demasiada preparación. Miles Davis les presentó esquemas de los temas a los demás y no mucho más. El mito indica, siguiendo al texto de contratapa de la edición original del LP escrito por Bill Evans,  que no hubo regrabaciones ni segundas tomas, que lo que llegó al disco fue la primera versión iluminada de cada tema. El crítico Ashley Kahn en su libro Miles Davis y Kind of blue derriba la leyenda. Hubo segundas tomas y algunas regrabaciones, aunque pocas.

En discos anteriores, Davis había grabado algún tema siguiendo la música modal que él había descubierto al escuchar al pianista Ahmad Jamal. Aquí quiso que lo modal estuviera presente en todo el disco, para eso era fundamental la presencia de Bill Evans. Otra de las influencias fue el Ballet Africaine, la compañía nacional de baile de Guinea que vio una noche junto a Frances Taylor, su pareja de entonces. Quiso recrear la sonoridad de esos tambores y del finger piano. Pero no pudo reproducir ese sonido que había quedando flotando en su cabeza. Mientras todos alababan el disco, Davis pensó que había fracasado. "En Kind of Blue no conseguí lo que me proponía. Fallé en mi intento de incorporar al sonido final el sonido exacto del finger piano africano. Cuando lo expreso todos me  miran como si estuviera loco", dijo Davis en su autobiografía (que por otra parte, escrita con la colaboración de Quincy Troupe, es uno de los grandes libros sobre músicos contemporáneos).

Miles Davis y su esposa
Miles Davis y su esposa entonces, Cicely Tyson. La foto es de 1982

En Kind of Blue se entrecruzan la influencia de la música clásica, de lo popular y de lo exótico. La inclinación de Davis por el minimalismo, por los silencios, por abandonar la exuberancia del hard bop, la delicado sofiticación, produjeron un quiebre. Está el solo inmortal de Miles en "So What", las intervenciones vigorosas e imaginativas de Coltrane, la sólida base rítmica de Chambers y Cobb, los solos de Cannonball, el piano de Bill Evans. "Es un disco mágico. Para mí es como jugo de naranja: tiene que estar todos los días en mi vida. Pasó el tiempo pero sigue sonando como si hubiera sido grabado ayer" dijo Quincy Jones.

Los músicos no tenían demasiadas expectativas con el disco. Era una más de sus grabaciones. Es como si hasta pasado un buen tiempo no se hubieran dado cuenta de que habían conseguido forjar una obra maestra. No hubo demasiada premeditación. Era el mundo del jazz. Ahí regía la improvisación y la espontaneidad. Pero el día que se alineaban los planetas, el momento en que todas las fuerzas se encaminaban a un objetivo y se producía una especie de atmósfera mágica, los resultados superaban las expectativas, aún tratándose de genios como Davis, Coltrane, Evans o Adderley. Había una rutina (presentaciones nocturnas, grabaciones, giras, drogas) que les hacía naturalizar lo excepcional y producir interpretaciones geniales hasta involuntariamente. Alquimistas con instrumentos.Los títulos de los temas instrumentales siempre deben algo a la casualidad y al arbitrio. No hay letra de la que sacar una frase, no hay historia palpable a la que resumir con un rótulo. Alguien propuso alguna vez sólo numerar estos temas. Para nombrar sus piezas, Davis solía recurrir a expresiones suyas ("So what"), referencias a amigos y seres queridos ("Freddie Freeloader") o a características musicales del tema en cuestión ("All blues" y "Flamenco Sketches"). Los nombres de álbumes a veces eran elegidos por los directivos de las discográficas o por el propio trompetista que solía jugar con su nombre (Miles ahead —millas adelantado— o Milestones —hitos—). En este caso utilizó una frase con resonancia poética que hacía doble referencia al estilo musical de alguna de las composiciones y a la melancolía que transita el disco.

Una especie de tristeza. Algo de eso había. Miles Davis (y la mayoría de los otros músicos, no sólo los de esta grabación) luchaban contra la incomprensión, las adicciones y el racismo.

Una especie de tristeza. Algo de eso había. Miles Davis (y la mayoría de los otros músicos, no sólo los de esta grabación) luchaban contra la incomprensión, las adicciones y el racismo. En las giras había momentos en que la pasaban muy mal. La policía los perseguía, buscaba drogas, los encarcelaba. Días antes de meterse en el estudio de grabación, siendo Miles ya una importante figura pública, mientras tocaban en un club nocturno de Filadelfia, la policía irrumpió en los camarines. Buscaban droga y una excusa para detener a John Coltrane y a Jimmy Cobb, quienes ya tenían antecedentes en la ciudad. No encontraron nada (seguramente fruto del azar o de la habilidad de los músicos para esconder las sustancias). Los policías no se conformaron y comenzaron a indagar de mala manera a Davis, quien siempre fue famoso por su intemperancia. El trompetista perdió la paciencia ante el hostigamiento. Se bajó los pantalones y les mostró la cola a los policías. A los gritos les pidió que revisaran sus partes íntimas para ver si descubrían droga escondida. Pero que lo hicieran rápido porque quería seguir tocando. Los problemas con la ley continuaron durante mucho tiempo.

Portada de “Kind of Blue”
Portada de “Kind of Blue” (1959)

La misma semana en que apareció Kind of Blue se produjo uno de los incidentes de mayor fama. En la puerta de Birdland, en Nueva York, Miles despidió a una mujer blanca con un beso y la ayudó a subir a un taxi. Mientras estaba prendiendo un cigarrillo, un policía se acercó de mala manera y le ordenó que despejara la zona. Davis sólo se limitó a decirle su nombre y a mostrarle con el índice, y cierto desdén, la enorme marquesina del lugar que anunciaba sus presentaciones. La discusión fue levantando el tono y lo que sucedió a continuación fue confuso. El policía se cayó al piso, los testigos se fueron acercando y otro policía llegó desde atrás y golpeó con su machete la cabeza del músico. La sangre tiñó su elegante traje claro y Miles Davis fue detenido por resistencia a la autoridad y agresión. La foto a la mañana siguiente estaba en la primera plana de los principales diarios. Ni siquiera en el momento de mayor éxito, Miles Davis encontraba la tranquilidad deseada.

Miles Davis
Miles Davis

 La tapa del disco muestra a Davis de perfil, tocando, metido en su trompeta. Los labios apretados, un traje azul, una corbata a rombos y un fondo negro, incierto —pero que permitía poner los títulos en blanco en la portada—. La foto es de una presentación en vivo en el Teatro Apollo, catedral de la música negra, y fue tomada por Jay Maisel, cuyas imágenes ya habían servido para tapa de discos de gigantes como Duke Ellington o Louis Armstrong. La ubicación del nombre del artista y del título responden a una costumbre de época ya perdida en el olvido. Como los músicos sacaban varios LPs por año y en las disquerías los vinilos se ubicaban en bateas, el comprador se paraba frente a ellas e iba pasando hacia adelante uno a uno los discos hasta que chocaban con el borde de la batea. Que los datos estuvieran bien arriba facilitaba su identificación de inmediato mientras se barajaban los discos.

Miles Davis en Antibes, Francoia,
Miles Davis en Antibes, Francoia, en julio de 1963

Hay quienes creen, y no les falta razón, que la década del sesenta empezó en 1959. Los grandes cambios que vendrían tuvieron su punto de partida en ese año. Fidel Castro, Vietnam, el surgimiento de John F. Kennedy, la pastilla anticonceptiva, los derechos civiles, la invención del microchip y los albores de la carrera espacial. Y, en lo artístico, la inauguración del Museo Guggenheim, Norman Mailer, los poetas beat, Jasper Johns. Ese 1959 fue clave también para la historia del jazz. Una serie de hitos lo indican. Por un lado las muertes de Billie Holiday y Lester Young marcaron un fin de época. Por el otro, la efervescente escena, el contagio, la circulación de ideas produjeron un número extraordinario de discos magistrales. Tal vez la mayor densidad de obras maestras en unos pocos meses en toda la historia del género. Kind of Blue de Miles Davis, Ah Um de Charles MIngus, Time out de Dave Brubeck, Anatomy of a murder de Duke Ellington, Giant Steps de John Coltrane y el revolucionario The shape of jazz to come de Ornette Coleman.

Kind of Blue llegó a las disquerías recién en agosto de 1959. La repercusión fue inmediata. La crítica se mostraba deslumbrada, las radios lo pasaban entero y funcionó bien comercialmente. El disco se siguió vendiendo en estas seis décadas en cada uno de los formatos que la industria adoptó. Vinilo, cassette, Cd, Blue Ray, descargas y streaming (en Spotify los tres temas más escuchados de Davis pertenecen a este disco: "Blue in green" tiene más de 67 millones de escuchas).

Chick Corea alguna vez afirmó que "con este disco Miles creó, prácticamente, un nuevo lenguaje musical. Eso es una proeza". Miles Davis nunca se quedaba quieto. Siempre se movía en nuevas direcciones. Había sido importante para el bebop, luego fue clave en la aparición del hard bop, y piedra basal del surgimiento y establecimiento del cool. Luego de Kind of Blue, se rodeó de jóvenes, de una nueva generación (Chick Corea, Joe Zawinul, Wayne Shorter, Keith Jarrett, John McLaughlin entre otros que lo acompañaron en los sesenta) e inició un camino que terminaría con Bitches Brew y la explosión de la fusión, del jazz rock. Con constancia provocó cimbronazos en el mundo de la música gracias a su inconformismo y su búsqueda permanente de nuevos lenguajes y horizontes.

 

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