Por Claudia Lorenzón
El colombiano Evelio Rosero desnuda en Cuentos completos la hipocresía, la violencia y la discriminación de la sociedad bogotana, en medio de climas opresivos, de ensoñación e intriga, con un lenguaje que roza lo poético. Agudo observador de la Bogotá en la que nació, Rosero construye en la obra, editada por Tusquets, atmósferas que van de lo sutil a lo hiperbólico y dan cuenta de la dimensión a veces "demencial" de quienes habitan esa ciudad.
El autor de más de 35 libros, entre novelas, cuentos y poesía, contó que "padeció" la experiencia de vivir en París y Barcelona entre 1984 y 1988: "Como todos los escritores de mi generación, quería seguir el ejemplo de los grandes autores de Latinoamérica. Pero la experiencia me sirvió para entender que no es necesario vivir en Europa para escribir mejor".
"Desde el 88 vivo en Bogotá, y creo que aquí seguiré hasta el final de los finales. Es mejor escribir al pie del cañón, en la jugada. Eso sí, viajar de vez en cuando sirve para volver a sentarse a escribir una novela durante dos o tres años", manifestó.
– En muchos de los cuentos construye un perfil de mujeres perturbadas, como en La mujer que se comió a su lora. ¿A qué responde esa inquietud?
– Las mujeres que he conocido en mi vida fueron como los "detonantes" de esos personajes agrupados en el capítulo Desnudas de mis Cuentos completos. Detonantes, únicamente, porque la imaginación las retransforma, las dota al final de otro aliento, otra voz. Un solo personaje es consecuencia de muchas mujeres de carne y hueso, de varias personalidades "reales" que, reunidas, crean un solo personaje, lo hacen vivir más que el autor, que a la hora del té es solo un mediador, un puente, y ya está muerto cuando pone el punto final.
– La discriminación social es otro de los tópicos que aborda en Como nunca en la vida, donde la protagonista es una mujer que por negarse al romance o al amor con un hombre sucumbe.
– El personaje es ecuatoriano, de una especie de "aristocracia" quiteña. Es seducida por alguien que ella define como un "serrano", un don nadie. Ese es su conflicto, porque queda enamorada del "indio", del "mestizo". Y por supuesto que el cuento refleja esa clase social característica de muchas ciudades y culturas latinoamericanas. Sobre todo lo vi en el Ecuador. Tuve una amiga que es como la génesis de mi personaje. A ella va dedicado ese cuento, trágico y erótico.
– Se vende cama es uno de los cuentos donde más se pone en juego el misterio de la mano de una mujer que es una especie de musa, de ser angélico. ¿Cree que las mujeres son las principales lectoras de su obra?
– Sí. De hecho, lo es, en esa tarde cansada, donde el protagonista padece un trabajo de oficinista, con horario, y sufre de cotidianidad. Las mujeres de mis cuentos y novelas, hagan lo que hagan, son seres angélicos. Yo escribo por mujeres y para mujeres. En mi familia somos nueve hermanos: cinco son mujeres. Las mujeres son mis primeras lectoras. Qué sería de los escritores sin las mujeres. No habría literatura.
– Bogotanos es un corpus de cuentos con una marcada impronta social donde aparece el tema de la venganza, de la violencia ejercida por hombres y mujeres. ¿En qué medida se han agudizado esas características de la sociedad bogotana?
–Bogotanos es para mí el más logrado de mis libros de cuentos. Procuré adentrarme en la ciudad que me vio nacer, la ciudad donde he vivido y gozado y padecido los mejores años de mi vida. Es una ciudad horrible, pero estoy enamorado de ella. Los cuentos de Bogotanos obedecen a noticias de periódico que en algún momento leí y me remecieron. El rapto de un bus escolar, por ejemplo, ocurrió en Bogotá, el hombre al que asesinan por decir un piropo, en fin, varios de los argumentos nacieron de la realidad directa. Los periódicos bogotanos, bueno, los del mundo, principalmente los amarillistas, dan cuenta de hechos insólitos, más increíbles que cualquier ficción.
– ¿Cómo es la Bogotá que inspiró estos cuentos?
– Bogotá sigue siendo y seguirá siendo una ciudad donde confluyen todos los habitantes de un país, de la costa atlántica, de la costa pacífica, del sur, donde vuela el cóndor en los andes, del desierto de la Guajira, de la selva del amazonas; muchas razas y culturas irrumpen en Bogotá, a diario. Hay una guerrilla urbana demencial, que pone bombas en los baños de las mujeres, en los centros comerciales, y luego se jacta de ello. Pero también hay bibliotecas con un gran índice de lectores, y parques de enamorados. Invito a conocer Bogotá a través de mis cuentos. Yo creo que la literatura es la mejor manera de conocer un país, y cuando lo digo pienso en Cavafis, en Cortázar, en todos esos grandes que hicieron de una ciudad el corazón de un poema o una novela.
Fuente: Télam
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