El 21 de febrero de 1959, Raymond Chandler le escribió esta carta a un amigo:
"Creo que puedo haber malentendido su deseo de que Marlowe se case. Pienso que puedo haber elegido a la chica equivocada. Pero de hecho, un tipo como Marlowe no debería casarse, porque es un solitario, un hombre pobre, un hombre peligroso, y aun así un hombre simpático, y de algún modo ninguna de estas cualidades va con el matrimonio. Pienso que siempre tendrá una oficina desvencijada, una casa vacía, una cantidad de preocupaciones, pero ninguna relación permanente. Pienso que siempre lo despertará una persona inconveniente a alguna hora inconveniente, para encargarle un trabajo inconveniente. Me parece que es su destino –posiblemente no el mejor destino del mundo, pero es el suyo. Nadie lo derrotará nunca, porque por su naturaleza, es invencible. Nadie lo hará rico, porque está destinado a ser pobre. Pero pienso que no aceptaría tal cosa, y en consecuencia siento que su idea de que debería casarse, así sea con una chica muy buena, está completamente fuera de lugar. Lo veo siempre en una calle solitaria, en cuartos solitarios, desconcertado pero nunca del todo derrotado"
Cuatro semanas más tarde, Chandler fue internado a causa de una neumonía, y murió tres días después, el 26 de marzo, a sus 70 años. Pero más allá de su obra literaria – siete novelas, además de cuentos y ensayos–, dejó una obra paralela. No tan apasionante como El largo adiós, El sueño eterno o Adiós, muñeca…, pero si una casi infinita cantidad de cartas: su otra obsesión.
Los editores y biógrafos Tom Hiney y Frank MacShane lograron rescatar, entre miles, un par de centenares, recopilados en El simple arte de escribir (Emecé, 2002): cartas dirigidas a otros escritores, editores de revistas, amigos, amigas, productores de cine. Etcétera.
Los fragmentos que siguen corresponden al período 1939–1959. Escritas en la alta noche, y dictadas en un grabador para que su secretaria, la mexicana Juanita Messik, las pasara a máquina al día siguiente. Un rompecabezas desordenado que, al final, revelan al hombre que fue.
"Un hombre que había visto mucho, leído mucho, bebido mucho, pensado mucho, y que se había acercado peligrosamente a la locura", según los recopiladores en el prólogo del libro.
Aquí están:
"El sueño eterno está escrito de modo muy desigual. Hay escenas que están bien, pero hay otras demasiado groseras. Debo ganar delicadeza sin perder fuerza, ése es el problema. Tal vez tenga que escribir un mínimo de tres novelas de misterio antes de probar otra cosa"
"La única clase de autores a los que se puede dirigir son los que no valen nada. Es un oficio demasiado duro para ser dirigido por gente que debe ser conducida en andadores"
"Mi nueva historia policial no creo que sea la que mis editores están esperando. Estoy completamente seguro. No creo que sea lo que nadie está esperando, pero hay leyes contra la quema de basura aquí durante la temporada de incendios"
"Me gusta la gente con modales, gracia, algo de intuición social, una educación ligeramente por encima del Reader´s Digest, gente cuyo orgullo de vivir no se exprese en sus aparatos de cocina y sus automóviles. No me gusta la gente que no puede estar sentada media hora sin un vaso en la mano, aunque por otro lado pienso que preferiría un borracho simpático a Henry Ford"
"La provisión de la biblioteca pública de California queda descartada. Qué pensar de una biblioteca que tiene un solo libro de Hemingway, nada de Faulkner o de Hammet, dos de un mierdoso irritante llamado Kurt Steel… Dios mío, nadie que pueda ser considerado representativo"
"Nunca conozcas a un escritor si te gustó su libro"
"No quiero leer dos juegos de pruebas de páginas si no tengo que hacerlo. Tampoco quiero el juego de pruebas de galera con las correcciones finales, que me enviaron. Parece ser una costumbre, pero lamento decir que las quemé. Demasiado pesadas para llevar en el bolsillo"
"No hay lugar para el pesimismo. El Canal de la Mancha, aun en su punto más estrecho, vale por cincuenta líneas Maginot, y las tropas inglesas son por lo menos iguales a las alemanas, y las tropas coloniales son mucho mejores. Desembarcar en Inglaterra tropas de ataque, tanques y armas suficientes para invadir el país es una posibilidad en términos militares, pero es infinitamente más difícil que cualquier otra cosa que hayan intentado hasta ahora los nazis. Porque la población inglesa es la menos histérica del mundo. Pueden bombardearlos a pleno, y ellos siguen plantando camelias"
"Cosa rara la civilización. Promete tanto, y todo lo que da es producción en masa de mercadería vulgar para gente vulgar"
"Lo que me deprime es que cuando escribo algo que es duro y rápido y lleno de acción y crimen, me atasco por ser duro y rápido y lleno de acción y crimen. A partir de ahora, si cometo errores, como lo haré sin duda, no los cometeré en un inútil intento de evitarlos"
"La foto de los escritores en la contratapa de sus libros es una costumbre, pero la mayoría de los escritores son gente tan fea, que sus caras destruyen un sentimiento que quizá podría haberles sido favorable. Varias veces me he sentido tan repugnado por esas caras, que no he podido leer los libros sin que la cara se interpusiera. Especialmente esas caras de mujeres gordas con ojos de cuervo"
"Espero que llegue el día en que no tenga que ver mi nombre junto al de Hammet y James Cain, como un mono de organito. Hammet está bien. Le concedo todo. Pero James Cain… ¡por favor! Todo lo que toca queda oliendo a chivo. Es en todos los detalles la clase de escritor que detesto. Un Proust en overol grasiento, un niñito de mente podrida con una tiza y una pared y nadie mirando. Esa gente es la hez de la literatura, no porque escriban sobre cosas sucias, sino porque lo hacen de un modo sucio. Nada duro y limpio y frío y ventilado. Un burdel con olor a perfume barato en la sala y un balde con agua jabonosa en la puerta trasera. ¿Yo sueno así? Hemingway con su eterna bolsa de dormir llegó a ser bastante cansador, pero al menos Hemingway lo ve todo, no sólo las moscas en la lata de basura"
"En Washington hay una banda de tipos de mentes puras y elevadas, pero de vez en cuando anhelo un toque de sucia política irlandesa"
"Los norteamericanos, al tener la civilización más compleja que haya visto el mundo, siguen queriendo verse como un pueblo simple. En otras palabras, les gusta pensar que el artista de comics es mejor dibujante que Leonardo, sólo porque es un artista de comics, y el comic está dirigido a la gente simple"
"Una vez cada tanto, muy rara vez, un autor de policiales es tratado como un escritor. No obstante, creo que hay algunos muy buenos motivos para que sea así. Por ejemplo: a) La mayoría de las novelas policiales están muy mal escritas. b) Sus compradores principales son las bibliotecas ambulantes, y no le prestan atención a las críticas. No obstante, ninguna de esas razones cambia la irritación esencial del escritor, que consiste en saber que por bien que escriba una novela policial, será tratada en un párrafo, mientras que se le dedicará una columna y media a cualquier relato de cuarta categoría, mal construido, de la vida de una banda de recolectores de algodón en el sur profundo"
"Pero ustedes, los editores, tienen la obligación de evitar la escritura pomposamente mala y la clase de tedio que se produce cuando se deja que unos imbéciles flatulentos pontifiquen sobre cosas de las que no saben más que el vecino, si es que saben tanto. Hay un ejemplo asombroso de esto en el Harper´s de noviembre, llamado Saludo a los literatos. Observe: `Pues los escritores son personas de peculiar sensibilidad a los vientos de doctrina que soplan con especial violencia en un momento de cambio rápido´. Considero esta frase como una vergüenza para la prosa inglesa. No dice nada y lo dice sonoramente. ¿Se dice algo ahí que no pudiera decirse con un eructo? Dos mil años de cristianismo, y esto es lo que puede mostrar una revista literaria. ¡Vergüenza para todos ustedes!"
"Ahora hay tipos hablando sobre la prosa, y otros diciéndome que tengo una conciencia social. Philip Marlowe tiene tanta conciencia social como un caballo. Tiene una conciencia personal, que es algo por completo diferente. A Marlowe no le importa un bledo quién es presidente; a mí tampoco, porque sé que será un político. Alguien me informó que yo podría escribir una buena novela proletaria; en mi mundo limitado no existe ese animal, y si lo hubiera, yo sería el último en apreciarlo, ya que soy por tradición y largo estudio un completo esnob. Marlowe y yo no despreciamos a las clases altas porque se bañan y tienen dinero; los despreciamos porque son unos farsantes"
"Recibí una vez una carta de una chica de Seattle que me decía que estaba interesada en música y sexo, y me dio la impresión de que, si yo hubiera tenido prisa, no debía molestarme siquiera en llevar el pijama"
"El negocio del espectáculo siempre ha sido demasiado ruidoso, demasiado chillón, demasiado vulgar. No obstante, la noche de los premios Oscar es un buen espectáculo, y bastante divertido por momentos…, aunque admiraré a quien pueda divertirse con todo lo que pasa en ella.
Si usted puede pasar frente a las caras horriblemente idiotas de las gradas afuera del salón sin un sentimiento de colapso de la inteligencia humana; si puede soportar la tempestad de flashes estallando ante los pobres pacientes actores que, como reyes y reinas, nunca tienen derecho a lucir su aburrimiento; si puede reírse de los chistes de los presentadores; si puede soportar el falso sentimentalismo y los lugares comunes de los funcionarios y la afectada dicción de las reinas del glamour (debería oírlas después de cuatro martinis). Si puede hacer todo esto y seguir pensando a la mañana siguiente que el negocio del cine merece la atención de una sola mente inteligente y artística, entonces es seguro que usted pertenece a ese mundo"
"Un hombre llamado Inkestead me sacó algunas fotos para Harper´s Bazaar, y en una yo estaba con mi secretaria en las rodillas. Quizá convenga aclarar que la secretaria es una gata persa negra, de catorce años, y la llamo así porque ha estado conmigo desde que empecé a escribir, por lo general sentándose sobre el papel donde quiero escribir, o sobre los escritos que quiero revisar, a veces saltando sobre la máquina de escribir y a veces mirando tranquilamente por la venta desde un rincón del escritorio, como diciendo "Lo que estás haciendo es una pérdida de tiempo, compañero". Su nombre es Taki. He amado a los gatos toda mi vida…"
Y los gatos, más de veinte, lo acompañaron hasta sus últimos y solitarios días. Amor comprensible: ellos y Chandler se parecen en casi todo. En independencia, en carácter, en la sabia elección de acercarse a quienes los quieren y alejarse de quienes los rechazan: intuición tan humana como la de Chandler. Y sobre todo, no admiten amo: su compañero es un igual, un amigo, y jamás un subordinado. También como Chandler, un príncipe de altiva soledad.
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El maravilloso encanto de volver a Raymond Chandler y a su desencantado e inolvidable Philip Marlowe
La misteriosa historia de un hombre que escribió siete novelas, y otra después de muerto…