1.
Habría que empezar por decir que The house that Jack built (La casa de Jack), la última película estrenada de no tuvo distribución en Argentina. Es decir, no se estrenó comercialmente, aunque esté disponible en los tantísimos sitios on-line para el que quiera, sepa y pueda bajarla y mirarla. Generalmente también las distribuidoras de cine tienen monopolios e independientes. Ninguno pudo o creyó conveniente comprarla. De seguro no ayudó que la película fuera un escándalo en el último festival de Cannes, con gente yéndose de la sala no tanto defraudada como ofendida. Es que la película posee innumerables escenas sádicas (tal vez la peor sea cuando el asesino se mete con una madre y sus dos hijos) tratadas a la vez con un gran cinismo pero sin escamoteos ni eufemismos visuales.
2.
Los psicópatas y asesinos seriales son uno de los mitos preferidos tanto del cine como de la literatura de los últimos tiempos. Un tipo de monstruo que se parece mucho al mejor alumno, al empleado del mes, al padre ejemplar salvo por un pequeño detalle siniestro: le gusta coleccionar cabezas, hacer cacerías humanas o realizar pequeñas obras de arte en cada crimen. La ficción, en tanto ficción social, parafraseando a Piglia, siempre trabaja con los elementos temidos, rechazados, y desplazados de la sociedad de masas. Porque en verdad, el mejor alumno, el empleado del mes, el padre ejemplar o el ciudadano ejemplar son en sí mismos monstruosos, más allá de que no cometan ningún crimen jurídico. El arte en cambio les añade un collar, un color, ahí donde el hombre gris es repugnante por su banalidad, su tontera, su irrenunciable servidumbre y cobardía. The house that Jack built o "La última de Lars Von Trier" toma esa fábula tan explotada de nuestros días y la lleva al paroxismo. O, se verá, hasta el último círculo, algo así como el fondo mismo del infierno.
3.
Dicen que Gaspar Noé se moría de risa mientras la veía. Es que la película también es una burla quijotesca sobre el género. Por ejemplo, Jack (no hace falta recordar que en la elección del nombre, se encuentra uno de los mitos de origen de los serial killers, con Jack, el destripador), Jack padece un trastorno obsesivo-compulsivo ligado a la limpieza. Imagínense qué puede hacer un sangriento asesino serial frente a semejante problema práctico. En principio, depurar su técnica, podría pensarse. Pero no, Jack sufre. Entonces cuando sale de una de las casas donde ha cometido un crimen, antes de arrancar su icónica y vieja furgoneta, se le cruzan imágenes, flashes, de que quizá algún elemento del del living donde asesinó a una mujer haya quedado manchado. Que él no lo haya limpiado lo suficientemente bien. Sangre debajo de la pata de una silla. Entonces Jack debe volver a la casa y al living, y con el multiuso y los paños volver a limpiar. Para después volver a la furgoneta. Pero los flashes insisten. Y otra vez a la casa. Entonces Gaspar Noé y cualquiera se ríe, y Lars Von Trier explota la faceta torpe del Matt Dillon de Loco por Mary.
4.
Fame, la hipnótica canción de Bowie (y Lennon y Carlos Alomar) suena varias veces a lo largo de la película. Es que todos quieren fama. Jack, de algún modo también. Y lo consigue. Se vuelve -se autodenomina- Mr. Sophistication. Otra vuelta de tuerca. Hasta los picópatas de nuestra sociedad quieren sus 5 minutos -o un poco más- de esa eternidad pasajera. De esa compulsiva y estridente ilusión. Pero Jack también tiene otra causa. La única que acaso de veras le importe y en la que probablemente fracase. Lacan dixit: el obsesivo está lleno de hazañas que no le sirven para nada. Fame es además una marca temporal. La película transcurre en los '70 (¿cuándo empezó el modelo político todavía vigente?). Fame fue un hit en el '75.
5.
Por un lado, la fascinación por los asesinos seriales, y en particular por los asesinos seriales de mujeres pareciera fechar con precisión la revolución social en torno del feminismo. Si el feminismo se afirma y crece a lo largo del siglo XX, es también de aquel siglo el crecimiento hasta la industrialización de los violadores y asesinos seriales. Es decir: la misoginia como contrarevolución. La misoginia en la desbandada. No es tanto que las mujeres hayan despojado a los hombres del poder entonces, es que -en el imaginario, el cine y el arte son eso- los han despojado de su épica. Ya no hay barcos balleneros ni indios por matar o convertir. Y si los hay, todo se ha profesionalizado. Todo ha entrado en la burocracia, la especulación y la necesidad de financiamiento.
6.
The house that Jack built es una película ambiciosa. Lars Von Trier es un artista ambicioso. Decir que la película es mala, incluso decir que es buena es no tomar en cuenta el alcance de una obra. Lars Von Trier es uno de esos creadores hiperracionales, hiperconcientes si no de lo que hacen, de lo que quieren hacer. La película dura casi tres horas. A medida que avanza y espanta a los que quieran espantarse y huir, lo que aparece es ni más ni menos que una reescritura de la Comedia de Dante. Verge, primero la voz, y luego el personaje que interpreta el notable Bruno Ganz es Virgilio, que lo acompaña a Dante (Jack) en su descenso al infierno. Las mujeres asesinadas, de algún modo también marcan los peldaños y los círculos.
¿Qué tipo de censura existe hoy para un artista? ¿Qué tipo de escándalo es conveniente? La censura que existe y que importa es la censura del mercado. Nada peor que estar afuera. O mejor, nada peor que estar adentro, pero neutralizado; pasar desapercibido, ser apenas uno más, una novedad igual que las otras, una novedad que naufraga y se olvida en la próxima novedad. Y respecto del escándalo, el escándalo que sirve es el que de algún modo despierta los buenos sentimientos. Pero quién va a defender a un artista por el mero hecho de ser artista, y es más, cuando ese artista es polémico, le gusta la provocación, no se excusa como un ciudadano de primera y en cambio dice que puede entender a Hitler.
8.
Algo importante, no vaya a creerse que Uma Thurman coprotagoniza u ocupa un lugar tan importante como pareciera en el trailer. Es sólo otra estrategia de marketing. O una manera de pagar el cachet de Uma Thurman. En esta película la rubia de Kill Bill y Tiempos violentos es apenas, le guste o no, una más.
9.
"Nobody wants to help" (Nadie quiere ayudar), grita Jack, justamente cuando empieza a gritar su futura víctima. Una gran escena. Grita a los cuatro vientos. Hay un edificio enorme con gente que no escucha. Algo así como lo que profetizó Discépolo hace tanto: "al mundo nada le importa".
10.
En una entrevista, Matt Dillon cuenta que cuando él le preguntó a Lars Von Trier por qué quería hacer esta película, él dijo: porque el personaje es lo más parecido a mí mismo; "salvo que yo no mato gente". La respuesta, divertida, considerando el personaje y la película, es una pista para hablar de estilo. Si matar gente es la excusa narrativa, el mascaron de proa, la convención del género, ¿qué es lo otro? Porque exactamente en lo otro es donde estará el móvil de la película, el sentido del personaje y el corazón del estilo de Lars Von Trier. ¿Quién es Jack si no matara gente y él mismo se entregara para que la jurisprudencia lo etiquetara como vulgar delincuente?: Jack sería un artista. Jack tiene todos los tics, las manías, y sobre todo la ética de un artista. Astucia, exilio, silencio, decía Joyce. Ser original, resumir a su época, criticar su época, decía Canetti. O lo que se dice hoy en día: una especie en extinción. Eso también es Lars Von Trier, por supuesto. Por cierto, el entrevistador también le pregunta a Dillon por qué lo eligió a él: porque me gustó tu cara, le habría dicho. La cara de Matt Dillon, ese baby face, ese enfant terrible de Hollywood que ahora ya tiene arrugas y se tiñe dice mucho del tono de la película.
11.
También suena como un dístico, un fragmento de la Partita N° II en Do menor, de Bach, interpretado por Glenn Gould. Es la mítica grabación en blanco y negro de entrecasa; Gould atacando y canturreando esos acordes tan bellos y tristes. En verdad lo que suena no es Bach sino Glenn Gould (de hecho a veces, el director muestra el fragmento mismo de la grabación, como lo hace con otros injertos visuales); Gould, que a la violencia de los acordes le suma el canturreo típico encima. El impudor. Lo excesivo, lo infantil, lo gratuito. Lars Von Trier cita al pianista del siglo XX que inventó al pianista del siglo XX. Si The house that Jack built es una gran película es porque toda gran obra de arte intenta redefinir -redescubrir- qué será el arte (hoy, ahora). Y tal vez cuando hablamos de gran artista es porque habría artistas que aportan lo suyo, y habría otros que se encargan de mostrar y redefinir y ampliar con ellos mismos nuestra definición de artista y nuestras definiciones el arte en sí.
12.
Es una pena que no se haya estrenado. Es una pena, realmente. Es una pena y es algo más. Había un personaje de Fabio Posca que cantaba: La censura no existe, mi amor. La censura no existe. La censura. La.
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