30 años sin Dalí: sobre la vida, la guerra, la política y lo sueños

“La única diferencia entre un loco y yo, es que yo no estoy loco” dijo el pintor catalán, aunque se dudase de su cordura. ¿Era o se hacía con intención de que su obra lograra más difusión? Esta duda lo persiguió más allá de su muerte de la que hoy se cumplen tres décadas

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Salvador Dalí (Getty)
Salvador Dalí (Getty)

En la revista Revolución Surrealista, de 1924, se publicaron artículos sobre sueños, escritura automática y suicidio. Cuando en 1930, Bretón, Eluard y Aragon adhieren al comunismo, la revista pasó a llamarse, El surrealismo al servicio de la Revolución. El movimiento proclamó que la forma de expresar la verdadera función del pensamiento debía ser dictado "en ausencia de todo control ejercido por la razón y fuera de toda preocupación estética o moral".

Pretendían emancipar la imaginación de toda atadura para establecer nuevos códigos de conducta. Estos nuevos códigos, obviamente, incluían a la política. El movimiento surrealista deseaba adquirir una base científico-filosófica tomando la dialéctica marxista y las teorías freudianas como punto de partida. De estas últimas adoptaron la Teoría de los Sueños (propuesta por Freud otorgándole a ellos valor diagnóstico, una forma en la que el inconsciente se expresaba sin influencias del "Super Yo", el estudio biológico del sueño, sus distintos períodos y capacidad evocatoria le han restado a la actividad onírica esta intención diagnóstica) que, entre otras cosas, dieron fundamentos estructurales al simbolismo y la libre asociación, propuestas que convirtieron al surrealismo en el movimiento más integrador del siglo XX. La pintura (Dalí), la fotografía (Man Ray), el cine (Un perro andaluz, de Buñuel), la poesía (Artaud) y hasta novelas le otorgaron una enorme difusión.

Algunos números de “La Revolución Surrealista”
Algunos números de “La Revolución Surrealista”

Mientras Joan Miró apoyó a los republicanos durante la Guerra Civil y pintó El segador para la Exposición Internacional de París del 36 y la litografía Aidez l'Espagne, a fin de recaudar fondos para apoyar la causa. Este gesto parece no haber sido un obstáculo para volver a España en 1942. El franquismo debe haber percibido que sus cuadros, de puntos y estrellas y figuras aparentemente sin nexo, no implicaban un inminente peligro político.

Dalí, en cambio, no era hombre de izquierda; según Bretón era un "Avida Dollar", un anagrama del apellido del pintor que reflejaba una codicia que no necesitó disfrazar, aunque sí teatralizar a lo largo de su carrera. Dalí usufructuó de este exhibicionismo con la idea de promocionar sus obras, especialmente en el mercado americano.

Dalí y el fotógrafo Man Ray (Wikipedia)
Dalí y el fotógrafo Man Ray (Wikipedia)

En 1929 fue expulsado de su casa por su padre quien lo desheredó. En la oportunidad, Dalí le presentó un preservativo lleno de su esperma y le dijo "Tomá, ya no te debo nada". En 1934, Dalí y Gala se casaron y ese año el artista pintó El enigma de Hitler, la imagen de un plato con un auricular de teléfono suspendido de una rama. Si bien el mensaje es críptico, se sabe que antes de la guerra el pintor alabó la figura del canciller alemán, circunstancia que provocó su expulsión del movimiento surrealista.

Vale aclarar que entonces la figura del canciller creaba adhesiones en el mundo, la espectacular reconstrucción de Alemania le había otorgado cierto prestigio entre distintas personalidades como Charles Lindbergh, John Kennedy, el mismo Stalin y músicos como Huberman (que después fue condenado por el nazismo), sin mencionar distintos gobernantes sudamericanos que fueron anfitriones de jerarcas y genocidas nazis después de la contienda cuando ya eran conocidos sus excesos. Hitler fue dos veces tapa de la revista Times y nombrado por esta publicación como "El hombre del año" en 1938.

Hilter, “hombre del año” para “Times”, en 1938
Hilter, “hombre del año” para “Times”, en 1938

En 1937, Dalí pintó Premonición de la Guerra Civil (originalmente llamada Construcción blanda con judías cocidas), una reinterpretación del Saturno
devorando a sus hijos, obra que Goya pintó durante la invasión de España por Napoleón. La obra articula sus partes como si fuese una construcción arquitectónica. La escena se sabe que se desarrolla en Ampurdán, cerca de Cadaqués, porque el personaje retratado era el farmacéutico de ese pueblo. El cuerpo destrozado simboliza la contradicción interna que desgarraba a España. La pintura fue finalizada seis meses antes del comienzo de la Segunda Guerra.

“Saturnodevorando a sus hijos”, de Francisco de Goya, y “Premonición de la Guerra Civil”, de Salvador Dalí
“Saturnodevorando a sus hijos”, de Francisco de Goya, y “Premonición de la Guerra Civil”, de Salvador Dalí

En ésta y otras obras posteriores, Dalí grafica la tensión que se vivía en una España segmentada por el odio. En cuanto a las judías que ocupan un segundo plano, en palabras del artista son "una metáfora intestinal". Esta visión autodestructiva y digestiva de los acontecimientos, también se puede apreciar en Canibalismo de otoño, obra pintada en 1937. Los dos cuerpos entrelazados con delicadeza y sadismo parecen representar a las facciones en pugna.

“Canibalismo de otoño”
“Canibalismo de otoño”

Durante la guerra Dalí y su esposa Gala vivieron, como muchos otros artistas, en los Estados Unidos. Después de haber pasado dos años trabajando en los estudios Disney en la realización de un dibujo animado del tipo de Fantasía, que finalmente no se concluyó, Dalí pasó a la España franquista en 1948 sin ser molestado y gozando de cierta veneración a pesar de su actitud provocativa y polémica, pero que supo evitar los resbaladizos caminos de la política.

Los recursos creativos de Dalí también abordaron el cine, la escultura y la fotografía a través de numerosas colaboraciones con otros artistas audiovisuales. Tuvo la habilidad de forjar un estilo marcadamente personal y reconocible que, en realidad, era muy ecléctico y que "vampirizó" innovaciones ajenas.

Hombre creativo e imaginativo, Dalí manifestó una tendencia al narcisismo y a la megalomanía, que canalizó como autopromoción, con el objeto de llamar la atención. Esta conducta irritaba a quienes apreciaban su arte y justificaba a sus críticos. Estos últimos rechazaban sus conductas excéntricas ocasionalmente más llamativas que su producción artística.

Dalí atribuía su "amor por todo lo que es dorado y resulta excesivo, su pasión por el lujo y su amor por la moda oriental" a un supuesto linaje arábigo, que remontaba sus raíces a los tiempos de la dominación musulmana de la península ibérica: otra excusa que agregaba brillo y controversia a sus declaraciones que nunca dejaron de conmover a los medios.

Dalí y Gala (Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña)
Dalí y Gala (Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña)

En 1980 la salud de Dalí se debilitó. A esto debió agregarse el hecho que Gala comenzó a manifestar signos de senilidad. Finalmente ella murió el 10 de junio de 1982. Este fue un golpe muy duro para el artista que perdió sus ansias de vivir. De hecho, tuvo un severo episodio de deshidratación que fue interpretado como un intento de suicidio. El Parkinson que sufría el artista empeoró al igual que su lucidez mental.

Estando en el castillo de Púbol, en su dormitorio, se desató un incendio, que también fue considerado como un intento de suicidio. Probablemente, todo esto se haya debido a la desubicación temporo espacial propia de su demencia.

En este periodo Dalí firmó cientos de lienzos en blanco que dieron lugar a un negocio de sus cuidadores. De hecho, hoy es frecuente ver obras firmadas por Dalí pero de dudosa procedencia.

(Getty)
(Getty)

El 23 de enero de 1989, murió de un paro cardiorrespiratorio, escuchando su obra preferida: Tristán e Isolda. Fue embalsamado y enterrado bajo la cúpula del Museo Salvador Dalí, en Figueras, donde se atesora su obra. Por deseo testamentario, el estado español fue declarado su heredero universal.

En el 2017 su cuerpo fue exhumado para tomar una muestra de ADN por un juicio de paternidad. En la oportunidad constataron que sus bigotes permanecían en la misma posición que tuvieron cuando el pintor vivía, como un reloj señalando las 10 y 10.

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