No hace falta tener entrada a Art Basel Miami Beach para poder ver la obra del artista conceptual mexicano de mayor influencia en este momento, Abraham Cruzvillegas. Cada día hasta el domingo 9 de diciembre, a las 3 y a las 5 de la tarde, basta con estar en el gran Salón de Baile del centro de convenciones y acomodarse alrededor del polígono irregular que una línea oscura marca en el piso. El Proyecto Especial de la prestigiosa feria de arte contemporáneo abre sus puertas al público desde media hora antes.
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En su interior cuelgan tres estructuras hechas de materiales arrojados a la calle, y literalmente recogidos de los alrededores: una silla blanca de playa, un parachoques, un cartel de Pepsi, un cono fluorescente de tránsito, un taburete de bar, el respaldo de un sillón, un canasto para ropa. Tres músicos se ubican sobre la superficie: Autorreconstrucción: insistir, insistir, insistir empieza con los primeros sonidos de la composición especial de Andrés García Nesitla. Tres bailarinas, según la coreografía de Bárbara Foulkes, comienzan a rondar las tres moles de escombros.
En ocasión de presentar en Nueva York la serie Autoconstrucción, a la que pertenece esta instalación, Cruzvillegas explicó: "Se trata de la escasez, la solución, la candidez. Se trata de cómo concebir una filosofía de vida que permita hacer algo de la nada. Eso es también una metáfora de la identidad: constantemente nos estamos transformando".
Las bailarinas hacen girar las estructuras, que penden de cuerdas azules, como para demostrar su solidez, que es también la aparente solidez de lo que existe. Se cuelgan luego de un arnés para dialogar con los objetos; a veces sus movimientos, en diálogo con los ensamblajes, se asocian con la fuerza de gravedad. Las estructuras también se mueven, su solidez queda en entredicho y deja caer una madera, una tela, un banquito.
Dijo Cruzvilllegas que el proyecto madre, Autoconstrucción, es una "escultura social" que habla de su infancia en un barrio humilde de la ciudad de México, donde sus padres le enseñaron a aprovechar todo lo que se podía. En la extraña armonía de los objetos reusados el artista comenzó a ver más allá de la precariedad. Y encontró la belleza de la adaptabilidad constante, una suerte de inteligencia creativa contra la torpeza del desperdicio.
"El proceso artístico de Abraham Cruzvillegas se alimenta constantemente de su entorno; sus proyectos se definen, más que por un medio específico, por su interrelación con la plataforma autoconstrucción: un concepto derivado de las precarias e ingeniosas tácticas de construcción colaborativa de los vecinos de la colonia Ajusco", lo presenta en su sitio la galería kurimanzutto. Él se apropia del término para describir la inestabilidad de la improvisación "como un estado permanente que surge de la naturaleza caótica y fragmentaria de la vida".
Así lo sólido es frágil y lo transitorio, permanente. Cada una de las bailarinas, nuevamente sobre el suelo, se sujeta a una de las estructuras y comienza a zarandearla, a hacerla temblar, agitarse. De a poco las partes que las componen van cayendo: algunas cobran forma (el asiento de un automóvil, un almohadón) y otras las pierden al golpear y romperse. El ruido asusta de vez en cuando a alguna persona del público. Las muchachas corren, se estiran para que su peso mueva los bloques.
Como un estudio sobre los materiales y el paisaje, Autorreconstrucción va cambiando de forma. Cada vez más objetos en el suelo, cada vez menos en las estructuras suspendidas. Los violines ganan protagonismo, sus cuerdas suenan cada vez más intensamente.
El sentido de cambio que se ve en la instalación de Art Basel Miami Beach se está en el centro de las preocupaciones de Cruzvillegas: la migración, el calentamiento global. Y esa transformación parece circular: cuando por fin las bailarinas se detienen, tres pilas de escombros han quedado debajo de las cuerdas azules que sostenían las estructuras media hora antes. Y lo único cierto es que para la próximas performance, todos ellos volverán a estar suspendidos. Una (auto)reconstrucción a fin de que la destrucción vuelva a empezar.
La obra de este mexicano de 50 años incluye escultura, pintura, dibujo, instalación y video. La diversidad de materiales es una de sus obsesiones, como podrá ver quien ingrese a Art Basel luego y vea su obra en Galerie Chantal Crousel, kurimanzutto o Regen Projects. El humor que atraviesa especialmente sus dibujos y pinturas revela su pasado como caricaturista político.
Entre los demás intereses de este egresado de pedagogía de la Universidad Nacional Autónoma de México se cuenta también la escritura, que "ha cultivado como una herramienta de investigación y reflexión personal que fusiona historia, crítica y ficción", según explica kurimanzutto. "Sus letras de canciones y textos sobre arte, política y cultura, son una dimensión añadida a su práctica estética".
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