Entre las noticias que destaca Art Basel Miami Beach en su sitio se encuentra la obra del argentino residente en Berlín Tomás Saraceno. Su presencia en la muestras de arte contemporáneo más importante de los Estados Unidos es múltiple: en las galerías que lo representan (Esther Schipper, Ruth Benzacar y Tanya Bonakdar Gallery) y en la instalación Albedo, parte de su proyecto Aerocene.
"En todos nuestros proyectos y procesos, nos concentramos en el aire", dijo Saraceno a Emily McDermott. "Tratamos de entender y preservar un medio que no se entiende demasiado bien, a pesar de que tantas vidas dependen de él". El aire, recordó la autora del artículo, ha estado en el centro de la obra del tucumano de 45 años.
"Lo ha representado conceptualmente en series como Jardines voladores, Aire-Puerto-Ciudades y Quietud en movimiento: ciudades de nubes, un conjunto de esculturas hechas ad hoc para lugares que muestran grupos de células geométricas hechas de paneles que atraen la luz, suspendidos de sogas en tension", describió. Las estructuras más grandes permiten que los espectadores se conviertan en protagonistas y las escalen, para que accedan a un hábitat de nulo impacto ambiental.
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Además de artista, Saraceno es un eco-filósofo —lo definió Art Basel— que explora la ciencia del aire en la investigación que realiza su grupo Aerocene. El último proyecto de su ética ambientalista, que consiste en la colaboración entre los seres humanos y la atmósfera es Albedo, que se expone en la playa de South Beach, a pasos de la esquina de Collins Ave. y 22nd. St., realizado en sociedad con el fabricante suizo de relojes Audemars Piguet.
"Albedo, que significa blancura en latín, es una obra multidisciplinaria y participativa que presenta escultura, performance, discusiones y comida, todo en un pabellón temporario compuesto por 40 sombrillas invertidas de varios tamaños. Vista en la distancia, la conglomeración parece ser un bello objeto hemisférico, pero también es funcional: cada sombrilla está realizada con una tela especial, negra en su exterior y plateada en su interior, diseñada para aprovechar el reflejo de la energía del sol", describió el artículo de la gran muestra.
Cuando el mango se reemplaza por una base metálica sobre la que hay un olla, el artefacto produce calor suficiente para cocinar sus contenidos: "Un ejemplo perfecto de cómo un objeto hogareño se puede transformar con facilidad para eliminar la necesidad de gas o electricidad en la cocina", ilustró McDermott. El menú solar se puede degustar hasta el 9 de diciembre en Wynwood Yard, de 11 a 13.
"El sol está tan fuerte por el cambio climático y el calentamiento global que este proyecto puede ayudarnos a reencauzar la dependencia del clima que tenemos los seres humanos de manera tal que también ayude a terminar con nuestra dependencia de los combustibles fósiles", explicó Saraceno. "Ponemos todo el ingenio en cosas que la gente tiene en la casa, y todas las instrucciones están en internet. No tratamos de promocionar un producto para que la gente lo compre: se puede hacer con el propio paraguas".
Saraceno, que estudió arquitectura y arte en Buenos Aires, Frankfurt y Venecia, se formó también en la NASA y fue artista residente del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). "Aunque mi obra es menos sobre una idea escapista de una parche tecnológico que sobre realmente tratar de comprender la atmósfera con gente que podría no tener acceso a ciertas infraestructuras, acaso el futuro sea así", especuló sobre la producción de energía limpia que su estudio —compuesto por unas 50 personas— produce como arte.
"Cualquiera sea su forma final, el arte de Saraceno desvía nuestra atención de nuestra estrechez de miras hacia un campo de visión más amplio, más trascendente, con múltiples perspectivas", concluyó el artículo sobre lo que llamó "la recuperación democrática del aire" que hace el creador.
"Por medio de sus obras interactivas, lleva a los espectadores a otro universo, uno en el cual se los anima a que imaginen activamente futuros nuevos y alternativos: futuros en el aire, futuros que consideran la vida más allá del presente, futuros sin combustibles fósiles. Como le gusta decir a Saraceno: 'No hay pasajeros en la Nave Tierra, todos somos pilotos'".
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