#LIJEnInfobae: 10 novedades –y no tanto- para celebrar la literatura en diciembre

La vida hace que brum, pum, paf, la muerte, lo diferente, lo que nunca cambia, los temas que pueden dejar de ser el tema, los encuentros, la imaginación que nos habita hasta transformar los lugares que recorremos, lo que hay, lo que falta, todo esto y mucho más en diez libros para no parar de leer y releer

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10 títulos para no parar de leer y releer
10 títulos para no parar de leer y releer

Imposible alejarse de las vivencias de los días en los que una lee al momento de recomendar libros. Entonces estas recomendaciones están cargadas de los días del Filbita (8vo. Festival de Literatura Infantil organizado por la Fundación Filba), aunque se suma también algo de la energía del VI Simposio de literatura infantil y juvenil y de la última feria del libro de Santa Rosa, en La pampa, porque todos estos espacios tienen en común la circulación de palabras, imágenes y encuentros transformadores.

Dos de esos encuentros fueron los paneles Apuntes sobre narrativa visual y Lazos de palabras, que ocurrieron el jueves 22 de noviembre. Allí flotaron algunas de las ideas que me permito citar a continuación. Dijo Marjorie Pourchet que "un libro no da un mensaje sino un sinfín de posibilidades", en esa misma charla, Guridi propuso, alineado con el espíritu de estas recomendaciones "estoy en contra de separar el pensamiento infantil del pensamiento adulto". Paloma Valdivia aportó también lo suyo: "un buen dibujo es una entrada infalible a cualquier tema", y reflexionó también sobre la lectura: "Yo aprendí a leer sola con los Pitufos. Recuerdo exactamente cuando leí Papá Pitufo. Yo tenía una maestra, la tía Carmen, que decía que niños y niñas creen que aprenden solos porque efectivamente la primera vez que leen están concentrados y solos, pero ahí atrás está una."

Paula Bombara habló de búsquedas y huellas de identidad: "Yo buscaba explicaciones y ahí entró con fuerza en mi vida la ciencia, en especial la ciencia del cielo, de las nubes, de los pájaros." "Mi bisabuela era mapuche, me contaba historias de animales y ella siempre andaba descalza. Esas son cosas que conservo: me encantan los animales peligrosos y andar descalza."
Entre lazos de palabras y narrativa visual, con esta idea de leer y compartir libros que nos conmueven y nos den ganas de seguir leyendo, imaginando, creando, van estas recomendaciones.

De las vueltas de la vida y sus contundencias. Dos libros de Paloma Valdivia

Nosotros, escrito e ilustrado por Paloma Valdivia. Santiago: Amanuta, 2017.

Este libro hermoso está dedicado a "A todos los que han vivido el NOSOTROS y mantienen vínculos que traspasan el tiempo más allá de sus inviernos y veranos."

Paloma hace Nosotros, y ese libro abre un plural de posibilidades. Si bien vemos una madre y un hijo, este libro va más allá. Todo lo que se transforma en los vínculos que son fuertes y van creciendo y mutando a partir de los cambios. Todo lo que abre y llena un "nosotros".

Desde el juego "si yo fuera, tu serías…" se abren los mundos posibles. Y con ese simple juego se arma la partida.

"Si yo fuera una oveja, tu serías un cordero. (…) Si yo fuera un gran pez, tu serías un alevín."

Hasta que las palabras y las posibilidades le dejan lugar solo a las imágenes… donde los personajes, aunque cambien, siempre seguirán siendo ellos, es decir, nosotros.

Paloma se formó como diseñadora. Dice que su fuerza reside en lo que quiere transmitir, más que en el dibujo en sí mismo. Sus dibujos de línea, con una gran apuesta a la paleta de color elegida en la que suele prevalecer siempre el rojo y la superposición de tramas. Dice sobre esto: "vuelvo al rojo, porque es un color súper fuerte y que tiene una carga emocional importante, puede ser la rabia, puede ser el amor, es un color poderoso, puede ser el mal o el bien, según quién. Tiene una carga importante y yo, como soy, me siento roja."

Nosotros fue distinguido con el Premio Fundación Cuatrogatos 2018.
Un libro para todo el mundo, empezando por las personas más pequeñas de la casa.

Es así. Escrito e ilustrado por Paloma Valdivia. México: FCE, 2010.

Mi compañero de vida, Pablo, cuenta que solía de niño preguntar muy angustiado por qué se morían las personas. Ninguno de los grandes le respondía nada que lo aliviara, hasta que su tío Fernando, un par de años mayor que él, le dijo: "hay que hacer lugar, no entramos todos en la tierra. Para que unos vengan, otros tienen que irse". A él le hubiera venido bien leer este libro en ese entonces, aunque claro que se lo compartí ahora.

Es así, es una historia, pero también es un pensamiento existencial que nos pone de frente con cosas que a veces no se hablan. Este libro cuenta, pone en conversación la vida y la muerte sin aspavientos, con amor y simpleza. Una historia sobre el devenir de la vida. ¿Y la muerte? Sí, como parte de la vida también. Sin embargo es liviana, y sumamente profunda, porque es así. Un libro que se propone nombrar eso a veces queda silenciado. Es así arma la historia infinita.

"Algunos ya partieron.
El gato del vecino, la tía Margarita,
el pescado de la sopa de ayer.
Otros llegarán.
Unos han sido pedidos,
Otros vienen sin preguntar."

Uno puede leer este libro y terminarlo y volverlo a leer y terminarlo y volverlo a leer porque va a estar leyendo el ciclo infinito. Es un libro que encanta, es un libro que nos brinda al mismo tiempo tristeza por lo que se va, pero alegría por lo que está y por lo que llega. Y esto lo hace con una calidez y una elección hermosa de imágenes y de palabras. Se suceden las estaciones, se suceden las llegadas y las partidas con sus misterios. Y la vida, en medio, para ser vivida lo mejor posible.

"Es así
como la primavera sigue al invierno,
unos llegan y otros se van."

El trabajo de Paloma con la línea, las expresiones de los personajes, las tramas, el uso del color, es una reflexión plástica cargada de poesía. Dice: "Los libros con dibujos son esenciales en la infancia, antes incluso de aprender a leer, porque esas primeras imágenes son ventanas a museos y muestran mundos a los que de otra manera no tendrían acceso." Michele Petit propone que necesitamos palabras para poder contar nuestra propia vida, para nombrar el mundo, también necesitamos imágenes. Paloma con su trabajo a amplía universos estéticos. Un libro para compartir y disfrutar a cualquier edad.

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Intimidades encontradas, dos libros de Marjorie Pourchet

La cabeza en la bolsa. Escrito e ilustrado por Marjorie Pourchet. Traducido por Francisco Segovia. México: FCE, 2005.

En la portadilla puede leerse: "Los otros son un mundo". Cuenta Marjorie que elige y utiliza el color para llevar al lector a un detalle determinado. En esta historia, además de Adela, la bolsa es protagonista. Siempre se dice que adentro de las carteras puede encontrarse un mundo. Esta bolsa no es la excepción.

La historia comienza así:
"Adela es tímida, realmente tímida.
Tímida a rabiar, tímida a morir.
Tan tímida que siempre quiere huir.
Es verdad que le haría bien salir,
pero siempre que sale
mete en su bolsa la cabeza.
Es un buen escondite. ¡Además, portátil!".

Adela se la pasará viajando por la vida con su cabeza dentro de la bolsa, de su casa al trabajo, imaginando todo lo que sucede a su alrededor. La gente, sus amigos, la fábrica de patitos de plástico en la que trabaja, todo es un misterio para Adela.

El dibujo de Pourchet es magistral, de una delicadeza y un detalle que conmueven y nos va mostrando el mundo que cree ver Adela desde su bolsa roja, en todo su andar cotidiano.

Las letras capitulares nos marcan como va pasando la historia y están íntimamente relacionadas con cada página. Un día Adela descubre algo distinto en su cartera. Y ese descubrimiento la anima a tomar otros caminos, a transitar nuevos encuentros. Recomendadísimo.

Mi jardín. Escrito por Zidrou, ilustrado por Marjorie Pourchet. Traducido por Delfina Cabrera. Buenos Aires: AH Pípala, 2010.

Un libro hermoso, de una delicadeza cuidada, cargado de nostalgia, de amor, de una cierta tristeza del tiempo que pasa. ¿Volvieron alguna vez al jardín de su infancia? ¿O al aula que solían ir de chicos? Aún recuerdo cuando estando en primer año del secundario volví a mi sala de preescolar, la sorpresa de reconocer y al mismo tiempo no entender el lugar. Podría definir la sensación como una extrañeza conocida.

Mi jardín es un libro bellamente escrito por Zidrou (Benoît Drousie), con ilustraciones tremendamente hermosas realizadas por Marjorie Pourchet.

"Mi jardín. Mi reino. Mi imperio.
Un cuadradito de cielo que se guarda
en el bolsillo antes de regresar a casa.
Y en el centro, como un gigante,
estoy yo, de casi siete años".

El protagonista es un hombre… es un niño… es, sin duda, una persona que recuerda que hubo un tiempo en el que tuvo un jardín y todo lo que allí sucedía. Un libro que pone en juego con una paleta que nos introduce en un clima de ensoñación donde el color rojo tiene un papel primordial. Un hombre que fue niño, un niño que guardó recuerdos, unos recuerdos que vuelven y nos invitan otra vez a jugar en el jardín. Un libro en el que se ven los universos de juego infantil, con nostalgia.

También nos invita a pensar en nuestros propios jardines, en la infancia, en las vueltas, a veces urgentes a los lugares del pasado, con sus aromas, sus flores, sus hojas, sus plantas, sus charcos. La escritura y la ilustración nos dicen poéticamente un recuerdo, o muchos y nos lleva a meternos de lleno en redes de recuerdos. Un libro recomendado especialmente para jóvenes y adultos.

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Entre lo policial y el manifiesto. Dos libros del gran Guridi

Noche de gatos hambrientos. Escrito por Pablo Albo, ilustrado por Raúl Nieto Guridi. Buenos Aires: AH Pípala, 2017.

"Aquella era una de esas noches
en las que uno se arrepiente
de no haber aprendido
a tocar el piano.
Me asomé por la ventana para ver si el aire
se llevaba de mi cabeza aquellas ideas extrañas.
"¡Qué caprichoso y maldito puede
llegar a ser el destino!", pensé."

Así empieza este genial policial negro ilustrado. Una joya que nos hace aplaudir a ambos autores, por lograr ser tan geniales y tan distintos también a sus otras creaciones.

Un detective le debe a su ayudante Misifús la mayoría de sus casos resueltos. Su sigilo lo hace traerle datos para resolver los casos más difíciles. El gato lo llama Doc, por confundirlo con el veterinario que alguna vez le salvó la vida. Esta vez la información que Misifús trae es una advertencia sobre el callejón en donde conviven gatos y ratones.

"-Vengo a avisarte. Se va a armar la gorda en el callejón de los genoveses. Es mejor que no te acerques por allí."

Los personajes de esta historia no tienen rostro, se esconden, sus perfiles entre las sombras, aparecen y desaparecen, se intuyen, el clima se enrarece.
Es a su vez, una historia contada con mucho ritmo y poesía, en una melodía que podría ser un jazz, y en cuyos acordes encontramos las palabras y las imágenes precisas. El misterio está ahí, al acecho.

Una historia para encontrar. Recomendadísima para niños, niñas, jóvenes y ¿por qué no? Adultos.

Don Galindo y el tornado, escrito por Gastón Ganza. Ilustrado por Raúl Nieto Guridi. Buenos Aires: AH Pípala, 2012.

Cuándo vemos un tornado, ¿qué vemos? ¿El tornado? ¿Lo que el tornado produce? Este libro es un tornado.

Empieza, antes de la portadilla, con algunas indicaciones para los lectores. Un símbolo para giremos el libro en el sentido contrario a las agujas del reloj al dar vuelta las páginas, y otro para indicarnos que paremos de girar.
Desde ese momento ya sabemos que no vamos a meternos en cualquier lectura, no.

"Dicen que quien ve un tornado en realidad no ve el tornado sino lo que este hace. En el pueblo, a Galindo le pasa un poco eso. Todos andan viendo qué es lo que hace, todos se la pasan viéndolo sin verlo."

Un pueblo que comenta lo que pasa a alguien que le pasan otras cosas. Un libro donde lo absurdo, lo existencial y lo esencial se ponen en juego, y el dar vuelta y volver a mirar, consigue, tal vez, transformar ciertos modos de mirar.

La cocina de este libro estuvo en el aire, ya que fue creado entre Argentina y España, con el océano de por medio. Un libro que se manifiesta concretamente.

Dijo Guridi sobre este libro: "En principio escribí una historia muy simple, de un personaje curioso que pasaba de estar en una situación a otra completamente diferente, en verso y bastante pobre, la verdad. Aún así presenté con el proyecto (un story y el dibujo de Don Galindo) a la editorial Adriana Hidalgo Pípala a través de su editora, Clara Huffmann, quién me contestó enseguida con un sí, pero con cambios en el texto para lo que me recomendaba la participación de un escritor, Gastón, al que se le ocurrió la idea de que Don Galindo fuese el tornado y viceversa".

Es interesante como la propuesta de generar el tornado moviendo el libro, pone en acto la lectura activa. Toda lectura es interactiva, pero en Don Galindo esto se pone en acto.

Don Galindo está ahí con su vida diferente a lo que se espera de una vida, y bueno, eso hace que aparezcan los comentarios y los dichos sobre él.

"A la hora de almorzar, Galindo se pone a deliberar si el huevo o la gallina. A veces también se sienta frente a una sandía a esperar que algo (o alguien) salga de ella. Por más que viva solo, o justamente por eso, nunca termina de encontrar su lugar en la mesa. De acá para allá, un poco en cada silla, Galindo siempre termina en el piso recostado junto a su gata."

Mientras leemos, todo el tiempo estamos dentro del tornado. Las ilustraciones de línea, con lápices, con collage, con recortes de algunas imágenes. Este es el primer álbum de Guridi. Cuentan los autores que trabajaron codo a codo con la editora, virtualmente hablando.

Y decíamos que es un libro que se manifiesta, porque al final, el libro incluye el Manifiesto Galindo, traducido por el Dr. Atilio Serserésoyfuí. Aquí un fragmento: "Este es un consejo para los que todavía guardan su tiempo, para los que nunca han perdido nada y no saben cómo perderlo. Es preciso saber que para perder tiempo, antes de perderlo uno tuvo que haberlo guardado. Por esa sencilla razón no hay razón para guardarlo. (…) Así que si aún conservas tiempo guardado… piérdelo, piérdelo todo, piérdelo a conciencia, disfrútalo, baila… ¿O acaso no es eso lo que hacen los tornados?"

Un libro maravilloso para leer, girar, perder y encontrar con toda la familia, tenga la edad que se tenga.

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Entre gatas y lauchas de novela

Dos pequeñas gatas japonesas. Escrito por Paula Bombara, con ilustraciones de Natalia Ninomiya. Buenos Aires: Norma, 2018. (Colección Torre de papel Azul)

Brian es un chico que está esperando que lleguen dos gatas de Japón. Tiene un hermano, un papá y una mamá, y abuelos irlandeses y japoneses. Las gatas llegan del lado japonés. Brian nos advierte que cuando leamos "Brian", digamos "Braian", desde el comienzo, como para que lo nombremos como él quiere, con lo importante que es el nombre propio en la vida de las personas. Además de tener toda esa familia, Brian cuenta que está enamorado. Enamorado de Agustina. Y está esperanzado con la idea de que a Agustina le den ganas de conocer a las gatitas, cuando lleguen. Y cuando llegan, las gatas japonesas, que en principio iban a ser gato y gata, reciben nombres irlandeses. Y así se arma este universo en el que dan ganas de quedarse un ratito más.

Paula dedica esta novela "A la memoria de Gollum, mi dios gato particular. A mis reinas, Inku y Kasai."

Una novela que no van a poder parar de leer. Que emociona. Que propone, que pregunta. Una novela donde lo sensible de la historia está en la trama, en primer plano, antes que los temas que la atraviesan. Y eso es para celebrar. Donde la infancia aparece mirada y escuchada. Y las alegrías y las tristezas de la vida se nombran sin cargas estereotipadas, diciendo desde el amor.

Además, el libro cuenta con un detalle de una preciosura delicadísima: la edición tiene solapas y en una de ellas encontramos un señalador troquelado, ilustrado con las hermosas gatas japonesas y una sorpresa extra.

"Comparten risas
té, sorpresas, abrazos…
Mamá y papá."
Cada capítulo empieza con un haiku, que nos arma una suerte de síntesis poética de lo que viene.
"La historia de amor de mi mamá y mi papá es bien rara.
Mamá es comandante de a bordo de una línea área y anda de acá para allá cruzando el cielo cada dos por tres. Papá es más tranquilo, trabaja en casa, es ceramista, músico y pronto será también criador de gatitos. El no se dedicó al gagaku* porque se enamoró de mi mamá y eso cambió todos sus planes.
Se conocieron arriba de un avión: papá fue pasajero de un vuelo que ella comandaba."

(*gagaku: tipo de música tradicional japonesa.)

Recomendadísima novela para las personas niñas que leen solas, pero también para leer por capítulos, en familia, por ejemplo, antes del momento de irse a dormir.

Lauchas. Escrito por Iris Rivera. Con ilustraciones de Fernando Falcone. Buenos Aires: SM, 2017. (Colección Barco de vapor)

El libro empieza con un acápite de Los secretos del abuelo sapo, de Keiko Kasza: "Mi segundo secreto es ser astuto".

Lauchas es una novela realista. También es una novela maravillosa. Los capítulos tienen nombre, se puede ir haciendo un recorrido a partir del índice: Una mujer fina, Una ojota y otra ojota, La vieja de los espíritus, Una casa grande como un palacio, Unas cáscaras de papa, Una nena llamada Chuli, Una oveja demasiado quieta, solo por nombrar algunos. Son cuarenta y tres capítulos. Hermosa para leer de un tirón, pero también para compartir de a diez minutos o cuatro capítulos por sobremesa.

"Fina levanta la tapa y el aroma se desparrama por la cocina. Lo que hay dentro de esa olla para espuma, algodón, nieve caliente. La Maicera da un chillido. Fina vuelca el pochoclo en un plato hondo y lo espolvorea con azúcar. El plato suelta olor a caramelo y las lauchas arrugan con nervios los papelitos. Pero entonces suena el timbre. Y La Maicera se sobresalta.
-¡Un momento!
Esa que habló fue Fina. Vulcano ladra.
-¡Quieto ahí!
Con la tapa de la olla, Fina cubre el plato. Las lauchas la podrían levantar, pero La Maicera está ahí y las mira una por una. Será difícil que se atrevan. Ara Fina cruza el patio y va por el pasillo largo que lleva a la vereda. ¿Quién podrá ser un domingo? ¿A esta hora?"

Es la historia de Aníbal, y de Pino, chicos que están en situación de calle, que trabajan vendiendo tarjetas de los signos del zodíaco. Pero también es la historia Fina, una jubilada que está sola. Que tiene un perro, y además, muchas lauchas. Una historia de soledades distintas, de lo que hay y lo que falta, de desigualdades, de muchos ojos que miran. Todo eso se mezcla en un universo que nos cuenta sin darnos golpes bajos. Con mucho humor y poesía, aparecen los personajes y se van entramando y cruzando. Es clave como cuenta lo que cuenta y como lo que no se dice toma cuerpo y, claro, también cuenta. Y también es una historia en donde el trabajo con el lenguaje es hermoso y cuidado, que juega todo el tiempo con la literalidad y con la sonoridad de las palabras. Una perlita: el recurso de contar lo que sucede a un personaje a partir de lo que hubiera sentido el otro si hubiera estado ahí.

Pino y Aníbal después de un accidente recorren hospitales de Constitución, recorren por las calles, por los pasillos, pero también trepados por techos y árboles, observándolo y registrándolo todo. Y en ese andar necesitan comer, hacer caca, darse un baño, encontrar… Todos los personajes, niños, lauchas, vecinos, vecinas arman esta aventura que nos invita a mirar desde muchos lados posibles, y a no querer perdernos ni un segundo de la historia que claro, no podrán imaginar cómo termina, hasta que lleguen a la página 208.
Además, tiene una yapa: Al final del libro, la escritora cuenta cómo nació la historia.

Una novela imperdible para lectores y lectoras autónomos, que fue destacada de Alija 2017 en la categoría Novela infantil.

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¡Clap clap clap! Dos libros encontrados por caminos hechos por libros

Mi reino. Escrito por Silvina Rocha, ilustrado por Paz Tamburrini. Buenos Aires: La Brujita de papel, 2015. (Colección: Panaderos al viento)

Este libro me puso de frente con la importancia de la mediación. Conozco a las autoras, pero no me enteré de la existencia de este libro hasta el momento mismo que estuve en una mesa del VI Simposio LIJ del Mercosur, que transcurrió en Córdoba en septiembre. Y me cautivó. Me resultó inspirador para compartirlo con las personas más niñas de la casa.

"Mi reino es la noche.
Cuando el silencio toca una nota de grillo
o deja oír apenas el latir del reloj,
cuando todos duermen, es cuando despierto yo."

¿Quién define cómo es un reino? ¿Qué vemos cuando miramos a nuestro alrededor? El ratón de esta historia tiene el suyo propio, y lo comparte. El silencio de la noche cuenta con la música necesaria para que el rey haga su aparición.

El manejo de los trazos de lápiz graso, las aguadas, el collage, la paleta reducida entre el negro predominante, el azul y el rojo, aunque en el queso y en la corona se cuele un amarillo tímido. Ilustraciones y textos dialogan armando esta historia sinfín entre la noche y el día. El libro es una joya en formato de libro álbum que propone poesía ilustrada. Un ratón que disfruta la noche en su reino, una noche azul que nos lleva durante todo el libro, unos trazos que bailan desde las guardas y que nos hace sentir el ritmo a lectores y lectoras. Un libro para detenerse y contar, una y otra vez. Especialmente recomendado para compartir antes de dormir.

LAS ONOMATObellas. Escrito por Ruth Kaufman, ilustrado por Roger Icaza. Uruguay: Amanuense, 2018.

¿Qué serán las onomatobellas? Nomás con ver el índice lo entendemos.
Bla bla bla, Brruuuuuummmm, Plic plic plic, Bua bua buaaaaaa, Chap chap chap, Chin chin, Hip, Ploc, Chuic, Toc toc, Pum, Paf, Prrr prrr, Ju ju ju, Guau, Quiquiriquí, Ra-ta-ta-tá. Rrr rrr rrr, Crunch crunch, Ja ja ja, Frufrú, Glu glu glu, Puaj, Sh, Zis zas… y algo más.

Hace tiempo que quería tener este libro en mis manos. Y sucedió por casualidad que pum, casi nos chocamos con Ruth, caminando un mediodía por Santa Rosa, La Pampa, en medio de la feria del libro, y sucedió este reencuentro.

Las onomatobellas estas son poemas. Aparecen y te dejan así:
"Así es la alegría
tan bonita como frágil
tan dulce como inesperada
tan chin chin como crash crash."

El trabajo con el lenguaje de Kauffman, invita a la poesía que suena y contagia , y Roger Ycaza con sus pinceladas expresivas arman este libro que dan ganas de leer, releer y hacer sonar.

"¡Pum!
No confiesa la puerta cuando la golpean
si fue el impulso neutral del viento
o a furia de una pelea."

¿Qué dice una onomatopeya? Tanto más que lo que parece… Conocer las onomatobellas es querer decirlas y seguir inventando poemas, juegos, ritmos.

Este texto de Ruth Kaufman recibió el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2015 de Poesía Infantil, en México. El libro incluye, además, un Glosario de onomatobellas y las biografías de la escritora y el ilustrador, en donde nos enteremos que Ycaza, además de ilustrador, es músico y compositor, y que Kaufman reparte su vida y entusiasmo entre Uruguay y Argentina.

Volvemos entonces a estos últimos días de fiesta para la literatura. Y retomamos las palabras que dijo Iris Rivera sobre el Filbita "es una fiesta para los niños, para los adultos, para toda la gente que está creciendo, que me parece que todos estamos creciendo, a cualquier edad". Lo mismo pasa con esta selección de libros, si bien aparecen edades sugeridas, estoy convencida de que los pueden llevar lejos, tengan la edad que tengan. ¡Ojalá los disfruten y encuentren en ellos un sinfín de posibilidades!

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