Sabrina, las brujas y la educación feminista de las nuevas generaciones

Perseguida en siglos pasados, la figura de la hechicera es elegida por las nuevas generaciones para canalizar un estado de hermandad y afirmación personal en la adversidad. El lanzamiento de “Las escalofriantes aventuras de Sabrina”, Netflix, puso en evidencia aún más este nuevo fenómeno

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Por Laura Marajofsky

"La bruja es una de las pocas imágenes del poderío de una mujer independiente que la cultura tradicional nos ha legado", explica el historiador y especialista en estudios paganos Ronald Hutton, que aparece opinando en una nota del NYT de hace unos meses, titulada oportunamente Brujería en la era del #metoo. Puede que la figura de la bruja no sea la única representativa, pero sin dudas se ha vuelto recurrente y es la elegida por las nuevas generaciones para canalizar un estado de hermandad y afirmación personal en la adversidad. Algo que resuena aún en este hemisferio de la mano de otras construcciones inspiradas en la figura mitológica de la bruja ("somos las hijas de las brujas que no pudieron quemar" fue una consigna harto leída en los carteles de muchas adolescentes en las marchas del #NiUnaMenos y por el aborto legal seguro y gratuito).

En este contexto global el estreno de The Chilling Adventures of Sabrina (traducido como Las escalofriantes aventuras de Sabrina), está lejos de ser una coincidencia. Por supuesto que no hay que ser un cráneo para entender por qué un producto de estas características se volvería un hit instantáneo, en plena retromanía y capitalizando tanto la nostalgia por aquella otra serie de los 90s con la que muchos crecimos como con el nuevo furor del soft-horror.

Las escalofriantes aventuras de Sabrina la bruja
Las escalofriantes aventuras de Sabrina la bruja

Lo que tal vez sí sea sorprendente es que un programa en apariencia inocuo, se haya vuelto un elocuente -y oportuno- vehículo en temas de género y feminismo adaptado a un público púber. Aunque quizás esto tampoco escapaba a los cálculos de los ejecutivos de Netflix. Lo cierto es que Sabrina marca un punto de inflexión en lo que viene siendo una escalada progresiva en la radicalidad ideológica de los productos para adolescentes -cada vez más conscientes- y de su educación política y de género.

Una vuelta de tuerca al original

Si el cómic en el que la nueva serie de Netflix está inspirado (Chilling Adventures of Sabrina) ya era bastante más oscuro que la historia original surgida en los 60s, que inspiró un show animado y la serie con Melissa Joan Hart de ABC, la nueva adaptación no se ahorra referencias gráficas y tiene una estéticamente decididamente dark que recuerda otros productos recientes como Buffy, True Blood o hasta el film Donnie Darko. A diferencia de su contraparte de ABC, quizás más acorde con el espíritu naive de los shows que existían cuando Sabrina Spellman vio la luz por primera vez (Bewitched, I Dream of Jeannie, My Favorite Martian), todas comedias familiares ATP con un toque de magia, esta nueva versión no teme ir a lugares más incómodos.

Su creador, el escritor Roberto Aguirre-Sacasa, responsable de otro hit televisivo actual del universo de Archie Comics como Riverdale, ya venía experimentando con darle nueva vida y torcer ciertos íconos clásicos de la cultura norteamericana; desde la creación de novelas gráficas como Archie's Weird Fantasy (una fantasía en la que Archie se declara gay) y Afterlife with Archie que reimagina las aventuras de los cuatro amigos pero en medio de un apocalipsis zombie, Aguirre-Sacasa utiliza las figuras terroríficas tradicionales para despojar al American Dream de su lustre y hablar de los problemas y miedos de la adolescencia. Vale detenerse en este punto ya que la última vez que se intentó algo como esto con éxito fue precisamente dos décadas atrás con el estreno de Buffy the Vampire Slayer de Josh Whedon. Y tal vez por eso las comparaciones no se hicieron esperar (una chica que debe superar un antiguo rito de pasaje mientras protege a su ciudad de las fuerzas demoníacas).

Pero a no dejarse engañar por la cuidada estética retro de los 50s que se vende en esta versión stremeable, ya que Sabrina retoma con una sensibilidad moderna varias temáticas que no suelen tener aire, y nos habla de los abusos que las chicas sufren en manos de sus pares (de ambos sexos), de libertad y empoderamiento, de sexualidades alternativas, del cuerpo femenino y mucho más. También es por esto que los memes feministas de Sabrina estallaron los días posteriores a su estreno en las redes sociales, dando cuenta de cuán afinada estaba con lo que muchas jóvenes experimentan todos los días.

Melissa Joan Hart en “Sabrina, la bruja adolescente”
Melissa Joan Hart en “Sabrina, la bruja adolescente”

El argumento central relata las vísperas del cumpleaños 16 de Sabrina, una huérfana que vive con sus dos excéntricas tías brujas y debe recibir un "bautismo oscuro" en el cual se compromete a servir al Señor Oscuro -que no es un metáfora sino una entidad omnipresente en todo lo malo y vil.

Claro que a medida que se aproxima el día Sabrina va teniendo más dudas tanto con abandonar el mundo mortal y a sus amigos, como con la naturaleza de ese pacto, que si bien le concede poder y juventud eterna fija su libre albedrío al deseo de su futuro amo. Pacto que como sus pares de aquelarre le explican, es inevitable, ya no se puede tener ambas cosas (libertad y poder). En el camino Sabrina se enamora, descubre el potencial de su poder y el pasado que sus tías le ocultaban.

Sin embargo, Sabrina pone en evidencia que se le está mintiendo descaradamente durante el bautismo y cuestiona la autoridad del Sacerdote. Algunos detalles pintorescos a tener en cuenta son el hecho de que tenga que ser una virgen, y que éste sea un rito realizado por hombres mayores y más poderosos en el que se la despoja de sus ropas y se la trata con inferioridad ("Tengo mis reservas sobre guardarme para el Señor Oscuro ¿Por qué puede él decidir qué hago o no con mi cuerpo?" se pregunta enérgica la joven aprendiz).

Hasta Happy Birthday Sweet Sixteen, el tema de Neil Sedaka que aparece en el trailer de Sabrina no resiste una mirada muy de cerca, ya que tiene algunas líneas un poco inquietantes al hablar de cómo va cambiando el cuerpo femenino de niña a mujer (But since you've grown up, your future is sewn up. From now on you're gonna be mine). Cualquier otra semejanza con la realidad, no es casual sino gracias al astuto guión de Aguirre-Sacasa.

Diversidad y feminismo adolescente

Al igual que en Buffy donde se presentaba casi por primera vez en TV un personaje teen y queer así como relaciones gay (Willow y Tara), el diverso grupo de amigos de Sabrina ofrece un vistazo a adolescencias menos tradicionales en pantalla. En particular con el notable personaje de Susie (Lachlan Watson), a quien en el inicio vemos acosada por futbolistas por no entender "si es una chica o un chico". Susie, quien consciente o inconscientemente rechaza las etiquetas de género, es interpretado en la vida real por una actriz no-binaria que en una entrevista reciente a Teen Vogue ha expresado que la serie le permitió contar parte de su historia personal.

Lachlan Watson y Jaz Sinclair, como Susie y Ros
Lachlan Watson y Jaz Sinclair, como Susie y Ros

Es así que si bien inicialmente el guión estaba planteado para que Susie se revelara como un varón trans en los primeros capítulos de la temporada, el hecho de haber elegido a Watson hizo que esto no fuera necesario, dejando a Susie en un limbo entre el universo femenino y masculino. Lo más común suele ser que Hollywood ponga a actores cisgénero a interpretar trans. Por suerte éste no fue el caso, y el resultado es mucho más honesto y ambiguo, como la vida misma.

Al clásico relato de coming of age, la serie le agrega un condimento extra, la conciencia de género con la que las nuevas generaciones están creciendo, y que para muchos ya es un hecho. Es por esto que cuando Sabrina se frustra porque no puede usar su magia para intervenir el mundo mortal, decide fundar con sus amigas Susie y Ros (interpretada por la afroamericana Jas Sinclair) una hermandad para ayudar a los estudiantes marginados llamada MAGIA (Mujeres Asociadas en la Genialidad Interseccional y el Arte). O lo que podría ser entendido hoy por cada vez más adolescentes, como una organización feminista y sorora. Entre las actividades extra curriculares de las chicas se encuentran juntarse a leer libros prohibidos y apoyarse mútuamente ante el prejuicio de sus pares y la apatía de los adultos.

Susie Spacek en Carrie (1996), de Brian De Palma
Susie Spacek en Carrie (1996), de Brian De Palma

Claro que cuando el hostigamiento hacia Susie persiste, esta vez físicamente, Sabrina ya no puede mantener su neutralidad mágica y recurre a sus poderes y a las otras brujas adolescentes del aquelarre para darles una lección en modales a estos hijos mimados del patriarcado. Al fin y al cabo, algo que no puede negarse es que la ira femenina -hormonal o de otra clase- puede ser una fuente de poder y determinación peligrosa, como hitos previos de la cultura pop ya han demostrado de Carrie a The Craft.

Si en el 1600 las brujas eran perseguidas por ser mujeres financieramente independientes, solteras, sexualmente libres y versadas en el estudio de la naturaleza y el cuerpo, sin demasiado empeño podríamos imaginar que muchas jóvenes se identifiquen perfectamente con estos personajes. Algunas incluso están (re)apropiándose del mote "bruja", tomado antes como insulto, y reconnotándolo al igual que se hiciera tcon "puta" o "perra" en nombres de bandas, revistas o frases en remeras que se llevan con orgullo y exhiben en Instagram.

Nuevos misticismos y resurgimiento pop

Más que pensar qué tienen en común la brujería y el feminismo -o hasta dónde pueden estirarse las metáforas del universo de lo oculto sin gastarse-, vale preguntar por qué surgen estos productos ahora y en qué modo esta nueva predisposición podría formatear las nuevas producciones apuntadas a la audiencia adolescente.

Witches of America, de Alex Mar
Witches of America, de Alex Mar

El libro del 2015 Witches of America estimó que había al menos un millón de personas practicando alguna forma de paganismo en los EEUU (para tener una idea comparativa con otros credos, los Budistas llevan 1.2 millones), y una encuesta del 2016 señala el crecimiento de la población de Wicanos (aquellos que suscriben a la Wicca, religión neopagan vinculada con la brujería).

En este sentido el auge del misticismo -y la llegada de ciertos ritos paganos al mainstream- pareciera estar vinculado con los intereses y hábitos propios de las nuevas generaciones, en particular de las mujeres Millennial.

Ese punto donde se encuentran el interés por el bienestar físico y mental a través de prácticas como el yoga o el mindfullness, cierta espiritualidad new age que suma astrología, tarot o cristales como objetos cotidianos indispensables, una conciencia ecológica y la vuelta a lo natural, y por último, la idea de pertenecer a una hermandad femenina a prueba de todo. O, mejor dicho, como se pregunta un artículo de Quartz titulado graciosamente La Brujería, la religión perfecta para los millennials liberales: ¿Qué vincula a los cristales, el feminismo, el poliamor, las cartas de tarot y un catolicismo difuso?

Sea como sea vivimos en tiempos en los que la transformación de la cultura y los nuevos paradigmas que se están gestando (familiares, políticos, tecnológicos y sexuales) producen una búsqueda espiritual que se canaliza en lo contemporáneo a través de algunas de estas prácticas… o un conveniente mix basado en la intuición personal de todas ellas.

Asimismo hay un notable resurgimiento de la bujería en la cultura popular -atribuible o bien a una falta de ideas o una sintonía fina con el momento que nos toca vivir. Desde marcas de ropa y maquillajes inspirados en el look Sabrina como Burberry o Sephora (que lanzó su kit para brujas), pasando por revistas temáticas y numerosas cuentas de Instagram que han aparecido en el último tiempo reflejando el esoterismo cool (ver la etiqueta #witchesofinstagram), hasta distintas series y películas que se vienen en los próximos meses.

Sabrina no es la única bruja en TV, también llegó el reboot de Charmed, una remake de Suspira, y están prontas a estrenarse una adaptación de la trilogía All Souls de Deborah Harkness llamada A Discovery of Witches, y la nueva temporada de American Horror Story protagonizada por la tríada de brujas aparecidas en la temporada Coven. "¿Qué mejor forma luchar contra el miedo que con un grupo de mujeres empoderadas por la magia en el mundo de la ficción, y por la bronca en el nuestro?", explica la crítica de Salon.com Melanie McFarland sobre la atinada continuación de American Horror Story.

Mientras que la primera temporada de Sabrina desarrolla la dualidad de querer mantener autonomía sobre las propias decisiones y la posibilidad de obtener más poder y autoconocimiento sobre sí misma, tropos bastante característicos de muchas de estas historias de terror o sobrenaturales, otros productos alejados del género también exploran la dificultad para crecer y definirse en el mundo actual.

Sin ir más lejos, la mencionada Riverdale, también habla del abuso, el bodyshaming, de las identidades sexuales ocultas (en esta temporada Cheryl Blossom es enviada por sus padres a un centro de reeducación sexual por sus conductas lésbicas), de la violencia intergeneracional, del suicidio y otros tópicos para nada light. ¿Otros ejemplos exitosos de productos para adolescentes pensados con estas lógicas? 13 Reasons Why, Love Simon (la primera película con protagonista homosexual teenager de un gran estudio) o la reciente Boy Erased con el cantante Troye Sivan.

Ya sea con mensajes explícitos o esbozos más sutiles, el nuevo mantra pareciera ser hablarle a los jóvenes en su mismo idioma, planteando situaciones reales aún si se trata de universos paralelos, y sin miedo a transmitir ideas con carga política. Y todo esto ya es bastante radical en sí mismo.

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