En 1994 Jaime Bayly debutó como escritor con una novela sobre la identidad homosexual en el Perú, No se lo digas a nadie, que contó con la recomendación de Mario Vargas Llosa. La familia, la religión, la hipocresía, las clases sociales y la violencia de todos esos factores dieron forma a la historia de Joaquín.
En 2018 Bayly, con más de 15 libros ya, publicó Pecho Frío, otra novela sobre la identidad homosexual en el Perú. Ya no necesita recomendaciones de colegas: es un autor premiado y un periodista famoso. Pero donde No se lo digas a nadie tomaba formas trágicas, la nueva obra del peruano, que se presenta en la Feria Internacional del Libro de Miami el 11 de noviembre, es una sátira desopilante.
Acaso en el cuarto de siglo que pasó entre los dos libros la vida le enseñó al autor a reírse de todas las cosas que no impliquen la muerte. Mientras que a su país, parece señalar el texto, el tiempo le regaló cambios menos envidiables. Como en Últimos días de "La Prensa", de 1996, que muchos consideran su mejor novela, en Pecho Frío explora las miserias de la prensa y el poder, pero en una clave paródica que se advierte desde el mismo nombre de los personajes: la candidata presidencial Ají No Moto ("hija de un dictador en prisión"), el banquero Puto Amo, el dueño de un canal de televisión Pura Coima o el periodista Pico de Oro.
La historia cuenta la trayectoria de Pecho Frío, un cajero casposo del Banco del Progreso de Lima, casado con una profesora de colegio católico, que se arrastra por su existencia hasta que un día, por azar, un hombre lo besa y todo cambia. Pierde trabajo y esposa, gana una fama descomunal que lo lleva a convertirse en dirigente del Movimiento Homosexual, celebridad en medios y redes sociales, estafador, falsificador, candidato al Congreso y por fin a la vicepresidencia del Perú.
"¡Buenas tardes, bienvenidos al programa más divertido de la televisión peruana!", inicia el animador Mama Güevos su show de juegos Oh, qué bueno. Las 80 personas del público tienen un número en la mano y la ilusión de que el conductor lo diga y les dé así la posibilidad de competir por unas vacaciones para dos.
En realidad, una no. Pecho Frío, que fue con su amigo Boca Chueca, quiere pasar inadvertido tal como vive. Pero aunque se encomienda a San Martín de Porres, le toca jugar con Mama Güevos. Y el último entretenimiento consiste en un beso. "No puedo besarlo, me da asco, voy a quedar como un mariconcito", piensa Pecho Frío, pero lo hace para regalarle las vacaciones a su esposa, Culo Fino.
Su sacrificio no es bien recibido en su hogar. Por eso mismo pierde el trabajo: al cardenal Cuervo Triste, muy amigo del banquero, el episodio le resultó intolerable. Pecho Frío topa entonces con Lengua Larga, miembro del Movimiento Homosexual, y comienza así su aventura inesperada.
La crítica a la familia y la iglesia se presentan mediante el humor. Una señora rica, de misa diaria, que financia a la candidata Ají No Moto, le explica a Lengua Larga: "Tienes que ir al club Saeta y hablar con el padre Ojeras Severas y él en tres meses te va a curar y te vas a reformar y se te acaba la confusión. Y luego mi hija Cucu Fatita te presenta a una de sus amigas y te casas con ella y ya está. Así de fácil".
Y, de visita en Lima, el Papa Che Boludo se ríe cuando Pecho Frío se equivoca y, en lugar de purpurado, le dice: "Soy tu siervo, Púrpura de Roma". El sumo pontífice argentino habla con el ex bancario de tú a tú, como dos famosos. Termina por avalarlo cuando un periodista le pregunta qué piensa del movimiento gay peruano: "¿Quién soy yo para juzgarlos?", dice, como dijo el Papa Francisco.
Pero debajo del humor hay otro registro en Pecho Frío, que es seriamente político. Por ejemplo, cuando le dicen al personaje, ya candidato a vicepresidente, que no puede obligar a que el cardenal acepte el matrimonio igualitario, responde: "Y si se niega y se declara en rebeldía, le quitamos los sueldos de ministros que el Estado peruano les paga a los cardenales ociosos".
La presunta diferencia entre la prensa seria y la frívola se desmorona cuando el programa La Ventana, de "la aguda preguntona Vaca Flaca", le paga 20.000 soles por una entrevista, mientras que la amarillista Chola Necia publica fotos íntimas tomadas sin el conocimiento de Pecho Frío y luego otras enviadas, para manipularla, por la campaña del flamante político. De manera similar, a la justicia se le cae la venda de los ojos cuando el juez Chato Ñoco falla a favor del bancario discriminado por gay y obliga a que Puto Amo lo indemnice, a cambio de un porcentaje.
Las peripecias de Pecho Frío candidato permiten reconocibles críticas a la política. Tras presentar al "famoso y maquiavélico consultor político Diez Por Ciento, que se jactaba de hacer ganar siempre a sus candidatos aun si carecían de carisma, no sólo en el Perú sino en otros países de Sudamérica", Bayly resume la doctrina del "nativo de Guayaquil, Ecuador", igual que Jaime Durán Barba, como "Yo creo lo que cree la mayoría". Y los aportes para la campaña, de los cuales los políticos avezados no convidan a Pecho Frío, tienen fuentes como "venezolanos mafiosos enchufados en el gobierno de Pasmarote" o "brasileros coimeros de la empresa constructora Mermeladas Anónimas".
También reciben su cuota de ironía el movimiento LGBTQ, los biempensantes latinoamericanos educados en universidades estadounidenses, el deporte, las redes sociales, el capitalismo financiero, la cirugía estética, el patriarcado y hasta los argentinos, cuyo acento Pecho Frío utiliza dos por tres, quienes son "medio putos".
A diferencia de la mayor parte de la literatura de Bayly, Pecho Frío no es confesional. O lo es indirectamente, si se considera que el autor ha vivido desde los 18 años como entrevistador de políticos y famosos. Para mostrar la diferencia, Bayly aparece en las últimas páginas, con su apodo —real— Niño Terrible, y se describe como "un cincuentón que en sus años mozos había conducido un programa de televisión llamado 'El Tirador'", alusión a El Francotirador.
"Estaba gordito, panzón, los brazos flácidos, las tetillas hinchadas, y caminaba con aire distraído, hablando solo, mirando a un punto incierto, la frente cubierta por un cerquillo frondoso, excesivo, que le daba un aire entre ridículo y juvenil, a pesar de que los años se le habían venido encima": así vio Pecho Frío a Niño Terrible, que quería dedicarse a la política.
La parodia parte de la identidad individual para llegar a la política de identidades, o a como eso se puede dar en países latinoamericanos. Que implica, básicamente, convertir cualquier causa en mercancía. Un final abierto permite que cada quien proyecte su imaginación moral sobre el destino de Pecho Frío.
Jaime Bayly (Perú, 1965). Recibió tres premios Emmy y lleva casi 30 años en la televisión de Lima, Santo Domingo, Buenos Aires, Santiago, Bogotá y
Miami, donde conduce Bayly en MegaTV. Es autor de La noche es virgen, El huracán lleva tu nombre, Fue ayer y no me acuerdo, Yo amo a mi mami y Los amigos que perdí, entre otros. Presenta Pecho Frío (Vintage Español) en la Feria Internacional del Libro Miami (300 NE 2nd Avenue, Miami, FL 33132; Edificio 1, Piso 2, Salón 1261) el 11 de noviembre de 2018 a las 6 de la tarde.
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