Últimamente, John Carpenter se dedica a relajarse jugando videojuegos y mirando la NBA. Hacer películas, comenta en varias de las últimas entrevistas que le hicieron, es un trabajo extenuante. Pero después de haber filmado varias películas de género de una influencia inconmensurable, entre ellas la que es probablemente la película de terror más importante de la historia, pedirle más de lo que ya hizo sería exigir demasiado. Además, está lejos de estar absolutamente inactivo: es el productor ejecutivo de la última secuela de Halloween, de David Gordon Green y Danny McBride, película para la cual compuso la banda sonora junto a su hijo Cody Carpenter.
John Carpenter es mayormente reconocido por su trabajo como director de cine de terror. Sus dos obras cumbre, Halloween y El Enigma de Otro Mundo, son fundamentales para el género. Pero reducirlo a la etiqueta de 'maestro del horror' sería encasillarlo. Lo cierto es que Carpenter ha demostrado a lo largo de su carrera una enorme versatilidad, trabajando tanto como autor independiente, como dentro del sistema de estudios o apropiándose de trabajos que realizó por encargo. Hizo películas de acción, comedias, dramas sentimentales, un telefilme, antologías para TV y hasta un biopic de Elvis. Y a pesar de que el género que más ama es el western, jamás hizo uno (aunque muchas de sus películas son westerns encubiertos).
Y a pesar de esta diversidad, (casi) todas y cada una de sus películas son reconocibles como películas de John Carpenter. Sus encuadres panorámicos, su forma económica de narrar, sus héroes lacónicos, sus bandas sonoras llenas de motivos de sintetizador. No en vano imdb reclamaba hace poco en un video dedicado a recorrer su carrera que la palabra Carpenteresque merecía un lugar en el diccionario junto a otros directores que ya tienen su adjetivo, como David Lynch (Lynchian) o Stanley Kubrick (Kubrickian).
Carpenter estudió cine en la USC School of Cinematic Arts, en un momento ideal. Entre algunos de los estudiantes que pasaron o estaban pasando por allí estaban George Lucas, Robert Zemeckis o John Milius, guionista de Apocalipsis Now. John Carpenter, sin embargo, era fanático del cine de la generación anterior, no sólo del clase B que inspiró muchas de sus películas, sino también del cine de Orson Welles y Howard Hawks. Ambos directores daban clases regularmente en USC. Y además de estar en un momento extraordinario e ideal para aprender cine, a nivel generacional, el propio Carpenter demostraría desde sus días de estudiante su gran talento: el corto The Resurrection of Broncho Billy ganó el Oscar a Mejor Corto en 1970. Carpenter lo dirigió, co-escribió y compuso la música. Esta capacidad para adaptarse a la realización de múltiples tareas definiría luego su modo de realizar películas a lo largo de finales de los '70s y '80s, su momento de mayor creatividad (aunque como veremos, en los '90s y 2000s hay algún que otro highlight).
Carpenter eventualmente abandonaría la carrera de cine para realizar su ópera prima, Dark Star, con un grupo de amigos. Relectura fumona de 2001: Odisea del Espacio, Dark Star es una especie de versión contracultural del sci-fi de la época, con elementos que luego se verían luego en Alien (el guionista de ambas es el mismo, Dan O' Bannon). Si bien es una película que acusa bastante su bajo presupuesto y en la que todavía Carpenter no termina de encontrar su voz como director, es una figurita esencial para los completistas, acaso solamente por ese hermoso final que evoca al Dr. Strangelove de Kubrick.
La primera película propiamente dicha de Carpenter es Asalto a la Comisaría del Precinto 13, una exploitation mayormente ignorada en Estados Unidos al momento de su estreno (algo que ocurrió, lamentablemente, a lo largo de toda su filmografía), pero recuperada en festivales europeos y en los años siguientes como un clásico de culto. Una especie de reversión de Rio Bravo de Howard Hawks pero en clave de western urbano, Carpenter enfrenta a un grupo de policías y un criminal antiheroico a un grupo de pandilleros violentos que buscan venganza. Una película de género brillante y pequeña, llena de los elementos esenciales del cine carpenteriano. Un héroe estoico, la idea de una amenaza externa, terrorífica y sin rostro y un grupo de personajes reunidos resistiendo el asedio, una banda sonora de instrumentación electrónica compuesta por el propio director, y una narrativa basada en tomas largas, encuadres elegantes y personajes que cuentan a través de sus acciones. Aparece también aquí el primer indicio de que Carpenter no es un director que reniega de sus influencias más evidentes, sino que al contrario, siempre encuentra formas de remixarlas en algo nuevo y notable.
Así sucedió con Halloween, una película que resultó fundacional para el género slasher, sin ser necesariamente la primera. Pero Halloween logró lo que acaso Psicosis, La Residencia Macabra o Bahía de Sangre no pudieron, que es hacer del género algo revolucionario y definitivamente icónico. Y ni siquiera fue un proyecto en el que Carpenter estuviera particularmente apasionado.
Halloween se iba a llamar inicialmente The Babysitter Murders; es con ese nombre que el productor Irwin Yablans se acercó a Carpenter con la idea de hacer una película de género sencilla, barata y rápida, dada la reputación que tenía Carpenter para manejarse con presupuestos reducidos, luego de que Dark Star y Asalto a la Comisaría del Precinto 13 tuvieran éxito dentro del circuito de medianoche y algunos festivales. Pero diversos elementos hicieron que finalmente Halloween terminara siendo no sólo un hito generacional sino la película que fundó el terror moderno, desde la actuación memorable de una joven Jamie Lee Curtis al tema musical de Carpenter, que terminó haciéndose cargo de la música simplemente por una cuestión de presupuesto. Un arreglo sencillo con tres notas y en 5/4 que alcanzó para crear un leitmotiv hoy tan conocido como el de Tiburón, El Exorcista o Psicosis.
Y por supuesto, el talento detrás de cámara, no solo de Carpenter sino también del resto del equipo, desde su novia de ese momento, Debra Hill, una notable productora, o de su amigo Nick Castle, que encarnó a Michael Myers, también conocido como La Forma (The Shape). Vista hoy, es una película que resalta por su ausencia casi total de sangre. Carpenter privilegia el suspenso por sobre el shock, en tomas largas y voyeurísticas que sugieren que la amenaza del asesino está siempre presente.
Pauline Kael escribió en su momento para The New Yorker: "La película se dedica mayormente a brindarnos el punto de vista del asesino, sugiriendo la posibilidad de que algo horrible está a punto de suceder. Pero la cámara también se mueve subjetivamente cuando el asesino no se encuentra en la escena para nada". Esa es la maestría de Carpenter en Halloween, más allá de haber creado accidentalmente las reglas de un sub-género, como la Final Girl, la chica virtuosa que sobrevive la película hasta el encuentro final con el asesino. Una infinidad de películas, desde la saga Martes 13 hasta Scream, la deconstrucción meta del slasher que hizo Wes Craven a finales de los '90, no existirían sin Halloween, y ninguna aún logró superarla. Si la carrera de Carpenter hubiera terminado aquí, ya alcanzaba para hacer historia. Pero todavía no había alcanzando su pico creativo, que probablemente fue en los años '80.
Y fue durante en los '80 que el cine de terror, de paso, se volvió un negocio multimillonario. Para 1988, solo las películas de Martes 13, Pesadilla, Halloween, y La Masacre de Texas habían recaudado ya $500 millones de dólares. Claro, entre todas las sagas ya había 17 películas. ¡Muchas de ellas siguieron por muchos años y varias películas más! Y eso sin contar las secuelas que vinieron durante todos los '90, y las remakes, precuelas y reboots que se hicieron más adelante, en los años 2000.
Carpenter, por su parte, también se ocupó de crear personajes icónicos en esta época, como el Snake Plissken de Escape de Nueva York, el personaje favorito del actor Kurt Russell, que trabajó con Carpenter en varias de sus películas. Entre ellas, El Enigma del Otro Mundo, un thriller alucinante que mezcla paranoia y efectos visuales hechos en cámara que siguen superando a las imágenes creadas por computadora, o Escape en el Barrio Chino, una película campy y juguetona, que demuestra que Carpenter podría haber tenido una carrera paralela como director de comedias de acción. O como director de acción a secas, como en su siempre vigente Están Vivos, en la que un vagabundo termina al frente de una revolución cuando descubre que el mundo está controlado por aliens a través de unos lentes que revelan mensajes subliminales.
El terror es muy popular en el cine también gracias a las infinitas adaptaciones de Stephen King, y allí está Carpenter, que adaptó Christine, la historia de un automóvil con conciencia y naturalmente, malévolo, que toma posesión de un nerd. La nueva versión de It, acaso el más grande hit de Stephen King, adaptada por el argentino Andy Muschietti, es la película de terror más taquillera de la historia del cine, y pronto tendremos una nueva versión de Cementerio de Animales también. No son excepciones: El terror es probablemente el género más presente en las salas durante todo el año y es porque muchos productores y directores apuntan a seguir el modelo que popularizó Halloween: mínima inversión, máxima ganancia. Halloween llegó a hacer 150 veces su presupuesto y fue durante mucho tiempo la película independiente más exitosa de la historia.
Carpenter fue un director muy avanzando a su época, no sólo en términos estéticos. Consideremos por ejemplo su intención de convertir a Halloween en una franquicia de antología, que cada año lanzaría una película completamente diferente bajo el mismo nombre. Los fans pusieron el grito en el cielo ante una Halloween III sin el ícono enmascarado Michael Myers, pero hoy en día Ryan Murphy goza de gran éxito con un modelo similar en American Horror Story. Carpenter volvería a intentar con este formato con la película filmada para tv Body Bags, para la cual se realizaron tres historias, una filmada por Carpenter y otras dos firmadas por Tobe Hooper y Larry Sulkis. El proyecto, realizado con la idea de ser un programa de TV al estilo de Cuentos de la Cripta, no avanzó y hoy el film existe como una película suelta, a la manera de Creepshow, de George Romero.
Carpenter eventualmente se sacaría las ganas de trabajar en tv, y allí está quizás su trabajo más destacable en la década de los 2000s. Los fans decepcionados con Fantasmas de Marte o Atrapada, pueden remitirse a los dos episodios que filmó Carpenter para la serie Masters of Horror, hechos entre esas dos películas. Cigarette Burns vuelve sobre algunos temas que el director ya había trabajado en la lovecraftiana En La Boca del Miedo, y Pro-Life, aborda el tema del aborto con un twist demoníaco. Hoy, por supuesto, es un momento de gran éxito para el cine de terror en tv y streaming, con series como Stranger Things, La Maldición de Hill House o El Mundo Oculto de Sabrina entre los grandes éxitos de Netflix.
La nueva guardia del cine de terror, con productoras como A24 o Blumhouse a la cabeza, también goza hoy de un consenso crítico notable, gran éxito en la taquilla y prestigio. It Follows, de David Robert Mitchell, tiene fuertes resonancias carpenterianas y se proyectó en el festival de cannes. La música de Richard Disasterpeace Vreeland le debe muchísimo a las texturas electrónicas de Carpenter, cuya influencia se expande hasta thrillers de crimen como Drive o series prestige como The Knick, ambas con música de Cliff Martínez, otro deudor de la música de JC.
Carpenter, sin embargo, no solo es una influencia para el cine de terror artie, sino también para el género puro y duro, como The Guest, de Adam Wingard (una suerte de mashup entre Halloween y Terminator), o Green Room, de Jeremy Saulnier, película que enfrenta a una banda de punk a un grupo de neonazis que los asedia desde afuera de un antro de recitales. Por otro lado, el director/escritor James de Monaco se inspiró claramente en la distopía americana de Escape de Nueva York y su secuela Escape de los Ángeles para su franquicia La Purga, y cualquier película de acción que tenga escenarios claustrofóbicos y reducidos y personajes amenazando a un grupo de protagonistas reunidos por la fuerza, tiene ecos carpenterianos, desde la indonesa The Raid a los thrillers de ciencia ficción Dredd y Attack the Block.
Y ni hablar de toda la carrera de Robert Rodríguez, que no solo emula a Carpenter en las tramas de sus películas como Del Crepúsculo al Amanecer o Planet Terror, sino que también escribe, produce, dirige y además compone la banda sonora de sus películas. Quentin Tarantino, amigo personal de Rodríguez y un director con una conocida tendencia a samplear y remixar ideas visuales y narrativas de otras películas, se inspiró explícitamente en El Enigma del Otro Mundo para su western claustrofóbico Los Ocho Más Odiados. Algo irónico, siendo que el propio John Carpenter jamás filmó un western propiamente dicho.
Hoy el terror goza de más popularidad y prestigio que nunca, después de muchos años de torture porn y películas found footage al estilo de Actividad Paranormal. Resulta natural que John Carpenter esté a la vanguardia de esta renovación creativa y comercial, ya sea a la hora de influenciar nuevos directores, o trabajando el mismo acompañando nuevos proyectos. Incluso sobreviene el dejá vu: en 1980, después del enorme éxito financiero y crítico de la Halloween original, al director Sean Cunningham se le ocurrió la idea de Martes 13 para aprovechar la nueva tendencia inaugurada por Carpenter.
Hoy, después del éxito de la nueva versión, ya están anunciado un reboot de Martes de 13. El terror es un poco así, como un zombie que siempre se levanta y nunca deja de avanzar a pesar de que le tiren de todo. A veces es cíclico, incluso repetitivo en la forma en que fagocita sus propios subgéneros, pero nunca deja ser popular. Imparable como Michael Myers, alimentándose de los propios miedos de la sociedad como Freddy Krueger, el cine de terror siempre encuentra gente dispuesta a someterse a unos buenos sustos.
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