Medellín, enviada especial. Cuando se apaga el bullicio, llega la hora de pensar. La entrega de los Premios Gabriel García Márquez de periodismo, en su edición 2018 (la sexta), permite ensayar una radiografía de hacia dónde se dirige el periodismo iberoamericano. Cuando aún siguen frescas las risas y las emociones de los ganadores en los oídos de quienes estuvimos ahí, las primeras conclusiones sobre los premios son dos. La primera es que no es necesario trabajar en grandes medios para producir grandes trabajos. La segunda, que tal vez no esté tan lejos de la primera, es que el presente -y posiblemente el futuro- es un tiempo para el trabajo colaborativo: ya no alcanza a veces con una redacción, ni siquiera si se trata de una redacción rica en dinero y recursos. Cada vez es más en evidente que en el periodismo de estos días, una suma de dos potencia ideas, creatividad y también enriquece la ejecución de un proyecto.
Fueron 1.714 las postulaciones recibidas para el premio organizado por la Fundación Nuevo Periodismo y fueron 12 los candidatos que llegaron a la cena anual de anoche, en el marco del Festival Gabo que termina esta tarde. Los cuatro trabajos ganadores resultaron Un niño manchado de petróleo (España), en la categoría Texto; Memoria, verdad y justicia para las pibas (Argentina), en la categoría Imagen; Venezuela a la fuga (Colombia – Venezuela), en la categoría Cobertura; y Los desterrados del Chaco (Paraguay), en Innovación.
En Un niño manchado de petróleo, Joseph Zárate narró para la revista 5W un desastre ambiental en Perú: 500 mil litros de petróleo derramados en un río en Nazareth, la Amazonia norte del país. Allí reside la comunidad awajún, cuyos miembros -entre ellos decenas de niños- se propusieron limpiar el río, incluso con baldes, impulsados por Petroperú. El trabajo de Zárate, para el cual debió hacer más de 60 entrevistas, duró varios meses.
En Memoria, verdad y justicia para las pibas, el argentino Leo Vaca fue a cubrir para la revista Anfibia la tercera marcha de Ni una menos con un vidrio esmerilado enmarcado. En sus fotos, los rostros borrosos de las mujeres tienen un alto valor poético al tiempo que el jurado resaltó el "atrevimiento" de Vaca, además de resaltar lo que llaman el factor Gabo: riesgo, humanidad y creatividad.
Venezuela a la fuga se llama el trabajo que hicieron en conjunto el diario colombiano El tiempo con la publicación venezolana Efecto Cucuyo y por el cual acompañaron durante cinco mil kilómetros a migrantes que huían del país en crisis con tres rumbos diferentes: Perú, Argentina y Curazao. Crónicas, videos y herramientas digitales para contar "un país que se vacía lentamente y la incertidumbre de los que quedan", como destacó el jurado.
Por último, en la categoría de Innovación, un equipo pequeño de un medio online modesto, El surtidor, le ganó a una propuesta del suplemento Verne del diario madrileño El País y a otra de la agencia AFP con un trabajo sobre la deforestación en el Chaco paraguayo narrado a través de cuatro historias ilustradas pensadas directamente para ver y leer en teléfonos móviles a través de lo que se conoce como scrollytelling. En el fallo, el jurado destacó "la capacidad del periodismo para explicar un hecho complejo en una forma muy sencilla" y destacó que "la innovación es algo que se puede lograr tanto en los grandes medios como en los más limitados en recursos económicos, pues tiene que ver con tener las ideas claras y perseguir la excelencia".
Como se ve, dos de los premios fueron para trabajos vinculados a la defensa del medio ambiente (uno de ellos enfocado en historias de vida; el otro, un ejemplo de divulgación de un tema complejo como la deforestación y los negocios que se esconden detrás), otro premió las imágenes de una marcha por los derechos de las mujeres y el cuarto destacó un trabajo sobre la migración venezolana, un proceso que más que un dato político ya es una emergencia regional y un escándalo en materia de derechos humanos. La agenda caliente y también aquella otra que va haciéndose un lugar a más largo plazo estuvieron presentes en las consideraciones de los jurados.
Durante la ceremonia también se entregó el Reconocimiento Clemente Manuel Zabala a Diego Martínez Lloreda, director de información de El País, de Cali el Reconocimiento a la Excelencia Periodística a Ignacio Escolar, director de eldiario.es, el sitio web que en pocos años se convirtió en la estrella de los medios españoles al punto de estar marcando agenda por estos días, a partir de sus investigaciones sobre títulos truchos de los políticos. Sin embargo, su mayor fortaleza no es necesariamente el rigor o la búsqueda de historias propias sino, sobre todo, la independencia económica. El diario -que no tiene versión de papel- vive de las suscripciones que hoy alcanzan la nada despreciable cifra de 34 mil, un número que les permite pagar los sueldos y evitar las presiones del poder político y económico.
"No llegamos a esto por hacer videos de gatitos sino por fiscalizar el poder", dijo Escolar, defensor a ultranza de la plataforma digital y quien en la noche, mientras agradecía su premio, instaba a regresar al optimismo como herramienta indispensable para apostar a un mejor periodismo. Por la tarde, durante una presentación en el Orquideorama del Jardín Botánico había hablado de la necesidad de recuperar la credibilidad de las audiencias, "que nos han visto como parte del poder". "Los periodistas tenemos que decir quién dice la verdad y quién miente, a cada momento", dijo. Y parece mentira que sea necesario recordar semejante verdad.
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