La edición en español del libro Burton por Burton, una exhaustiva serie de entrevistas en donde el propio director repasa su obra es una gran oportunidad para sumergirse en la filmografía de un director extraordinario y dueño de una visión singular.
Al menos durante buena parte de su carrera: en algún sentido, es algo positivo que el libro abarque la carrera de Burton desde sus inicios haciendo cortos rudimentarios en super 8 y su paso por Disney como animador, hasta el lanzamiento de Charlie y La Fábrica de Chocolate y El Cadáver de la Novia, ambas estrenadas en 2005.
Burton ya había conocido antes tanto la crítica negativa como el fracaso de taquilla, pero en el pico su de carrera al menos nunca comprometió su visión e idiosincrasia. Quizás simplemente se había repetido menos. Lo cierto es que a finales de los'80 y durante buena parte de los '90, Burton era un director fundamental, capaz de hacer películas tan idiosincráticas como exitosas. Películas más recientes como Alicia en el País de las Maravillas, Ojos Grandes, o Miss Peregrine y los Niños Peculiares son menos definitivamente menos icónicas en el canon burtoniano.
Editado originalmente en 1995, revisado en 1999, y con una segunda edición del 2o06, el libro es el resultado de una extensa serie de entrevistas realizadas por Mark Salisbury, que aparece aquí como editor, y que interviene aquí y allá en fragmentos breves aportando algo de contexto o añadiendo alguna nota de color. A lo largo del libro, es mayormente la voz de Burton la que lleva el relato, y es a través de él que nos enteramos de los detalles de su carrera y la realización de sus películas, y detalles del detrás de escena como el proceso de casting o los diversos engranajes del sistema hollywoodense (recordemos que Burton es un cineasta que trabajó siempre dentro del sistema de estudios, no sin enfrentarse a ejecutivos que no entendían sus ideas de forma constante).
La edición de Cuenco de Plata se suma a una abundante colección de cine ya editada, que incluye otros libros sobre directores como Lynch por Lynch, Hitchcock por Hitchcock o Bresson por Bresson. El libro de Burton cuenta con el plus de contar con fotografías del rodaje de las respectivas películas, como también varias ilustraciones de Burton, que habitualmente realiza storyboards o arte conceptual de todas las películas en las que trabaja, algo que hace desde sus épocas de animador en Disney.
El prólogo de Johnny Depp también resulta un poco anacrónico en algún sentido. En los últimos años, Depp enfrentó una serie de controversias varias, desde una separación complicada con Amber Heard, complicaciones con el alcohol, una situación financiera precaria con batallas legales incluidas, y un público que no lo recibe tan bien, acaso motivado por la saturación.
En los '90s, un Johnny Depp maquillado y haciendo personajes extravagantes era algo novedoso. En los 2000s y 2010s, con cinco películas con la presencia del pirata Jack Sparrow y varios papeles de Burton más en películas no tan bien recibidas, Depp pasó a ser un objeto cultural del pasado. Por eso ambos prólogos (uno por cada edición del libro) son doblemente entrañables, porque son textos de Depp en donde su muestra su cariño genuino por el arte burtoniano y la oportunidad de haber protagonizado sus películas, incluyendo uno de sus papeles más memorables, El Joven Manos de Tijeras, justo después de la serie Comando Especial, una época que el propio Depp recuerda con poco entusiasmo.
A lo largo del libro, Tim Burton vuelve una y otra vez sobre la misma idea: la sensación. Cada película es simplemente una búsqueda de una sensación particular. Una que el propio Burton no puede expresar con exactitud, aún con varios años de distancia del estreno de cada película. Por eso no escribe sus propias películas sino que contrata guionistas, y por eso expresa sus ideas a través de extravagantes dibujos que parecen versiones remixadas de sí mismo: pelos revuelto, figuras desgarbada, ojos melancólicos y expresivos.
A lo largo de su obra, su forma de dibujar es la única constante en una filmografía que abarca la comedia, el terror, el biopic, el blockbuster o la sátira. Pero Burton siempre intenta bajar esa sensación particular que lo mueve a realizar películas a sus dibujos. Casi todas sus películas (excepto las realizadas por encargo) se basan en esta inquietud, en la necesidad de entender y transmitir una sensación determinada.
En el libro, Burton cuenta como siempre se sintió un poco alienado, como extrañado, un poco por la vida suburbana y la relación con sus padres. Burton no viene del mundo del arte: su madre tenía una tienda de regalos para gatos, su padre trabajaba en el departamento de Parques y Recreación de Burbank. En el colegio no era un buen estudiante, de carácter introspectivo, Burton encontró refugio en la obra de Roald Dahl, Dr. Seuss, Vincent Price y las películas de la Hammer o en películas de monstruos como Godzilla y la serie B americana de los años '50. Todas estas influencias vuelven una y otra vez a lo largo de sus películas, en forma de motivos visuales y temáticas recurrentes, y conforman lo que hoy reconocemos como el imaginario burtoniano: Uno de mundos góticos, extravagante dirección de arte, y un delicado balance entre el humor, una sensibilidad mórbida y un melancólico sentimentalismo.
Tal vez por eso nunca encajó bien en Disney, que siempre lo vio como un outsider. Si bien reconocían su talento y financiaron varios proyectos al comienzo de su carrera, como Vincent o Frankenweenie (el corto de acción viva que inspiró su película 3D del 2012), Burton nunca encontró su lugar en Disney. Participó como animador y artista conceptual en películas como El Zorro y el Sabueso o El Caldero Mágico, pero sus dibujos, diseños y personajes nunca formaron parte de esas películas.
Burton repasa con detalle esta época, y los fans de películas como Beetlejuice o Batman seguro estarán felices de conocer algunos deep cuts de la filmografía de Burton, como una adaptación de Hansel y Gretel con actores asiáticos y artes marciales, una breve colaboración con Brad Bird (director de Los Increíbles y Misión Imposible: Protocolo Fantasma), realizando un episodio animado de la serie Cuentos Asombrosos, de Spielberg, o detalles sobre proyectos inconclusos, como esa ya mítica versión de Superman con Nicolas Cage.
Películas como las mencionadas Beetlejuice y Batman, la secuela Batman Vuelve, u otros hits como El Extraño Mundo de Jack y la extraordinaria Ed Wood están entre las películas más reconocidas, criticadas y analizadas del director. Sin embargo, revisitarlas con el comentario de Burton aporta una perspectiva nueva, con detalles de la producción, los obstáculos que suelen surgir en el sistema de estudios, anécdotas sobre el surgimiento o diseño de varios personajes, o su interés por los personajes protagonistas de sus películas, que siempre giran en torno a cuestiones como la dualidad y las máscaras, el aislamiento y la dificultad para adaptarse.
Aunque hablemos de un espectro del otro mundo, un superhéroe encapuchado, un director clase Z sin talento, un detective del 1800, o el dueño de una fábrica de dulces, los protagonistas burtonianos son de alguna manera, un reflejo de Tim Burton mismo, algo que el director admite a medias a lo largo del libro, como si verse a sí mismo en su propia obra lo incomodara un poco.
Burton también menciona varias veces su relación con la crítica, y en particular, con el contraste que suele haber entre la recepción o el consenso crítico y la taquilla. Desde su primera película, La Gran Aventura de Pee-Wee, varios críticos lo cuestionaron, ya sea por considerar que sus películas eran fallidas, o bien por considerarlo un director con gran habilidad para crear imágenes impactantes, pero con poca sustancia.
Marcianos al Ataque tuvo una recepción y éxito muy moderado, pero aún así puede ser recuperada como una película kitsch, de culto, y que dialoga con el sci-fi clase B de los años '50. Ed Wood fue un increíble éxito con los críticos pero recaudó apenas 5 millones de dólares, algo que contrasta con el hecho de que ambas películas de Batman fueron éxitos históricos, películas que rompieron récords y redefinieron la forma de comercializar las películas de gran presupuesto.
Resulta curioso pensarlo hoy pero Tim Burton, un autor que nunca expresó gran amor por los cómics y tiene una cosmovisión oscura y extravagante, contribuyó en el origen del cine de superhéroes como lo conocemos hoy, una maquinaria industrial enorme que no deja de crecer y expandirse y que se aleja cada vez más de la visión personal planteada por Burton.
Más allá de estos casos particulares, acaso el primer gran fracaso para Burton y tal vez, un indicio de su declive creativo en el resto del siglo XXI es la fallida 'reinvención' de El Planeta de los Simios, un blockbuster con Mark Walhberg que tuvo un relativo éxito mundial pero aún así es considerada un fracaso y que tuvo un consenso absolutamente negativo. Una película totalmente detestada por la cultura pop, alejada de su creatividad sin límites de la década anterior.
Desde ese entonces, Burton pareció perder su toque mágico o cierto consenso en torno a su obra. Menciona, por ejemplo, como muchos críticos recibieron muy bien El Gran Pez, pero otros la tildaron de edulcorada y excesivamente sentimental. Charlie y La Fábrica de Chocolate fue un éxito comercial, pero Johnny Depp parecía ya estar en el comienzo de una devaluación artística que lo persigue hasta hoy. Y El Cadáver de La Novia, realizada en animación cuadro por cuadro, no llega a los puntos altos de El Extraño Mundo de Jack, película memorable y canónica, recordada por sus personajes, su estética, y las brillantes canciones de Danny Elfman, colaborador de Burton en casi toda su filmografía.
El libro cierra con algunos comentarios sobre el futuro, que es hoy ya el pasado, claro. Luego del cierre de la segunda edición, tuvimos más de una década adicional de películas de Tim Burton. En todas ellas, aún con los vaivenes de la crítica y taquilla mediante, persiste una personalidad identificable. Para bien o para mal, una película de Tim Burton siempre será fácilmente reconocible como una película de Tim Burton. Acaso porque la inspiración de este director, más allá de los monstruos, los inadaptados, los ambientes góticos y las calaveras, es simplemente la idea del sentimiento. "A medida que pasa el tiempo', dice casi el final, 'algunas cosas nos dejan y otras permanecen con nosotros. Por eso todavía nos interesa el cine: seguimos pensando en aquellas películas que nos hicieron sentir algo en su momento".
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