Desde que Leonardo Da Vinci la pintó a comienzos del siglo XVI, su figura ha sido un imán para la humanidad.
Sobre el rostro, los gestos y la particular sonrisa de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo y más conocida como La Gioconda o la Mona Lisa, se han tejido las más variadas hipótesis.
Cinco siglos más tarde, Mandeep Mehra, profesor de la Universidad de Harvard y director médico del Centro vascular y del corazón de Brigham, en Massachusetts, publicó una carta en el Proceeding Journal de la Clínica Mayo en el que brinda un diagnóstico médico de la mujer tras un pormenorizado análisis de sus facciones.
"Por su cabello fino, su piel amarillenta y la evidencia de bocio en su papada, lo más probable es que sufriera de hipotiroidismo", explicó Mehra.
El médico descartó otros análisis previos que sugerían que la mujer podría sufrir de alguna enfermedad cardíaca, un trastorno lipídico u otros trastornos graves, como sífilis. "Si así fuera, no hubiera vivido hasta los 63 años, una edad muy avanzada para la época".
"La dieta de los italianos durante el Renacimiento era escasa en iodo", explicó Mehra, "por eso era habitual desarrollar hipotiroidismo, como se ve en muchas pinturas y esculturas de la época".
El especialista también contradijo otros análisis previos que sugerían que Lisa Gherardini pudiera haber estado embarazada. Al contrario, para Mehra era una puérpera que posó para Leonardo poco después de dar a luz, por lo que podría estar padeciendo de una tiroiditis de periparto, una inflamación de la tiroides después del embarazo.
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