Paolo Fresu es uno de los más destacados músicos de jazz del mundo entero. También, uno de los más activos y dinámicos. Ha participado en innumerables proyectos propios y ajenos, y tocado con tantos músicos diferentes que una simple recorrida al azar de la memoria permitiría reconstruir una parte sustantiva de la historia del jazz de las últimas décadas.
En ésta, su segunda visita a Buenos Aires –la primera vez fue con su Devil Quartet y tuvo lugar en 2011, en el marco del festival de jazz de ese año– va a presentarse con el pianista español Chano Domínguez, principalmente conocido por fusionar jazz y flamenco. Por eso, y considerando asimismo su anterior dúo con el pianista cubano Omar Sosa, Infobae Cultura quiso conocer las razones de esta reunión: "Me gustan sus visiones de la música que tiene elementos rítmicos muy desarrollados y una gran inclinación hacia la melodía que también me interesa –responde por mail, interrumpiendo sus vacaciones–. Y luego me gusta el mundo latinoamericano".
–¿Cómo hace para encarar tantas músicas distintas con tantos colegas provenientes de tan diversos horizontes?
–Es fácil para mí estar en muchos proyectos diferentes porque es parte de mi naturaleza, satisface mi curiosidad y estimula la creatividad. Lo importante es intentar siempre ser uno mismo, llevando a cada proyecto la propia manera que le corresponde y, sobre todo, su propio sonido. De hecho, en todos los proyectos el denominador común es precisamente la esencia sónica que representa nuestra forma de ser. El músico en el escenario siempre debe ser él mismo y debe estar completamente desnudo. Es por eso que me encanta estar en muchos proyectos diferentes, que me produzcan alegría. Con cada uno siempre me relaciono de una manera diferente, pero la idea de hacer música es la misma. También existe una pasión por la música en un sentido amplio que es también la representación de la escucha diaria, la que se hace considerando músicas diferentes y distintos sonidos. Estos van desde el jazz al rock, desde la música barroca a la música clásica y étnica. El escenario se convierte en el lugar de encuentro de todas esas pasiones.
–En otra oportunidad en que lo entrevisté, usted me habló de Tǔk Music, su entonces incipiente compañía discográfica. ¿Cómo le ha ido con eso en una época en que ya nadie parece querer comprar discos?
–Me gustan los desafíos y me gusta dar luz a las ideas. El reto era hacer un sello cuando el mundo del disco caía bruscamente y buscar otras formas de producción y distribución. Estoy hablando de lo físico y lo digital. El sello nació para producir los registros de jóvenes músicos italianos. Pero después surgió la idea de producir mis trabajos de grabación. Es una gran satisfacción porque detrás del sello también hay un pensamiento relacionado con la imagen (las tapas de los discos son trabajos de grandes ilustradores del mundo) y con la sostenibilidad ambiental, ya que no hay ni una onza de plástico en el envase. Además, las cajitas son un poco más grandes de lo normal y dan la idea de un producto precioso y único. Lo mismo se aplica a los vinilos que están particularmente bien cuidados. No buscamos un sello que nos haga ricos. Más bien lo veo como una continuación de la trayectoria artística.
–¿Cómo elige a los artistas que graban en su sello?
–Elijo a los artistas que respeto y que me gustan. Me interesa no sólo su música, sino también su pensamiento constructivo. Y me gusta la idea de que el sello se convierta en una gran familia creativa y en una herramienta para el crecimiento desde el punto de vista profesional. Una vez que elijo al artista, prefiero no entrar en la producción de la música, a menos que me lo soliciten específicamente. De hecho, creo que la libertad es lo más importante y que esto le permite al artista expresarse de la mejor manera posible.
–La mayoría de sus últimos discos fueron editados por Tǔk Music. Sin embargo, he visto que usted conserva un vínculo con ECM y también con ACT, otros dos sellos europeos muy prestigiosos. ¿Por qué? ¿Qué diferencia los proyectos que reserva para ellos de los que edita en su sello propio?
–Los proyectos para ECM y ACT (en particular, este último) están vinculados a proyectos específicos como Mare Nostrum y el dúo con el bajista sueco Lars Danielsson. En cambio a ECM siempre he llevado proyectos de cámara, como con el dúo junto con Ralph Towner o el dúo con Daniele di Bonaventura, pero también en el proyecto con el coro corso A Filetta. Me gusta la idea, de vez en cuando, de abandonar la producción de mi sello para mantener relaciones con otras sellos a las que sigo vinculado y con quienes ya trabajé.
–¿Cómo surgen los proyectos en los que usted participa? ¿Siempre los genera usted mismo?
–Depende de cuáles. Mare Nostrum, por ejemplo, es un proyecto colectivo, como lo son muchos dúos, si no todos. Otros proyectos los genero yo mismo y han existido durante muchos años como el quinteto italiano o el Devil Quartet.
–Viajar tanto como usted viaja y estar en tantos proyectos simultáneos debe ser muy cansador. ¿Cuándo y de qué manera descansa? O, mejor dicho, ¿descansa alguna vez?
–A decir verdad, descanso poco porque me gusta hacer y no me gusta el aburrimiento. Hacer cosas, viajar, escribir, leer, componer… Es un gran privilegio porque nos permite conocer el mundo y conocer a mucha gente. Me considero muy afortunado y no me canso porque lo que hago me satisface y me da mucha energía.
–¿Tiene tiempo para escuchar música nueva? ¿Qué trompetistas surgidos en los últimos años le interesan? ¿Por qué?
–No tengo mucho tiempo pero escucho mucha música porque recibo y compro muchos CDs y los escucho todos. Y cuando recibo alguno, respondo religiosamente. De hecho, es lo que creo que hay que hacer. De los trompetistas de los últimos años… bueno, no sé mucho, pero realmente me gusta Ambrose Akinmusire. Más que en los instrumentistas, estoy interesado en quienes son capaces de participar en proyectos generales… También hay varios jóvenes italianos muy buenos. Uno de ellos –y me apena nombrar solo uno– es el muy joven trompetista siciliano Giacomo Tantillo.
–He visto que en su sitio oficial usted lleva un diario y que en él ha abogado por varias causas políticas y sociales. ¿Qué lo decidió a hacerlo?
–Creo que cada hombre tiene la responsabilidad de exponer sus pensamientos y denunciar lo que no le gusta. Entonces, si uno es un músico más o menos conocido, como es mi caso, la responsabilidad de expresar el pensamiento sobre el mundo es mayor. Hoy, por ejemplo, los migrantes y refugiados son algo de lo que tenemos que hablar. No podemos guardar silencio cuando observamos las migraciones que están teniendo lugar en todo el Mediterráeno. Incluso si sabemos que de alguna manera debemos legislar sobre el flujo migratorio, no podemos pretender olvidar que cada hombre en esta tierra es un ser humano y que debe ser respetado, ayudado y aceptado en tiempos de necesidad.
–¿Conserva algún recuerdo de su viaje anterior a Buenos Aires?
–Tengo un hermoso recuerdo de una ciudad acogedora y llena de música. Y luego me gusta hablar en castellano.
Fresu para principiantes
Quien desee escuchar algunos de los más interesantes discos de Paolo Fresu, bien puede empezar por sus colaboraciones con Aldo Romano. Por ejemplo, con Non Dimenticar (Phonogram, 1993 y 1999), un estupendo disco dedicado al repertorio de la canción popular clásica italiana. También con Romano, pero en el contexto del grupo Palatino, son altamente recomendables Palatino (Label Bleu,1996), Palatino Chap. 3 (Emarcy, 2001), Back in Town (Naïve, 2011). Con John Taylor y Furio di Castri, vale la pena conseguir Contos (Egea, 1993).
Los cinco volúmenes de quinteto italiano (todos editados por el sello EMI) están dedicados a las composiciones de cada uno de los miembros del grupo, a razón de un disco por compositor y son un ejemplo magnífico de jazz italiano en su más alto nivel. También vale la pena conseguir Shades of Chet (Via Veneto Jazz, 1993), el disco a dúo que grabaron Enrico Rava y Fresu en homenaje a Chet Baker.
También están los dos discos grabados con Mare Nostrum (ACT, 2007 y 2016, respectivamente), verdaderas joyas, y Chiaroscuro (ECM, 2009) el improbable dúo grabado con el guitarrista Ralph Towner.
Además están su Angel Quartet (con el guitarrista vietnamita Nguyen Lê, el contrabajista Furio di Castri, el baterista Roberto Gatto y, como invitado, el acordeonista Antonello Salis), su célebre Quintet (con los enormes Tino Tracanna en saxo tenor y sorpano, Roberto Cipelli en piano, Attilio Zanchi en contrabajo, y Ettore Fioravanti en batería), sus diversos sextetos (con los ya nombrados y los saxofonistas Gianluigi Trovesi y David Liebman), su participación en el trío P.A.F. (con Di Castri y Salis), con el cuarteto Palatino (con Glen Ferris en trombón, Michel Benita en contrabajo y Aldo Romano en batería), con el Mythscape Quartet (con el pianista noruego Jon Balke, Di Castri en contrabajo y el suizo Pierre Favre en batería), su Devil Quartet (con Bebo Ferra en guitarra, Paolina Dalla Porta en contrabajo y Stefano Bagnoli en batería) y su magnífico trío Mare Nostrum (con acordeonista francés Richard Galliano y el pianista sueco Jan Lundgren).
Y también, sus dúos con el pianista británico John Taylor, el trompetista italiano Enrico Rava, el pianista estadounidense Uri Caine, el guitarrista estadounidense Ralph Towner, el bandoneonista italiano Daniele di Bonaventura, el pianista serbio Bojan Zulfikarpašić (más conocido como Bojan Z.), o sus experiencias con las orquestas de Carla Bley, Gil Evans y Gunther Schüller o el grupo vocal corso A Filetta, o los discos con las cantantes Ornella Vanoni y Tiziana Ghiglioni.
Pero la lista podría ser todavía más larga e impresionante, incluyendo al saxofonista y clarinetista Michel Portal, al trombonista Bob Brookmayer, a los colegas trompetistas Kenny Wheeler, Lew Soloff y Dave Douglas, al oboísta Paul McCandles, a los pianistas Giorgio Gaslini, Franco De Andrea, Enrico Pieranunzi , Karl Berger y Richie Beirach, a los guitarristas Jim Hall y John Abercrombie, a los contrabajistas Pale Danielsson y Dave Holland, al baterista Jon Christensen, al armoniquista Toots Thielemans, etc. La mayoría de los nombrados se hizo presente hace siete años en Cerdeña, hogar de Fresu, para festejar a lo largo de otros tantos días los 50 años del trompetista que se dio el gusto de reunirse allí con gran parte de los músicos con los que tocó a lo largo de su ya dilatada trayectoria.
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