Astor Piazzolla es, sin dudas, uno de los baluartes no sólo del tango argentino -y su renovación- sino también de la música toda. Quizás por eso siga siendo actual, siga siendo joven y provoque una sensación de vanguardia en quien lo escuche en este 2018, a pesar de que el compositor y bandeononista hubiera muerto hace ya tantos años, en 1992.
El director de cine Daniel Rosenfeld conversó con Infobae Cultura acerca de este músico que sigue siendo joven y al que le dedicó su último film: Piazzolla, los años del tiburón, que no sólo revive a Astor sino que lo hace a través de materiales audiovisuales inéditos, cedidos por la familia del músico para la realización de este documental entrañable. Desde su infancia hasta su madurez, las imágenes y las cadencias conforman una película imprescindible que se estrenará en el país este 30 de agosto.
–Buenas tardes, estamos junto a Daniel Rosenfeld, director de cine, documentalista pero también autor de ficciones.
–Sí, también hice Cornelia frente al espejo, que es una ficción.
–Ahora vas a presentar un documental, que se estrena el 30 de agosto sobre Astor Piazzolla.
–Sí, Piazzolla, los años del tiburón es el nombre de la película, que es una película muy especial porque por primera vez presenta los archivos de la familia: materiales inéditos, música, filmaciones, audios. Una forma distinta de ver a alguien que cambió la música en la Argentina.
–Exactamente, porque se pueden ver imágenes incluso de su infancia. Hay un recorrido vital que todavía no había sido exhibido, ¿es así?
–Sí, el padre de Astor, Nonino, tenía un registro fotográfico muy increíble de su infancia en Nueva York. Nonino trabajaba en una peluquería que era de la mafia donde, en la parte de atrás, se levantaban apuestas y Astor cuenta que Nonino y Nonina, para hacer unos pesos más, hacían whisky casero en la bañadera y lo salían a vender en las afueras de la ciudad. Llevaban las botellas en un side car y Astor iba en ese side car. Ellos se habían ido a Nueva York en la época de la prohibición.
–Esos detalles le dan a la película un sentido dramático y también de época, pero de una época muy particular de los Estados Unidos.
–Era además una época con un sentido musical muy increíble. Astor escuchaba los sonidos de la calle. Desde el jazz de la época hasta la música de las sinagogas y de todos los grupos inmigrantes. Esa reunión musical que incluía los tangos que escuchaba el padre hacían que Astor se formara con una musicalidad distinta. Tenía una infancia muy particular. Astor dice: "Cuando cerraba la peluquería y se iban los clientes mi papá anotaba la historia de mi vida". Tenía menos de diez años y su padre tenía una conciencia de su destino musical.
–Astor revolucionó la música argentina, revolucionó el tango argentino, pero empezó con la orquesta de Aníbal Troilo, que es lo más tradicional de las orquestas del tango.
–Cuando ellos vuelven de Nueva York, donde Astor había estudiado con un maestro que le había enseñado los secretos de Bach, él se fascina con esas orquestas que escucha sobre todo en Mar del Plata y termina con Troilo. Pero era como un marciano, incluso no hablaba bien castellano porque había vivido toda su infancia en Nueva York.
–Y era muy jovencito.
–Era muy jovencito, tocaba como los dioses y sabía de memoria todos los repertorios. Era como un extraterrestre que se introducía en esas orquestas.
–Esa cuestión del extraterrestre también se puede trasladar a su vida personal. Desde el mismo título de la película se alude a su hobby de cazar tiburones.
–En una época estaba permitida y venía de una tradición marítima. De la relación familiar, de la madre, que estaba en relación con la pesca. También tiene un lado simbólico, porque Astor junto a su hijo Daniel pescaban tiburones y era una actividad que los unió. Marca esa relación familiar: qué le deja Nonino a Astor y qué le deja él a su hijo. Hay una especie de fuego sagrado creativo.
–Y qué le deja una hija a su padre, porque esas grabaciones de las entrevistas que le hizo para su biografía son también partes potentes del film.
–Cuando me encontré con la posibilidad de hacer la película quise que se basara en Piazzolla por Piazzolla y en esas grabaciones que le realiza su hija Diana encontré un material muy único. En esas charlas hay una manera de conectarse de una hija con su papá. Incluso quizás se realicen preguntas no habituales, que requieren de un objeto que sea intermediario para poder enunciarlas. Cuando Astor está con su familia en Nueva York y filma en Super 8 también da cuenta de qué es la cuestión de la creatividad del artista y el rol de la familia en todo eso. Toda la fuerza de Astor tiene que ver también con esa fuerza familiar.
–¿Las grabaciones llegaron a libro, ya que Diana falleció?
–Hay una edición del libro pero nunca se habían escuchado estos audios. Era una época distinta. Yo veo en Astor a un vanguardista hoy, a un joven. ¿Qué es la vanguardia? ¿Qué es romper con lo establecido? Astor lo hacía desde un lugar musical, tenía con qué. ¿Cómo se crea un alfabeto nuevo hoy?
–Él dice: "No quiero ser solamente un compositor, quiero tocar, como cuando pesco tiburones, que es una tarea semejante a la de tocar un bandoneón por el esfuerzo que implica". Y dice que en una función puede perder hasta dos kilos.
–Claro. Él dice: "El día que no pueda pescar más un tiburón no voy a poder tocar más el bandoneón porque en las dos actividades hay que hacer una fuerza tremenda". Implica una fuerza física. Y a él le gustaba salir a tocar. Estar en el escenario. No componer nada más.
–Tal vez tenga que ver con ese narcisismo creativo, ¿no? Hay una parte muy divertida en la que él graba una llamada a un periodista de radio Mitre y le dice que lo va a ir a buscar a trompearlo si no deja de atacar a su música.
–Lo de tocar, yo creo que él tocaba como nadie. Entonces esa música tan compleja la iba a tocar bien él y nadie más que él. Sobre lo otro, encontramos unas grabaciones que realizaba familiarmente y en una de ellas graba un diálogo con alguien que lo atacaba públicamente. "Eso que hacés no es tango, es una cosa híbrida", dice el periodista y Astor graba esa conversación privada en la que el periodista le dice: "Sí, vas a tener que venir vos a buscarme a la radio y los ocho", en referencia a su octeto. Esa cosa de pelea no existe más. Hoy prima lo políticamente correcto. Nadie dice en la radio o en la televisión: "Eso que hacen no sirve musicalmente". Todo es políticamente correcto tanto desde la crítica y los artistas y por eso tiene valor esa grabación de esa pelea que tiene un ámbito privado pero que también se desarrolla en público. En un momento, sobre los primeros tiempos, la hija le pregunta sobre si ya tenía en esa época enemigos musicales. Y Astor le responde que no, que sus enemigos eran los enemigos de los pies. Porque él hacía una música que era difícil de bailar. Ahí también renueva con una música que pudiera disfrutarse no sólo para el baile, que de por sí estaba empezando a decaer después del cincuenta y pico.
–También se muestra un humor. Hay una grabación de una audición en una radio estadounidense y el público ríe al compás de sus anécdotas.
–Sí, esa es una charla en una radio de San Francisco en la que él está a sus anchas porque está en Estados Unidos. Yo luego de hacer la película comprendí que esa melancolía que yo atribuía a Buenos Aires, por Mar del Plata, pero yo creo que era por Nueva York, por esa infancia que tuvo. Él trata de reconstruir esa experiencia cuando viaja con su familia a Nueva York en los cincuenta a vivir. ¿Cuál es esa musa para un artista, cuál es esa melancolía? Y está todo lo que amaba, Buenos Aires, Mar del Plata, su familia, pero Nueva York es clave en ese punto. Por eso se siente cómodo en esa entrevista en San Francisco, donde hay un auditorio de músicos entre los que puede hablar de todo eso. Y era una persona muy divertida.
–Cuenta cómo un taxista lo saca del auto…
–Astor paró un taxi en esta época en la que tenía peleas por su propia música y el taxista le dijo: "¿Usted es Piazzolla? ¡Bájese!". Bueno, y Astor dice: "¿Qué hice yo? Yo solamente cambié el tango".
–Un artista se nutre de todo menos de la indiferencia.
–El padre cuando le enseñaba box cuando tenía diez años le decía: "Pegá antes de que te peguen". Y algo de eso está en estas peleas sobre su música.
–Hay una cuestión que se ve levemente en la película que se trata de las posiciones políticas de Astor durante la dictadura.
–Él había compuesto una música por Allende. Y también había hecho para Perón. Pero a él le importaba la música y era lo que más le importaba. Su hija se fue exiliada, era una voz sindical en YPF. Y estando exiliada la dictadura llamó a varios artistas, entre ellos Sabato, a un almuerzo y Astor concurre, lo cual produce una polémica. Su hijo Daniel dice que Astor estaba muy presionado para asistir ese día. En todo caso, la tensión estaba con su hija exiliada. Y parte de esas grabaciones entre hija y padre, que forman uno de los centros de la película, tiene que ver con el reencuentro de ese vínculo entre padre e hija.
–¿Cómo realizador del film qué descubriste de ese Piazzolla tan importante para la música argentina?
–Fue como un descubrimiento. También lo puede ser para quien vea la película, para quien no le interese Piazzolla, pero sí quien busque dónde está la creatividad. Y para quien se interese por Astor, la película está hecha en un noventa por ciento con materiales inéditos. Sí me llamó la atención que siendo tan joven era una estrella, tapa de revistas. Atravesó un periodo histórico en el que se realizaban grandes cambios.
–Una vida de película que vos lograste filmar.
–Algo de eso hay.
*Piazzolla, los años del tiburón
Estreno: 30 de agosto
90 minutos
Mirá la entrevista completa:
SEGUÍ LEYENDO