Cultura colaborativa, democracia y posverdad, según Wikipedia

Katherine Maher es la directora ejecutiva de la Fundación Wikimedia, la organización sin fines de lucro detrás de Wikipedia. De visita en Buenos Aires, invitada al Encuentro Comunes, dialogó con Infobae Cultura sobre la pelea contra la censura en internet y la ambiciosa tarea de terminar con los prejuicios en el espacio creado 17 años atrás

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(Foto de Lane Hartwell / Wikimedia)
(Foto de Lane Hartwell / Wikimedia)

Una chica común y corriente. Cuando Katherine Maher, directora ejecutiva de la Fundación Wikimedia, la organización sin fines de lucro detrás de Wikipedia, entra a la redacción de Infobae parece una chica común y corriente. Treinta y cinco años, rulos rubios, campera de cuero, zapatillas cómodas. Sonríe, se adapta al beso en la mejilla de los argentinos. Está aquí, en Buenos Aires, invitada por Comunes, el encuentro internacional de economías colaborativas y cultura libre que este año realiza su tercera edición. Lo organiza el Instituto Goethe junto a Minka, El plan C y Cultura Senda. Del 15 al 17 de agosto, en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini y el Club Cultural Matienzo. Maher es una de las grandes figuras entre las más de 50 que dieron y darán charlas y talleres.

"En cuanto a la cultura libre, trátese de Wikipedia, de Creative Commons o de Open Data, Argentina ha sido muy inspiradora, por la cantidad de trabajos pero también por el trabajo creativo, que son ideas diferentes de las que surgen en Alemania o en San Francisco, por ejemplo. A la Argentina siempre la percibo como un país que tiene un rol muy importante, no sólo en Wikimedia, sino también en el movimiento libre de la región", dice la número uno de Wikimedia, quien ya ha estado en el país el año pasado. Esta es su segunda vez y parece gustarle. Hace poco más de un año que tiene este cargo, que obtuvo luego de trabajar desde 2014 como Directora de Comunicaciones. 

Nació en Wilton, un pueblo del estado de Connecticut —sus rasgos anglosajones delatan su procedencia—,  pero se formó en distintos lugares del globo. Por estudios, a los 18 años viajó a Egipto, luego Siria, Líbano y Túnez, hasta que finalmente volvió a Estados Unidos, donde se graduó en la Facultad de Artes y Ciencia de la Universidad de Nueva York​. Trabajó para HSBC —lo que la llevó a vivir en Inglaterra, Alemania y Canadá—, para Unicef, para el Instituto Nacional Democrático en Washington y para Access Now, entre otros lugares. Todas esas tareas la fueron moldeando en torno a un rumbo hoy más claro: pensar el rol de las nuevas tecnologías en materia de participación ciudadana y gobierno abierto.

Katherine Maher (Foto: Lihue Althabe)
Katherine Maher (Foto: Lihue Althabe)

—Hay una idea que desde hace un tiempo se ha caído, que es la de la neutralidad de la red, la de internet como una democracia total. Imagino que en algún momento confiaba en esa idea.

—Sí, alguna vez lo creí —dice y larga una gran risotada sincera—. Lo que me apasionó de internet en aquellos tiempos es que era un espacio donde las personas se podían empoderar, se podían expresar y podían acceder a información que jamás hubieran podido acceder antes. Y en cierta forma esto se cumplió. También podríamos hablar de cómo internet es un lugar lleno de basura. Pero también podría verse desde otra perspectiva: internet como una herramienta que le ha dado voz por primera vez a las minorías, a los marginados, a los pueblos indígenas, a las mujeres, a los oprimidos. Hay un tremendo poder en eso todavía. Ese potencial de internet de las primeras épocas sigue estando ahí. Wikipedia también trae distintas voces que interactúan y que a veces entran en tensión con el poder. Por eso también se percibe que hay hostilidad en internet, porque es difícil crear un espacio donde quienes no han tenido voz ahora la tengan y pensar que eso no genere alguna especie de fricción. Es normal que haya fricción. La democracia no es simplemente darle una voz a todo el que quiera expresarse, sino asegurarse de que las voces de las minorías estén protegidas y tengan un lugar para expresarse y que no sea siempre la mayoría la que prevalezca. Entonces, en ese sentido, internet ha hecho un muy buen trabajo. Todavía le faltan las herramientas para asegurarse de que las voces de las minorías sean protegidas y que esta protección sea un espacio equilibrado. Por lo tanto no sería una democracia en su máxima definición justamente por eso: porque hace falta un ajuste, un equilibrio, para que todas las voces estén protegidas. Eso constituirá una democracia más saludable.

—¿Y cree que eso se dará naturalmente o es el Estado el que tiene que intervenir ahí?

—Es una pregunta difícil porque tradicionalmente las minorías no han obtenido derechos sin involucrar algún marco público más amplio. Por otro lado, internet no es como un espacio público cualquiera. No está sujeto a ninguna jurisdicción gubernamental, es totalmente global y está plenamente privatizado, desde los cables submarinos hasta las aplicaciones con las que interactuamos. Todavía no se ha encontrado un marco satisfactorio para regir o gobernar esto que, en realidad, es transnacional por naturaleza, no está sometido a ninguna jurisdicción en particular y al mismo tiempo está privatizado, sin generar algún tipo de conflicto. Si dejamos que lo manejen las compañías es difícil garantizar los derechos humanos y la libertad plena de expresión. Si dejamos que los gobiernos se hagan cargo es difícil porque también van a adoptar una visión fraccionada, compartimentalizada, porque distintos países tienen distintas expectativas, y la red no funciona si se la divide. Probablemente hay que encontrar una solución en donde haya un gobierno colectivo, y hay algunos sistemas en donde se puede exigir transparencia de las corporaciones con políticas más claras, con rendición de cuentas, con responsabilidad, privacidad y libertad de expresión. Tiene que haber, por un lado, una mayor concientización de los organismos públicos y, por el otro, una mayor transparencia de las empresas para garantizar que esa voz pública se pueda expresar.

Katherine Maher (Foto: Lihue Althabe)
Katherine Maher (Foto: Lihue Althabe)

El 4 de julio, la versión en español de Wikipedia decidió cerrar durante todo el día. Blackout o apagón, lo llamaron. ¿El motivo? Una acción concreta para protestar contra una propuesta del Parlamento Europeo que podría cambiar las regulaciones sobre los derechos de autor. La acompañaron otras ediciones de la enciclopedia online, como la italiana y la polaca. La reforma, apoyada por artistas como James Blunt, Plácido Domingo y Paul McCartney, exigía una actualización que no existía desde 2001. "El fin que persiguió esta acción fue mostrar que este proyecto de ley era percibido como perjudicial para la libre circulación del conocimiento, uno de los derechos que defiende Wikipedia. Además, apuntaba a centralizar más la información y no permitir el flujo libre", sostiene Maher.

Fueron dos artículos los que motivaron el accionar de Wikipedia. Por un lado, el 13, que obligaba a poner filtrado y bloqueos a las webs de construcción colaborativa del contenido. "Este filtro —comenta— que se proponía era una especie de escaneo para ver si había violación a los derechos de copyright. La oposición a esto tenía que ver con que promovía una visión mucho más conservadora y que impide cargar información a la web. También funciona como incentivo para un filtro de censura". Y por otro, el 11, que buscaba proteger a las publicaciones de prensa impidiendo que se utilicen vínculos. "Era una disposición poco clara sobre cómo funcionarán los vínculos a otros sitios. Wikipedia está construido con vínculos a otros sitios, como la internet entera. Ésto podía generar incertidumbre y perjudicar la libertad de expresión", sostiene. Finalmente los eurodiputados reunidos en Francia rechazaron la reforma con 318 votos en contra, frente a 278 a favor y 31 abstenciones.

"De todos modos, el apagón no es la única forma de intervenir. Siempre hablamos con quienes hacen estas leyes, con organismos encargados de definir políticas, pero en algunos casos hace falta una expresión bien directa de nuestro pensamiento", agrega Maher.

El blackout o apagón de Wikipedia del 4 de julio pasado
El blackout o apagón de Wikipedia del 4 de julio pasado

—Pasaron 17 años desde que nació Wikipedia y el mundo de internet se ha modificado muchísimo, empezando por las redes sociales. ¿Cambió la forma de tratar la información?

—Si bien han evolucionado muchas cosas, hay otras que se mantienen desde el comienzo. Hay tres puntos que siempre tratamos de mantener: la exactitud, la neutralidad y la confiabilidad de la información. Las políticas de los contribuyentes a Wikipedia se han mantenido siempre, buscando fuentes confiables y precisas, y esto se desarrolla así desde hace 17 años. Siempre hemos tenido el mismo objetivo. Pero nos diferenciamos de muchos actores, porque ahora se habla mucho de fake news, pero nosotros, desde el inicio, hemos estado tratando de clasificar las buenas fuentes de las malas fuentes. Pero creo que la forma en que hemos cambiado es menos visible para la gente en general, hemos tenido un cambio tras bambalinas, por debajo de la superficie: nos hemos vuelto un medio mucho más rico, multilingüe, técnicamente sofisticado. Hemos integrado, por ejemplo, mapas, representaciones visuales, datos estructurados, algunas formas complejas de interactuar con el conocimiento que se han introducido en forma lenta y cuidadosa para que la experiencia siga siendo cada vez más rica y sin distraernos de nuestra misión fundamental que es buscar información accesible para todos.

—¿Estamos en una época de posverdad?

—No, no lo creo. Sabemos cosas que están basadas en hechos que son comprobables. Sabemos a qué temperatura hierve el agua, a qué velocidad tiene que ir un avión crucero… son bases de verdad comprobables. Lo sabemos a través de un proceso de indagación basado en un método científico. Esto funciona para todo lo que son datos científicos y en las matemáticas, pero cuando pensamos en las narrativas históricas de la cultura nos encontramos frente a mayores desafíos porque tenemos que analizar diferentes perspectivas. Esto se basa en una indagación que puede también ser científica en donde nos abrimos a toda la información posible, evaluamos los méritos de todos los datos que recibimos, ajustamos las hipótesis, ampliamos nuestras miradas y nuestros conocimientos. La humanidad realmente debe interrogarse en cuanto a todo lo que tiene que ver con lo artístico y todas las ramas de las humanidades. Creo que no estamos en un mundo de posverdad, creo que lo que puede haber es menos empatía y perspectiva, porque cuando se pierde la capacidad de empatizar es cuando no podemos entender el mundo del otro y se nos limita nuestra capacidad de entender el mundo en su conjunto.

—¿Cuáles son hoy las principales trabas hacia una cultura colaborativa?

—Es diferente en cada lugar donde uno va. En Zambia, en Sudáfrica, en Inglaterra, en Argentina suceden cosas diferentes. Creo que si pensamos menos en los desafíos específicos y más en los desafíos generales podemos ver algunos patrones comunes. Nosotros creemos en la cultura libre y abierta y está basada en el principio de dar un espacio abierto para todos, para que todos se expresen y todos participen. Pero lo que no se dio al crear este espacio libre es que los mismos sesgos, los mismos prejuicios que teníamos en los demás espacios también se trasladaron a este espacio de colaboración abierta. Se replicaron. Bueno, en realidad se hizo basándose en una presunción original, tal vez un poco naif, de que estos sesgos no se iban a replicar en este espacio, pero lo que vemos es que sí. Pero creo que la oportunidad que tenemos es que con un espacio abierto y colaborativo lo principal es verlo como un valor más que como un proceso. Si nosotros creemos fuertemente en eso como un valor podemos llegar a cambiar el proceso, podemos llegar a reimaginar ese espacio para que sea lo que nosotros queremos que sea. La bondad de cualquier cosa abierta es que podamos hacerlo como nosotros queremos, forjarlo a nuestro modo, hacerlo diferente, hacerlo mejor, hacerlo más inclusivo, más representativo y tenemos que empezar por reconocer justamente esos desafíos y ver cómo abordarlos para que ese espacio se convierta en lo que realmente queremos que sea.

Katherine Maher (Foto: Lihue Althabe)
Katherine Maher (Foto: Lihue Althabe)

¿Qué nos deparará el futuro? ¿Qué direccionamiento tendrá la fotosíntesis de internet y de qué forma nos afectará? ¿Es optimista la Directora Ejecutiva de Wikimedia respecto al devenir del posible ensanchamiento de los horizontes virtuales? Entonces Katherine Maher sonríe y mira hacia la ventana del fondo. Afuera, sobre el edificio de enfrente, se ve el sol posándose de lleno. Tarda unos segundos en responder. Piensa y vuelve a pensar. "No lo sé… Creo que podría salir maravillosamente bien o terriblemente mal. En este momento estamos como en esa disyuntiva", dice y vuelve a mirar la ventana.

Continúa su respuesta, a modo de conclusión: "Creo que al mismo tiempo el hecho de que estemos conversando de estas cosas nos abre muy buenas perspectivas. El hecho de que internet haya dejado de ser algo que sólo entendían los técnicos para convertirse en parte de nuestras vidas donde el público interviene e interactúa nos genera una oportunidad de seguir creando estas conversaciones, de estar más informados, de generar este espacio de que queremos que internet sea. Creo que hay un sentido de urgencia de tener estas conversaciones. Y si todo lo demás fallara, Wikipedia va a seguir existiendo y va seguir habiendo esperanza".

 

* III Encuentro Comunes, organizado por el Instituto Goethe y otras instituciones
Del 15 al 17 de agosto en el
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Av. Corrientes 1543 – CABA
Club Cultural Matienzo
Pringles 1249 – CABA
Todas las actividades son libres y gratuitas
Toda la información, acá

 

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